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Akira:

-Sr. Akira, la Srta. Lisa no la encontramos por ninguna parte, y se perdió la señal del rastreador.

-No importa, ella vendrá por su cuenta-me di un trago.

Lisa:

-¿Cómo se encuentra Aomi?- le pregunté a Kanji.

-Ella está estable, la estarán vigilando por unos días. Se pondrá bien.

-¿Cómo pudo pasar esto?- no podía contener mis lágrimas.

-Fue por mi culpa que Aomi está así.

-¿Por qué piensas eso?

-Los que mataron a mi padre están detrás de mí, no es la primera vez que intentan atentar con mi vida. Las vieron a ustedes conmigo, es por eso que será mejor que se queden en mi casa. Me preocupa que reconozcan tu rostro y te hagan algo-dijo en un tono preocupado.

-Yo no puedo hacer eso. Yo tengo que volver a mi casa, pero será mejor que cuides de Aomi. Ella es quien necesita tu ayuda ahora.

-Si me hubiera alejado desde un principio como traté, nada de esto estaría pasando.

-No tiene caso lamentarte ni culparte. No tienes la culpa de nada- puse mi mano en su hombro intentando darle ánimos-. Yo me tengo que ir. Cuida bien de Aomi, por favor.

-No te vayas, por favor. Quiero protegerte- sujetó mi mano.

-No te preocupes por mí, no necesito protección. No me va a pasar nada. Agradezco tu preocupación, pero Aomi necesita más ayuda que yo. Si quieres que me sienta tranquila, cuida de ella-solté su mano, y di la espalda.

La verdadera culpable de todo esto soy yo. Eso es lo que quisiera gritar en este momento.

¿Cómo se atrevió a hacer esto? Es un verdadero monstruo. ¿Cómo puede tener la sangre tan fría, para atentar con tanta gente, solo por querer matar a alguien? Es de lo peor. Lo odio a morir.

¿Por qué no me avisó sobre sus planes? ¿Acaso quería matarme también? Tengo que volver, si no regreso, puede hacerle algo a mi mamá.

Llamaré al chófer para que me recoja, pero tengo que ir a otra parte para que no sepa dónde está Kanji y Aomi.

El chófer vino a buscarme y, al subirme, tuve que reclamarle.

-¿Puede explicarme en qué pensaba el Sr. Akira? Estoy completamente segura que tú sabías que esto pasaría- solté molesta.

-Srta. Lisa, será mejor que hable de eso con el Sr. Akira.

-Llévame con él.

-Eso es imposible, señorita.

-¿Me estás queriendo decir entonces, que aún tiene planes de seguirme usando y no me dará la cara?

-Hable directamente con él, Srta. Lisa.

-¡Maldita sea!- grité molesta.

-Bienvenida- me dijo la empleada al llegar.

-Déjame sola- le pedí.

Lo llamé en varias ocasiones, pero no respondió el maldito teléfono. Es un maldito cobarde, pero me va a escuchar.

-¿¡Podrías darme la cara maldito cobarde!?- colgué la llamada luego de dejar ese mensaje de voz.

Quiero matarlo. No puedo quedarme esperando sin hacer nada. Tal parece que no va a responder. Me iré a bañar. Necesito relajarme y pensar con claridad.

Realmente me hacía falta el baño para bajar revoluciones. Al salir, miré el teléfono, pero aún no había ninguna respuesta. Es un maldito cretino. Murmuré mientras me tiraba a la cama.

¿Será que Aomi despertó? ¿Cómo podré saberlo? Jamás le pedí su número, ni siquiera tengo el de Kanji. Me siento tan culpable y miserable. Tenía la mente tan cargada en pensamientos, que no sé cómo terminé dormida.

Akira:

-Sr. Akira, ¿Qué le trae por aquí?- preguntó la empleada.

-¿Dónde está Lisa?

-En su habitación, ¿Quiere que le diga que vino a visitarla?

-No, lárgate de aquí por hoy. Mañana temprano regresas.

-Como usted ordene.

Lisa:

Escuché el sonido de la puerta, y abrí los ojos.

-¿Qué fue ese ruido?- suspiré, y me giré en la cama hacia la puerta.

-¿No querías que te diera la cara, corderito?

-Al fin se atreve a venir, Sr. Akira.

-¿Qué querías decirme? No pensé que estarías aún viva- burló.

-¿Así que ese era tu plan desde un principio? Eres un maldito cobarde, ni siquiera tienes palabra.

-Si era mi plan, pero no salió como esperaba y odio los errores-sacó su arma, y me apuntó.

-Si tanto querías matarme, ¿Por qué no lo hiciste desde un principio? Solamente eres un cobarde sin corazón, que se cree que todos tienen que hacer lo que digas. Si vas a matarme hazlo ya, ¿Qué esperas?

-No planeo matarte rápido. Tenemos toda la noche por delante, ¿No lo crees? Ven aquí, corderito -se acercó.

-Aléjate de mi- le grité, mientras me levantaba de la cama dispuesta a huir.

-Vamos a recordar viejos tiempos-se seguía acercando lentamente.

La única puerta para poder salir era donde estaba él y, si intento correr en esa dirección, me atrapará rápido. Quizá si me encierro en el baño se vaya. No tengo remedio que intentarlo.

Corrí al baño con todas mis fuerzas y cerré la puerta con seguro.

-¿Crees que puedes huir de mí así de fácil?- forzó la puerta.

-Jamás me pondrás las manos encima, primero muerta- aguanté fuertemente la puerta.

-Aléjate de la puerta o saldrás herida. Sé una buena chica y ven conmigo. Quizá considere el no matarte ahora.

Si me salgo de la puerta y corro a la ventana, me tomará mucho tiempo abrir la cerradura. Si me quedo aquí, igual me matará. La altura de caer por la ventana es bastante alta. Tengo que pensar en algo rápido.

Golpeó la puerta fuertemente y salí corriendo a la ventana dispuesta a todo, pero en el instante que corrí a la ventana para forzar la cerradura, se escuchó la puerta abrirse. Logré abrir la ventana e intenté lanzarme, pero me haló por el pelo.

-¿A dónde crees que vas, corderito?- me haló del pelo hasta llevarme a la cama.

-Eres una insolente- tiró el arma a un lado, y me agarró las dos manos.

-¡Suéltame! ¡Quita tus asquerosas manos de encima de mí!- forcejeaba con todas mis fuerzas.

-Eres una perra; supongo que ya te sientes atraída por él y por eso estás así. No dejaré que estés con nadie más, así me toque amarrarte y encerrarte. Tú me perteneces. ¿Me escuchas?- arrancó mi blusa de un tirón-. Tu cuerpo, tu alma y todo tu ser es mío, y no dejaré que nadie más me lo quite, así tenga que destruirte.

-¡Déjame en paz! ¡Me das asco! ¡Te desprecio! - le gritaba, mientras forcejeaba, pero no lograba poder soltarme de su fuerte agarre.

Sus manos cada vez me lastimaban más las muñecas. Me sujetaba con tanta fuerza, que era casi imposible soltarme de ellas. Tiré patadas, pero no lograba alcanzarlo en un área donde pudiera quitármelo de encima.

-Sé que soy despreciable, es por eso que ya no me importa nada más, mientras pueda sentirte. Te desprecio, pero a la misma vez me excitas, no puedo controlar las ganas que te tengo cuando estoy cerca de ti. ¿Qué me hicistes?

Bajó una de sus manos para tratar de quitar mi ropa interior, y traté de aprovechar ese descuido e intenté soltarme, pero tenía más fuerza que yo. Luchaba por subir mi cuerpo, para evitar que pudiera penetrarme, pero mis manos estaban por arriba de mi cabeza y, por más que lo trataba, no era mucho lo que podía hacer. Por más que moví mis piernas, queriendo evitarlo, ya él estaba acomodado entre ellas.

-¡Suéltame, por favor!- le supliqué, pero no se detenía.

-Eres una maldita debilidad y odio las debilidades - me penetró, y me quejé.

No se sintió como otras veces. Mi boca decía no quererlo, pero mi cuerpo reaccionaba de una manera diferente. No fue como otras veces, ya no me dolía mi cuerpo, ahora me dolía el corazón.¿Por qué escuchar eso me duele? Si lo odio y lo desprecio, ¿Por qué reacciono así? Él me quitó todo y acabó conmigo. ¿Por qué? Una lágrima bajó por mi mejilla.

-Quiero destruirte- mordía, y lamía mi cuello con desesperación, como si fuera un animal salvaje y hambriento.

Dejó ir mis brazos y, aún así, no deseaba huir de él. Cada vez que entraba en mi, todo mi cuerpo temblaba. Mi mente quería irse en blanco, era demasiado para mi. Este sentimiento me tenía al borde de la locura. ¿Cómo puedo sentir esto por alguien como él? ¿Por qué no puedo evitar sentirme así? ¿Por qué no puedo escapar de él? ¿Por qué soy tan cobarde?

No tengo respuestas, pero solo sé que lo odio.

-Te odio-le miré fijamente.

-Yo también te odio- su expresión ya no era amenazante o aterradora.

No sentía ganas de huir de sus brazos, apesar de estar consciente que podía morir en ellos.

A la mañana siguiente:

¿Cómo pude despertar en sus brazos? Algo anda mal en mi cabeza.

Salí de la cama antes que pudiera darse cuenta. Soy de lo peor. Soy un monstruo.

El arma aún estaba en el suelo. Debería tomarla antes de que despierte.

-¿Está despierto, Sr. Akira?- le llamé para saber si estaba despierto, pero tal parecía que no.

Tomaré el arma. En ese preciso momento que me acerqué, escuché el sonido de la cama y quedé petrificada. Pensé que se había dado cuenta de que intenté tomar el arma, pero tal parecía que no. Mi corazón estaba agitado.

-Que ruidosa-suspiró.

-Ya me voy-me giré en dirección al baño, pero él me agarró el brazo, haciendo que mi cuerpo quedara sentado encima de él.

-No seas ruidosa. Quédate así por uno momento-sus ojos aún los tenía cerrados.

-¿Será que planea dormirse conmigo así?

-Entonces ¿tienes algo mejor que hacer? -abrió sus ojos.

No parece en nada al hombre que conocí. Parece alguien tierno, aunque en realidad no lo es. ¿En qué mierdas estás pensando, Lisa?

-Sí, tengo algo mejor que hacer y es irme a bañar.

-Entonces ¿Quieres volver a repetir lo de la otra noche? Lo hubieras dicho antes -puso sus manos en mi trasero, apretándolo fuertemente.

-¿Qué crees qué haces? Debería irse de aquí.

-Me iré, pero antes de que me vaya, respóndeme una cosa, ¿Dónde está Carter? Sé que tú debes de saber dónde está. Estuviste con él ayer, así que debes saber dónde se esconde.

-No lo sé, a donde fuimos ayer no fue a su casa.

-Entonces, ¿A dónde fueron?

-¿No dijistes que sería solo una pregunta y te irías?

-¿Aún no aprendiste la lección? Cuida esa boquita, si no quieres que le dé un mejor uso- acarició mis labios-. Espero que no me ocultes nada o ve preparándote.

-Ya le dije que no fuimos a su escondite -lo miré fijamente.

No puedo decirle que Aomi está en el hospital y que Kanji está con ella. Los mandaría a matar, y no me perdonaría si algo les pasa. Por ahora, será mejor tener la fiesta en paz con él.

-Esa es mi chica- pasó sus manos en mis senos, y descendió hasta mi ombligo.

Sentí un escalofrío en todo mi cuerpo. ¿Cómo puede conocer mejor mi cuerpo que yo misma? Podía sentir a través de su ropa que estaba excitado, lo que me hacía sentir aún más escalofríos, pero tenía que evitar a toda costa demostrarle que tiene ese poder en mi cuerpo.

-Cualquier detalle que tenga, le avisaré, Sr. Akira- me levanté de encima de él.

-Eso espero-se levantó de la cama y puso su mano detrás de mi cuello, acercándome a su boca para besarme fuerte y apasionadamente.

Se alejó para vestirse, cogió el arma del suelo y la colocó en su pantalón; me miró por última vez y salió de la habitación.

De todo lo que quería decirle y reprocharle no hice nada. Ahora me sentía más miserable.

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