—Miren. —dije apuntando hacia un pescado que saltaba en el rio cercano en donde estábamos acampando.
—Se está burlando. —dijo Sokka enojado.
—¿Cómo un pescado se puede burlar? —dije.
—No sé pero como quiero que sea la cena. —Sokka fue por su caña e intento usarla pero le faltaba el hilo de pescar. —Oye ¿Y el hilo? —
—No pensé que lo necesitarías. —dijo Aang mientras levantaba lo que antes era el hilo, ahora era un bonito collar.
—Esta todo enredado. —se quejó Sokka.
—Enredado no, tejido. —Aang se levantó de donde estaba y camio hacia mí. —Te hice un collar, Lin, pensé que como perdiste el otro…—me sonrió.
—Gracias, Aang. —agradecí. —Es muy bonito, me encanta. —
Camine hacia Katara.
—¿Me ayudas? —le extendí el collar.
Asintió y me ayudo a amarrarlo.
—Listo. —
Volví a donde estaba Aang.
—¿Y… como me veo? —pregunte sonrojada.
Se sonrojo y me miro por un buen rato.
—¿Te refieres completa o solo el cuello? Digo todo se ve muy bien. —sonrió nervioso.
Sonreí.
—Besito, besito, alguien está enamorado. —se burló Sokka.
—Yo…bueno…—Aang se rasco la nuca nervioso.
—Deja de molestarlo Sokka.. —dije y miré a Aang. —No tienes que ponerte nervioso. —le di un beso rápido en la mejilla que lo hizo sonrojarse más y después le susurré en el oído. —Después de todo eres mi alma gemela. —
Sonreí sonrojada por mi atrevimiento.
De repente un gran rugido se escuchó cerca de nosotros.
Aang y yo dimos un gran salto con ayuda del aire control y vimos cómo alguien era atacado por un oso pato.
—Hola, amigos. —dijo es señor cuando nos acercamos. —Lindo día verdad. —
—¡Haz ruido se asustará! —le dijo Aang.
—¡No, hazte el muerto! —grito Sokka. —¡Perderá el interés! —
—Wow, ese estuvo cerca. —dijo el señor esquivando con agilidad al oso pato.
—De hecho lo está haciendo muy bien por su cuenta. —murmure impresionada.
—¡Corre cerro abajo y luego sube a un árbol! —grito Katara.
—No hace falta todo estará bien. —dijo con una sonrisa.
El oso pato se volvió más agresivo, así que Aang decidió intervenir.
—Detente. —le dijo al animal.
El oso pato solo rugió pero luego un rugido más potente por parte de Appa lo asusto e hizo que pusiera un huevo para luego salir corriendo. Sokka rápidamente tomo el huevo.
—Mmm, comida. —sonrió Sokka. —Tuviste suerte de que llegáramos. —
—Gracias pero todo estaba bajo control, no se preocupen. —le dijo el extraño. —La Tia Wu predijo que tendría un día tranquilo y a salvo. —
—¿La Tia que…? —pregunte.
—No, la Tia Wu, ella es la adivina de mi pueblo. —explico. —Es bueno saber el futuro. —
—Wow debe serlo. —dijo Katara.
—Es por eso por lo que estabas tan calmado. —dije.
—Pero la adivina estaba equivocada no tuviste un día a salvo y por poco te matan. —replico Sokka. —
—Pero no fue así. —dijo el señor con una sonrisa. —Bueno, que tengan un buen día. —se inclinó un poco y comenzó a caminar. —Oh, Tia Wu me dijo que si encontraba viajeros les diera esto. —le dio un paquete alargado a Aang y se fue.
—Visitemos a la Tia Wu para saber nuestro futuro. —dijo Katara.
—Oh, eso sería tan divertido. —dije entusiasta.
—La predicción del futuro es una tontería. —dijo Sokka.
Aang abrió el paquete que le había dado el señor.
—Miren esto…un paraguas. —
Y justo cuando lo puso sobre su cabeza comenzó a llover a cantaros.
Katara y yo nos refugiamos junto con Aang.
—Eso lo prueba. —dije.
—Eso no prueba nada. —dijo Sokka intentando sostener bien el huevo. —Es imposible predecir el futuro. —
—Supongo que tampoco te estas mojando. —dijo Katara.
Entonces se le resbalo el huevo y se rompió en su cabeza.
Después de eso decidimos ir a conocer a la Tia Wu.
—Por supuesto que predijo que iba a llover el cielo a estado gris todo el día. —dijo Sokka mientras caminaba a un lado de nosotros sin ninguna intensión estar debajo del paraguas.
—Admite que puedes estar equivocado. —dije.
—Y ven a cubrirte con el paraguas. —dijo Katara.
—Miren voy a predecir el futuro ahora: "Seguirá lloviendo muy fuerte" —dijo Sokka con una voz muy tonta. —Ven. —
Y por arte de magia dejo de llover.
—No todos tienen el don, Sokka. —dijo Aang.
A los minutos de seguir el sendero llegamos al pueblo y ahí un hombre con ropas negras y cabello blanco nos dijo:
—Tia Wu los está esperando. —
—¿Enserio? —preguntamos Katara y yo con una sonrisa y caminamos hacia la entrada del establecimiento.
Al entrar nos quitamos los zapatos y después nos recibió una niña como de la edad de Aang, tenía un kimono rosa y dos coletas que se miraban super tiesas.
—Hola, mi nombre es Meng, soy la asistente de la Tia Wu. —
Entonces cuando Meng miro a Aang abrió mucho los ojos, soltó un suspiro y le sonrió enamorada… a Mi Aang.
—Hola, que tal. —le dijo ella con voz soñadora.
La mire mal.
—{¿Cómo se atreve?} —pensé.
—Hola. —dijo Aang sin hacerle mucho caso.
Sonreí.
Meng nos hizo una seña invitándonos a sentar en unos cojines que había ahí.
—¿Les invito un poco de té o galletitas de tofu especiales de la Tia Wu. —
—Yo probare las galletas. —dijo Sokka.
—Un momento. —dijo ella sin dejar de mirar a Aang, cosa que me estaba comenzando a irritar. —¿Y cómo te llamas? —
—Aang. —
—Ah, eso rima con Meng. —dijo ella ilusionada.
—Eso no es cierto. —dije.
Me miro, hizo una mueca de desagrado y después volvió a mirar a Aang con una sonrisa.
—Y tienes lindas orejas grandes, ¿Verdad? —
—Supongo. —dijo Aang extrañado.
—No seas humilde. —dijo Sokka divertido. —Son gigantes. —
—No digas eso, Sokka. —dije.
—Bueno, Aang, fue un placer conocerte. —dijo Meng y se fue.
—Igualmente. —contesto Aang.
—No puedo creer que estemos en la casa de la estupidez. —dijo Sokka.
—Trata de ser más abierto, Sokka. —dijo Katara. —Hay muchas cosas en el mundo que no se pueden explicar, ¿No sería interesante darle una mirada al futuro? —
—Sería interesante comer unas galletas. —dijo el.
Una de las puertas se abrió al mismo tiempo en que Meng venia con el té y las galletas.
—Oh, Meng. —dijo la chica que había abierto la puerta. —La Tia Wu dice que conoceré a mi gran amor, me dará una de esas raras azucenas pandas. —
—Que romántico. —dijo Meng. —Me pregunto si mi amor me dará una extraña flor. —miro a Aang.
—Que tengas mucha suerte. —dijo Aang indiferente.
Es en estos momentos es cuando agradezco de que no sepa tanto sobre estos temas.
—¿Ese chico de las orejas grandes es con quien Tia Wu dijo que te casarías? —pregunto la chica.
—{¡¿Que?! Esta chica se equivocó de orejón, este es mío.} —pensé.
Meng se sonrojo, empujo a la chica, comenzó a caminar hacia nosotros con la bandeja, pero se tropezó y por poco cae encima de Aang si no fuera porque él le ayudo. Se miraron por un segundo ella se sonrojo y se fue.
Entonces una mujer con un kimono amarillo, el pelo gris recogido y adornado con un símbolo dorado entro a la habitación, era Tia Wu.
—Bienvenidos, viajeros. —dijo. —Ahora, ¿Quién sigue? No sean tímidos. —
—Yo/ Yo iré. —dijimos Katara y yo al mismo tiempo.
—Ve tu Katara. —dije.
—Gracias. —se levantó con una sonrisa y se fue con Tia Wu.
Voltee a ver a Aang y a Sokka.
—¿Qué le preguntaran a la Tia Wu? —pregunte.
—Eh…no sé. —me contesto Aang ya que Sokka estaba muy ocupado atragantándose de galletas. —¿Qué le preguntaras tu? —
—No sé, tal vez cuantos hijos voy a tener, o cuando me casare, la verdad no estoy segura tal vez lo que ella vea estará bien, porque ya más o menos me doy una idea de para donde va mi vida. —le sonreí viéndolo a los ojos.
Sonrió y se sonrojo.
A los pocos minutos llegaron Katara y Tia Wu.
—Vamos, linda, sigues tu. —me dijo la Tia Wu.
Me levanté con una sonrisa y seguí a Tia Wu.
—Entra, por favor. —dijo ella abriendo una puerta.
El cuarto esta iluminado con velas, había diferentes cojines en el suelo, en el centro de la habitación había una pequeña fogata y a lado de ella había un plato con huesos.
—Vamos, siéntate. —me invito. —Bien, querida, ¿Qué deseas saber? —
—Bueno, lo que usted me quiera decir está bien. —
—Dame tu mano, por favor. —estire la mano y ella la tomo. —Que manos tan delicadas y suaves. —sonreí como agradecimiento. —Oh, bueno…tendrás una vida algo complicada pero feliz. Tendrás muchos obstáculos que tendrás que superar con esa persona especial. —
—¿Qué más? —
—Mmm… —dijo y soltó mi mano. —Vamos a utilizar otro método que nos dirá más de lo que queremos saber. Toma un hueso por favor y después tíralo al fuego. —hice lo que me dijo. —El fuego hace las grietas y yo las leo. —
El hueso trono y formo una enorme grieta, entonces se fueron formando más y más hasta que el hueso exploto y una enorme nueve de humo llego hasta el techo.
—¿Eso es bueno o es malo? —pegunte preocupada.
—Oh, tu destino, esto es sorprendente, tú y tu alma gemela estarán involucradas en una gran batalla, y tendrán que estar juntos para derrotar las fuerzas del mal. —dijo.
—¿Qué me recomienda? —
—Sigue obrando como lo has hecho hasta ahora y el destino del mundo estará bien, ayuda mucho a tu otra mitad, llegará a un punto que se verá perdido por un terrible ataque y solo tú serás capas de ayudarlo a sanar. —
—Entonces… mientras estemos juntos todo estará bien, ¿No? —
—Claro, así su futuro y el del mundo será salvado. —
Asentí.
—{Eso será fácil.} —pensé.
—¿Alguna pregunta, querida? —
—Solo una. —dije seria. —¿Cuántos hijos tendré? —sonreí.
Me miro incrédula.
—{Tal vez pensó que sería una pregunta sobre la guerra o el bien del mundo.} —pensé.
—Bueno…—me tomo la mano y siguió una de las líneas de mi palma. —Siete, tendrás una gran familia feliz. —
—Wow, esos son muchos. —dije.
Me sonrió.
—¿Algo más? —
—Eh… no, creo que sería todo. —dije.
—Bueno, vamos entonces. —
Nos levantamos y caminamos hacia el salón en donde estaban mis amigos.
—El siguiente. —
—Bueno, terminemos esto de una vez. —dijo Sokka levantándose.
La Tia Wu lo miro seria.
—Tu vida estará llena de peleas y angustia, la mayoría provocadas por ti. —dijo ella.
—Pero no has leído mis palmas ni nada. —dijo Sokka.
—No es necesario, está escrito en todo tu rostro. —
Sokka la miro mal y se sentó enojado.
—Tu entonces. —le dijo a Aang. —Ven conmigo. —
Y se fueron.
—¿Qué te dijo la Tia Wu, Lin? —me pregunto Katara cundo nos sentamos juntas.
—Me dijo que tendré que ayudar a mi alma gemela y que tendría una vida feliz. —dije sonriendo. —Oh, y que tendría siete hijos. —
—Wow, son demasiados. —dijo Katara con una sonrisa. —Lo bueno es que tú sabes con quien te vas a casar, mientras yo solo tengo una pista. —
—¿Qué te dijo? —
—Me dijo que me iba a casar con un alguien que peleara con sus demonios y que tendré que ayudarlo en algún punto, que ya sería su decisión si se deja ayudar o no. —
—¿Solo eso te dijo? —
—Bueno, dijo que somos como opuestos, que él es como el sol y yo soy como la luna, pero al final los opuestos se atraen y se complementan. —
—Solo esperemos, que sea un gran chico. —
—Ojalá sea guapo. —
Nos reímos.
—Ahora tendrán que ver por sí mismos que leer la suerte es una estupidez. —dijo Sokka cuando estuvimos fuera de la casa de Tia Wu.
—Solo estas así porque te harás infeliz toda tu vida. —dije.
—¡Esa mujer está loca mi vida será calmada…feliz… y alegre! —pateo una roca, esta choco contra un cartel haciendo que se regresara y le golpeara justo en la cabeza. —Eso no prueba nada. —
—Bueno, me gusto lo que predijo sobre mí. —dijo Katara. —Algunas cosas saldrán muy bien. —
—A mí también me gusto la mía, cosas muy buenas me llegaran. —dije recordando las partes felices y fáciles de esta predicción.
—Por supuesto que sí. —dijo Aang dándome una sonrisa.
—¿Por qué? ¿Qué te dijo a ti? —pregunte ya que como nuestros caminos están entrelazados, si algo bueno le pasa a él también me pasaran a mí.
—Solo cosa, ya luego lo sabrás. —me dijo.
Seguimos caminando hasta llegar al centro del pueblo en donde un montón de gente estaba reunida mirando al cielo.
—¿Qué hay en el cielo? —pregunto Katara.
—Esperamos a la Tia Wu para que venga a leer las nubes del cielo y prediga el destino del pueblo. —contesto el mismo anciano que había sido atacado por el oso pato.
—Esa nube parece un conejo esponjoso. —dijo Aang.
Y si, si parecía.
—Mas vale que no sea un conejo esponjoso. —dijo el señor. —La nube de conejo esponjoso predice muerte y destrucción. —
—Si oyes las tonterías que dices. —regaño Sokka al aldeano.
Nadie le hizo caso.
—La Tia Wu mira las nubes y predice si el Monte Makapu seguirá dormido otro año o si hará erupción. —dijo otra persona.
—Teníamos la tradición de ir al monte y ver el volcán con nuestros propios ojos pero desde que la Tia Wu se mudó hace veinte años tenemos la tradición de no hacerlo más. —
—No puedo que confíen sus vidas a la predicciones de esta mujer loca. —los regaño Sokka.
—Shh… ya viene. —dijo Katara.
Sonreímos al ver como Tia Wu se acercaba, estaba tan emocionada de escuchar cuales serían sus predicciones.
—Oye Lin, ¿No crees que esa nube parece una flor? —me pregunto Aang de repente.
Voltee a ver a donde me apuntaba.
—Oh, es muy bonita. —dije y le sonreí.
—Shh…—nos silenció Katara.
Tia Wu comenzó a predecir lo que este año le depararía al pueblo. Hasta que al final predijo que este año el volcán no iba a hacer erupción.
Todos los habitantes del pueblo comenzaron a gritar de alegría.
—Lin, desde que legamos aquí hay algo que te quiero decir. —comenzó a decir Aang. —Me gustas, eso ya lo sabes pero quiero formalizar las cosa desde ahorita quisiera que fuéramos algo así como pareja…eh…si sabes a lo que me refiero, ¿No? —me miro nervioso. —¿Entonces que dices? —
Sonreí encantada.
—Claro que…—
—Vamos Lin, quiero hablar con Tia Wu. —me interrumpió Katara, me tomo de la mano y me arrastro con ella.
Solo pude ver como Aang ponía cara de decepcionado.
Resople.
—Katara, le iba a decir algo importante a Aang. —dije.
—Luego le dices, ahora hay que ir con Tia Wu. —dijo emocionada.
Llegamos al establecimiento de Tia Wu, entramos y Katara toco la puerta de uno de los cuartos donde Tia Wu nos había atendido.
—Hola Tia Wu. —saludo Katara en cuanto la puerta se abrió.
—Lamentamos la molestia. —dije.
—No hay problema. —dijo ella.
—Con ese hombre con el que me casare. —dijo Katara sonrojándose. —¿Sera atractivo? Ojalá sea alto. —
—¿Enserio quieren otra lectura? —dijo incrédula.
—Si. —dijo Katara rápidamente.
—Solo ella. —dije. —Yo esperare por aquí. —
Me fui a sentar a uno de los cojines de la estancia principal a esperar a Katara.
Creo que ya había pasado una hora y Katara aun no salía.
—¿Pues que tanto le estará diciendo? —me pregunte. —Ma aburro…—resople irritada. —En estos momentos podría estar con Aang de la mano y toda la cosa pero no aquí estoy esperando a que Katara termine de saber lo que comerá en unas horas. —
De un momento a otro la puerta se abrió y de ahí salieron una sonriente Katara y una irritada y molesta Tia Wu.
Tia Wu iba empujando a Katara, la cual se resistía en salir porque le iba preguntando más cosas.
—Estarás bien mientras uses la bufanda. —dijo Tia Wu cansada mientras sacaba a Katara del establecimiento y me hacia un ademan para que saliera. —Ahora adiós. —
—Bien, bien pero una cosa más. —dijo Katara.
—Está bien. —resoplo Tia Wu. —¿Qué es? —
—¿Debería comer mango o papaya en el desayuno de mañana. —
—¡Papaya! —grito Tia Wu y cerro de un azote la puerta.
Katara se desanimó.
—A ti ni te gusta la papaya, ¿Por qué le diste esa opción? —pregunte.
—No lo sé, fueron las primeras frutas que se ocurrieron. —pateo una piedra. —Vamos hay que comprar papaya. —
—Vamos pues. —dije.
A mi si me gustaba la papaya.
En eso veo a Aang recargado en la pared a lado de nosotras.
—Hola Aang, ¿Qué haces? —pregunte.
No quería sacar el tema de su propuesta en estos momentos ya luego le diría cuando estuviéramos solos.
—Oh, hola Lin, no te había visto. —dijo el indiferente.
—¿Te encuentras bien? —pregunte ante su actitud.
—Vamos Lin. —dijo Katara tomándome de la mano y llevándome con ella.
—¡Solo estoy preocupado por mis cosas! —alcance a escuchar que grito.
Katara y yo llegamos a un puesto de frutas.
—Deberíamos comprar mangos. —sugerí al ver como Katara pedía una papaya, sabía que al final no se la comería.
—Está bien deja los pido. —dijo y fue a hablar con el señor del puesto en lo que yo miraba algunos duraznos para Momo.
—Uh… duraznos, eh. —dijo Aang actuando extraño.
—¿Quieres? —le pregunte.
—Tú sabes. —tomo una manzana. —No me importa lo que como. —le dio una mordida a la manzana.
—¿Enserio? —pregunte al ver como hacia cara de asco, a él no le gustaban las manzanas.
—¡Lin, vamos! —grito Katara.
—Bueno, no vemos. —dije me fui. —¿Ahora que hacemos? —pregunté cuando estuve a un lado de Katara.
—Quiero preguntarle otra cosa a Tia Wu. —dijo ella.
—Katara, algo me dice que ya la molestaste mucho, ¿Por qué no vamos mañana? —
—Nada de eso, ella me adora. —dijo.
Caminamos hasta llegar a la entrada del establecimiento.
—Tia Wu, soy Katara. —dijo después de tocar la puerta.
Nadie contesto.
—¡Tia Wu! —grito esta vez.
Esta vez la puerta se abrió mostrando al ayudante de Tia Wu.
—La Tia Wu ya no le hará más lecturas, señorita. —dijo amablemente para después cerrar la puerta.
—¡Que! Pero como se atreve. —dijo indignada Katara.
—Te lo dije. —le dije.
En ese momento llegaron Sokka y Aang.
—Hola Lin, hola Katara. —saludo Aang.
—Pueden creerlo. —dijo Katara enojada. —No me deja entrar y después de todo el trabajo que le he dado. —
—Pero ni cobra. —
—Lo sé pero igual…—
—Hay otra cosa más importante de la cual preocuparse. —interrumpió Sokka. —La Tia Wu se equivocó con el volcán. —
—Sokka, ya trataste de convencerme en no creer en ella. —dijo Katara irritada. —Te costara mucho trabajo hacerme creer que…—
Un sonido como de explosión la interrumpió. Era el volcán.
—Oh no, Tia Wu se equivocó. —dije.
Corrimos al centro del pueblo en donde se encontraban todos los aldeanos.
—¡Escuchen! —grito Sokka. —¡El volcán hará erupción en cualquier momento, la Tia Wu está equivocada! —
—Si, sí. —dijo dándole por su lado una señora. —Sabemos que no le crees a Tia Wu, señor amante de la ciencia y la razón. —
—Tal vez no le crean a él pero pueden creer en nosotras. —dijo Katara señalándonos.
—Le queremos creer a Tia Wu pero Aang y Sokka vieron la lava con sus propios ojos. —
—Bueno, pues yo escuche las predicciones de Tia Wu con mis propios oídos. —dijo el señor oso pato.
Aang y yo saltamos con ayuda del aire control encima de una de las casas.
—¡Por favor escúchenme, todos están en peligro y tenemos que salir de aquí ahora! —grite
—¡No pueden confiar en las predicciones de Tia Wu, deben tomar su destino con sus propias manos! —grito Aang.
—¡Miren, puede Tia Wu explicar eso! —Sokka apunto hacia la columna de humo que iba formando el volcán.
—Dime, ¿Puede explicar ti ciencia porque llueve? —le pregunto un aldeano burlón.
—¡Si, si puede! —le contesto Sokka.
El aldeano no le hizo caso y como todos los demás solo se fue.
Aang y yo bajamos de un salto del techo.
—No escucharan. —dijo Katara.
—Pero si escucharan a la Tia Wu. —dijo Aang cuando aterrizamos a un lado de los dos hermanos.
Al final terminamos ideando un plan donde engañaríamos a la Tia Wu para que volviera a predecir el futuro de la aldea.
Lo primero que teníamos que hacer era robar el libro de predicciones, y el indicado para ese trabajo era Aang. Así que Katara, Sokka y yo nos quedamos haciendo guardia al frente del establecimiento de Tia Wu.
Lo segundo era alterar las nubes. Entre Aang y yo volamos encima de Appa para poder mover la nubes, después de todo están hechas de agua y aire.
Y tercero era que Sokka y Katara tendrán que ir por Tia Wu y enseñarle lo que Aang y yo habíamos hecho, con la esperanza de que ella se diera cuenta de que el pueblo peligraba.
Al final el plan había salido como lo esperamos, al bajar de Appa ya todos nos creían.
—Aun podemos salvar al pueblo si actuamos rápido, Sokka tiene un plan. —dijo Aang enfrente de todo el pueblo.
—La lava vendrá cerro abajo hacia aquí, si cavamos una zanja podremos desviar toda la lava hacia el rio. —
—Todo aquel que sea maestro tierra que venga con nosotros. —dije señalándonos a Aang y a mí.
—¡Yo soy maestro tierra! —grito uno de los gemelos feliz.
—¡Yo no! —grito el otro de igual forma.
—¡Todos los demás tomen una pala! —se volvió a escuchar una explosión. —¡Vamos tenemos que apurarnos! —grito Sokka.
Rápidamente entre todos comenzamos a ayudar con la zanja pero llego un momento donde la lava ya comenzaba a bajar.
—¡Todos a evacuar el lugar! —grito Aang. —¡Y ustedes salgan de ahí! —
Los aldeanos que ayudaban con a zanja salieron corriendo de ella en cuanto escucharon el grito de Aang.
La lava fue bajando con rapidez hasta llegar a la zanja pero era tanta que estaba a punto de desbordarse.
Aang que volteo a ver.
—¿Lista, Lin? —
—Claro que sí. —conteste.
Rápidamente corrimos hacia donde la lava ya empezaba a formar una enorme ola.
Aang logro enfriar con aire suficiente lava como para formar una barrera que ayudara a pararla un poco mientras que yo manejaba suficiente agua del rio como para enfriar lo demás.
Al final logramos nuestro propósito. Salvar al pueblo.
—Tome prestado tu libro. —le dijo Aang algo apenado a Tia Wu una vez nos reunimos con los demás.
—Así que cambiaste las nubes. —dijo para después soltar una risa corta. —Eres realmente listo. —
—Sin ofender. —dijo de repente Sokka. —Espero que esta sea una lección de no creer demasiado en las predicciones. —
—Pero la Tia Wu dijo que el pueblo no sería destruido y así fue. —dijo el señor oso pato. —Te todas formas tuvo mucha razón. —
Sokka se le acerco enojado.
—Te odio. —
—Vamos, Sokka, todo estará bien. —dijo Katara guiándolo lejos del aldeano.
Sonreí divertida, los seguí y subimos a Appa.
—¡Adiós a todos! —dijo Katara al pueblo. —¡Fue un placer conocerlos! —
Abrace a Aang cuando estuvo a mi lado.
—¡Cuídate, Meng! —sonreí mientras abrazaba más a Aang y le daba un beso en la mejilla haciéndolo sonrojar.
—¡Tú también! —dijo dándome la sonrisa más falsa que había visto.
Sonreí triunfante y salimos de ahí.