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Veinte. Bato de la tribu agua.

Estábamos explorando en un bosque cerca de la costa, cuando el comportamiento extraño de Sokka y Aang nos llamó la atención a mí y a Katara.

—¿Perdieron algo? —pregunte.

—No, encontramos algo. —contesto Aang.

—Hubo una batalla. —dijo Sokka mientras miraba rasguños y quemaduras en un árbol. —Guerreros de la tribu agua atacaron a un grupo de maestros fuego, ellos se defendieron pero los guerreros los llevaron cerro a bajo. —Sokka corrió cerro abajo hasta llegar a la playa con nosotros detrás de él.

—¿Y qué paso después? —pregunto Aang.

—No lo sé aquí termina el rastro. —dijo desanimado Sokka.

—Mira, Sokka. —dijo Katara emocionada.

Katara apuntaba a un barco de la tribu del agua.

—¡Es uno de nuestros botes! —grito Sokka y corrió hasta él.

—¿Es el bote de papá? —pregunto Katara.

—No pero es de su flota. —dijo Sokka. —Papá estuvo aquí. —

—¿Entonces que hacemos? —pregunte.

—Lo mejor sería acampar aquí y esperas a ver si alguien del grupo de nuestro papá viene a ver su bote. —dijo Sokka.

Comenzamos a armar el pequeño campamento. No duraríamos tanto tiempo ahí así que no necesitábamos descargar todas las cosas.

Las horas pasaron rápido, en poco tiempo el sol ya se estaba ocultando así que decidimos ir a dormir, mientras que uno de nosotros se quedaba haciendo guardia, en ente caso Sokka decidió ser el primero.

—¡¿Quién está ahí?! —el repentino grito de Sokka hizo que me despertara.

—¿Sokka? —vi como un hombre vendado del hombro, torso y parte del brazo se acercaba a nosotros.

—¿Bato? —pregunto Sokka.

—¿Quién es? —pregunto Aang adormilado.

—¡Bato! —exclamo Katara feliz.

Al final resulto que alguien si había venido a ver el barco. Y ese alguien resulto ser el mejor amigo del papá de Katara y Sokka, Bato.

Después de que Aang y yo nos presentáramos, Bato nos llevó a una abadía en donde el papá de Sokka y Katara lo había llevado cuando lo hirieron.

—Bato, se parece a casa. —dijo Katara con emoción cuando él nos mostró donde se estaba quedando.

Ese lugar era totalmente diferente al Polo Norte.

—Todo está aquí incluso las pieles. —dijo Sokka.

—Si, no hay nada más agradable que taparse con piel de animal. —dijo Aang con sarcasmo.

Le sonreí con pena ya que el siendo un monje y vegetariano me imagino que le ha de costar un poco ver tanta piel de animal.

Bato nos hizo un ademan para que nos fuéramos a sentar cerca de una pequeña fogata que tenía, en donde estaba cocinando algo.

—No puede ser. —dijo Katara. —Cocido de ciruelas de mar. —

—Sírvanse. —dijo Bato.

Katara nos sirvió un poco del cocido.

Al tenerlo en mis manos no pude evitar hacer una mueca de asco, en mi tribu nunca nos dieron esto. En mi tribu lo típico era sopa de tentáculos o caldo de pescado, nunca esto. Hasta Momo que intento comerlo lo escupió.

—Bato, ¿Es cierto que tú y papá atraparon a un hipopótamo ártico? —pregunto Katara.

—Fue idea de tu padre. —el contesto. —El me empujo a hacerlo, bueno, el hipopótamo nos empujó. —

—Yo también monto animales. —dijo Aang, el cual estaba sentado a un lado de mi con emoción. —Una vez luche contra una anguila gigante y…—

—¿Quién fue el que salió con el gran fiasco de grasa? —pregunto Sokka interrumpiendo a Aang.

Aang lo miro mal y yo solo entrelace nuestros dedos para reconfortarlo.

Bato rio.

—¿Sabían sobre eso? —

—Todos lo saben. —dijo Katara.

—¿Cuál es la historia? —pregunto Aang.

—Es muy larga, Aang, en otro momento. —dijo Sokka.

Y así paso un buen rato en donde Aang o yo preguntábamos algo y los hermanos y Bato nos contestaban con monosílabas o simplemente nos ignoraban.

—Ahorita vengo, Lin. —dijo Aang después de darme un beso en la mejilla y levantarse.

Antes de que se fuera le tome la mano y llame su atención.

—¿Quieres que te acompañe? —

—No, quiero estar solo un rato. —

Asentí y lo dejé ir.

Bato, Katara y Sokka siguieron hablando de sus cosas y como no hacían caso a ninguna de las preguntas que les hacía decidí ocupar mi tiempo en algo productivo y hacerme trenzas.

Ya había pasado más de una hora y Aang no volvía, ya me iba a levantar para ir a buscarlo cuando la puerta se abrió y el entro.

—Hola a todos. —

—¿Dónde estabas? Estaba muy preocupada. —dije.

—Siento haberme ido tanto tiempo. —dijo muy feliz.

—Oh, Aang no vimos que salieras. —dijo Katara.

—Si, pero ya volví. —dijo sin cambiar su estado de ánimo y se sentó a mi lado. —Y creo que comeré unas deliciosas ciruelas de mar. —

Comenzó a comer rápidamente el plato que antes le había dado Katara para luego hace una mueca de asco que oculto con una sonrisa.

—Mmm…—

A la mañana siguiente Aang y yo le dábamos de comer a Appa, cuando a él se le cayó una bola de papel de su túnica.

—Aja. —dijo la superiora poniendo nervioso a Aang. —Te atrape, debería darte vergüenza ensuciar el jardín. —

—Lo siento, me ocupare de esto. —dijo Aang tomando el papel.

—¿Qué es eso? —pregunte cuando la superiora se fue.

—¿Qué?...eh… ¿Esto? Nada solo un pedazo de basura que luego tirare. —dijo nervioso.

—¿Seguro? —pregunte.

—¿Sí…? —lo mire extraño. —¡Digo si! No tienes que preocuparte de esto. —soltó una risita nerviosa mientras volvía a guardar la bola de papel en su túnica.

—Si tú lo dices. —dije extrañada de su comportamiento.

Después de alimentar a Appa, Bato y los hermanos nos invitaron a ver el barco de la tribu del sur de cerca.

—Este barco tiene un valor sentimental para mí. —dijo Bato cuando nos acercamos al barco. —Fue construido por mi padre. —

—¿En este bote te llevo a la prueba de hielo? —pregunto Sokka.

—Si, tiene una marca que lo prueba. —contesto Bato. —¿Y qué tal tú, Sokka? Debes de tener buenas historias sobre tu primera prueba de hielo. —

Sokka y Katara se pusieron tristes.

—Nunca pudo hacerlo. —dijo Katara. —Padre se fue antes de que tuviera la edad. —

—Ah, olvide que eras muy pequeño. —dijo Bato.

—¿Qué es la prueba de hielo? —pregunte.

—¿En tu tribu no hacían eso como rito de iniciación? —pregunto Bato.

—No, en mi tribu lo que hacen o más bien lo que hacían era entrenar a los hombres como guerreros. —dije recordando cuando mi hermano llego a la edad y tuvo que ir a su primera clase para prepararse.

—Oh, bueno, en la Tribu del Sur tu padre te lleva como rito de iniciación. —dijo Bato para después poner una mano en el hombro de Sokka. —¿Y sabes qué? Ahora sabrás de que se trata porque yo te llevare, Sokka. —

Una vez todos en cubierta y con el barco ya en marcha, Bato se dedicó a explicarnos de lo que se trataba la prueba de Sokka.

—La prueba de hielo es una ceremonia de valentía, sabiduría y confianza. En nuestro pueblo se hacia la prueba navegando en una mar de icebergs. —

—¿Cómo se supone que esquivaremos hielo si no hay? —pregunto Sokka.

—Esquivaras esos. —Bato apunto a un montón de rocas puntiagudas en medio de una corriente muy rápida a la que nos íbamos acercando poco a poco. —Tu lleva el timón y el mando con sabiduría. —le dijo a Sokka. —Katara, Lin, ustedes sujeten la vela principal el viento puede ser brutal, sean valientes, Aang tu controla el foque sin tu agarre firme nos hundimos, tu posición da la confianza. —

—Yo lo sé, ¿Cómo podría no saberlo? —dijo nervioso para después verse indignado. —Soy el Avatar se sobre la confianza. —

Me quede extrañada por su actitud, nunca lo había visto tan a la defensiva.

—Para que esto vaya bien yo no debo ayudar. —Bato se sentó en la proa del barco. —Deben de hacerlo ustedes solos. —

A medida que nos íbamos acercando a las grandes rocas, Sokka nos fue gritando las ordenes que debíamos de seguir para que todo saliera bien. Por un momento en realidad creí que nos íbamos a estrellar pero Sokka rápidamente nos gritó más órdenes y logramos esquivar las rocas.

—¡Gran trabajo! —nos felicitó Sokka.

Sonreímos felices de haber terminado al fin la prueba…o eso creíamos.

Una muralla de rocas puntiagudas estaba enfrente de nosotros, no había para donde girar.

—¡No podremos hacerlo! —grito Katara. —¡No hay paso! —

—¡Claro que podemos! —dijo Sokka. —¡Aang necesitare más aire en esa vela! ¡Katara, Lin, controlen la mayor cantidad de agua posible entre nosotros y esas rocas! —

Todos asentimos antes sus órdenes y comenzamos a hacer nuestro trabajo.

Katara y yo nos pusimos una alado de la otra y con movimientos de brazos de arriba hacia abajo fuimos haciendo una gran ola debajo el barco que junto con el aire que hacía Aang tomaba más velocidad y así pudimos pasar justo por arriba de las rocas con éxito.

Cuando estuvimos en tierra firme Bato comenzó la ceremonia.

—Que los espíritus del agua sean testigos de estas marcas. —dijo Bato mientras metía los dedos en un cuenco con lo que parecía pintura azul. —Para Sokka, la marca de la sabiduría, la misma marca que tu padre gano, para Katara la marca de la valentía, para Lin la marca de la fuerza y para Aang la marca de la confianza, ahora son miembros honorarios de la tribu agua. —

—Ah… no puedo. —dijo Aang triste.

—Claro que sí. —dijo Katara.

—No. —Aang se borró la marca. —No pueden confiar en mí. —

—¿De qué hablas, Aang? —pregunte confundida.

Aang saco de su túnica la misma bola de papel que se le había caído hacer horas.

—Un mensajero me dio esto para Bato. —extendió la mano.

Katara se la quito de las manos, la desenrollo y comenzó a leer lo que el papel decía mientras Sokka y yo nos acercábamos a ver que era. Era un mapa, el mapa que decía en donde estaba su padre.

—Tienen que entender. —suplico Aang. —Tenía miedo de que…—

—¡Es el mapa hacia nuestro padre! —grito Sokka interrumpiendo la explicación de Aang. —¡¿Lo tuviste todo el tiempo?! —Aang miro al piso con arrepentimiento. —¡¿Cómo pudiste?! ¡Puedes ir tu solo al Polo Norte! ¡Yo voy en busca de mi padre! —

Sokka se dio media vuelta y comenzó a caminar muy enojado.

—Sokka creo que deberías…—intento hablar Bato pero Sokka lo interrumpió.

—Katara, Lin ¿Vienen conmigo? —pregunto con el ceño fruncido.

—Voy contigo Sokka. —dijo Katara y comenzó a caminar hacia él.

Yo por nada del mundo me moví de mi lugar, yo no tenía nada que hacer con ellos.

—¿Lin? —volvió a preguntar Sokka.

—Yo me quedare con Aang, yo no tengo nada que hacer con ustedes. —dije seria.

—Eres nuestra amiga. —dijo Katara.

—Si pero él es mi alma gemela y eso vale más para mí. —dije y tomé la mano de Aang.

—Como quieras. —dijo Sokka y comenzó a caminar con Bato y Katara detrás de él.

—Eche todo a perder. —dijo Aang una vez estuvimos solos.

Lo mire triste.

—Todo estará bien ya lo veras. —lo abrace, el me devolvió el abraso y escondió su cara en mi cuello. —Ahora hay que ir a empacar, nos espera un largo viaje todavía. —

Asintió y comenzamos a caminar hacia la abadía.

Una vez ahí subimos nuestras cosas a la montura de Appa y esperamos a que los hermanos junto con Bato se fueran para poder irnos. Aang yo esperábamos que tan siquiera se despidieran, no quería que Aang se pusiera más triste..

A los pocos segundos Katara se nos acercó.

—Buena suerte. —nos dijo algo triste.

—Gracias. —dijo Aang.

—Adiós. —dije yo.

Katara nos dio una última mirada, dio la vuelta y, se fue con su hermano y Bato.

—Creo que ya deberíamos irnos. —dije cuando la madre superiora de la abadía se nos acercó.

—Creo que sería lo mejor. —contesto ella.

Aang tomo las riendas de Appa y lo guio hacia la salida. Ahí pudimos ver como los hermanos se iban alejando poco a poco, haciendo que Aang se pusiera cada vez más triste.

—Soy un idiota. —murmuro Aang.

—Eso no es cierto. —dije. —Tal vez hayas hecho mal en guardar el mapa pero creo que ellos sobre reaccionaron ante tu confesión. —

—De todos modos me siento mal de perder a unos buenos amigos. —soltó un suspiro.

—Estoy segura de que muy pronto nos rencontraremos con ellos y ya todo estará perdonado. —le sonreí.

Me dio una sonrisa apagada y sigue guiando a Appa hasta que me acorde de algo.

—¡Alto! Se nos olvidaban las provisiones que nos dio la madre superiora. —

—Ya las empaque. —me dijo.

—¿También la bolsa café? —le pregunte.

Me miro confundido.

—Ahí tengo las plantas medicinales que me dio la superiora, deja voy por ellas. —le dije bajando de Appa.

—¿Quieres que te acompañe? —

—No, si quieres adelántate y espérame en la costa, no me tardo mucho. —dije y corrí hacia la abadía.

Fui rápidamente al cuarto en donde nos habíamos quedado y tomé el bolso. Iba a salir pero justo cuando estaba a punto de abrir la puerta un estruendo se escuchó.

Me fijé disimuladamente por una de las ventanas y pude ver a una enorme bestia y montada de ella venia una chica, Zuko y su tío, y tenían mi collar.

Tenía que escapar.

Para mi buena suerte el cuarto tenía una ventana trasera donde podría fácilmente salir.

—¡Esta ahí adentro! —fue lo último que alcancé a escuchar ya que salí corriendo.

Corrí lo más rápido que pude hacia es bosque. Podía escuchar como la bestia se iba acercando cada vez más, así que acelere más con ayuda de mi aire control, pero por adarme fijando si todavía me seguían termine chocando con alguien.

—¡Auch! —dijo la persona que estaba debajo de mí que pude reconocer como Sokka.

—¿Lin? —dijo Katara confundida. —¿Qué haces aquí? —

—No hay tiempo, debemos correr. —dije poniéndome rápidamente de pie.

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunto Sokka.

—Por…—no pude terminad de decir cuando el sonido de unas patas aproximándose se logró a escuchar. —…eso. —

La bestia nos arrincono.

—¿Conque esta es tu novia? —dijo la chica cuando la bestia apunto hacia a mí con si nariz. —Con razón se fue es muy bonita para ti. —

Zuko no le hizo caso.

—Ya tengo a uno falta el otro. —dijo Zuko. —¿Dónde está? ¿Dónde está el Avatar? —

—Nos separamos, ya se fue. —le contesto Sokka.

—¿Acaso crees que soy estúpido? El Avatar nunca dejaría a su Ānníng. —

—Eres bastante estúpido. —dijo Sokka. —¡Corran! —

Nos tomó de las muñecas y nos jalo con él. No llegamos demasiado lejos, la bestia nos había paralizado con su lengua.

—¿Ahora que haremos? —pregunto Zuko frustrado.

—Mi Shirshu está buscando un olor diferente, algo que el Avatar toco. —dijo la chica. —Bingo. —sonrió cuando la bestia capto el olor.

Nos subieron al Shirshu y volvimos a la abadía. Y en cuanto entramos el animal comenzó a caminar en círculos, en eso llego Aang con su planeador haciendo que el Shirshu lo persiguiera y se pusiera en dos patas, así tirándonos a nosotros de su espalda.

—¡Aang! —dije alegre de que estuviera aquí.

La monjas de la abadía nos aparataron a Sokka, Katara y a mí de la pelea que estaban teniendo Zuko y Aang. Después de todo no podíamos hacer nada al estar paralizados.

Por otro lado Appa se estaba ocupando del Shirshu y la chica como todo un campeón.

Entonces los chicos y yo comenzamos a sentir poco a poco algunas partes de nuestro cuerpo.

—Ya comienzo a sentir algo. —justo cuando Sokka dijo eso un montón de rocas y tablas le cayeron encima. —Auch. —

En ese momento la superiora se nos acercó y nos dio a oler algo que nos ayudó a poder movernos.

—Gracias. —le dije sobándome los brazos al sentirlos algo entumidos.

—Esa cosa ve con la nariz hay que darle algo para que mire. —dijo Sokka.

—¿El perfume? —pregunto la superiora.

Sokka asintió con una sonrisa.

Alineamos los grandes jarrones llenos de perfumes cerca de donde estaba el Shirshu, las monjas y Sokka tiraron el perfume en el piso y Katara y yo lo manipulamos para poder bañar a la bestia con él. Y lo hicimos justo a tiempo, ya que el animal y Zuko ya tenían a mi Aang acorralado.

El Shirshu quedo tan abrumado con tanto olor que no podía ver nada así que termino paralizando a Zuko y a la chica para al final huir de la abadía.

—Deberíamos de irnos antes de que se recuperen. —dije apuntando hacia Zuko, su tío y la chica.

—Buena idea. —dijo Sokka.

Rápidamente tomamos nuestras cosas, las subimos la montura de Appa, dimos las gracias a las monjas de la abadía por su ayuda y nos fuimos volando de ahí.

—¿Y…hacia dónde vamos? —pregunto Aang.

—Te llevaremos al Polo Norte. —dijo Katara.

Sonreí ya que no nos separaríamos.

—Si, ya hemos perdido demasiado tiempo. —dijo Sokka.

—¿Ya no quieren ver a su padre? —pregunto Aang sorprendido.

—Claro que sí pero ahora ustedes son nuestra familia y nos necesitan más. —dijo Sokka con una sonrisa al final.

—Y nosotros también. —dijo Katara dándonos una sonrisa.

Sonreí pero luego suspire triste.

—¿Qué tienes, Lin? —pregunto Katara.

—Zuko tiene mi collar, así pudo encontrarnos. —

—No te preocupes luego lo recuperaremos. —dijo Sokka dándome unas palmadas de consuelo en la espalda.

—¿Sabes, Lin? Me hubiera gustado darte algo especial. —dijo Aang misterioso. —Algo que te recordara a tu casa y a tu familia. —

—Ya no importa, Aang. —

—Algo sin importancia. —dijo. —Algo como…esto. —se sacó literalmente mi collar de la manga.

—¡Aang! —lo mire sorprendida. —¿Cómo lo conseguiste? —

—Zuko me dijo que por favor te lo diera. —dijo en broma.

—Oh, pero que amable. —dije con sarcasmo. —Puedes darle un regalo de mi parte cuando lo veas. —

—Claro. —

Entonces me acerqué a él y le di un largo beso en los labios… nuestro primer beso. Los dos terminamos sonrojados, algo apenados, pero totalmente contentos.