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Uno. El estado Avatar.

Estaba plácidamente dormida en mi hamaca, cuando un grito me asusto. Cuando abrí los ojos pude ver como Aang iba subiendo la escalerilla hacia la cubierta del barco en donde estábamos. Decidí seguirlo para asegurarme que se encontrara bien.

—¿Quieres decirme lo que sucede? —pregunte cuando llegue a su lado.

—No, fue solo una pesadilla. —dijo el. —Estaba en estado Avatar pero yo estaba afuera de mi cuerpo observándome. —cerro los ojos y bajo la cabeza. —Me asusté, Lin, tuve miedo de mí mismo. —

Lo abrace para consolarlo y me quede con el hasta que amaneció.

Una vez el sol comenzó a salir en el horizonte, los demás tripulantes del barco comenzaron a despertar.

—Katara, Lin. —nos llamó Pakku cuando nos estábamos despidiendo, ya era hora de seguir con nuestro viaje. —Estos amuletos contienen agua del oasis de los espíritus. —nos dio un colgante a cada una. —El agua contiene propiedades únicas, no la pierdan. —

—Gracias, maestro Pakku. —dijimos las dos, solo que Katara le dio un abrazo.

—Aang, estos pergaminos contienen técnicas de agua control. —dijo Pakku dándole una caja a Aang. —Pero recuerda, nada se compara con la técnica de un par de maestros de verdad. —

Aang me miro, me sonrió e hizo una reverencia hacia Pakku.

—Sokka. —llamo Pakku, él se acercó esperando que le diera algo. —Cuídate. —y le dio unas palmadas en el brazo.

Sokka puso cara triste y decepcionada.

—Vuelen directo al reino de la tierra al este de donde estamos. —dijo Pakku cuando estuvimos arriba de Appa. —El general Fong les dará una guía hasta Omashu, ahí estarás a salvo para comenzar a entrenarte como maestro tierra con el rey Bumi. —

—Appa, yip-yip. —dijo Aang y emprendimos vuelo.

—¡Saluda a gran-gran abuela por mí! —grito Katara antes de estar más lejos.

Volamos unas cuantas horas hasta que llegamos a nuestro destino.

Aterrizamos y enseguida bajamos para poder estirar las piernas, cuando el que creo es el general Fong nos dio la bienvenida. Él era un hombre corpulento con el cabello castaño oscuro recogido y con una barba larga.

—Bienvenido Avatar Aang, bienvenida Ānníng Lin. Soy el general Fong. —dio una reverencia junto con los soldados que estaban detrás de él. —Les doy la bienvenida a todos, grandes héroes. Appa, Momo, valiente Sokka y poderosa Katara. —

Sokka y Katara sonrieron con orgullo.

—¿Poderosa Katara? Suena muy bien. —dijo ella.

De repente comenzaron a llenar el cielo un montón de fuegos artificiales de muchos colores.

Estaba impresionada con la bienvenida.

—Nada mal, nada mal. —dijo Sokka con una sonrisa.

Cuando la bienvenida termino, nos pasaron a la sala principal o "Oficina" del genera para hablar sobre estrategias y no se cuanta cosa más.

—Avatar Aang, Ānníng Lin. —nos llamó el general. —Nos maravillamos con las increíbles historias de como ustedes solos acabaron con una flota de la Nación del Fuego en el Polo Norte. No me imagino lo que se ha de sentir poseer un poder tan devastador, ha de ser una responsabilidad inmensa. —

—Tratamos de no pensar en eso. —dije.

El general sonrió.

—Avatar, Ānníng, ¿Ya están listos para combatir al señor del fuego? —nos preguntó.

—¿Qué? —preguntamos los dos desconcertados.

—¡No lo estoy! —dijo Aang asustado.

Aang apenas empezaba su entrenamiento y yo…ya dominaba mis dos elementos y el estado Ānníng pero eso no significa que esté preparada, necesitaba a Aang.

—Aang aun no domina los cuatro elementos. —dije.

—¿Para qué? con el inmenso poder que poseen y que han logrado destruir cientos de naves en minutos, basta para derrotar al Señor del Fuego ahora. —dijo convencido. —Además tengo entendido que la Ānníng ya domina sus dos el elemento, con eso y el Avatar, será pan comido. —

—Señor, sucede que Aang y Lin solo pueden hacer eso cuando están en estado Avatar y Ānníng. —explico Sokka.

—Si. —concordó Aang. —Es un estado especial que nos permite…—

—Lo se. —interrumpió el general. —Sus ojos y sus tatuajes brillan manifestando un poder increíble, sin ustedes seriamos derrotados antes de llegar a sus orillas. —se puso de pie y miro el mapa que estaba detrás de él. —Pero con ustedes en la cabeza como nuestra arma superior, podríamos atacarlos directamente en el corazón de la Nación del Fuego. —

—Lo entendemos pero yo no sé cómo salir y entrar en el estado Avatar y mucho menos lo que hago en ese estado. —dijo Aang mirando al piso.

—Que la Ānníng Lin te ayude, según fuetes confiables ella ya domina el estado Ānníng. —

—Si pero eso es muy diferente al estado Avatar. —dije. —Yo solo tengo que dominar dos, él tiene que dominar cuatro. —

—Bueno. —dijo el general. —Que no se hable más averiguaremos como entrar al estado Avatar y luego enfrentaran su destino. —

—No, eso no es posible. —dijo Katara al mismo tiempo que nos poníamos de pie.

—Nosotros ya tenemos un plan. —dije. —Aang y yo buscaremos nuestro destino a nuestra manera. —

—Bien, mientras tu aprendes a controlar los cuatro elementos. —dijo el general viendo a Aang y luego me miro a mí. —Y tú no haces nada. —fruncí el ceño. —La guerra continua. Vengan les mostrare algo. —nos guio a una de las ventanas de su oficina, desde ahí pudimos ver a muchos soldados heridos. —Esa es la enfermería y esos soldados son los que tuvieron suerte, ellos regresaron. —pude ver como la cara de Aang se llenaba de culpa. —Todos los días la Nación del Fuego toma vidas, los nuestros mueren, Aang, puedes detenerlos…ahora, debes decidir. —y se fue, así como si nada después de darle el mayor discurso/chantaje que haya escuchado.

Horas después ya estando en nuestro cuarto, Aang decidió salir a caminar solo. Sabía que necesitaba pensar.

Volvió cabizbajo después de una hora.

—Le dije al general que lo ayudaría. —dijo en cuanto se sentó en se cama. —Entrando en estado Avatar. —

—Aang, esa no es la forma correcta. —dije.

—¿No recuerdas cuando barrio la flota de la Nación del Fuego? Fue increíble. —dijo Sokka.

Katara y yo lo miramos mal.

—Hay solo una manera de hacerlo bien. —dijo Katara. —Con práctica, estudio y disciplina. —

—O comenzar a brillar y vencer al Señor del Fuego. —dijo Sokka.

—¡Si quieren hacerlo de la manera incorrecta! —dije enojada mientras me ponía de pie y caminaba a la salida del cuarto. —¡No cuenten conmigo! —

—¡Son un par de cabezas huecas y lo van a arruinar todo! —dijo Katara igual enojada y camino conmigo.

—Lin, Katara. —nos llamó Aang antes de que saliéramos. —Solo trato de ser realista, no tengo tiempo para hacerlo de la manera correcta. —

Rodeé los ojos y salí del cuarto junto con Katara.

—No puedo creer que se vayan por la opción más fácil y peligrosa. —le dije a Katara. —Ni siquiera sabe tierra control y ni mencionar el fuego control, y así piensa que podrá controlar el estado Avatar. —

—Ya se. —me contesto Katara. —Tiraran por la borda todo el progreso que llevamos, solo para complacer a ese general. —

—Uso la carta de la culpa. —dije, Katara me miro interrogante. —Nos enseñó a los sodados tierra que venían heridos de la guerra. —suspire y mire al piso. —Se que están pasando por cosas horribles en esa guerra pero si algo pasa mientras intenta controlar el estado Avatar, Aang termina herido o peor muerto, ¿Entonces en que posición terminaríamos? ¿Qué haría sin él? —dije la última pregunta en un susurro.

—Estuvo mal que el general haya hecho eso pero lo mejor será que estemos ahí en los intentos. —asentí a lo que dijo. —Así podremos intentar controlar si algo sale mal o tal vez podamos persuadir a Aang para que no lo haga de esa manera. —

Nos quedamos en un silencio cómodo.

—Sera mejor que vayamos a dormir. —dije rompiendo el silencio. —Estoy segura de que mañana será un día largo. —

Katara asintió.

Caminamos hacia el cuarto y nos fuimos directamente a dormir.

Al día siguiente nos levantamos temprano para ir al lugar en donde nos había citado el general Fong. Era un lindo kiosco encima de una de las montañas que había alrededor.

—Este té es para potenciar el chi es un estimulante natural. —dijo el señor que preparaba el té. —En un guerrero común aumenta su fuerza y energía diez veces, en ti podría inducir al estado Avatar. —

—¿Diez veces más fuerte? —dijo Aang y tomo el té.

Entonces algo sorprendente y que no sabía que pudiera ser posible sucedió.

Aang… comenzó a… estar más imperativo de lo normal.

—¡Funciona, funciona! —comenzó a decir rápidamente mientras recorría el lugar en una patineta de aire. —¡¿Pueden sentirlo?! ¡Que alguien me diga si estoy en estado Avatar porque no me puedo ver bien! ¡¿Estoy hablando muy fuerte?! —

—Podría matar al Señor del Fuego si le habla así. —dijo Sokka aburrido.

Entonces se escuchó un gran estruendo.

Aang había chocado contra uno de los pilares.

Después de un intento fallido decidimos seguir con el siguiente.

Ahora nos encontrábamos en la plaza principal de la fortaleza.

—Tal vez yo pueda inducirte al estado Avatar sorprendiéndote. —dijo Sokka.

—Me encantan las sorpresas. —dijo Aang con el pulgar arriba.

Le tape los ojos en lo que Katara ayudaba a Sokka a ponerse a Momo en los hombros haciendo que diera una ilusión de que a cabeza de Momo estaba en el cuerpo de Sokka.

Después de la señal de Sokka, le destape los ojos a Aang. El grito de la impresión y no paso nada más.

—Eh, no estoy brillando. —dijo Aang levantando los brazos.

Otro intento fallido.

Fuimos a ver si el siguiente intento sería mejor, aunque lo dudaba.

Estábamos en una de las salas especiales que había en el lugar y Aang estaba vestido de una forma ridícula.

—¡Llevas puesta una prenda ceremonial de cada una de las cuatro naciones! —dijo el sabio. —¡Ahora uniré los cuatro elementos en uno solo, agua, tierra, fuego y aire! ¡Cuatro elementos en uno! —le lanzo a Aang la mezcla que había hecho, ósea le lanzo lodo.

—¿Qué? Esto es lodo. —dijo Aang con el ceño fruncido.

—¿Te sientes diferente ahora? —preguntó el sabio.

Aang levanto un dedo y lo miramos sorprendidos.

—¡Achu! —Aang había estornudado tan fuerte que nos había llenado de lodo a el general, a Sokka, a Katara y a mí.

—Tenemos que hallar la forma. —dijo el general frustrado.

Después de tres intentos fallidos Katara y yo decidimos ir a hablar con Aang, intentar persuadirlo para que cambiara de opinión.

Caminamos hacia el balcón en donde estaba Aang.

—¿Podemos hablar? —pregunto Katara al estar a un lado de él.

—Claro. —contesto.

—¿Recuerdas cuando estábamos en el Templo Aire y encontraste el esqueleto del monje Gyatso? —pregunto Katara.

Aang miro al horizonte triste.

Me sentí mal solo de pensar lo que había sentido Aang al ver una cosa tan traumática como esa.

Tome su mano.

—Para ti debió ser algo horrible y traumático, estabas tan triste que eras irreconocible Aang. No digo que el estado Avatar no tenga poderes increíbles y que también sean útiles pero debes comprender que para las personas que te quieren al verte en ese estado de dolor y rabia nos asusta mucho. —termino de decir Katara.

—Me alegra mucho que me lo digas pero tengo que hacer esto, chicas. —

—No lo entiendo. —dije.

—Lin, tu más que nadie lo debería de entender. —dijo Aang. —Todos los días mueren más y más personas y ya nos atrasamos cien años, vencer al Señor del Fuego es la única forma de acabar la guerra. Tengo que intentarlo. —

—No puedo ver cómo te haces esto a ti mismo, Aang. —dije un poco decepcionada. —No sabría qué hacer si algo llega a pasarte por forzar el estado Avatar, así que… no cuentes conmigo mañana. —comencé a caminar. —Buenas noches. —

—Tampoco cuentes conmigo, buenas noches. —escuche decir a Katara.

—Buenas noches. —como Aang decía a lo lejos algo triste.

Al día siguiente al despertarme Aang y Sokka ya no se encontraban en la habitación.

—Se fueron temprano a entrenar con el general. —dijo Katara. —O eso supongo, cuando desperté ya no estaban. —

Suspire.

—Espero que nada malo pase. —dije.

Entonces se comenzó a escuchar mucho ajetreo y enorme estruendo como de explosiones o algo parecido.

—¿Qué locura estarán intentando ahora? —pregunto Katara.

—Tal vez debamos ver si están bien. —conteste.

Salimos del cuarto, caminamos por el pasillo y al ver por el balcón pudimos ver como los maestros tierra estaban atacando a Aang.

—¡¿Qué está pasando?! —le pregunte a Sokka cuando bajamos las escaleras.

—¡El general se volvió loco! —contesto. —Trata de inducirle el estado Avatar. —

Entonces junto con Katara comenzamos a atacar a los soldados y a inmovilizarlos con agua control para que dejaran de perseguir a Aang.

—Tal vez tu puedas huir de mí. —le dijo Aang y luego volteo a verme. —Pero ella no. —

Entonces los maestros voltearon las rocas gigantes haciendo una barrera.

Estaba a punto de saltar y de usar mi aire control cuando sentí mis pies hundirse en el piso.

Mire mal al general.

—¡Déjeme ir! —grite y le lance un chorro de agua pero él la absorbió con arena e inmovilizo mis manos con roca. —¡Estoy atrapada! —

—¡Déjela ir! —dijo Aang enojado lanzándole al general una ráfaga de aire que bloque con un muro de roca.

Sentí como me hundía más, y la desesperación de no poder moverme de la cintura para bajo llego a mí.

En ese momento no podía pensar en nada por la desesperación.

—¡Lin! —gritaron los hermanos que intentaron ayudarme pero no pudieron acercase mucho ya que el general no los dejo.

—Deténgase, tiene que dejarla ir. —suplico Aang corriendo hacia el general.

—Podrías salvarla si estuvieras en estado Avatar. —dijo el.

—Lo intento, lo intento. —dijo desesperado con lágrimas en los ojos.

Me hundí más.

Sentía como la tierra me apretaba el pecho.

—¡Aang, me hundo! —grite.

—No te veo brillar. —dijo severo el general haciendo un movimiento que hizo que solo mi cabeza estuviera en la superficie.

—¡Basta! —grite desesperada por no poder respirar bien.

—¡No puede hacer esto! —dijo Aang desesperado en el piso, a los pies del general.

—Al parecer si puedo. —

Eso fue lo último que logre escuchar del general, todo a mi alrededor estaba negro y me faltaba el aire. Una desesperación tremenda comenzó a llenarme y las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.

De repente me sentí impulsada hacia arriba.

Comencé a toser y a intentar tomar aire.

—¡Tu amiga está a salvo! —fue lo primero que escuche al general gritar. —¡Solo era un truco para inducir el estado Avatar! ¡Y funciono! —

Cuando mire hacia arriba quede totalmente sorprendida. Aang se encontraba en la punta de un tornado, sus tatuajes y ojos brillaban, y tenía el ceño fruncido.

Aang comenzó a atacar a todos menos a los hermanos y a mí. Comenzó a destruir con tierra control todo lo que había a su alrededor. Nunca lo había visto tan enojado.

Entonces sus tatuaje y ojos dejaron de brillar y cayó de rodillas al piso mirando todo lo destruido a su alrededor.

Corrí hacia él y nos abrazamos.

—Discúlpame, Lin. —dijo. —Espero que nunca más tengas que verme así. —

—Está bromeando. —dijo el general caminado hacia nosotros. —Eso fue casi perfecto, solo hay que encontrar la forma de controlarte en ese estado. —

—Usted está loco. —dijo Aang enojado.

—¿Acaso no aprendió la lección? —pregunte yo de igual forma.

—Lo averiguaremos de camino a la Nación del Fuego. —dijo ignorándonos.

Los hermanos llegaron montados de un caballo-avestruz y Sokka lo golpeo dejándolo noqueado

—¡¿Alguien tiene algo que decir?! —pregunto Katara.

Los soldados negaron.

—¿Aun quieren a alguien que los guie hacia Omashu? —pregunto uno de los soldados haciendo una reverencia.

—No es necesario. —dijo Katara.

Juntamos nuestras cosas, subimos a Appa y nos fuimos rumbo a Omashu.