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CAPITULO 17: AUDEN

Entre los tiempos en que mis padres se dejaron y se reconciliaron, en que íbamos de casa de mis padres a la de mis abuelos, a la de mi tía si nos corría a altas horas, o si era de madrugada, el ciclo de volver a la casa de mis padres en los terrenos de mi abuela.

Era una vida agotadora, éramos como nómadas en el desierto, sin rumbo fijo.

En este tiempo, mi padre ya no iba por mí a la salida de la escuela.

Yo debía salir de inmediato en cuanto acabaran las clases para alcanzar la ruta antes de las 7 de la tarde, si no, pasaba otra hasta casi 7:30, eso significaba problemas para mí.

En más de una ocasión, en que mis compañeras me invitaron a jugar a las muñecas, me llegue a quedar solo un poco, al menos eso era lo que creía, sin darme cuenta, el tiempo pasaba volando.

Y las veces que llegue tarde a casa… era malo y doloroso. Estaba en cuarto grado de la escuela.

Recuerdo que, a mediados de año, AUDEN, mi compañero del kínder, mi pareja de baile y uno de mis mejores amigos, entro a nuestro salón.

En primera instancia no lo había notado.

No lo había visto en años.

Como el tiempo había pasado, era más evidente que AUDEN, no era un niño como los demás.

Su forma de hablar no había cambiado, su forma de mirar sí.

Es como si tuviera miedo de interactuar con los demás.

Recuerdo que, casi no se movía de su asiento en todo el día.

Yo iba hasta el para poder platicar, no era de salir a jugar.

Cuando el maestro hacia alguna actividad fuera del salón, él se limitaba a mirar.

Un día, hubo algo que me llamo la atención y que todavía me pregunto lo que significa.

Ese día, liquido chorreo del asiento de AUDEN, yo me sentaba detrás en la fila contigua y lo vi.

Cuando alguien más se dio cuenta, al acercarse el maestro a verlo.

Lo ayudo a levantarse a pesar de que AUDEN no quería.

Cuando lo estaba sacando del salón para llevarlo al baño, nos pudimos dar cuenta de que, no solo se había orinado, iba con el pantalón manchado porque se había defecado también.

Quiero creer que era debido a su condición de niño especial.

Pero, mi sentido común me decía que quizá no era así, el ya llevaba tiempo con nosotros y no le había pasado ni una vez.

En ese tiempo éramos más de 50 alumnos en cuarto, dos semanas después del incidente de AUDEN, repartieron los alumnos con la llegada de un segundo maestro, así fue como fui separada del salón de AUDEN.

A veces lo veía a la salida, pero, ya no me quiso hablar, creo que se sentía avergonzado y se hizo más retraído.

Mis dudas radican en que, los niños que han sido abusados o acosados sexualmente con frecuencia, llegan a padecer este tipo de desórdenes de esfínter, aunque, no es una regla general.

Ruego por estar equivocada.

FRASE:

Nunca podrás ser feliz,

si te importa lo que la gente

Piense de ti.

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