Los primeros años del príncipe fueron relativamente tranquilos, aunque solitarios.
La madrastra de Shen era consciente del amor que esta tenía por su hijo. Pero motivada por el odio, muy a menudo, le comentaba sutilmente que su concepción fue en realidad un accidente, que su madre no estaba lista y se lamentaba mucho de haberlo concebido. —Pero, su alteza no debe preocuparse por ello, nos tiene a su majestad y a mí, nadie podría amarlo más.
Este tipo de comentarios generaban desconfianza en Shen pues había oído, de las conversaciones de los sirvientes, que su madre recibió un trato cruel por parte de la actual reina, que a causa de ella pasó gran parte de su tiempo en el pabellón más frío y alejado.
Solía por entonces visitar frecuentemente aquel pabellón y quedarse mucho tiempo sentado solo frente a una ventana que daba a un pequeño jardín descuidado, mirando el cielo nocturno imaginando a su madre haciéndole compañía o regando el ahora marchito jardín. Quizás si viviera no estaría tan solo.
El príncipe tenía gran habilidad para diversas materias y se preparó mucho para la evaluación que debían rendir todos los nobles cumplidos los 8 años. Obtuvo el puntaje más alto hasta entonces, dejando a todos boquiabiertos. Shen esperó emocionado la reacción de sus padres. El rey con una acostumbrada indiferencia, al escuchar la noticia simplemente asintió, parecía incluso ocultar cierto disgusto. La reina dio un discurso falso y corto felicitándolo.
La evaluación la rindieron muchos nobles, muchos quedaron insatisfechos con los resultados, así que un grupo de estos planeó desquitarse. Se acercaron al pequeño príncipe cuando notaron que no habían personas que pudieran verlos y lo rodearon.
—Esperamos que su alteza no se moleste en jugar un poco con nosotros —, dijo sonriente el más alto de ellos de nombre Rhino. Buey lo empujó provocando que cayera al suelo. —Debe ser triste no tener a tu madre para felicitarte por tu excelente puntuación, ¿no? —susurró, en un tono despectivo y burlón— ¿Acaso lo olvidaste? —interrumpió Croc, — Él provocó su muerte, ¿Cómo podría importarle su reacción?
El trío echó unas cuantas carcajadas, Shen intentó levantarse solo para ser empujado nuevamente —Espere, su alteza, ¿No se divierte?, ¿A dónde cree que va? ¿O… acaso cree que somos tan inferiores… indignos de su presencia? —preguntó molesto Rhino.
Entonces los tres lanzaron al mismo tiempo unas cuantas patadas. Rhino muy confiado cogió el sedoso y blanco cabello de Shen para obligarlo a alzar la vista, se topó entonces con una expresión de ira, que parecía mostrar una terca resistencia por derramar las lágrimas que ya se formaban en sus ojos, embelleciendo aún más su mirada. Este paisaje los dejó tan embelesados que ignoraron que alguien se acercaba.
Cuando pensó que no podría contener más su ira, Shen vio deformarse el rostro de su atacante por el dolor, para luego caer a un lado. Fue tan rápido que no alcanzó a ver quién había golpeado al chico cuando los otros dos secuaces caían también sorprendidos por el ataque. Apoyándose mutuamente para levantarse, huyeron por miedo a que alguien los viera intimidando al heredero al trono.
Luego una mano fue extendida hacia él, levantó la vista y vio a un niño, que muy pronto sabría tenía 10 años, con el cabello negro despeinado cubriéndole gran parte del rostro, permitiéndole ver con claridad solamente sus ojos. Aceptó la ayuda y mientras se ponía de pie vio también heridas leves regadas por sus manos y brazos. Vestía como un sirviente aunque nunca lo había visto. Supuso que era nuevo pues él no olvidaba fácilmente los rostros, tenía una memoria prodigiosa.
—Gracias —dijo Shen mientras sus pies tomaban el impulso para evadirlo y continuar su camino, pero en el último segundo se detuvo. Al verlo en ese estado y teniendo en cuenta que lo ayudó, le ofreció, dudando un poco: —¿Podrías…acompañarme a un lugar?... —cuando pensó en cómo explicarle el motivo se puso nervioso, "No es que me preocupe por él, ¡En Absoluto! es solo que…es cuestión de… honor, es lo que un príncipe debe… ". Pero el otro ya había asentido interrumpiendo así sus pensamientos. "De todas maneras, no es necesario" pensó, dándose la vuelta y comenzando a caminar mientras se ruborizaba un poco.
Llegaron al pabellón del príncipe, como era normal, no había muchos sirvientes, así que todo era silencioso. Ambos ingresaron a su habitación y Shen le pidió que se sentara mientras traía un ungüento, agua y una toalla. —Puedes atender tus heridas aquí, ¿Necesitas algo más? —No obtuvo respuesta así que asumió que no, pero su invitado se mantuvo quieto. Shen se puso nervioso y cuando nuevamente pensó en explicar el por qué lo ayudaba, escuchó: —Soy Zhang, ¿Quién eres? —Un poco molesto por no poder explicarse de nuevo desvió la mirada y pronunció en tono descuidado su nombre.
Finalmente, Zhang comenzó a aplicarse el ungüento, mientras pensaba: "No es como dicen los rumores, ni siquiera se ofendió cuando no reconocí al príncipe de Gongmen" luego miró nuevamente a Shen, el cual se encontraba frente a la ventana de su habitación, mirando hacia el exterior como si reflexionara sobre asuntos de inmortales.
Al verlo así, lo cual era frecuente, la gente en el palacio se sentía incómoda pues creían que se veía demasiado serio para su edad, pero Zhang sintió que era muy tierno "Como un gato blanco mirando el exterior: calmado, elegante y suave".
Zhang agradeció su ayuda y se retiró. Entonces Shen por fin se dispuso a atender sus propias heridas, cuando lo empujaron al suelo había caído de rodillas así que tenía unas cuantas allí, se cambió de ropa y prosiguió con su rutina. ¿Qué pensaba acerca de las escorias viciosas que lo atacaron? Por supuesto sentía ira y sería el primero en devolverles cien veces sus acciones.
Pero en estas situaciones, que en realidad no eran tan raras, creía que era mejor no decir nada. Después de todo, no podía mostrarse débil, él era el príncipe ¿Cómo podría ser débil?. Además ¿A quién le diría que lo acosaron? ¿A sus padres?, imposible, ellos jamás debían enterarse. Pensando de esta manera había resistido tercamente durante toda su infancia.
Lamentablemente Shen era parte de una receta que atraía a las escorias abusivas:
Príncipe desfavorecido por el rey. Era muy lindo y tierno cuando lloraba lo que hacía querer ver más cuando empezaba a reaccionar. El noble más hábil y talentoso, siempre destacaba por su notable ingenio, despertando envidia. Jamás se quejaba de nada con nadie.
Así que de vez en cuando era normal que tuviera que usar ungüentos y medicina para heridas leves, hinchazón y hematomas. Por ello tenía siempre medicamentos de ese tipo en su habitación e incluso a veces llevaba algunos con él. Aunque al principio fue complicado obtenerlos y se los aplicaba torpemente, con el tiempo se acostumbró y había mejorado bastante, algo de lo que en secreto se sentía muy orgulloso.
"Sólo debo hacerlo bien ahora, no puedo permitirme un solo error, seré rey, alcanzaré la cima y todo estará bien", se repetía el pequeño Shen. "Entonces... tal vez todo sea diferente", sus padres estarán orgullosos de él, será el príncipe perfecto y será feliz, pensaba mientras una sonrisa acompañada de un leve sonrojo cubría su rostro. "Sólo un poco, debo esperar solo un poco y creceré y seré fuerte y perfecto, entonces todo será… diferente" se dijo mientras tomaba una respiración profunda y se limpiaba las lágrimas que corrían lentamente por sus sonrosadas mejillas.