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Las Malvadas Intenciones de Samuel Altamirano

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概要

Si Verónica pensaba que sería blanco fácil ser la esposa del millonario Miguel Altamirano estaba muy equivocada. Nunca imaginó encontrarse con el alacrán.

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Chapter 1Capítulo 1 El Plan

Desde que lo vio venir, pulcramente vestido con esa chaqueta casual en color rojo vino, combinada con un pantalón de mezclilla ajustado, en tono cenizo, y con un peinado de corte abundante en la coronilla y muy recortado en los laterales, Leonardo supo bien que Samuel Altamirano estaba a punto de meterse en serios problemas. Sino, ¿para que se había tomado la molestia de visitarlo hasta ese lugar que tanto repudiaba y no haberle explicado bien el famoso plan por teléfono? 

-¿Qué cosa se te ha metido en la cabeza, que no entendí ni una sola palabra cuando me llamaste?- Le dijo Leonardo a Samuel apenas llegara este caminando con soltura hasta él

-Pues como te dije por teléfono- Samuel Altamirano empezó a pasear de un lado para otro entrometiendo respiraciones profundas. -que mi padre hace apenas un mes conoce a una mujer que le pide trabajo de secretaria. 

-¿Y qué tiene eso de extraordinario?- Leonardo no despegó la vista de Samuel. 

-Pues que después, esa mujer se da a la tarea de metérsele por los ojos y lo termina enamorando, lo encandila, lo ilusiona, lo encalzona y lo lleva a revivir viejas y profundas emociones. En fin, mi padre, que ha estado solo desde que yo tenía cinco años de edad, se va de bruces por esa maldita ilusión y le ofrece matrimonio el muy estúpido. ¿Puedes creerlo? Y ella, claro, muy puta, muy astuta, muy pobre, muy necesitada, muy interesada y muy sacada de no sé qué maldito y asqueroso burdel, ¡acepta gustosa! porque finalmente ese, mi querido amigo, era su objetivo… ¡su perverso objetivo… ¡Cazarlo! ¡Atraparlo! ¡Enredarlo! ¡Tenerlo! ¡Chuparlo! ¡A él y a su fortuna! ¿Qué otra cosa sino su fortuna? ¿No te parece que eso es un plan maquinado por una estafadora profesional? ¿De esas tipejas que no pierden la esperanza de dejar de comer frijoles y un día viajar en un automóvil lujoso, adornada de pulseras y diamantes? ¡Y todo eso consiguiéndolo con solo darle a probar a un hombre viudo, desilusionado y millonario, lo que no ha probado en años! 

-¿Cómo dices? ¿Tu como sabes que tu papá y ella ya…?

-¡No lo sé, Leonardo! Supongo. Te digo que tiene cara de prostituta. ¡Es una mujerzuela! Pero afortunadamente estoy yo para darle una cucharada de su propio chocolate a esa maldita zorra. Si lo que Verónica quiere, porque así se llama, es dinero, pues bien, este es mi plan…

Leonardo conocía tan bien a Samuel y sabía que tan capaz era de salirse con la suya.

-¿Tienes un plan? Te meterás en problemas. ¿Por qué mejor no te vas acostumbrando a la idea de que tu papá tiene todo el derecho de volverse a casar con quien quiera y ser feliz? ¿Te cuesta mucho eso?

-¡Cállate y escucha mi plan! Nada de lo que digas me va a detener. 

-Pero Samuel, yo…

-¡Qué te calles! ¡Con un carajo! 

Leonardo puso una cara de resignación. Sabía que estaba a punto de escuchar algo que no iba a ir por buen camino. 

-Vamos a poner frente a los ojos de Verónica una tentación.

-¿Una tentación?

-Si. La vamos a calar con un hombre mucho más rico que mi padre. ¿Entiendes ahora? 

-No del todo.

-¡La vamos a provocar con otra tentación mucho más atractiva! ¡Quiero ver de qué está hecha esa mujer! ¿Y qué tan enamorada está del pobre tonto de mi padre? Por supuesto que yo no le creo.

Leonardo se quedó pensando en cada una de las palabras de su amigo.

-¿Entiendes?- insistió Samuel ante la cara de, quizás no estar entendiendo nada, de Leonardo. 

Después de algunos segundos de calibrar lo dicho por Samuel, Leonardo le respondió:

-¿De modo que pasaste toda la noche en vela planeando cómo evitar a una futura madrastra? ¿Cierto?

-Así es. Y he pensado en todo. No quiero a esa vieja en mi casa.

-Lo que tú quieres es que esa mujer, ¿Verónica, dijiste que se llama?

-Aja…

-Ok, lo que tu pretendes, Samuel, es que Verónica se deslumbre por la riqueza de otro hombre para que se aleje de don Miguel. ¿Estoy en lo correcto o me regreso?

-Eso es exactamente lo que quise decir. ¡Eureka! ¡Al fin te ha subido el agua al tinaco!

-¿Y qué hay si ella está de verdad enamorada de tu papá?

-¡Imposible! Yo no me trago el cuento de que una mujer de miserables recursos se enamore verdaderamente de un hombre millonario. ¿En un mes? ¡Entiéndelo! ¡Ella se enamoró de la chequera de mi papá!

-De acuerdo- suspiró Leonardo un tanto resignado. -Ahora quiero que me digas ¿Cómo carambas es que vas a "mejorarle la oferta" a la señora Verónica?

-Es en eso precisamente en lo que tú me echarás la mano...

A Leonardo volvió el desconcierto. 

-Necesito que me ayudes a encontrar al millonario que sea capaz de "robarle" a mi padre el corazón de su amada-. Dijo Samuel clavando sus ojos perversos en los de su amigo.

-¿Y cómo? ¡Yo no conozco a otro rico más que a ti!

-No te preocupes. Solo se tratará de una trampa para desenmascarar a esa zorra. 

-¿Trampa?

-Claro, ¿no pensarás que voy a ayudar a esa mujerzuela a salir de pobre? El "millonario" deberá ser un farsante, cualquier hombre que se preste a nuestro plan. Alguien que esté necesitado de un buen billete. Que no tenga escrúpulos y que se quisiera coger a una vieja como Verónica… ¡ah, pero eso sí, deberá tener buena percha!  

-A ver, espérate, estás loco, más despacio por favor, que este asunto no es cualquier cosa…

-Leo, esto lo resolvemos rápido. Es solo un plan para proteger lo que es de mi padre. Porque no va a venir cualquier mujerzuela de barrio a robarnos. Es simple, le quito de encima esa garrapata a mi papá y listo. Yo mismo prepararé todo para que mi padre descubra su infidelidad. ¡Y santo remedio! Me deshago de la tipa esa y así protejo la fortuna de mi papá que algún día será solo mía. 

-¿Y qué hay si la vieja no cae en la trampa?

-¡Caerá, Leonardo! Es una trepadora, ya te lo dije. Pero todo depende de cómo se manejen las circunstancias. ¡Y de eso me encargo yo! Tú consigue al tipo, que habrá buena paga. Y está por demás decirte que de esto ni una sola palabra a nadie. Ningún ser humano de este planeta debe saber que detrás de la cortina estoy yo.

-¿No crees que tu papá va a sufrir mucho con tu plan?

Samuel se acomodó las manos en los bolsillos traseros del pantalón. Alzó una de sus cejas en un aire supremo y malicioso, y tras ordenar las palabras en su mente las colocó en su boca:

-Hay otra parte del plan que se refiere a mi padre. Aún y con todo lo que he decidido no quiero que él sufra.

-¡Sufrirá!- exclamó Leonardo. -Tu padre ama a esa mujer y cuando tu perversidad surta efecto se desencadenará su dolor.  ¿Te imaginas?

-Sí, pero… 

-¿Pero qué?- Leonardo le prestó excesiva atención.

Samuel volvió la mirada hacia él con una extraña excitación claramente reflejada en el rostro. Y con una ligera sonrisa bailándole entre los labios completó la frase: 

-Podría ocurrir que "Alguien" le disminuya su dolor.

Leonardo quedó atónito con los ojos grandes. Samuel continuó:

-Pretendo que, para cuando se descubra la supuesta infidelidad de Verónica, mi padre ya se haya involucrado con otra mujer… 

-¡Caray! ¡Estás loco!

-No. Solo quiero asegurarme de que nadie se burle de los buenos sentimientos de mi papá.

-¿Y también le pagarás a la otra mujer para que le alivie su dolor? ¿No te parece que provocarás lo mismo? Tu padre se enamoraría de ella y…

-No será así, Leonardo, porque la mujer que usaremos para aliviar el dolor de mi papá no recibirá ni un solo centavo. Voy a buscar a la mujer perfecta y de buenos sentimientos que logre conquistar el corazón de papá, y sobre todo, ¡que no se interese por su fortuna!

-¿Una mujer que te convenga?

-Por un tiempo…

-¿De manera que tu papá no se case nunca? ¿Eso es lo que quieres?

-Yo sé mi cuento. No hagas preguntas. Dedícate a buscar al sujeto ideal para nuestro plan. ¡Ten presente que solo resta un mes para la boda! ¿Conoces a alguien?

La respuesta vino contundente a la cabeza de Leonardo.

-No te preocupes. Sé de alguien que puede hacer el trabajito. Si quieres hoy mismo por la tarde lo tendrás frente a tus ojos.

-Perfecto, Leonardo. ¡Sabía que podría contar contigo!

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