La mansión de los Purplehorse era como una casa embrujada. El jardín frontal era hermoso, pero estaba sin cuidar. El portón estaba encadenado y asegurado con un enorme candado. El lugar emitía un oscuro aire de abandono total. Kain y Clark estuvieron llamando durante quince minutos, pero como nadie se acerco y no se veían indicios de vida, Kain utilizo su visión espectral para revisar los alrededores. Pudo notar que habían dos presencias en un mismo lugar, casi al centro del edificio. Era evidente que nadie iba a venir. Así que ante este problema, optaron por dejar a los caballos a sus anchas. Saltaron la reja y se dirigieron a la entrada de mansión. La gravilla del camino rechinaba con cada pisada. La pileta en medio del camino estaba sucia. La escultura de ángel en su centro no había arrojado agua durante un buen tiempo. El agua en el fondo de la pileta estaba verde y un poco sucia, con renacuajos nadando por todos lados. Siguieron avanzando hasta llegar a la entrada. Tres escalones los elevaban hasta la entrada de la mansión. Cuatro pilares tallados en forma de cilindro sostenían el techo. Funcionaba como una protección contra la lluvia y el sol mientras esperabas un carruaje. Considerando las dimensiones, en su mejor momento, en este camino se podían estacionar unos siete carruajes.
-Debe haber sido un buen lugar para tener fiestas- murmuro Kain
-Y que lo digas- replico Clark -el viejo Purplehorse, el antiguo jefe de la familia, era muy famoso. Sobre todo entre la nobleza de Asura. Se hablaban de sus orgias como si fuera el último discurso que dio el rey. Según se cuenta, eso le ayudo a fomentar su posición. Ahora, con una hija como heredera, todo lo que hizo se fue abajo. La mujer se distancio de esas practicas y poco a poco, fue cayendo en los malos libros. Se dice que hace años atrás, el primer ministro le pidió que retomara sus fiestas. No obstante, la joven junto a su marido, se negaron. Puede que ese fue el principio de su decadencia-
-Sí, bueno, lo importante es encontrarla ¿Cómo se llama?-
-Cristina la madre y la hija Tristina-
-Qué ingeniosos, no me extraña que no se hayan podido librar del primer ministro-
-Es otra forma de verlo-
-Vamos- dijo Kain y fue a la puerta doble que daba acceso a la mansión. Giro la manilla, pero traqueteo, como diciendo "aquí no puedes pasar". La forzó un poco mas, hasta que la manilla crujió y la puerta se abrió. Clark lo quedo mirando y Kain levanto los hombros y dijo -¿Qué? La voy a comprar de todos modos-. Clark negó con la cabeza y siguió a Kain al interior.
La casa era preciosa, estaba desprovista de cuidados, pero seguía siendo preciosa. El piso permanecía con una leve capa de tierra, pero quedaban retazos limpios de una cerámica café con dibujos dorados. No había muebles y el techo tenía bastantes telarañas. Sobre todo en las esquinas. No obstante, el cielo blanco y las molduras le daban un aire espacioso. El corredor de la entrada se extendía por veinte metros. A mitad del camino habían dos habitaciones. No tenían puertas, pero por la construcción, deben haber sido salas de estar para las visitas. Al final se veía una escalera doble, con molduras de bronce y fierro moldeado en espirales. Debajo de la escalera se veían dos pasillos, tan oscuros como dos cuevas.
-Por aquí- dijo Kain y tomo el pasillo de la derecha. El corredor por debajo de las escaleras se extendía por varias decenas de metros. A los lados habían puertas que daban a mas habitaciones. Por estas pasaba la luz exterior y le daba algo de luz al corredor. Solo leves haces de luz. Por lo menos iluminaban lo suficiente para saber a donde estabas pisando. En las paredes habían manchones blancos, como si dijeran "aquí hubo un hermoso cuadro antaño". A medida que avanzaban, el aire se empezaba a estancar. La tierra y los hongos le daban al aire un aroma a húmeda. Las habitaciones mantenían la misma tónica del edificio. Todo sucio y sin muebles.
-De seguro cayeron muy bajo. Tuvieron que venderlo todo al parecer- murmuro Kain
Al final del pasillo, durante veinte metros, no hubieron mas puertas. Así que la luz no entraba, volviéndolo todo mas oscuro. Al final había una puerta doble, de un color blanco con telarañas en sus esquinas. Era un buen lugar para las arañas. Sobre todo por la humedad y la oscuridad. Kain tomo la manilla y la giro. Otro traqueteo sonó. La puerta no cedía, así que Kain ocupo un poco de fuerza y rompió la manilla. Al abrir la puerta, las bisagras chirriaron, como si no se hubieran movido en mas de un año. La luz paso e ilumino todo el pasillo. En respuesta a esto, las arañas se movieron por las paredes y por el piso. Siempre buscando las esquinas y la oscuridad. Al atravesar las puertas, Kain y Clark se encontraron con un salón. El techo era de vidrio y al final había una cascada. Todo estaba bordeado de plantas, incluso habían enredaderas que llegaban hasta el techo. En el centro había una gran pista de baile, una cama y una silla.
En el centro de la pista de baile estaban dos personas. Una de ellas con un cuerpo demasiado delgado descansaba en la cama. El sol la iluminaba de lleno mientras sus frazadas destacaban por lo blanco y esponjoso. La otra persona, era una niña sentada en una silla, al lado de la cama y de espaldas a los visitantes. Era tan pequeña que sus pies colgaban. No debe haber tenido mas edad que Isolte. Tenía una larga cabellera rubia. Ella volteó para mirar a Kain desde su silla, su rostro se puso pálido. Sus mejillas destacaban con marcas rojas por el frio de la mañana. Kain camino y sus pisadas resonaban por todo el salón. Al llegar a tres metros de la cama, vio que el cuerpo delgado estaba en un estado espantoso. Parecía que la persona hubiera llegado a sus noventa años; con una piel suelta y desprovista de color. Casi parecía un fantasma. La niña por otra parte, miraba a Kain con miedo. Sus hermosos ojos azules le decían que no se podía acercar a su madre.
Kain trato de recomponer una sonrisa amable. Se acerco a un metro de la niña, se hinco sobre su rodilla y le dijo -tranquila niña, solo vengo a ver tu casa. La quiero comprar-
-En ese caso- sonó una voz lastimera proveniente del cuerpo en la cama. Casi fue un murmullo -debes hablar conmigo-
Kain asintió, paso de la niña y en el proceso le acaricio el pelo. Camino hasta la cama y se encontró con algo que parecía un cadáver. La persona había perdido toda su figura y ahora era piel y huesos. En su rostro se remarcaban los huesos de los pómulos y sus ojos parecían deshidratados. Esto hacia que sus párpados se ennegrezcan y se hundan. Estaba casi al final de su vida.
-Quiero comprar tu casa, mujer- dijo Kain
-Y yo quiero venderla- respondió el destartalado cuerpo
-¿Tu nombre?-
-Cristina-
-El mío es Kain-
-Mucho gusto, maestro Kain-
-Kain esta bien- dijo Kain haciendo un ademan como cortando los honorificos
-Como digas, Kain- respondió la mujer en un tono bajo
-¿Cuánto pides por la casa?- pregunto Kain, hizo un ademan con la mano e fabrico una silla con magia de tierra. Después se sentó y escucho a la mujer.
-Treinta millones de oros Asura-
-¿Qué hay en la propiedad?-
-Aparte de la construcción, hay un lago y un bosque detrás de la construcción. No hay muebles, así que te haré un descuento de cinco millones-
-Demasiado amable para recién empezar a negociar- dijo Kain
-En mi posición actual, no podría negarme a nada y regatear-
-Por eso tu estableces los limites ¿no?-
-Es rápido en captar-
-Bien, sigamos-
-Como te iba diciendo: hay alrededor de cincuenta habitaciones. Dos salas de estar y este salón de eventos. Por supuesto, también están todas las cosas básicas como la cocina y baños. Las habitaciones del segundo piso tienen sus propios baños-
-Eso es bueno. Tener que compartir un baño con mujeres es todo un tema-
-Jajaja- se rio Cristina con su voz lastimera y al poco rato, se transformo en una tos de perro. La niña corrió y le paso un paño. La mujer por su parte, junto sus fuerzas, se doblo como pudo, dándole la espalda a Kain y trato disimuladamente de escupir. Kain pudo distinguir una mancha roja en el pañuelo.
-Lo siento mucho- dijo Cristina -por mostrarte un espectáculo tan desagradable-
-No hay problema. He trabajado con enfermos. Fue hace mucho tiempo, pero esas experiencias no se olvidan-
La mujer asintió con suavidad y le pregunto -¿Qué le parece mi casa?-
-Es una excelente casa. Solo hay que limpiarla y amueblarla. No tengo ninguna queja. El dinero tampoco es un problema, pero tengo un mejor trato- Kain encendió su vista espectral, algo que hizo chillar a la niña, pero no le presto atención. Kain asintió y continuo -tus pulmones están casi muertos. Haz perdido sangre y no te queda mucho ¿Qué esperas que tu hija haga sin ti?-
-Esa, es una pregunta cruel ¿usted no tiene hijos?- pregunto Cristina con un rostro mas despierto y enérgico que antes. Casi desafiante.
-Los tengo, y por eso te pregunto. No hay nada que preocupe mas a un hombre, que sus hijos-
-Para una mujer es aun mas preocupante. Nosotras los traemos al mundo, ustedes solo pueden admitir que es suyo-
Kain soltó una risita y asintió -puede ser. Ahora dime ¿Qué esperas que le pase?-
-No lo sé- dijo Cristina con una voz llena de resignación -ya me siento mal dejándola sola todo el día. Esta niña a empezado a recolectar cosas del bosque. El otro día tenía un terrible dolor de estomago. Tuve que levantarme y cuidarla. Hasta yo me sorprendo ahora que lo pienso. Ni siquiera sé como junte fuerzas para levantarme-
-Las madres tienen eso que las hacen un misterio. Sacan fuerza de su flaqueza para salir adelante- dijo Kain, callo durante un momento y dijo -volviendo al tema, tengo una propuesta ¿te interesa escucharla?-
-No te daré a mi hija- respondió Cristina con una voz firme que asombraría a cualquiera
-Nadie ha hablado de tu hija. Yo tengo dos y no me atrevería a pensar de ese modo. Puede que tu historial familiar te haya podrido el cerebro-
-No es eso- dijo Cristina con un rostro cansado -el año pasado una persona me pidió algo así. Me amenazo con volvernos unas esclavas-
-¿Quién?-
-No queras saberlo a menos que quieras meterte en problema-
Kain puso una sonrisa y dijo -no te preocupes, los problemas vienen a mi-
-Esta bien. Fue el ministro Darius. Quería a mi niña-
-Que te puedo decir, por gente como él, los nobles de Asura tienen mala fama-
-Mm, Entonces ¿Cuál es su propuesta?-
-¿Cómo esta tu conocimiento académico?-
Cristian se puso colorada del enojo y le respondió de manera dura -Señor, si viene a hacer negocios, dígame lo que piensa, pero no me ofenda-
-No te ofendo, no te conozco, así que necesito que me digas hasta donde eres capaz-
-Soy la heredera de la familia Purplehorse- dijo Cristina con toda la dignidad que le permitió su destartalado cuerpo -en su momento, fuimos tan poderosos económicamente como los Greyrat de Ranoa. Por supuesto que mis habilidades son excelentes. Se leer, escribir, aritmética, economía, historia y algo de magia de agua. No puedo jactarme de mi magia, pero puedo hacer muchas cosas-
-Bien, demostraras tu utilidad en el camino. Por ahora trabajaras para mi esposa. Por la casa te ofrezco diez millones de oro Asura. Adicional a eso, curare tu enfermedad y le daré un refugio seguro a tu hija, lejos de Asura ¿Qué dices?-
-Es cruel…- iba a decir Cristina, pero fue interrumpida
-No soy cruel- dijo Kain con una voz fría -te digo la verdad. Puedes tener mas tiempo con tu hija, pensar en tu venganza si quieres y rearmar tu vida ¿Qué dices?-
Cristina cerro sus ojos pensando en las posibilidades. Paso un minuto y abrió sus ojos -sáname primero- dijo -si es verdad, te daré esta casa gratis, pero mi hija esta fuera de todo trato-
-Ya te lo dije, no tendría esos pensamientos-
-Las palabras aguantan mucho- respondió Cristina con una mirada llena de desconfianza. Sus ojos emitían el brillo de una fiera -confiare en ti a medida que lo demuestres-
-Como tu digas. Ahora, pídele a tu hija que acompañe mi amigo, tengo que decirte algo serio-
-No me da confianza. Tristina puede cuidarse sola si es solo un momento-
-Bien, haz lo que gustes-
-Tristina, mi ángel-
La niña se acercó y tomo la mano de su madre -sí madre- dijo con una voz suave
-Ve a jugar al bosque por un rato, yo te llamare-
Tristina asintió, camino hasta una de las puertas que estaban al costado izquierdo del salón y salió. Antes de cerrar la puerta, Kain pudo ver la desconfianza en los ojos de la niña. Una vez que Tristina se fue, Kain le dirigió la mirada a Cristina.
-Bien- dijo Kain -te doy esta oportunidad porque eres madre. Un niño o niña sin su familia la pasa mal en el mundo. Ustedes los nobles no son de mi agrado, te lo digo desde ya. Pero tratare de tener fe en ti y pensar en que respetaras la palabra dada-
-Tampoco confió en los nobles- replico Cristina -y no creo que haya un noble que confié en otro. En eso coincidimos. También en el hecho de que mi niña estaría desvalida sin mi. Así que creeré en tus palabras, seré tu esclava si quieres, pero a mi niña la respetaras. Nada de matrimonios arreglados, nada de servidumbre, nada de menos cabo. Si algún día llego a ver ese tipo de trato, tomo a mi hija y me marcho. Puedes intentar lo que quieras para retenernos, pero te digo desde ahora, la venganza será mía-
-Espero que me sirvas con la misma fuerza- dijo Kain mientras la comisura de sus labios se elevaba mostrando una sonrisa
-Espero una larga cooperación señor Kain- dijo Cristina mientras emitía una sonrisa altanera