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Una persona singular

El príncipe creció en medio de estas arpías descaradas con la esperanza de hallar luz al heredar el trono. Así, decidió mostrar siempre fortaleza, sus logros eran cada vez más respetados, pues esas escorias gradualmente fueron conscientes de sus límites. A los ojos del resto este era sin duda un príncipe capaz, aunque arrogante aún era confiable para la gente de Gongmen. 

Shen oyó que un grupo de discípulos exiliados de la "secta de guerreros lobo" había estado refugiándose temporalmente en el reino y en pago realizaban tareas de servidumbre. Un brillo pasó por los ojos de Shen al entender que Zhang era uno de ellos. 

Efectivamente, Shen notó que Zhang se encargaba junto a otros niños de hacer mandados de diversos tipos: a veces era lavar la ropa de la servidumbre, a veces barrer las hojas de los patios y jardines, etc. 

Además de recibir instrucción de su tutor y entrenar en defensa personal. El joven príncipe, de ahora 12 años, no tenía mucho que hacer, por lo que ocupaba sus días perfeccionando sus habilidades y leyendo, absorbiendo todo el conocimiento que le fuera posible. 

Un día, mientras atardecía, Shen se dirigía de la biblioteca real hacia su habitación, estaba enfrascado en sus reflexiones intentando comprender los difíciles conceptos que había leído, cuando un ruido sordo interrumpió sus pensamientos. Dirigió la vista a donde creía que provenía. 

Al parecer un sirviente había estado cargando unas cubetas de agua muy pesadas y se había resbalado, derramándolo todo. El sirviente permanecía sentado en medio del charco. Temiendo que la situación fuera más grave de lo que parecía, se acercó.

Al hacerse la distancia cada vez más corta lo reconoció, sorprendido apresuró un poco más sus pasos y se detuvo frente a él. Vio los familiares mechones de cabello negros y largos ahora empapados. 

Zhang estaba muy cansado, así que sintiéndose mareado se mantuvo en la misma posición en la que había caído y con la cabeza gacha cerró sus ojos mientras estabilizada su respiración. 

Notó que alguien se acercaba, pero ahora estaba tan agotado que dejó de importarle que alguien lo regañara o no. Sin embargo, pasaron unos segundos y aún no oyó nada, ¿Acaso era su imaginación?, pensando esto último alzó los ojos, solo para ver una mano delicada y blanca extendida en su dirección.

Después de un instante de asombro, Zhang vio un par de ojos hipnotizantes y serenos que lo dejaron aturdido. Sin pensarlo dos veces, pronunció rápidamente el nombre de esa persona en un susurro expectante y aceptó su ayuda para levantarse. 

Shen sintió que se le apretaba el corazón al ver esa mirada medio atontada, temiendo que se deba a la gravedad de su estado.

Al incorporarse Zhang, Shen vio que este se había empapado de tal manera que su ropa comenzaba a gotear. Imaginó todos los posibles resultados de esto: "Tarde, frío, mojado, resfriado, fiebre, cefalea, escalofríos, mareos, náuseas…" eso, obviamente basado en su propia experiencia. Mientras más avanzaba en su listado de consecuencias cada vez más graves, más sentía una desagradable opresión en su pecho, producto de la combinación de angustia e ira. Odiaba sentirse así.

No pudiendo soportarlo más y sin decir nada en absoluto arrastró al confundido Zhang hacia su habitación, la cual no estaba tan lejos. Durante el camino no pudo evitar tomar respiraciones profundas varias veces, solo para fruncir aún más el ceño. 

Al llegar, Shen finalmente liberó su mano para dirigirse primero a su guardarropa, elegir una túnica sencilla, tomar un par de toallas y medicina. Luego y sin más cogió nuevamente la mano de Zhang llevándolo a una habitación contigua —Dúchate, vístete y toma esta medicina para evitar un resfriado.

Cerró la puerta y se retiró, dejando solo a un sorprendido Zhang. Jamás alguien le había tomado y soltado la mano tantas veces durante tan corto tiempo. 

Estaba confundido por el origen de las acciones de Shen, reflexionó sobre ello mientras obedecía, para su sorpresa un tiempo después fue consciente de que había obedecido sin protesta alguna, como si fuera algo muy natural. 

Al recordar nuevamente ese ceño fruncido lo invadió un extraño calor reconfortante, "¿Shen estaba preocupado por él?" la sola idea hizo que sus latidos se aceleraran y no pudiera evitar recordar el calor de su palma. 

Durante ese tiempo Shen por fin calculó que la probabilidad de terribles futuros iba disminuyendo. Por fin lanzó un largo suspiro relajando su cuerpo y vaciando su mente. "Enfermar, es realmente doloroso" pensó.

Zhang terminó, al salir notó que partes de la ropa de Shen estaban mojadas, él parecía no notarlo, esto lo sorprendió inmensamente "¿Su preocupación fue tanta que se olvidó incluso de sí mismo?" se preguntó Zhang, luego agradeció seriamente y se retiró del lugar. Shen olvidó el asunto y planeando retomar su estudio en donde lo había dejado, notó que antes debía cambiarse. 

Con la corta edad de Zhang cualquiera se sorprendería de la cantidad de personas viciosas que había conocido. Creía que el mundo era un lugar frío e injusto, por lo que entendía perfectamente que no podía confiar en nadie o bajar la guardia frente a la aparente amabilidad de la gente, y menos de la perteneciente a la realeza, pues estaba convencido de que tenían siempre una doble intención. 

Así que la aparente amabilidad del príncipe de Gongmen le pareció sospechosa. Este hecho lo impactó tanto que, durante los próximos días, reflexionó cuidadosamente sobre su verdadero significado, pero no pudo hallarle una explicación lógica, rindiéndose y concluyendo finalmente que: "Tal vez el príncipe de Gongmen es una persona realmente singular"

Años antes…

El delicado cuerpo del pequeño príncipe enfermó en invierno, no parecía grave así que nadie prestó mucha atención. Por la tarde, después del almuerzo, los síntomas se agravaron. Shen sentía el cuerpo adolorido, sus ojos estaban llorosos, tenía mucha fiebre y escalofríos, incluso intentar hablar era doloroso, sentía mareos así que decidió acostarse. 

Pensó que alguien eventualmente vendría, notaría su estado y lo ayudaría. Así que pacientemente soportó el dolor, espero y espero, hasta que finalmente llegó la noche. 

Recostado en su cama, fijando su vista en algún punto en el inmenso cielo estrellado, respirando con dificultad, un sentimiento amargo lo invadió. Comprendió que, en ese gran palacio, tan repleto de gente, estaba completamente solo. 

Era algo que, aunque ya sospechaba, se negaba a creer. Fue consciente de que el vacío en su pecho se expandía cada vez más. Temía un futuro en el cual ese vacío lo cubriera por completo y consumiera su alma hasta perderse a sí mismo. Motivado por ese terror se prometió: "Romperé el ciclo, no importa qué, no dejaré que la oscuridad asfixiante de este palacio siempre frío me consuma" repitiéndose esto, mentalmente, con cada vez más determinación, gradualmente se quedó dormido.