Y por mucho que se esforzaran, para salvar a la ciudad, tarde o temprano tendrían que enfrentarse a lo que había en el Ayuntamiento.
_Garfiel: Primero que nada, tenemos que confirmar la situación del Ayuntamiento. Comprobar si hay un centinela apostado ahí, o si el interior es seguro.
_Mimi: ¿Es eso a lo que llaman rekonocimiento? ¡Ahhh! Ya veo. ¡Vamos a rekonocer~!
Aunque seguía un poco tensa, Mimi estaba de acuerdo con las medidas de precaución de Garfiel.
Al verla sacar de su túnica el bastón que tanto le gustaba usar, Garfiel también desenfundó sus escudos gemelos de su cadera y se los puso en las muñecas.
Después de cubrirse los brazos con algo parecido a unos brazales plateados, Garfiel procedió a declararse listo.
_Garfiel: Vamos.
_Mimi: ¡Sí~!
Diciendo eso, los dos se dirigieron al Ayuntamiento.
Según la información dada por Subaru, el Arzobispo del Pecado de la Pereza tenía varios subordinados peleando junto a él. Aunque no fueran tan fuertes como Garfiel, un número suficientemente grande de cultistas experimentados en combate podrían suponer una amenaza.
De camino, los dos viajaron con cautela y cuidado por si algún cultista hubiera sido asignado a las cercanías.
Sin embargo…
_Garfiel: …Qué 'xtraño, ¿qué ´stá pasando aquí?
No solo no estaba infestado de cultistas, sino que no se podía ver ni a un solo miembro del culto por ninguna parte.
Incluso si se hubieran estado ocultando, no podrían haber sido capaces de engañar a los sensibles olfatos de Garfiel y Mimi. Siendo ese el caso,
_Garfiel: ¡Es como si se 'stuvieran burlando de nosotros!
_Mimi: …
Cuando recordó la voz de aquella transmisión, la fuerza de la ira de Garfiel se volvió insoportable.
Que alguien los atacara ni siquiera había pasado por las cabezas de esos tipos. Sin el más mínimo rastro de estar alerta, habían asumido que su control sobre el edificio era absoluto, y que ya habían alcanzado la victoria.
Semejante forma altanera de pensar, Garfiel sintió la necesidad de despedazarla con sus garras y triturarla con sus colmillos.
_Mimi: N~, n~.
Mientras Garfiel rechinaba sus dientes, Mimi murmulló ligeramente.
Con una expresión de incomodidad, Mimi se frotó varias veces la base del cuello, era evidente que algo le molestaba, su nariz no paraba de moverse.
_Garfiel: ¿Qué te pasa?
_Mimi: No sé~. Pero, algo no me gusta~. Garf, algo anda ma~l.
_Garfiel: ¡No me jodas!
Sujetando el dobladillo de los pantalones de Garfiel, Mimi de repente dijo algunas palabras desalentadoras.
Garfiel le gritó a Mimi, quien quería retirarse después de haber venido hasta aquí.
El Culto de la Bruja había sido tan descuidado que ni siquiera colocaron un puesto de avanzada. Emprender la retirada sólo porque algo no se sentía bien no era algo que pudieran permitirse.
Si se retiraban ahora, la posibilidad de que la familia de Reala sufriera una tragedia no haría más que aumentar.
_Garfiel: Puedes quedarte aquí si no quieres ir. Mi asombroso ser 'stará bien ¡me aseguraré de arrancarle la cabeza a la dueña de esa 'stúpida voz!
_Mimi: ¡Garf!
Quitando la mano de Mimi que sujetaba su pantalón, Garfiel saltó de su escondite.
Desde la plaza a lo largo de la vía fluvial, su plan era acercarse corriendo hasta el edificio del Ayuntamiento.
La distancia se reducía. Seguía sin haber señal de movimiento alguno. Parecía que de verdad se estaban burlando de ellos.
No ocurría nada. Solo faltaban diez pasos más. Nueve pasos. Ocho pasos. Siete pasos. Ya bien podría escalar un muro para atacar de una vez la habitación del piso de arriba. Seis pasos. Cinco pasos—
_Mimi: ¡Garf—!
_Garfiel: ¿¡—!?
Cambiando de dirección súbitamente, Garfiel redirigió su energía hacia sus piernas, saltando hacia un lado en vez de hacia adelante.
Inmediatamente después, una luz resplandeció del borde de un silencioso filo de metal. Esa energía destructiva era totalmente silenciosa.
Los escalones de piedra cercanos fueron cortados transversalmente; sin embargo, fue casi como si no se hubieran percatado de que habían sido cortados, ya que no se movieron de su lugar. Lo único que demostraba el corte, era un poco de polvo blanco.
_Garfiel: …
De no haber sido por el grito de alerta de Mimi, Garfiel ya estaría muerto.
Un hermoso y exquisito corte estuvo a punto de cercenar la cabeza de Garfiel. Si ese corte magistral lo hubiera alcanzado, su cabeza fácilmente podría hacerse pasar como una obra de arte moderno que sería exhibida en el centro de la plaza.
Escalofríos.
En ese momento, Garfiel aterrizó y se dio la vuelta, y entonces los vio.
_???: …
_¿¿¿: …
De la nada, dos figuras se encontraban de pie frente a Garfiel.
Uno de ellos era un hombre enorme, tan alto que era necesario levantar la mirada. En cada mano sostenía una espada gigante como si no pesaran nada.
La otra figura era menos corpulenta, con un físico femenino, la cual sostenía una espada larga y delgada de filo doble.

Ambos vestían túnicas y tocados negros, por lo que Garfiel no podía determinar su aspecto.
_Garfiel: …Así no se saluda a la gente.
Rascándose la nuca, la cual estaba cubierta de sudor frío por la conmoción, Garfiel habló, tratando de desviar su atención con tal de que no pudieran determinar su propia fuerza de combate.
Sin embargo, ninguno de los dos respondió a las palabras de Garfiel.
_Mimi: Garf, esos dos...
Rodeándolos con mucha distancia, Mimi se posicionó junto a Garfiel.
Garfiel no dirigió su mirada hacia Mimi en absoluto, observando fijamente las dos figuras en todo momento.
_Garfiel: Sí, son fuertes…
La voz de Mimi sonaba vacilante y nerviosa, y Garfiel respondió poniendo su mano sobre el hombro de Mimi, apoyándola.
Los dos a los que se enfrentaban desprendían un aura anormalmente aterradora.
La sobrenatural sensación de peligro que emitían esos dos sobrepasaba con creces cualquier escala. El nivel de presión sobre Garfiel era tal que sentía piquetes sobre su piel, de la misma manera, sentía cómo su garganta se secaba en una creciente y desesperante sed.
Obviamente, la fuerza del enemigo trascendía por mucho a la de la humanidad.
También era evidente que ambos eran muy superiores a la máquina de matar que Garfiel enfrentó una vez.
_Garfiel: Sólo son ellos dos, ¿eh?
Ninguna otra figura acechaba los alrededores.
Únicamente los dos que estaban frente a él vinieron a interceptarlos. Habían ocultado su presencia a Garfiel hasta ahora, así que cualquier otra posible presencia era improbable; todos aquellos con gran fuerza ya se habían dejado ver.
En otras palabras, los dos que tenían enfrente eran la barrera que debían derribar para lograr recuperar el Ayuntamiento.
Tan pronto Garfiel comprendió esto, su boca se distorsionó, formando una sonrisa,
_Garfiel: ¡Ja, interesante…!
_Mimi: ¿Garf?
_Garfiel: ¡Si ganamos, podremos evitar la masacre...!
Su corazón se llenó de inspiración mientras se negaba a dejar que el miedo lo dominara, tocando su pecho con uno de sus escudos mientras hablaba con una voz enérgica. Incluso cuando su cabeza comenzaba a enfriarse, chispas de emoción todavía explotaban en su interior.
No obstante, sujetando los pantalones de Garfiel, Mimi gritó,
_Mimi: ¡N-No! ¡Garf, no! ¡No podemos con esos dos! ¡Son su~perfuertes! ¡Garf y Mimi solitos no podrían ganar! ¡No podemos!
_Garfiel: …Honestamente, no sé si vamos a ganar o no. Pero no voy a asumir la derrota si ni siquiera lo he intentado. Además—
Mimi trataba de desalentarlo, sus palabras trataban de transmitirle a Garfiel alguna clase de miedo o sentido del peligro. Garfiel, molesto, apuntó con su barbilla hacia las dos figuras.
_Garfiel: —aunque intentáramos 'scapar con la cola 'ntre las piernas, esos dos nos alcanzarían.
_Mimi: ¡Entonces, entonces, sólo una vez! Los atacamos una vez, los esquivamos, y luego huimos. ¡Si no, no vamos a poder! ¡Nosotros solitos no podemos! ¡Sin el Jefe o Yulius es imposible~!
_Garfiel: …
Ante la aún desesperada Mimi, Garfiel se mordió el labio y comenzó a deliberar.
Por supuesto, Garfiel entendía que Mimi tenía razón. La fuerza de combate de ambos adversarios superaba a la de Elsa por mucho.
No era exagerado decir que enfrentarse por sí solos a esa clase de enemigos era indudablemente un acto suicida.
No quedaba más remedio que retirarse; pero, ¿de verdad esa era la decisión correcta?
Las dos figuras frente a ellos sin duda podían considerarse barreras. Y eran barreras que verdaderamente cumplían con su propósito, barreras prácticamente inexpugnables.
Habiendo sido derrotado por Reinhard, Garfiel sabía que el camino para volverse el más fuerte aún era largo.
Era consciente de que necesitaba recorrer el camino de los más fuertes, de los pasos necesarios para ser digno de llamarse a sí mismo Tigre Dorado, de que debía ser un escudo para aquellos que más importaban.
Pero también, de que fue capaz de reunirse con su madre y su nueva familia, aunque no haya sido de la manera que él deseaba.
Si emprendía la retirada aquí, seguro que Garek—
_Mimi: …
Dominada por sentimientos complejos y aferrándose de nuevo al dobladillo de los pantalones de Garfiel, Mimi tenía una expresión de incomodidad. Fue entonces que Garfiel recordó la noche anterior, cuando fue arrullado por la calidez de Mimi.
En ese instante, sus arrogantes sentimientos comenzaron a desvanecerse poco a poco.
_Garfiel: ...'Stá bien, lo haremos a tu manera. Luego del primer ataque, nos retiramos, vamos por refuerzos y comenzamos el verdadero asalto. …¿Te parece bien?
_Mimi: ¡Sí! ¡Eso es! ¡Hagámoslo~! ¡A por toda~s!
Al ver que Garfiel decidió no ser tan imprudente, el rostro de Mimi expresó alivio.
Una vez unificadas sus opiniones, Garfiel y Mimi tomaron aire para enfrentarse a las figuras que tenían ante sí, quienes se habían mantenido en silencio.
Su breve discusión les había otorgado una oportunidad perfecta para lanzar una ofensiva. Quizás se habían abstenido de hacerlo por honor, compasión o simplemente estaban siendo cuidadosos.
_Garfiel: ¡—Rhah!
_Mimi: ¡Toryah!
—Los machacarían sólo si lo veían posible.
Sin necesidad de una señal, Garfiel y Mimi saltaron a la batalla simultáneamente.
Garfiel se lanzó hacia la mujer, y Mimi atacó al gigante.
Mientras Garfiel se acercaba a ella como una bala, la mujer movió suavemente la parte superior de su cuerpo y, en el siguiente instante, estaba balanceando su espada hacia abajo a una velocidad alarmante.
El hermoso resplandor de su espada cortaba el aire con una finura que fascinó a Garfiel momentáneamente.
_Garfiel: —¡Kah!
Pero él no era tan tonto como para dejarse llevar y permitir que la espada lo alcanzara.
Rebotó en el escudo de su muñeca derecha, y él aprovechó la oportunidad para darle una patada. Ella rápidamente evitó su patada y volvió a atacar, pero su forma ágil y aterradora fue bloqueada por su otro escudo.
Con el cuello como objetivo del corte, Garfiel se protegió con el escudo izquierdo. Inmediatamente después, la pateó y su ligero cuerpo salió volando con facilidad.
_Garfiel: ¡Vamos, ¿qué pasa?!
Mirando la figura femenina a la que fácilmente había mandado a volar, Garfiel sintió una sensación de euforia.
Cuando se dio la vuelta, pudo ver a Mimi realizando múltiples maniobras en contra del gigante; en ese momento, logró esquivar hábilmente uno de los ataques de aquellas enormes espadas y, mientras lo hacía, lanzó un ataque mágico y logró impactar a su oponente, enviándolo a volar lejos — Tan pronto lo hizo, inició su retirada y estaba a punto de salir de la zona.
Si Mimi seguía así, escaparía a salvo en poco tiempo.
El gigante no tendría la velocidad para igualar a Mimi mientras escapaba, y la mujer no parecía estar a la altura de Garfiel en batalla. En ese caso,
_Garfiel: ¡Si ahora derrotásemos a uno—!
Si la eliminaba, el asalto posterior sería más fácil.
Derrotar a la mujer ahora volvería al gigante mucho más fácil de destrozar después.
Garfiel saltó hacia la mujer colapsada, su espada chocando con su muñeca izquierda.
Dirigió su escudo derecho sobre su delgada y frágil figura. No podía tener la misma capacidad de regeneración que Elsa.
_Garfiel: ¡Te tengo!
Podría tomar la vida de la mujer.
En el momento en que Garfiel confirmó esto y levantó la voz, la Muerte se acercó por detrás.
—Aunque debería encontrarse más lejos, el gigante había logrado aproximarse a Garfiel, trayendo consigo el hedor de la Muerte. Garfiel reaccionó instintivamente como un resorte contraído.
Interrumpiendo inmediatamente su ataque, se alejó de un salto mientras movía su muñeca izquierda hacia su espalda.
Sin embargo, un ataque por la espalda destrozó la defensa de Garfiel, quien fue enviado al suelo con un grito.
_Garfiel: ¡¿A, gahh?!
_Hombre: ——
Garfiel, consumido por la conmoción, gimió violentamente debido a un ataque inimaginable.
Rebotando sobre el suelo, su cuerpo fue atrapado en el aire, y nuevamente recibió un ataque monstruoso. Con la ayuda de sus escudos gemelos, logró montar una defensa contra el impacto — pero el impulso lo mandó a volar.
Apuntando a Garfiel, que se encontraba volando por los aires en una trayectoria paralela al suelo, el gigante y la mujer se lanzaron hacia el frente al mismo tiempo para perseguirlo.
_Hombre: ——
_Mujer: ——
_Garfiel: ¡¡Gaaaaaah!!
Las dos figuras, que corrían flanqueando a Garfiel, estaban a punto de atacarlo por ambos lados a la vez.
Recibió la espada que se balanceaba hacia él por el frente con un escudo, y usó el otro para bloquear la espada gigante que se acercaba su espalda. Con una fuerte patada al suelo, logró escapar de la jaula de ataques. Una vez más, una espada emergió de en medio de la batalla, la cual bloqueó con ambos escudos, chispas saltando a lo largo de sus superficies, seguidas por un corte de arriba a abajo.
_Garfiel: ¡Gah!
La fuerza del golpe fue tal, que algunos huesos de su cadera y su esternón tronaron y su visión se tornó rojiza.
A pesar de haber resistido los contundentes impactos de la espada gigante, Garfiel se sintió afortunado de que no tuvieran mucho filo.
Emitió un grito de agonía seguido por una considerable cantidad de sangre expulsada desde su boca mientras su cuerpo volaba hacia una torre, apenas evitando el peligro de ser destrozado en pedazos. Sin embargo, los dos feroces enemigos no tendrían piedad.
_Mujer: ——
Sin decir palabra alguna, la silenciosa asesina apuntó al cuello de Garfiel.
Aunque la intensidad de este golpe no podía compararse con la del anterior, el filo de la espada de la mujer despedía un aroma tan fino y elegante a muerte que no se podía negar que era algo hermoso de presenciar. Incluso a esta distancia, esa gentil y refinada espada podría cortarlo limpiamente por la mitad.
_Hombre: —
También sin palabras, el estilo de lucha del gigante era brutal.
Sin embargo, ese tipo de brutalidad no era impulsiva y dejada al azar, era la brutalidad de alguien que podía reunir y optimizar todo su poder destructivo. La mayoría de la gente apenas podría sostener una de sus espadas, pero él fácilmente balanceaba dos de ellas, cada una en uno de sus gigantescos brazos.
_Garfiel: ¡Ah, ah, hah, ah, haaah!
Un violento torbellino de acero cortaba el aire, fluyendo como una corriente de agua.
Se trataba de dos estilos prácticamente opuestos, podría decirse que eran la cima del orden y el caos, y aun así, eran capaces de atacar codo con codo, obligando a un Garfiel que trataba de escapar a ponerse totalmente a la defensiva.
Rebotando desesperadamente hacia atrás sobre el pavimento, esquivando un ataque que vio de reojo, sintiendo un afilado silbido sobre su cabeza que cortaba el viento, se dedicó a confiar puramente en su instinto para resistir los ataques con sus escudos, esquivar, saltar, y defenderse las veces que hicieran falta.
—Pero a este paso, uno de esos ataques mortales no tardaría en alcanzarlo.
_Mujer: ——
_Hombre: ——
Las dos figuras frente a Garfiel lo presionaban tanto que no le daban oportunidad ni de respirar. Sin un solo instante disponible, no podía hacer nada acerca de la escasez de oxígeno en su cerebro, no podía ver ningún rayo de esperanza. Todos sus esfuerzos se dirigían a evitar una lesión fatal.
Cuando se agote, su nivel de atención ya no podrá seguir el ritmo.
Y cuando eso ocurra, la primera distracción sería la última.
Ambos tenían semejante dominio en el combate y la espada, que superaban todo nivel de maestría. Fácilmente podían quitarle la vida a alguien tan tenaz y resistente como Garfiel.
Cuanto más tiempo pasaba, más rutas de escape se le cerraban.
Decisión. Una decisión se aproximaba.
La única forma de salir de esta situación era revelar sus verdaderos colmillos. Era aquí donde se decidiría quién tenía realmente la ventaja.
Y ese pensamiento le devolvió su vitalidad por un momento.
Un respiro, era todo lo que necesitaba.
_Garfiel: —Waah…
La espada de la mujer lanzó cortes mortales. Garfiel puso ambas muñecas al frente para capturarla, moviendo su cuerpo justo el mínimo necesario para evitar el impacto completo del ataque del gigante.
Como era de esperar, el golpe del gigante le rompió el hombro izquierdo a Garfiel, y la rodilla de su pierna derecha se fracturó. Pero a cambio de una bocanada de aire fresco, ese daño era insignificante.
_Garfiel: ¡Gah, haaaaa—!
_Mujer: ——
_Hombre: ——
Con un rugido furioso, liberó el calor hirviente de su cuerpo.
La misma sensación de sangre hirviendo se expandió hasta su campo de visión, el cual se volvió nada más que blanco puro, un sonido de quiebre resonando bajo su cara mientras sus huesos cambiaban. Sus dientes se alargaron hasta convertirse en colmillos, estirando sus brazos a medida que sus músculos se expandían rápidamente, su cuerpo cubriéndose de pelo dorado.
Sólo cambió de cintura para arriba, dejándolo en un estado de semibestia.
El olor a sangre ahuyentó su racionalidad momentáneamente; pero, en este estado, sus pensamientos no eran completamente bestiales. Viendo a la persona frente a ellos convirtiéndose en una bestia, era imposible que cualquier enemigo pudiera mantener la calma.
_Ambos: ——
Ante las dos figuras silenciosas, Garfiel gruñó, deleitándose con la idea de romperles los tímpanos, confirmando que sus uñas se habían convertido en gruesas armas de filo doble. A la vez que los pasos de los enemigos se detuvieron, decidió abrirles agujeros en el cuerpo.
Su pata delantera descendió hacia la mujer — pero la figura de un hombre gigante se puso frente a ella.
No importaba. Ni siquiera esos gruesos músculos eran dignos de mención. No eran más que escudos de papel bajo sus garras. Y el gigante no tenía más que la intención de hacer de escudo: extendió los brazos a los lados con las hojas de sus espadas hacia abajo, haciendo un gesto no de defender ni atacar, sino de proteger a la mujer.
Noble. Pero era el fin.
— Sus garras atravesarían el cuerpo del gigante, seguidas de la delgada figura de la mujer...
_Garfiel: ¡¿—?!
El ataque en curso se detuvo en el primer movimiento.
La pata de tigre de Garfiel alcanzó al gigante, pero no pudo destrozarlo. Y eso fue porque había atrapado la pata de Garfiel con sus propias manos.
El gigante había descubierto la parte frontal de su túnica para revelar sus otros seis brazos.
Así pudo retener uno de los poderosos brazos de Garfiel, y al mismo tiempo, sosteniendo una de sus grandes espadas, detuvo la otra pata al parar las afiladas uñas que venían desde lo alto a toda velocidad.
—Ésta era la defensa de los 8 brazos.
_Hombre: —
Demasiado aturdido para reaccionar, Garfiel dudó.
No podía creer que el gigante pudiera superar su aplastante ataque.
Eso también quería decir que, en ese momento, Garfiel se había quedado expuesto y completamente desprevenido.
_Mujer: ——
La mujer, que se encontraba detrás del gigante, se lanzó entonces hasta posicionarse detrás de la semibestia desprevenida.
La espalda de Garfiel, agrandada y cubierta de pelo de tigre, era el blanco perfecto para aquella mujer balanceando su larga espada.
Al acercarse la punta de la espada, Garfiel sintió el invisible aliento de la muerte en su cuello.
Pero, como sus patas estaban siendo retenidas por el gigante, lo único que podía hacer era esperar su inevitable muerte—
_Mimi: ¡¡Espera un momento!!
_Garfiel: ——
Garfiel habría quedado partido diagonalmente en dos si el corte de la mujer no hubiera sido detenido por el despliegue de una barrera mágica azul.
Su golpe impactó contra la barrera, deslizándose por ella haciendo un sonido como de hielo cortándose; no fue sino hasta que la espada tocó el suelo que la barrera se disipó.
La gatita de pelo naranja había salvado a Garfiel en un breve instante.
_Mimi: ¡Garf, dijimos que huiríamos inmediatamente!
Por primera vez, algo así como un reproche podía percibirse en la voz de Mimi.
En su estado de semibestia, al escuchar la voz que venía de atrás, la racionalidad de Garfiel volvió a su cabeza cuando empezó a reconocer su propia estupidez.
Ignorando toda señal de peligro, siendo demasiado descuidado, habiendo sido demasiado desdeñoso con su oponente, se había metido en una situación peligrosa. Y de ese callejón sin salida, fue Mimi quien lo rescató.
Garfiel quedó impresionado al darse cuenta de cuán poderosa había sido la barrera de Mimi.
La violencia en la espada de la mujer no cuadraba con su apariencia, y las capacidades defensivas de Mimi eran verdaderamente considerables. Garfiel fue increíblemente afortunado de que ella estuviera allí.
_Garfiel: —Ah, ¡Haaaahh!
_Mujer: ——
Con la seguridad de que estaría a salvo, Garfiel se liberó del agarre del gigante. Pateando su cuerpo y viendo su golpe bloqueado por un brazo, Garfiel tomó a Mimi por la cintura y se retiró de la batalla.
De esta manera, huiría de aquí con Mimi. Siguiendo su plan original, librarían esa batalla con refuerzos.
_Mujer: ——
Durante el inicio de su huida, la mujer los alcanzó con rapidez. Pero una vez más, Mimi desplegó una barrera, esta vez más grande que la anterior. El ataque de la mujer fue detenido de nuevo, y Garfiel reunió toda su energía en sus piernas, preparándose para escapar de un salto.
—Un respiro. La figura de la mujer se detuvo y suavemente puso una mano frente a la barrera. Y de un salto, se acercó.
_Garfiel: …Ah.
_Mimi: —
_Garfiel: ¿Eh?
Un grito casi inaudible acompañado de un suave impacto.
A la vez que Garfiel saltaba, se dispuso a preguntar qué había pasado. No sólo vio que el pavimento quedaba aplastado debajo de él, sino que también vio que una línea roja se extendía por el cielo.
Sangre. Pero ¿de dónde provenía?
_Garfiel: ¿Enana...?
La concentración necesaria para mantener su forma de semibestia había sido interrumpida, y Garfiel volvió rápidamente a su forma humana. Sin embargo, la extraña sensación de perder su pelo de tigre había sido completamente opacada por una serie de escalofríos que le recorrían toda la espalda.
En sus brazos estaba Mimi, sin fuerzas. Luego bajó la mirada. Allí se encontrada la figura de una mujer que lo observaba, espada larga en mano.
Más de la mitad de la hoja de esa larga espada estaba cubierta de sangre roja y viscosa.
Un líquido caliente recorría la parte inferior del abdomen de Garfiel. En sus brazos, Mimi yacía completamente inerte; sería comprensible que se le hubiera caído el bastón que tanto le encantaba usar.
_Garfiel: —
Aterrizando y volviendo a saltar; continuó saltando por los edificios cercanos, sin mirar atrás en ningún momento mientras huía. Afortunadamente, por alguna razón, sus adversarios no los siguieron.
¿Acaso no sentían interés en nada más que proteger la plaza, o sería que esos seres que aparentemente no sentían nada dejaron ver una muestra de humanidad? No, ahora mismo eso no era importante. Luego de dar unos cuatro o cinco saltos largos fuera de la plaza, Garfiel derrumbó el techo de un edificio seguro, y en su interior colocó a Mimi en el suelo para verificar su estado.
Los ojos de Mimi estaban cerrados, y una gran cantidad de sangre se derramaba de la herida en su pecho.
Rápidamente le abrió la ropa para comprobar sus heridas. Concluyó cautelosamente que no se trataba de una herida mortal. Pero eso no significaba que ya estuviera a salvo. Ella necesitaba magia de curación inmediatamente; y para eso, él necesitaba calmarse un poco.
_Garfiel: —
Colocando su mano en la herida, Garfiel puso todo el maná de su cuerpo en Mimi.
Garfiel era uno de los pocos miembros del Santuario que podía usar magia curativa. Siempre había pensado que era un poco inútil; pero, en caso de emergencia, esperaba poder hacer algo. Por lo tanto, Garfiel había invertido todas sus capacidades mágicas en aprender a sanar, y poseía rudimentarias pero muy completas nociones en cada campo de la sanación.
Siempre y cuando la herida no fuera fatal, él estaba bastante seguro de que podría curarla.
Incluso la herida de Mimi no tardaría en cerrarse. El sudor se acumulaba en su frente mientras ponía sus manos sobre la herida para evitar mayor pérdida de sangre, a la vez que enviaba un flujo continuo con todo su poder curativo para reparar la piel cortada, los músculos desgarrados y los órganos internos dañados. Continuamente. Continuamente. Continuamente.
—La herida no se cerraba.
_Garfiel: ¿Por qué…?
¿Quién ha susurrado con esa voz tan débil?
Alguien que se atreviera a hacer esa clase de voz en una situación como ésta no merecía nada más que la ira de Garfiel. Levantó la mirada y escaneó sus alrededores. No había nadie ahí. Y entonces se dio cuenta. Eso lo susurró su propia voz.
Él dudaba de que ese sonido —esa voz tan frágil— le perteneciera a él.
Pero entonces, eso quería decir que… eso significaba que—
_Garfiel: ¡Ciérrate! ¡¡Ciérrate, ciérrate; cúratecúratecúratecúratecúrate...!!
Con todas sus fuerzas le ordenó al maná que aún le quedaba que se centrara en la magia curativa. La ola de magia sanadora fluyó hacia el interior de Mimi, llenándola de un gentil flujo de maná.
Pero la herida no se cerraba.
_Garfiel: —No puede ser.
Incapaz de aceptar la realidad a la que se enfrentaba, Garfiel volvió a murmurar con voz frágil.
Inmediatamente después, se golpeó en la cara y se dio un mordisco en el labio para mantener los pies en la tierra. Ahora no era el momento de hacer una voz tan débil. Tenía que haber algo que pudiera hacer.
Algo, algo, tenía que haber algo.
No sabía qué; no sabía cuál era la solución; pero eso no era razón para rendirse. Ahora mismo, lo más importante era salvar a la chica que tenía en sus brazos.
Porque había sido ella la que permitió a Garfiel llorar en su pecho.
Una chica así no podía morir por haber querido salvarlo.
_Garfiel: —
Apretando los dientes, Garfiel empezó a correr. Una de sus manos yacía sobre la herida de la chica, intentando nuevamente detener su sangrado con su inefectiva magia.
El olor de la sangre, el olor de la muerte. En estas calles desiertas, cualquier pensamiento sobre lo que podría haber ocurrido estaba completamente ausente de la mente de Garfiel.
Alguien, quien sea. Sálvela, por favor. No me importa quién, necesito un milagro. Alguien dígame qué debo hacer. Cueste lo que cueste... haré lo que sea necesario para salvarla.
_Garfiel: —
Garfiel se concentró en su sentido del olfato.
El aroma del agua. El hedor de la sangre impregnado en los alrededores. El olor a carne quemada, y su propia arrogancia. En medio de tantos aromas tan desagradables, Garfiel encontró un olor muy familiar, e inmediatamente lo siguió; corrió, corrió y corrió.
Y con un salto, llegó hasta uno de los búnkeres, viendo figuras cubiertas de manchas de sangre por todas partes, emitió un triste suspiro. Pero no era libre de preocuparse en este momento. Con los ojos bien abiertos, buscó esa figura; buscó, buscó y buscó—
_Subaru: ¡¿Garfiel?!
Al otro lado del búnker, lo encontró.
En esas profundas, oscuras y frías instalaciones subterráneas, encontró al que había estado buscando desesperadamente.
Subaru. Natsuki Subaru.
Para Garfiel, él era una existencia milagrosa y, en las peores situaciones, era un rayo de luz, era el último bastión en el que Garfiel podía confiar.
Pasos tambaleantes. Cabeza temblorosa.
Debido al peso sobre sus brazos y sus pulmones sofocados, Garfiel se balanceaba de un lado a otro.
Mientras se acercaba, Subaru miró alrededor de Garfiel, antes de notar a la inconsciente Mimi en sus brazos.
Ante Subaru, Garfiel inclinó la cabeza, mostrando el estado de Mimi, maldiciendo ciegamente su propia estupidez.
_Garfiel: ¡Perdón, Capitán... hk! ¡Mi asombroso ser, es un inútil! ¡Incompetente...! ¡hk!
Él había sido incapaz de proteger a esa familia, no había cumplido su promesa de convertirse en un escudo para los que le importaban, su desafío a las fuerzas hostiles no había dado resultado alguno y, al final, esta gentil chica había quedado al borde de la muerte.
_Subaru: Garfiel, qué... ¡no, ahora no es el momento! ¡Ferris!
_Ferris: ¡Ya lo sé! ¡Date prisa, dame a esa niña!
Al extender las manos, Mimi fue tomada de sus brazos y colocada en una cama cerca de Subaru. Garfiel se tomó un momento para tratar de ordenar sus pensamientos.
En el siguiente instante, una abrumadora ola de magia curativa fue desbordada por todo el lugar. Garfiel simplemente no podía compararse. Si la destreza curativa de Garfiel se asemejaba a la de una gota de lluvia, la de Ferris sería una cascada.
Mientras presenciaba el tratamiento con esa magia que podía resucitar incluso una vida perdida, Garfiel tenía una expresión vacía, como si se hubiera quedado sin alma.
Subaru suavemente puso una mano sobre el hombro descolocado de Garfiel. Con una mirada, pudo ver que Subaru había soportado una terrible herida en su pierna.
_Subaru: Aunque no puedo decir que esto haya salido bien, hiciste un gran trabajo trayéndola a Ferris. Gracias a ti, ella se salvará.
_Garfiel: ¿Gracias, a mí...?
¿Qué está diciendo el Capitán?
¿Que gracias a mí, Mimi se había salvado? ¿Tenía esa frase siquiera alguna clase de sentido?
Era por culpa de Garfiel que Mimi había quedado herida hasta ese grado.
La vida de Mimi nunca debería haber estado en peligro en primer lugar. Todo eso había sucedido debido al mal juicio de Garfiel.
Una retorcida sensación de vacío, un continuo sentimiento de culpa y estupidez autoconsciente.
El mundo jamás perdonaría las estúpidas acciones de Garfiel.
Había cometido un error, y tendría que pagar el precio.
Era por eso, que los peores resultados estaban teniendo lugar.
_Subaru: Ferris, ¿sucede algo...?
Percibiendo un cambio, la expresión de Subaru se alteró.
Subaru se arrastró sobre la cama, cuestionando al hombre que estaba lanzando su potente magia curativa.
En ese aterrador torrente de magia, el sanador sacudía la cabeza.
_Ferris: ¿Por qué...? ¡Las heridas, no quieren sanar, nyan...! ¡A este paso, no podré salvarla!
Su grito de angustia resonó por toda la habitación, y Garfiel elevó su mirada hacia el cielo. Pero no podía verlo, estando bajo tierra, el cielo no le diría nada.
—El precio de su error, no podría pagarse más que con sangre.