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Entre el amor y el odio (+18)

Lisa Xiao; una mujer ingenua, inocente y confiada, que no sabe en el peligro que estará envuelta, luego de que su padre la haya vendido a un mafioso sin escrúpulos, frio y sanguinario; solo para saldar sus deudas. La vida de lisa está a punto de cambiar y se enfrentará a varias pruebas, donde su única opción será aprender a la fuerza. La vida le enseñará que las apariencias engañan, y que no se puede confiar ni de su propia sombra. Las traiciones vendrán de dónde menos se las espere; al igual que su venganza contra los que le hicieron daño. ¿Será que se dejará influenciar por ese demonio que tiene a su lado, o seguirá siendo la misma inocente y confiada de siempre? ¿Encontrará una salida a ese caos que estará enfrentando sin ensuciarse las manos, o terminará siendo otra criminal?

NATALIADIAZ · Realista
Classificações insuficientes
360 Chs

9

¿Cómo pude hacer esto? Aomi y Kanji están en un momento difícil y, yo aquí con el culpable de todas sus desgracias. Me sentía la peor persona del mundo. Ese maldito a hecho lo que a querido conmigo. Estoy al mismo nivel que ese demonio que tanto odio.

No he podido hacer nada, ni siquiera por mi madre. Soy la peor hija, amiga y persona que existe. Si tan solo pudiera tener la vida que tenía antes. Caí en manos de un monstruo sin corazón y, tener que seguir sus malditas órdenes, me molesta. No tengo ni siquiera la fuerza para evitar que me toque. Realmente soy una buena para nada.

—Srta. Lisa, su desayuno ya está listo—me avisó la empleada.

—¿Dónde estuviste todo este tiempo?

—El Sr. Akira me ordenó retirarme.

Claro, olvidaba que todos tienen que hacer lo que ese maldito diga.

Cada día que paso en este lugar, parece más un infierno del que no puedo salir. Cada día es más difícil poder soltarme de las garras de ese demonio.

¿Qué pasará cuándo se enteren de quién está detrás de ese accidente? Aomi me odiará y Kanji también. Tengo que buscar la manera de saber de Aomi. No puedo ir al hospital, porque me están vigilando. Tendré que esperar a mañana para ir a la escuela.

—¿Podría prepararme la ropa de la escuela?

—Ya se la preparo, señorita.

Al día siguiente:

Tengo que pensar en un plan para saber de Aomi y, aún, no llega Kanji. He buscado por todas partes y nadie lo ha visto; supongo que entonces si faltó. ¿Qué debería hacer? La angustia me estaba matando. No puedo arriesgarlos apareciendo por el hospital. Kanji puede pensar que soy una mala amiga si no la visito sabiendo que está ahí, pero no me queda opción que esperar.

Creo que llamaré al Sr. Akira para pedirle permiso de ir a la casa de mi mamá, quizá no ponga objeción alguna.

—¿Usted es la Srta. Kyomi?— preguntó un desconocido en gabán.

Me dio muy mala espina, ya que parecía mucho a los hombres de Akira.

—¿Quién es usted?— pregunté con malicia, no me inspiraba confianza.

—Kanji me envió para llevarla con él.

—¿Llevarme a dónde?— pregunté preocupada.

Es imposible aceptar esto, si voy con él, los guardaespaldas del Sr. Akira nos seguirán.

—No puedo aceptar eso. ¿Podría pedirle un favor? Quisiera que le mande un mensaje a Kanji; dígale que no he podido ir a ver a Aomi, porque mis padres desde el otro día no me permiten salir. Están preocupados por lo que sucedió. Por favor, dígale que cuide de Aomi.

—Tengo órdenes de llevarla, así sea a la fuerza, con mi jefe.

—¿Por qué?— me invadieron los nervios.

¿Será que ya sabe quién soy? ¿Y planea matarme?

—No ponga resistencia, yo solo sigo órdenes.

—No puedo— solté, y corrí en dirección al auto del chófer.

Me encontré con dos hombres vestidos de negro en la salida; me agarraron a la fuerza en sus brazos y me metieron a un auto.

¿Será que me van a matar? No puedo permitir esto. Mi madre estará en peligro.

—¡Ayúdenme!—grité, dándole golpes a la ventana, pero el sujeto me agarró el brazo fuertemente.

Llegamos a una casa, no estaba tan lejos de la universidad. Me bajaron y me hicieron caminar con ellos dentro.

—Hicimos lo que nos mandó. La chica está con nosotros. Puso resistencia, por lo que tuvimos que traerla a la fuerza.

—Kyomi, ¿estás bien?— preguntó Kanji.

—¿Por qué haces esto? —dije entre lágrimas.

—Lo siento, pero no podía estar tranquilo. No puedo permitir que te vayan a hacer algo. Saqué a Aomi del hospital y la llevé a otra clínica donde estará segura.

—Esta no es manera de traer a alguien.

—Lo sé, pero no tuve opción. No podía quedarme de brazos cruzados habiendo sido el culpable de que las lastimaran. No me lo perdonaría.

—Déjame ir, te aseguro que estaré bien— sequé mis lágrimas.

—Lo siento, Kyomi. No quisiste ni siquiera mi ayuda. Quise ofrecerte un guardaespaldas y no aceptaste. La única manera de protegerte es esta.

—Ni me conoces, ¿Por qué haces esto? Te dije que no necesitaba ayuda y, aún así, me traes de esta manera aquí—le grité molesta.

—No me diste opción.

—Déjame ir. Mis padres me están esperando y se preocuparán si no regreso.

—¿Qué hacemos, Señor?—preguntó su guardaespalda.

—Llévenla al cuarto— ordenó.

—Kanji, ¿Qué es lo qué haces?—dije, mientras forcejeaba para soltarme.

—Lo siento, Kyomi— dio la orden para que me llevaran al cuarto.

¿Qué es lo que sucede con este sujeto? Si el Sr. Akira se da cuenta que no estoy en la universidad, matará a mis padres. Tengo que buscar la manera de hacer que Kanji me deje ir, pero ¿cómo puedo hacerlo?

La habitación era diferente a la del Sr. Akira. Lucía mucho más colorida y no había oscuridad en ella. Me hace sentir mucho más tranquila, que estando encerrada en aquella habitación.

La puerta se abrió, y vi a Kanji.

—Kanji, ¿Por qué haces esto?—mi cuerpo estaba temblando del miedo.

—Te traje algo de comer. Por favor, come algo— desvió la mirada.

—Si tienes algo de corazón, por favor, déjame ir. No hagas todo más complicado —le dije entre lágrimas.

—No me gusta verte llorar y, menos de saber que soy yo el causante de eso, pero no voy a permitir que te hagan daño por mi culpa, eso me dolería aún más.

—Mis padres se van a preocupar si no llego. ¿Eso no te hace considerar tu decisión? Mis padres son todo para mí y si les sucede algo a costa de esto, no podría perdonarte.

—No puedo, lo siento—su expresión lucía triste.

No encuentro más manera de hacerlo cambiar de opinión, ¿Qué puedo hacer?

—Creí que eras otra clase de persona. No te importa lo que les suceda a mis padres, ¿Cierto? ¿Me traes a la fuerza aquí, aún sabiendo que no necesitaba tu ayuda y me obligas a quedarme solo por sentirte culpable? Eres un ser realmente egoísta — gruñí molesta.

—Sí, soy egoísta. Soy muy egoísta. Tú me vuelves esto que soy— soltó en un tono molesto.

Su rostro había dejado de ser el mismo que conocí, ni siquiera quedaba esa mirada y sonrisa que tanto me gustaba. ¿Qué sucedió con el Kanji que conocí ese día? Ese Kanji que sonreía por todo, ¿Dónde está?

—No sabes lo que he luchado por no ser esto que soy. Por impedir que veas esta parte que más odio de mi. No puedo dejarte ir, por más que mi otra parte quiera—se paró enfrente de mí—. No conozco nada de ti, pero cada vez que sonríes, siento la necesidad de proteger esa sonrisa que tanto me gusta. No quiero que nadie más la vea o ame esa sonrisa que me cautiva tanto— secó mis lágrimas —. Desde el instante que te conocí, has provocado que el lado que más odio de mi vuelva a descontrolarse. No sé qué demonios me pasa, te juro que no sé.

—No entiendo lo que dices, creo que estás confundido.

—¿Me odias?— acarició mi mejilla.

No sé qué tipo de sentimiento es este. Debería sentir miedo de todo lo que dice, pero no lo siento. Ni siquiera conozco a esta persona que está enfrente de mí y, aún así, no siento que pueda odiarlo.

—No te odio, pero por favor, si aún queda algo de ese Kanji que conocí ese día, te lo pido, déjame ir —le pedí afligida.

—¿Por qué me haces esto?— cerró los ojos y llevó su mano a mi mentón, cuando acercó sus labios a los míos.

Sus labios eran cálidos y dulces. Jamás me había sentido de esta manera. Comparado con Akira, no me sentía forzada a hacerlo. Besaba mis labios suavemente, mientras acariciaba mi mejilla. No era algo que haya experimentado antes, por lo que no sentí necesidad de detenerlo. No sé quién es esta persona que está delante de mí; no llevo tiempo conociéndolo, es un completo desconocido y, aún así, dejé que robara mis labios. ¿Qué demonios me está pasando?

—No quiero dejarte ir— murmuró.

—Tengo que hacerlo— puse mi mano en su boca para detenerlo.

—Prométeme que estarás bien — me sujetó la mano que puse en su boca.

—Lo prometo.

—Voy a llevarte a tu casa— caminó a la puerta del cuarto.

—No te preocupes, puedo pedir que me recojan. Debo ir a la universidad primero.

Espero no se niegue. No puedo dejar que vaya a la Suite de Akira.

—¿Estás segura?—preguntó dudoso—. Mejor le digo a mi chófer que te lleve a la universidad.

—Esta bien, si eso te ayuda a estar tranquilo. Cuida de Aomi, por favor.

—Lo haré, no lo dudes.

Cada vez me siento peor usando de esta manera a Kanji y, más, sabiendo cómo se siente ahora.

Debo llegar lo más pronto posible. Debo buscar mis cosas. Espero el Sr. Akira no haya llamado. Aún tengo tiempo antes de que se termine la última clase.

Al llegar, miré mi teléfono y no había ninguna llamada. Creo que me he salvado por ahora. No puedo jamás decirle una palabra sobre esto a Akira o él me mataría.