Paula y yo nos hemos acercado mucho, tanto así que ha empezado a pasar el receso conmigo, aunque se pone tímida cuando Paco se pone a hablar o cuando Ángela le compra comida, pero se empieza a abrir lentamente con nosotros y eso es genial.
— Paula— llama Paco a la chica y ella lo mira con atención— ¿Qué clase de música te gusta?
— Oh— dice ella y veo como se pone tímida— Quizá un poco de Indie.
— Nunca lo he escuchado— dice Paco y yo le pegó en la cabeza.
— Eso es porque tienes las cabeza infestada de One Direction—
— Y Harry Styles— agrega Ángela con una sonrisa.
— Debes aceptar que Harry es tallado por los mismos dioses del olimpo— defiende Paco a su famoso Crush.
— Lo idólatras mucho— murmuró yo y Paco hace una cara que demuestra lo ofendido que se siente.
— Tu idólatras a personajes de animé y nadie te juzga— ataca Paco y veo a Paula reír.
— Sabes que Hachi se fuma a Harry Styles— digo yo y Paco suelta una sonora carcajada.
— Jesús es mejor que cualquiera de sus favoritos— se mete Ángela y veo como hasta Paula la mira raro.
— Ya llegó la fan del hippie más amado por todos— me burlo— Pero ese hippie se murió hace más de dos mil años, amiga.
— Cállate— Ángela me dice mientras me pega en la nuca— Y ponte a leer la biblia aunque sea para burlarte con lógica, Jesús volvió de entre los muertos.
Soy atacada por más golpes de parte de Ángela mientras Paco aprovecha para atestar de preguntas a la pobre Paula.
Después del receso, volvemos a clases, que debo decir que fueron muy aburridas, para luego ya irme a mi adorada casa.
Mientras emprendía mi camino, me encontré con Paula apoyada en un muro del colegio con los ojos cerrados y respirando con dificultad; me acerco con rapidez a ella y la sostengo haciendo que abra los ojos y me mire.
— ¿Estás bien?— le pregunto y ella niega con la cabeza, la rodeó con mis brazos— Te llevaré a casa.
Ella intenta negarse pero no la dejo, me doy cuenta que Paula vive muy cerca de mí casa, casi a cinco casas a la derecha y eso es curioso, nunca nos encontramos de camino al colegio o de camino a casa. Cuando ella me da las llaves y abro la puerta, notó que es una bonita casa pero no puedo imaginar a nadie habitando en ella. Todo se ve tan nuevo y limpio, intacto; mientras mi casa está llena de muebles viejos y libros, oliendo a café y madera; la casa de Paula huele a productos de limpieza y ya, no puedo imaginar a Paula viviendo en un lugar como este, se siente tan frío y solitario, como una decoración vacía.
— Mi habitación queda en el segundo piso, a la derecha— susurra Paula, sacándome de mis pensamientos. Yo la llevo a su habitación y cuando entramos, me llevo una gran sorpresa.
La habitación de Paula está atestada de libros, hay montañas en el suelo pero de una manera organizada, tiene carteles de una banda llamada The Neighborhood y huele a lo que huele la librería de Pacho, un olor único que desprenden los libros, casi imperceptible. Paula se sienta en su cama mientras yo sigo observando su habitación.
— ¿Los has leído todos?— pregunto yo, curiosa sentándome a su lado, en la cama.
— Si— responde con tranquilidad— Me apasiona la literatura, quiero estudiarla cuando salga del colegio.
— Eso sería genial— la ánimo y sonríe.
— La literatura te permite comunicar lo que sientes— habla ella— Es la puerta de los sentimientos.
Me quedo cuidando a Paula hasta que su papá llega, es un hombre cuarentón y me lo agradece; luego me voy para mi casa, en la puerta me encuentro con Lorena pero intento ignorarla, hasta que ella me habla.
— ¿Dónde estaba, Martina?—
— No es de tu interés— le respondo mientras me dirijo a mí habitación— ¿Quién se cree que es?— pregunto dejando la mochila en el suelo y tirándome en la cama, con cansancio.