Corre el año 413 del calendario del Dragon Blindado. En un pequeña mansión de la ciudad capital de Millishion, una familia se prepara para almorzar. El padre esta en la mesa, lo acompañan dos de sus esposas con un bebé cada una. Por otro lado, se escucha a lo lejos, en el segundo piso, a tres niños jugando y gritando. Es una discusión animada, como cuando los hombres se juntan a hablar de religión o política. El hombre es Kain, el cual se divierte sentando a sus dos bellezas en sus piernas, Ivania y Sakura, ambas lindas y en crecimiento. Ya se pueden parar sobre sus pies, pero sus lenguas siguen siendo de trapo. Conversan cosas ininteligibles. Kain las encuentra lindas, pero en medio de eso se escucha un grito ensordecedor desde el segundo piso.
-¡No, no quiero. Tu no!- grita uno de sus hijos con una voz molesta, casi iracunda.
-Tengan a las bebés por favor- dijo Kain con un rostro cansado. Últimamente sus tres hijos han estado discutiendo mucho.
Maaya y Reida con una sonrisa incomoda, toman a las bebés y Kain sale del comedor. Camina por la recepción, sube las escaleras, abre la rejilla de las escaleras y avanza hasta el amplio pasillo del segundo piso. Ahí estaban sus tres hijos. Ars y Kain jr estaban rasguñándose y tirándose del pelo. Por otro lado, Elías estaba llorando a moco tendido. Kain soltó un suspiro, camino hasta los niños y los separo. Ambos se pusieron a llorar al ver a su padre serio. Kain soltó otro suspiro y los abrazo. Atrajo también a Elías. Después de un rato, Kain los sentó sobre la alfombra. Se sentó enfrente de ellos y los comenzó a interrogar.
-¿Qué paso?- pregunto Kain
Ambos niños (Kain jr y Ars) se apuntaron y comenzaron a decir cosas. No se les entendió nada, empezaron a hablar más fuerte, a empujarse para que se callara el otro y casi se vuelven a pelear.
-¡Suficiente!- dijo Kain en un tono firme
Los niños dieron un salto del susto y empezaron a sollozar. "Estos no va a ningún lado", pensó Kain. Soltó otro suspiro y aplaudió dos veces. Los niños se callaron y miraron a su padre.
-Uno a la vez, primero tu Kain- dijo el padre
-Él, él quería mi caballito- dijo entre lagrimas
-Ahora tu Ars-
-Yo solo quería jugar- empezó a sollozar -pero, él, él, waaaaa-
-No llores mi amor- dijo él padre -ven acá- y lo tomo en brazos. Después tomo a Kain jr y finalmente a Elías. Cuando se hubieron calmado, los tenia a los tres sobre sus muslos. Les acariciaba su pelo y les daba besos en la frente. -no los quiero ver pelear ¿entendido?- dijo -no deben pelear entre ustedes. Son hermanos ¿entendido?-
Los tres asintieron con sus pequeñas cabezas.
-Kain- dijo Lilia desde el primer piso -ya esta listo-
-Ya voy Lilia- respondió en un fuerte tono y miro a sus hijos -no quiero que peleen mas. Si les gusta algo, pídanlo. Si tienen algo, compártanlo ¿entendido?-
-Sí, papá- respondieron los tres
-Ojala no se les olvide- murmuro Kain con cansancio -lo mas probable es que a la tarde estén peleando otra vez-
Kain tomo a los tres y fue al comedor. Todas las madres lo miraban con una sonrisa burlona. Kain no les hizo caso y coloco a sus hijos sobre unas sillitas altas. Se sentó él a la cabecera de la mesa y poco a poco, Lilia y Catalina, fueron sirviendo la comida. A los cinco minutos la mesa estaba llena y solo se escuchaba el sonido de los cubiertos. Maaya y Reida se turnaron para comer. Una vería al bebé de la otra mientras la otra comía. Quince minutos después, Lilia peleaba con Ars para que comiera verduras, mientras que Catalina le preparaba un segundo plato a Kain jr. Elías, como siempre se portaba bien. Permanecía tranquilo en su silla mientras comía. Victoria por otro lado, lo miraba de vez en cuando. Casi al final de la comida, sonó la puerta que daba al frontis. Se escucho un suave portazo y unos pasos que se aproximaban.
-Buenas tardes- dijo una voz suave y cristalina. Era Therese que como siempre, venía a la casa después de hacer sus deberes. Como caballero de Millis la mandaban a patrullar las calles.
-Ven Therese- dijo Catalina -toma mi asiento, te sirvo de inmediato-
-Catalina, yo puedo servirme sola-
-Tonterías. Lávate las manos y siéntate en mi lugar. Vigila que este muchacho se coma su comida-
-Bien- respondió Therese en un estado de completa rendición. Fue saludando a cada uno y se ganó al lado de Kain jr.
-¿Cómo esta el chico más lindo de la casa?- pregunto.
En esta familia no se hacían distinciones, pero Therese siempre lo tuvo presente. Kain era el hijo de Catalina. De su querida prima. Por ende tenía un lugar especial en su corazón. Además de que estaba grande, gordito y bonito, pensaba ella.
-Bien, tía- dijo Kain jr
-Déjame que te limpie- dijo Therese, le paso un pañuelo por los labios y le quito las manchas de comida.
-Gracias-
-Oh, además educado. Que lindo. Tu tía va a tener que andar escoltándote cuando seas grande. Muchas niñas te van a querer-
-Yo soy el bebé de mamá-
-Sí, sí, tu eres el bebé de mamá ¿y de la tía?-
-No, solo de mamá-
-¿En serio?- pregunto Therese como si estuviera triste.
Entonces Kain jr se conmovió y le dijo -de la tía también, pero solo un poquito-
-Bien- dijo Therese y le dio un beso en la mejilla
-Ya, deja de molestar a mi hijo y come- dijo Catalina mientras le servía un plato de sopa
-Gracias Catalina-
A los veinte minutos después, todos habían terminado de comer. Solo faltaba Therese. Los niños se fueron a dormir y solo quedaron Reida, Maaya y Kain para acompañarla. Gracias a esto, el comedor era un lugar pacifico. Kain aprovecho de tomar una tasa de café. Reida le susurro algo en el oído a Kain y este asintió. Al rato después volvió Reida con un plato.
-Toma querido- dijo Reida y le dejo un trozo de tarta
-Gracias amor- respondió Kain, y de forma disimulada le paso la mano izquierda por las nalgas. Reida solo sonrió y se acercó para darle un pequeño beso en los labios.
Alguien tosió como para que se ubicaran y los saco de su mundo. Kain miró hacia Maaya, pero ella solo sonreía y negaba con su cabeza. Entonces Kain miro a la joven Therese. Ella puso un rostro digno y dijo -controla tus manos, estamos en la mesa-
Kain soltó una risita y asintió. Se dedico a comer su postre y entre medio de eso, le pregunto -¿Cómo te han ido las cosas?-
-Todo muy bien, pero estoy agotada- respondió Therese -tengo que caminar tanto como si estuviera en un peregrinaje-
-¿No hay posibilidades de cambiar de puesto?-
-Hace unos días me dijeron que podía optar por otros trabajos. Hay un niño en el orfanato que supuestamente es un genio de la magia. Así que los altos mandos lo quieren cuidar. Lo otro es ir a trabajar a la aduana, pero por ahora no. Quiero, quiero lograr algo primero- Reida y Maaya soltaron una risita y Therese se ruborizo, las miro molesta y ellas se taparon la boca. Therese solo pudo suspirar y continuo -si no resulta, me iré a la aduana-
-No es necesario que trabajes como caballero ¿lo sabes?-
-Sí sé. Me lo haz dicho un montón de veces, pero quiero seguir en este cargo. Al menos, al menos quiero demostrarle a mi madre que fue un buena elección-
-Como digas, pero si te cansas, siempre le puedes pedir ayuda a Victoria o Lilia. Ellas te pueden encontrar un trabajo-
-¿Por qué tu no?-
-Bueno, soy el socio mayoritario por decirlo así, pero ellas manejan los negocios-
-Ah, se me olvidaba- dijo Therese. Se rebusco en los bolsillos de la túnica y saco una carta -esto es del nuevo Cardenal. Bueno, para ser precisos. El cardenal se lo paso a mi madre y ella me dijo que te lo entregara-
-¿El cardenal? Querrás decir, el nuevo jefe de la facción radical-
-Puedes verlo de ese modo-
-Fú, déjame ver- dijo Kain -aja, aja- soltó un suspiro y pregunto -¿Qué clase de persona es el cardenal?-
-Yo, no lo sé. Solo sé que tomo el mando de la facción hace unos cinco meses. Él tiene el respaldo de mi madre-
-Eso no me dice mucho. Maaya ¿Qué sabes tu?-
Maaya que tenía a Sakura en sus brazos, le hizo el gesto de que bajara la voz. Meció a la bebé, y le respondió en un susurro -es un buen hombre, en todo el sentido de la palabra. Si tuviera algún defecto, sería su odio hacia las razas demoniacas, pero no llega a ser tan radical como el anterior Cardenal. Mi abuela lo describe como un buen seguidor de Millis-
Kain tomo una gran respiración y asintió varias veces. Su vista miraba al infinito ponderando las posibilidades. Tomo un sorbo de café y dijo -le daremos una oportunidad-
Maaya asintió y dijo con una sonrisa juguetona -dile a Therese que te lleve. Ella debe conocer el camino-
Therese se sonrojo, escondió sus manos entre sus piernas y asintió -yo te puedo llevar- dijo -él vive en un pequeño apartamento en el centro de la ciudad-
-Bien, contare contigo en ese momento- dijo Kain -por otro lado ¿Cómo van las cosas con tu madre?-
-Creo que bien. Bueno, no lo sé. A veces me recibe con un abrazo y después se distancia. Me dice que me cuide, pero a los cinco minutos me fastidia diciendo "así no es como una dama de la casa Latreia se debe comportar"-
Kain suelta una risita -ten paciencia- dijo -todos hemos aprendido que tu madre no es una mala persona. Solo, no puede olvidar lo que le inculcaron-
-Es fácil decirlo-
Kain negó con su cabeza y le dijo -¿mañana vas a ir a algún lado?-
-¿Eh? No, yo no- respondió Therese sonrojada
-Si no puedes, dime. Le pediré ayuda a otra persona-
-¡No!, yo puedo, en ningún momento te he dicho que este ocupada. Yo puedo ayudarte, te lo juro-
-Cálmate, solo te quiero pedir que me lleves hasta el cardenal-
-Eso- dijo Therese algo desilusionada -esta bien, te puedo guiar a su casa-
-Gracias- respondió Kain -permiso, me dio sueño con el pastel. Voy a tomar una siesta-
-Sí, adelante-
Kain salió del comedor y dejo a Maaya, Reida y Therese solas. Reida también pidió permiso y se retiró a dormir. A los cinco minutos después, Maaya se levantó y se sentó al lado de Therese. Esta última, por alguna razón, miraba la taza de café que dejo Kain como si las respuestas estuvieran en el negro contenido.
-En vez de mirar la tasa, deberías estar pensando en que vas a hacer- dijo Maaya
-Yo. ¿tu crees?. A lo mejor no- dijo Therese en un hilo de voz
-Con esa actitud nunca vas a atravesar sus barreras. Por ahora no te mira porque pareces una niña confundida-
-¿Qué puedo hacer?-
-Eso lo debes pensar por ti misma. Nadie te puede ayudar-
-Es difícil-
-No lo es, solo debes estar segura de ti misma. Permiso, me iré a dormir también-
Therese se quedo pensando. Ni siquiera vio cuando Maaya se fue. La pudo escuchar, pero no recuerda en que momento se quedo sola. Solo estaba ella, la mesa vacía y un amplio comedor. El silencio llenaba la casa.