Las palabras no me salen al hablar de esto, porque cada vez que lo pienso, más la amo y menos quiero recordar. El dolor de amarla siempre está arraigado a mi corazón, mientras una me besa es cuando la otra me violenta y cuando más lo pienso, más la lloro. A diez girasoles de amarla en el espacio entre nosotras y las cosas que pasaron, la amo y la lloro, aún la lloro como si fuera a volver o si crecieran cosas a causa de mis aguas sanadoras, aún la pienso pero no como la primera vez que la vi, todo dio vuelta y sigue haciéndolo, aún la tengo arraigada a mí piel y ella lo sabe. Mi oscura piel la tiene marcada, mi negra piel la esconde y cuando me lavo, intento lavarme su nombre pero no puedo. Entre más libros de poesía lea, más la recordaré. Escribo poemas con el deseo de sacarla pero no sale, sigue pegada a mi negra piel, a los rulos de mi cabello y a la locura de mi corazón, la amo y la lloro, pero ella no volverá.