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10

Kanji:

—Sr. Kanji, ¿no cree que hay algo raro en esa chica?— me preguntó el empleado.

—¿Por qué lo dices?

—La vi muy nerviosa cuando intenté acercarme a ella, señor.

—¿No es más que obvio? Luego de lo que pasó, es normal que se sienta insegura.

—Supongo que tiene razón, señor. Discúlpeme.

Lisa:

—Srta. Lisa, ¿Alguna novedad?— preguntó el chófer.

—El Sr. Carter no asistió a la escuela hoy, era más que obvio que no lo haría.

—¿Y su amiga?

—¿Amiga?

—Siempre que sale de la universidad viene con una chica de anteojos, ¿No es así?

—Oh, ¿te referías a ella? Ella tuvo que quedarse en una actividad de su club —dije lo primero que se me cruzó por la mente.

Sería un error decirle que faltó el mismo día que Kanji. Sería demasiado sospechoso. No quiero que la impliquen en esta situación, y menos que sepan que está herida.

—Srta. Lisa, ya llegamos.

—Gracias por todo—me bajé del auto, y caminé rápidamente evitando cualquier tipo de pregunta innecesaria.

Han pasado tres días desde la última vez que vi a Kanji y, no sé a presentado a la escuela. Será un problema para mí si no se presenta. El Sr. Akira es muy impaciente, y me costará la vida si no ve progreso.

—Srta. Lisa, el Señor Akira le envió esto — me entregó una bolsa de regalo.

—¿Esto qué es?—pregunté confundida.

—Es un traje.

—¿Esta vez para qué lo necesito? ¿Otra fiesta?

—Esta nota se la envío el Sr. Akira —me dio la nota:

«Esta noche tendrás trabajo. Serás la reina de la fiesta. No olvides ponerte el antifaz y, más importante aún, no olvides las reglas.»

—¿De qué se trata esto?—pregunté molesta.

—Son órdenes del Sr. Akira— respondió el chófer sin decir más.

¿Otra vez a tener que lidiar con viejos enfermos? ¿En qué está pensando este maldito? ¿Hasta dónde más me tendré que rebajar por este infeliz?

En la noche:

—¡Se ve muy hermosa, Srta. Lisa!—exclamó la empleada, al verme con el traje.

—Gracias.

—Aunque no parece muy feliz.

—¿A qué se refiere? —en ese momento entró el chófer.

—¿Ya está lista, Señorita?

¿Por qué se veía triste? Es como si supiera lo que está sucediendo. No debo pensar en eso ahora. Tengo que concentrarme en lo que debo hacer.

En el auto no estaba el Sr. Akira. ¿Dónde se habrá metido?

—Srta. Lisa, hemos llegado.

—Gracias—me bajé del auto.

El lugar era inmenso. Había demasiadas personas. ¿Cómo se supone que sepa lo que debo hacer? Cada vez me invadía más los nervios.

—Bienvenida, Señorita. Puede pasar — me dijo el portero.

—Gracias.

Era demasiado difícil ver por dónde caminaba con el antifaz que llevaba puesto. ¿Será que no lo puse bien? Deberé arreglarlo.

Akira:

—¿Hiciste lo que te dije?— le pregunté al empleado.

—Sí, todo está en orden.

—Buen trabajo. Esta fiesta promete que va a ser muy entretenida— lamí mis labios.

Lisa:

—Buenas noches, señorita. Se ve muy hermosa en ese vestido— me dijo una mujer desconocida.

Parecía modelo por su pelo teñido y su figura delgada.

—Gracias, fue un regalo de mi prometido —dije, para evitar cualquier otra pregunta.

—Tiene buen gusto su prometido — sonrió.

Sentí una mano que me sujetó el brazo.

—¡Permiso!— le dije a la mujer.

Creí que era Akira, por eso no dije nada.

—¿Qué crees qué haces aquí?¿Quién te invitó? ¿Y por qué estás vestida así?

—¿Quién eres?—pregunté confundida.

—¿No me reconoces?— se quitó el antifaz, y vi a Kanji.

—¿Qué haces aquí?— pregunté nerviosa.

—Yo pregunté primero— replicó molesto.

—Estoy con mis padres —respondí, intentando evitar que preguntara nada más.

—¿Cómo tus padres permitieron que vinieras vestida así?

—¿Tan mal me veo?—pregunté sorprendida ante su actitud.

—No, no es eso — tartamudeó —. Solo que la mujer que esté vestida de rojo, es la que coronan como reina de la fiesta, y tiene que bailar con el que tenga la corona del rey.

—No sabía eso—me invadieron los nervios.

No entiendo la razón por la cual me hace vestir de esta manera el Sr. Akira. ¿Qué planea esta vez?

—Acompáñame, será mejor que nos vayamos—dijo molesto, agarrándome la mano.

¿Cómo supo que era yo?

—Espera, no me puedo ir— me solté de su agarre.

—¿Quieres quedarte para el baile entonces?

Esto es realmente incomodo. ¿Cómo puedo convencerlo para que se calme, y me permita quedar? No puedo irme, el Sr. Akira debe de estar vigilándome en alguna parte.

—No te metas en ese asunto, Kanji. Además, ¿cómo supiste que era yo?

—No es difícil.

—No puedo irme, además no sé bailar. Con quién sea que me toque, quizá se moleste de saber que no sé hacerlo— sonreí.

—Soy yo el que no quiere que bailes con nadie más— se avergonzó, y pude notarlo.

—Te ves tan tierno cuando te avergüenzas—dije sin pensarlo, y reí.

—¿Por qué haces que me avergüenze de esa forma? No ves que cuando ríes así, no puedo aguantar la ganas de besarte — me encaró.

—Sr. Carter, tenemos un problema— se acercó un guardespalda de Kanji.

—¿Qué es lo qué pasa?—preguntó serio —. Espérame aquí, Kyomi —se retiró con su guardaespalda.

Estoy segura que Akira estuvo detrás de esto.

Me quedé en el mismo lugar esperando que regresara, pero alguien puso sus manos en mi boca y me arrastró hasta dentro del baño. Pensé esta vez que era Kanji. El desconocido sacó sus manos de mi boca y me acorraló a la pared.

—¿Quién mierdas eres? ¡Suéltame! — le grité, tratando de empujarlo.

—¿Mi corderito se olvidó de mí?

Se quitó el antifaz, y lo tiró al suelo.

—Sr. Akira, ¿Qué cree qué hace?— pregunté asustada.

—Parece que no está de humor mi corderito — sonrió.

—Creí que habías dicho que seríamos completos desconocidos en este tipo de fiestas — protesté.

—¿Quién podría saber quién soy?—me besó el cuello.

—El Sr. Carter está aquí y, en cualquier momento regresa y, si te ve conmigo, ¿Qué crees que va a pensar?

—Él te conoce a ti, pero a mí no me a visto la cara. Lo único que podría pensar es que eres una zorra que se acuesta con cualquiera, solo eso — subío mi traje tocando suavemente mis piernas.

—Eres un maldito. ¿Este era tu plan?

—No precisamente, solo me entraron ganas de hacerlo con mi mujer, ¿Hay algo de malo con eso?—mordío el lóbulo de mi oreja, mientras bajaba mi ropa interior.

—¿Qué crees que estás haciendo? ¿Vas a dañar los planes solo por esto? Si nos descubre…— me interrumpió:

—¿Si nos descubre qué? ¿Te molestaría que lo sepa, o te excitaría que nos viera?— alzó mi pierna, y la sujetó en el aire—. Tu ropa interior esta súper húmeda, parece que te gusta la idea— rio.

—Claro que no.

Mi cuerpo se sentía muy caliente. ¡Esto está mal! Si Kanji me ve de esta manera, quién sabe lo que haga. Quería evitar que continuara, pero mi cuerpo no reaccionaba; es como si él tuviera el control de mi cuerpo.

No sé en qué momento dejó visible su erección y lo rozó en mi vagina, mientras lamía mi cuello subiendo a mi boca. Mordió mi labio tan fuerte, que me produjo un escalofrío.

—Quiero que me digas que lo quieres.— susurró en mi oído, mientras lo continuaba rozando.

—¡Jamás! ¡Jamás diría eso! —dije intentando controlar mi voz.

—Entonces me quedaré así hasta que el Sr. Carter te busque por toda la fiesta y nos encuentre así— esbozó una sonrisa.

No quiero decirlo, pero si no lo hago, Kanji puede venir en cualquier momento y eso me afectaría a mí también.

—Eres un cerdo, asqueroso y repugnante, Akira.

—Pero te mueres de que este ser tan repugnante te destroce—una sonrisa maliciosa se ensanchó de sus labios—. ¡Ahora dilo!

Es un maldito, ¿Cómo se atreve a obligarme a decir semejante cosa?

—Termina, por favor—desvié mi mirada avergonzada, intentando que terminara.

—No es suficiente —mordío mi mejilla.

—Destrózame, por favor—murmuré.

Estaba a punto de morir de vergüenza al pronunciar esas palabras.

—Tus deseos son órdenes, corderito —me penetró bruscamente.

Mi cuerpo estaba temblando y, sentía que cada vez que entraba en mi, extrañamente mi interior se calentaba. No podía controlar más mi voz. Su mirada fría se había convertido en mi mayor placer.

—Sujétate de mi— alzó mi cuerpo en el aire, y seguía entrando en mi.

Me sujeté firmemente de su cuello, mientras miraba su rostro lleno de odio y deseo.

Mordió mi seno por encima del traje, mientras continuaba embistiéndome. Mi cabeza la sentía dando vueltas. Su respiración y sus jadeos hacían que mi corazón se acelerara, a una velocidad indescriptible. No podía aguantar más de esto. La sensación de él estar dentro de mí, tan profundamente, comenzaba a brotar de mi vagina. No sé que era este sentimiento, pero si su plan era destruirme, ha logrado su objetivo.

Estaba completamente hecha un desastre. Mi ropa estaba toda húmeda, y el traje estaba destrozado. No tenía otro traje para cambiarme. Todo lo que descargó dentro de mi, podía percibirlo bajando por mi entrepierna. Esto es enfermizo.

—Has hecho un buen trabajo, corderito. Entre más honesta eres, más me calientas. El chófer te estará esperando afuera.

—¿Qué? Entonces ¿Este era tu plan?—pregunté sorprendida.

—Mi objetivo ya lo conseguí y, no era precisamente este, princesa. Digamos que esto fue como un objetivo extra—se arregló la corbata, y salió del baño.

Entonces, ¿Qué era lo que planeaba?

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