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VIII: Sentimientos

 Actualidad

 

Apartada del resto del equipo, quienes habían llevado a Jayden al hospital. Blair tenía los archivos de los 3 asesinos, abiertos en el celular. Tanta información en sus manos, jugosas oportunidades para avanzar y terminar con esto de una buena y merecida vez, que le causaba un sabor dulce, que se saboreaban en sus labios, causando un instinto similar a la adrenalina. Ya eran como las 3 A.M, pero estaba bien despierta, sonriente, contenta, por primera vez motivada. Con café puro, se mantenía a 100% de sus capacidades. Jamás estuvo más concentrada en su vida. Sin embargo, necesitaba entrar a su habitación de hotel para sacar su notebook. Se la olvidó, supongo que por estar tan apurada más temprano ese día. Encima, se estaba quedando sin batería, en el móvil, sin contar la necesidad de descansar sus ojos de los lentes de contacto. Por razones obvias, temía a entrar, por esa maldita rata, "Estoy segura que no la sacaron aún" pensaba la pelirroja en el asiento del auto. Sin embargo, no le quedaba de otra. Sin más, salió del vehículo.

 

Cuando estaba en la puerta del cuarto, tomó aire, y entró, pero se asustó al ver que no estaba cerrada. El pestillo estaba bien, pero se sentía forzada la cerradura. La curiosidad de ella, aunque no superara su astucia, o lógica, le hizo entrar cautelosa, preparada para cualquier ataque externo, revisando cada esquina del lugar. Nada. Solo estaba la caja encima de la cama, otra vez. Pero estaba ordenada, tapada nuevamente, nada que ver con cómo la había dejado antes de salir (Desparramada en el suelo). La rata no parecía estar cerca, y aunque lo estuviera, Blair estaba demasiado concentrada en aquel paquete misterioso, que nuevamente estaba llamándola. Así que, otra vez, con su cautela la destapó, pero el contenido, era distinto: Una pistola calibre 45. De color plateado, con mango negro, junto a una pequeña caja de municiones 9mm al costado. Con cuidado, la levantó con una servilleta (Así no se notaban sus huellas, o borraba las anteriores) para verla de cerca, con cuidado de no dispararla: Tenía el número de serie raspado, recamara y cargador, vacíos. Aun así, lo demás, estaba de maravilla. Estaba nueva. Debajo del regalo, otra nota. "¿Qué diablos?". La tomó para leer:

 

Señorita River:

No sé, si la frase sería "me alegra escribirle", pero supongo que es la realidad de cierta manera. Me dirijo a usted con esta carta, utilizando el alias con el que me conoce, Dake, para intentar entablar algún tipo de dialogo. Mire, se bien que me coincidiera un psicópata como a Jasquier y sus otros "mosqueteros", pero no podría estar más alejada de la realidad. Yo, y ese monstruo, pero la verdad, es que somos polos opuestos. Aun así, negar que fuimos, alguna vez aliados, sería mentirle en la cara descaradamente, teniendo en cuenta que mis otros subordinados ya se han encargado de decírselo. Eso, no quita el hecho de mis acciones y motivaciones, difieren mucho, lo que usted, sabe, teniendo en cuenta que me viene investigando durante estos días. Por eso, que asumo que me creerá, cuando le diga, que yo no maté a su marido, mucho menos a su hijo, ni siquiera estuve detrás. Yo, a mi manera, respetaba al señor Woods: Un sujeto, de los pocos que siguen creyendo en la justicia, y no ha cedido a los lujos de la corrupción. Por eso, de ser por mí, le hubiese protegido a capa y espada, si tan solo supiese de mi existencial, y no se hubiese cruzado con Jasquier en el peor momento. Su hijo, sin embargo, fue una víctima del daño colateral del psicópata. Yo jamás heriría a un niño, menos a tantos como ese día. Mis objetivos, me alejan mucho, del genocidio. Queda en usted creerme o no, pero, el día que explotaron ese jardín de infantes, yo mismo, intente asesinar a aquel monstruo. Adam, sin saberlo, intentó ayudarme, pero sucumbió a la calidez de su sangre. Usted no es igual. Es capaz de lo que sea por sus objetivos o más bien, su familia, igual que yo. Por esto, me tomo la libertad de darle una mano en su cacería. De momento, le regalo esta arma. Sé que debe saber usarla, son de las más comunes, además, se usan unas casi iguales en la fuerza. No podré hacer mucho más por ahora, pero sepa que, sabré apoyarla en el momento más necesario, usted confíe en mí. Sé que debe ser mucho pedir, sabiendo que hay, díganosle, cuestiones detrás de mí nombre. Quizá algo más o menos ilegal. Pero creo, que amenazar a alguien con quemarle los testículos, o arruinar una vida, no es algo que se diferenciara mucho de las acciones que sabe que cometí ¿No cree? En resumen, confió en que sabrá qué hacer con este enemigo en común. Le deseo una buena cacería.

Con respeto: Dake

 

Definir como se sentía en ese momento, sería como explicar el color violeta a un ciego. Rabia, asco, duda, todo esto, le estaba pasando por el corazón. Sus manos temblaban, sus dientes estaban apretados, sus ojos cerrados. Partió en mil pedazos la hoja de papel. "Ese de hijo de… ¿Quién se cree que es, para comparase conmigo?" Pensaba. Golpeó la pared, pateó una silla. "Se piensa que soy un mero recurso ¿Eh? Que me va a comprar con una pistola y ya. Pues está muy equivocado" Se dijo tras toma el arma, a punto de desarmarla, igual que lo hacía cuando estaba en servicio. Pero la miró bien. Una serie de ideas comenzaron a con las que ya tenía. "Y si…" Comenzó a darse cuenta de lo útil que era tener esto. "Esto es verdaderamente necesario. ¿Por qué no mentiría con lo de Adam y James, si quiere ayudarme con Jasquier?" Pensó "Podría…" Sacudió la cabeza "¿¡Qué diablos Blair!?" Se insultó. Se sentó en la cama, reconsiderando cada cosa que acaba de pensar. "Debo… meditar más esto." Terminó dejando el objeto de nuevo en la caja, para esconderla debajo de la cama. Luego, recordó el hecho, de que claramente, ese lugar, ya no era seguro. Salió de una buena vez del lugar, rumbo al departamento de Jane.

Hace 8 años

 

Era sábado, Blair tenía la noche libre, por lo que pudieron organizarse para cenar juntos y pasarla una linda velada. Adam, la invitó a comer a uno de los restaurantes relativamente caros de la ciudad. Aunque le había molestado la decisión a la pelirroja, quien era mucho más ahorrativa "¿Para qué voy a comer en un lugar caro, a cambio de solo comer arroz blanco un mes?" le preguntó una vez llegó al lugar. Además, vestirse de forma pretenciosa para no desentonar con lo demás clientes, le parecía una estupidez. Sin embargo, la compañía, sumada a la verdadera delicia que comió, le hicieron pasarla lindo. Sobre todo, le gustó pasar tiempo alejada del trabajo, que le dejaba poco tiempo para pasar tiempo junto a él.

 

En cuanto su trabajo, era casi peor de lo que alguna vez imaginó. Algo tan repugnante, aterrador, triste, feo, e incluso, a veces, hasta conmovedor. Hasta aquel entonces, solo era una novata. Le faltaba demasiada experiencia en este rubro. Solo le tocó un homicidio, el cual aún estaba resolviendo. Sus otros casos, eran, en su mayoría, suicidios. Aun le dolía ver a personas con agujeros en la cabeza, porque la vida los aplastó, y no daban más del sufrimiento de su misma existencia. Padres, que perdieron las custodias de sus hijos; Madres, que perdieron a su bebé en el parto; Gente solitaria, que por equis o ye razón querían acabar con sus vidas, algunos por adicciones, otros por deudas, etc. Los peores, sin embargo, a eran los adolescentes, chicos de 14, a 17 años, que no daban más, y acababan con todo. Solían colgarse en el techo con sus sabanas, o cortarse las muñecas en las bañeras de sus casas. Le dolía especialmente. "Son tan jóvenes. Tenían tanto porque vivir. ¿Qué lo llevaría a esto?" Se preguntaba siempre en cada escena de este tipo. Las cartas de despedida, daban verdadera lástima. Los chicos, no sabían cómo afrontar un divorcio, la soledad, el bulling. No se diga, aquellos que lo hacía, como consecuencia de una agresión: Chicos o chicas, abusados por algún familiar, o persona cercana, lo que destruía sus esperanzas. Era, tan amargo. "Dan ganas de matar a todos los adultos" Pensaba que la depresión que vivó a la edad de estos muchachos, no llegaba casi a los talones de lo que debían pasar estos. Lo bueno, desde que llegó un tal "M.V.J.J" la cantidad había reducido, seguía habiendo bastantes. 

 

Cada día que veía algo de eso, no podía dormir, al menos, hasta esa mañana. Cuando llegó ese día, durmió como una bebé. De hecho, no sintió su normal angustia cuando vio al taxista que se estampó adrede contra las barandas del acantilado, tras que una deuda le alcanzara. Por más de tener el cráneo desperdigado por la acera. No se sintió más que acida, al respecto. Sabía que terminaría desarrollando cierta tolerancia, pero no tan rápido, ni tan fuerte. "¿Acaso soy un monstruo?" Lo peor, no podía confiar ni en Adam, ya que iba al turno diurno, por cuestiones legales, y en esos horarios, no veían cosas tan terribles. Hizo un esfuerzo, pero no pudo dejar de pensar un segundo en este sentimiento. La pasó bien, era innegable, mas no por ello, dejó de sentirse una especie de zombi sin alma. A cada rato, él le preguntaba si estaba bien. Respondía un poco cortante, no quería arruinar la noche, pero no podía hacer nada, para sentirse bien consigo misma.

 

Luego de la cena, caminaron por el parque, hasta las 1 más o menos. Luego, tras llegar al edificio, subieron a la terraza, aparentemente, sin razón. Las estrellas estaban hermosas, el cielo totalmente despejado. El calor el suficiente, para que ella se sacara su abrigo. Había, absoluto silencio, ni se sentían los ruidos de los autos pasar. Se veían las luces de la ciudad, con una vista, algo reducida, sí, pero linda. La belleza de aquel momento, al fin le hicieron olvidar las malas vibras de su trabajo. Entonces:

 

- ¡Blair! - Le llamó por su nombre, mientras la hacía voltear con las manos

- Dime.

- Sabes, que nunca me va bien, cuando me quiero poner romántico: Me trabo, digo estupideces, o fallo en mi lógica. - Le comentó, de forma algo repentina.

- Lo sé bien. - Acepó riendo. - ¿Por qué me lo recuerdas ahora?

- Te aviso que, para evitar problemas, o retrasos, seré breve y conciso.

- ¿Ah? - Exclamó sin entender. Entonces, él sacó una pequeña caja de terciopelo negro. "¡O mi Dios!" Pensó tapándose la boca.

- Jamás, pero enserio, jamás, sentí a alguien tan cerca como a ti. - Comenzó el discurso. La pelirroja comenzó a temblar de la emoción, no por la sorpresa, porque sabía que algún día pasaría, sino por el sentimiento de genuina felicidad que le hervía la sangre. – Me complementas, me ayudas, y me dejas ayudarte. - Continuó fingiendo seguridad. – Ya no me imagino que hubiera sido mi vida sin ti. Amo tu calor; Tus besos; Tu inteligencia; Tu capacidad de hacerme sentir sereno, aun cuando estoy hasta el cuello de porquería, y un enorme etcétera. – Concluyó. Finalmente abrió el compartimento, dejando ver un bellísimo anillo dorado. Él se incoó en una rodilla, mientras ella se llenaba de alegría, para finalmente decir la propuesta en una oración: - Para resumir: Blair River, ¿Te casas conmigo? - Terminó, intentando fingir seguridad, pero se veía en sus ojos el nerviosismo, y terror, que sentía aquel joven adulto. Ella se arrodilló junto a él, sin importarle que se le ensuciara el vestido, y puso su frente contra la suya.

- Sabes que sí. - Respondió serena, sabiendo que finalmente, tras todo lo que pasaron, pasarían en resto de sus vidas juntos. Se dieron un beso, algo corto, y se abrazaron.

- Gracias. Me acabas de hacer el hombre más feliz.

- Tú ya me hacías sentir así.

- Incluso dudé.

- No bromees con eso.

- Enserio.

- Entonces no eres muy inteligente.

- ¡Oye!

- Es broma amor.

- Te amo.

Actualmente

 

- ¡Esto vale oro! - Exclamó Blair alzando el pc, donde estaban los archivos. Ya estaban en el departamento de Jane. Todo igual, solo se veían las caras de sueño de ambos jóvenes. Eran pasadas las 2 de la mañana, así que se entendía este estado. – Con esto en nuestras manos, los 3 lograremos acabar con nuestros objetivos. Acabaremos a los malditos.

- Bien, ¿Qué tenemos? - Preguntó Rey, tras tomar un trago de Monster, para despertase.

- Los archivos están muy incompletos, a decir verdad, no aparece mucho de sus pasados: Ni información de sus padres, familiares, amigos. Solo registros médicos, más o menos de que trabajaban, y poco más. Más que informes reales, perecen textos escritos a modo de resumen, que posiblemente hizo Marisa. Ya saben, para deshacerse de Dake, si llega a ser necesario.

- ¿Y entonces? ¿Para qué nos sirven?

- A eso voy. - Respondió mostrando una página en la notebook, para luego darla vuelta, para que los otros vean. - Entre los registros médicos, están los psicológicos. ¿Saben que significa?

- ¿Ahora, sabremos cómo atraerlos a una trampa? -Preguntó Jane.

- Exacto.

- Perfecto.

- Ahora, ¿Con que los atraemos? - Preguntó la del medio, sentándose en una silla.

- Bien. Leamos un poco:

 

Primer sujeto:

Nombre: Daemon 

Edad: 40 años.

Ex militar en Irán. Medallas al valor, y mejor tirador. Expulsado, aparentemente, por actitudes anti patrióticas en su código de honor: Incluye actitudes violentas hacía compañeros del pelotón, desobediencia a órdenes directas, y ataque a enemigos desarmados, y civiles (No confirmado) Murió hace 1 año, en medio de un ataque aéreo a su campamento. Según sus análisis, cuenta con una excelente capacidad física, aunque parece que disminuyó a causa de las heridas de la guerra. Además, los psicológicos, solo muestran estrés postraumático, y demencia, pero parece tenerlos bajo control

Segundo sujeto:

"Nombre: Mary 

Edad: 35 años.

De pequeña, pasó de un hogar adoptivo a otro por años, hasta sus 17 años, cuando se emancipó. Maestra de escuela, graduada con honores de la universidad de matemáticas. Fue despedida, tras que varios padres le acusaran de bromear de forma demasiado cruel con ciertos alumnos. Algunos, mencionaron comentarios racistas, gordofóbicos hasta, homofóbicos. Fue sancionada, un par de meses, pero luego despedida, tras que una alumna reportara actitudes inadecuadas con los mayores, algunas rozando lo sexual. Desapareció luego de esto, y unas semanas después, se le encontró con una sobredosis de pastillas antidepresivas. Según sus análisis psicológicos, cuenta con talasofobia, y miedo al fracaso, con algunos inicios de depresión."

Sujeto 3:

Nombre: Jasquier 

Edad: 37 años.

Ex miembro de la policía científica. Perito durante 10 años, hasta su despido por causas desconocidas hasta la fecha. Sus análisis médicos, dejan en claro que tiene habilidades físicas por encima de la media. Apareció muerto en un callejón, con un disparo de 9mm en la frente. Se cree que fue un ajuste de cuentas, con algún criminal. En lo psicológico, cuenta con psicosis, y trastorno de personalidad estridente…

 

- ¿Eso qué significa? - Interrumpió Jane.

- Que busca ser el centro de atención, constantemente. - Respondió Rey.

- ¡Bien! ¿Cómo lo sabes?

- ¡Estudio psicología Blair! ¿Cómo no lo sabes?

- Cierto, perdón. - Se disculpó avergonzada la pelirroja. – Pero con esto. - Retomó el tema. – Es suficiente para platear el plan a seguir. Ya podremos atraerlos a una trampa.

- ¿Segura? - Cuestionó la pelimorado.

- Si ¿Por?

- Falta demasiada información. ¿Qué hay de sus padres? ¿Por qué aparecen como fallecidos? ¿Dake es quien los ocultaba, o se encontraron con el tiempo?

- No lo sé. Y para ser totalmente honesta: No me podría importar menos. - Dijo la mayor, intentando se clara. – Esa información, solo les daría razones para ser lo que son. Y no me importa lo que les pasó, solo que me quitaron a mi familia.

- Eso es cruel. - Reprochó Jane. – Nadie es así porque nació con un "Gen de maldad". Si sabemos sus razones, quizá logremos que la culpa los mate ante que nosotros.

- La culpa no mata, tan efectivamente como lo hace una bala bien colocada. - Dijo. "Esto puede que sea un problema. Seguro sacó esto del M.V.J.J"

- Bien, dejen de pelear, y concentrémonos en encontrarlos.

- Pero no es solo eso. ¿Por qué Dake los quería usar a ellos? ¿No podía usar sicarios?

- Cierto

- Además: Los 3 son enfermos mentales, gente que se les podría salir de las manos. Cosa que pasó, porque ahora quiere matarlos.

- Si…

- Todo llega a la misma conclusión. - Dijo la mayor, alzando la vista a los otros 2. – Dake, no quería asesinos, quería monstruos. No quería gente que matara por dinero, quería gente que diera miedo a la población. En general, símbolos.

- No entiendo.

- Los asesinatos, tenían símbolos, cosas en común, o modus operandi. Ahora es sabido públicamente, que no se sabía casi nada de sus pasados. Creó a asesinos en serie, para aterrar al mundo. Creó una imagen a la cual temer

- ¿Pero por qué?

- Esa es la pregunta.

- ¿No que sus motivaciones no te importaban?

- Las de Dake, sí. No es como ellos.

- ¿Tú qué sabes?

- Como actuó con Marisa: La usó como informante. Jasquier es un asesino, que no piensa más que sus formas de matar. Cometió errores, que por más años de perito que fuese, no podía salvar: Lo de las cámaras de seguridad, que revelaron su identidad, es la prueba.

- Cierto.

- Además, Jeff fue claro: Era inteligente, sabía cómo moverse, y manipular.

- Aun así, parece que Jasquier se le fue de manos, quizá no era tan inteligente.

- Lo quiere muerto, porque es su única falla. - "Por eso me ayuda"

- Si nos adelantamos, podríamos interrogarlos, para que nos diga cómo acabar con ese maldito.

- Pero no sabemos hasta qué punto es culpable de la muerte de tus amigos. Se le fue de las manos ¿No?

- Sí, pero ellos fueron de las primeras víctimas. Además, ya lo dijiste, cuadra con las acciones que dije: Llamar la atención.

- O como dije yo, un ajuste de cuentas.

- No lo sé.

- Aunque no fuera el asesino intelectual de mis amigos, sigue siendo una amenaza para el mundo: Liberó a 3 locos, para matar gente. Es un monstruo igual.

- No sé, si es mi prioridad ahora.

- ¿Qué?

- Digo que hay que plantearnos como capturar a Jasquier.

- ¡Ah!

- Bien por mí. ¿Pero cómo lo hacemos? - Los tres se sentaron. "Esta larga noche, va a durar más de lo esperado". Pero velozmente, sin previo aviso. Jane saltó de la silla, dio un par de vueltas alrededor de la mesa.

- ¿Qué ocurre Jane? - Preguntó el latino.

- ¡Ya se! ¡Ya sé cómo vamos a hacer para resolver esto!

- Te escuchamos.

- Lo que debemos hacer, es una manifestación.

- ¿Ah?

- No te estaría entendiendo.

- Debemos hacer es una manifestación de padres y madres de los niños que murieron ese día.

- Eso lo entendemos, ¿Pero por qué?

- Jasquier busca ser constantemente el centro de atención, ¿No? ¿Qué lo atraería más que una revuelta en su contra? - Explicó la chica, agitando las manos. – Una movilización de ese tamaño, sería la carnada perfecta. Lo atraparemos con las manos en la masa. - Terminó con entusiasmo. - Aparte, como Adam y Abigail eran policías, estos últimos estarán de nuestro lado, y nos protegerán de cualquier cosa que pase. - Los otros 2 se miraron, luego Blair sacudió la cabeza.

- No creo… Estas cosas necesitan tiempo, y es justo lo que no tengo. Solo me quedan 18 días para irme, y esto toma demasiado. Además, debo empezar los tramites de defunción, lo cual consumirá bastantes días.

- No es cierto. Yo conozco a varios influensers por mi trabajo. Ellos harán ruido para que la mayor cantidad de gente se sume. Además, este tipo de cosas se resuelven fácil a la hora de pedirse. Seguro cortarán las calles en cuanto nos acerquemos a la alcaldía. Como es años de elecciones, varios candidatos harán los buenos, y nos ayudarán para atraer votos. Continuó.

- Pero 300 padres no son tantos. - Dijo Rey tratando de bajarle los humos.

- No solo serán los padres, serán tíos, y hermanos, tanto de los niños, como de los maestros que murieron ese día. Adamas, vendrán personas que se compadecen, y maestros supervivientes. Si calculamos más o menos bien, llegaremos a las 1.000 personas. - La mayor bajó la cabeza, pensó un par de segundos. – Además, si prefieres mantenerte anónima, yo seré la cara publica de esto. No tengo nada que perder. - Concluyó la joven.

- No lo sé.

- Por favor. Déjenme hacerlo. - La pelirroja se sostuvo el pelo tras la espalda. "¿Cuántas opciones nos quedan?" Miró a Rey y le preguntó.

- ¿Qué me dices? - El chico miró hacia arriba y dijo.

- Digo, que no creo que tengamos más opciones.

- Bien. ¿Podemos confiar en ti?

- Lo sabes Blair.

- Decidido. Atraeremos a estos bastardos de ese modo. No nos defraudes.

Hace 8 años

 Los preparativos de la fiesta, estaban encima de la mesa. Dicen que cada niña sueña con el día de su boda, pero Blair, a decir verdad, no lo había pensado tanto. Como ni siquiera sabía si se iba a casar algún día, que todo esto ocurriera de golpe, la habían dejado algo atontada. No por ello, no sabía más o menos que quería: Quería una quinta, un lugar al aire libre, donde poder caminar. Quería que fueran compañeros de trabajo y algunos amigos. Que la comida sea una pasta especial "Sorrentinos o rabioles". Pero, sobre todo, quería ver a su pareja en el altar. En efecto, la falta de su madre, le hizo sentirse algo mal. Como quería tenerla cerca en ese momento, para contarle sus ansiedades y miedos. Su única compañía seria su madrina Zoe. Su única amiga del trabajo, o en general. Él tenía a Graham, un viejo compañero, que haría exactamente lo mismo. Luego se acordaba de que fue ella misma quien la alejó, y se le pasaba, pero la duda seguía allí. Con la cabeza exhausta, de pensar en tantas preparaciones, se quitó los lentes y se alejó de la mesa para recostarse en el sofá un rato. Al ser sábado, Adam se acercó a su lado, le besó la mejilla, y se sentó en el suelo, a su lado. 

 

- ¿Cómo te va?

- Me cansa hacer todo yo, a decir verdad.

- Ya te dije, que, si necesitas algo, me pidas.

- Lo sé, solo que me da más seguridad hacerlo así…

- Bueno. - Comenzó a cerrar los ojos durmiéndose. – Amor.

- ¿Mhm?

- Debemos hablar.

- ¿Te vas a echar para atrás?

- ¡No, para nada!

- Menos mal.

- Quiero pedirte algo. - Volteó. – Quiero que invitemos a tu padre a la boda.

- ¡No! - Se levantó y comenzó a irse.

- ¿Por qué no?

- ¿Acaso no es obvio? - Le preguntó mirándolo. – Nadie estuvo más en contra de lo nuestro, que ese. Me echó de casa…

- Tú te fuiste por voluntad propia.

- Fue un 50/50…- Aceptó. – Pero… - Retomó el tema. – Jamás me aceptó como soy, y menos a ti. ¿Para qué lo quieres en el día más feliz de nuestras vidas? - Adam se levantó, y se le acercó.

- Porque… ¿Notaste que ningún familiar va? Solo queda mi abuela viva. Tu madre, pues…- Hizo una pausa. – Simplemente no quiero que se quede fuera totalmente de nuestras vidas. O al menos de la tuya.

- Eso, no te incumbe.

- Si lo hace. Ya no tendremos vidas separadas. Seremos una misma familia. - Contraargumentó. – Puede que queden pocos de la familia de ambos, pero al menos, no dejarlos fuera. - Blair apartó la mirada. – Quiero que tengas lo que yo no.- Movió su rostro hacía ella con los dedos. – Por favor ¿Si?

- No me acompañará hasta el altar. Será un invitado más.

- Trato.

- Si…

- Oye. Gracias por aceptar esto.

- Lo hago por ti.

- Bueno, gracias. Te amo.

- Sí, sí. Claro. Ahora debo enviarle una invitación.

- Mándasela por correo.

- Nah. Se la daré en persona.

- ¿No que no lo querías ver?

- Si… Pero, quiero ver su cara cuando le dé la invitación.

- Estás loca.

- Lo sé.

 

Se subió al auto, manejó hasta su antiguo vecindario. La verdad, que la nostalgia le pegó un poco. No había cambiado mucho a como lo recordaba. Quizá un poco más añejado, pero seguía estando todo más o menos en su lugar. Su casa, estaba en el mismo lugar de siempre, por lo menos. Le dio curiosidad entrar. "¿Estará todo en su lugar?" pero se limitó a golpear la puerta, esperar un rato, y a ver si Wilson aparecía. "Ojalá no se haya mudado, o esté en el trabajo… O muerto." pensó cuando dio el último golpe. Pasaron unos segundos y nada. "Mejor me voy", dijo tras que, de cierta manera, le agarrara cierto miedo, que aún le tenía. Pero la puerta se abrió detrás de ella.

 

- ¿Si? - Preguntó Wilson. Blair volteó. Se miraron fijamente el uno al otro. Pasaron casi 4 años desde la última vez que se vieron. Él estaba igual. Alto, quizá con el pelo algo distinto, un poco más corto. Con único ojo observándola de pies a cabeza. Sonrió un poco, se veía que volver a verla, de alguna manera, le alegraba. – Blair. - Dijo volviendo a su voz grave, y seriedad básicamente. - ¿A qué vienes? - Ella se acercó lentamente, levantó la mano, y le dejó la invitación. La leyó rápidamente, y volvió a verla.

- Nos vamos a casar. – Le dijo al verlo.

- ¿Tú y…? - Miró al costado, y comenzó a chaquear tratando de acordarse.

- ¡Adam!

- Si, Adam.

- Si. En un mes nos casamos.

- ¿Quieres que vaya?

- Él quiere que vayas. A mí, me da igual. - Le aclaró con cierta crueldad.

- Ya veo…

- Iré sola al altar, así que no es importante tu presencia. Pero… al menos, estate allí, si quieres.

- Veré si puedo ir.

- Bien. - Volteó para retirarse de una vez.

- ¿Cómo has estado? - Preguntó, de forma algo sorpresiva para ella. Quien solo volteó para decirle.

- Bien.

- Bien. ¿Qué has estudiado?

- Soy policía. Estudié criminología.

- ¡Ah! No me esperaba, que eligieras algo así.

- Yo tampoco, a decir verdad.

- Bueno. Me alegra que hayas estudiado después de todo.

- Si. Supongo.

- Bueno. Te dejo. Nos vemos en un mes.

- Si.

Actualidad

 

La amargura de la alcaldía era terrible. Colores sobrios, amargo café llenando el ambiente, teléfonos a cada rato sonando, el golpe de las teclas de los teclados de cada computados, la televisión en las noticias a todo volumen, generando un estado de aturdimiento constante. De alguna forma, peor que el de las oficinas de la policía, por más que en este lugar, se notaba una mejor limpieza, o los trabajadores estuvieran bien vestidos, aquí, no se trabajaba más que allá. La mitad, de seguro eran corruptos, la otra, incompetentes. La burocracia era exageradamente lenta, y eso, era lo que más le molestaba. Pero no es que lo fuera, únicamente porque el proceso tomaba su rato para ser bien analizado, sino porque las personas encargadas, estaban rascándose las bolas, en vez de estar analizando cada detalle de lo que debían hacer. Y a la hora de tener que hacerlo, lo hacían así nomás. "La burocracia no funciona." Más bien, "La gente es inútil". Por eso, la mujer estaba furiosa. "No podemos tardar tanto aquí. Si lo hacemos, este plan saldrá mal. ¿Por qué carajos acepté esto?" Se estaba preguntando a sí misma. Dudaba de Jane, quien parecía segura de esto. 

 

- ¿Cómo haces? - Le preguntó a la otra.

- ¿Mmm? - Respondió quitándose los auriculares.

- ¿Cómo haces para no estar nerviosa a pesar de estar aquí hace media hora?

- No lo sé. ¿Tengo fe?

- Pues me está fallando a mí, a decir verdad.

- Calma.

- Muy útil ¿Sabes?

- ¡Hey! Baja un cambio. Tu aceptaste esto ¿Recuerdas?

- Me estoy arrepintiendo.

- Pues trágatelo. Ahora, las cosas se harán a mi manera. ¿Te cuesta aceptarlo?

- Me da ansiedad. No puedo confiar en nadie más, para hacer las cosas bien.

- ¿No confías en mí?

- ¿Qué has hecho para que confíe en ti?

- ¿Acaso te parece poco que no te haya denunciado por las 2 cosas anteriores?

- Eran, situaciones especiales.

- Aja. No quita que no fue legal.

- ¿Desde cuándo te importa lo legal?

- No esperaba, que fuera tan alejado de... eso.

- Ridículo.

- Odias la burocracia ¿Eh?

- No lo hago. Es necesaria para el balance social. Eso no quita que haya situaciones en las que desespera.

- ¡Ja!

- ¿Qué es tan gracioso?

- La ironía del asunto.

- ¿Cuál ironía?

- ¡Blair River! - Se las escuchó llamar. Ambas mujeres se levantaron para poder ir a la alcaldía. Dentro, el alcalde, sentado en su silla, observándolas, para saber que necesitaban. Las otras 2, se miraron, olvidaron la discusión anterior, y comenzaron a hablar, cuando se sintieron seguras.

- ¿A qué se debe su presencia señoras? - Preguntó tas un par de segundos, de silencio.

- Somos Blair River y Jane Lee. - Se presentó la pelimorado. - Nosotras, estamos relacionadas con la explosión del Jardín de infantes hace una semana. Ella, es la madre de uno de los niños que murió.

- Si, lo siento mucho. - Dijo el burócrata. - ¿A qué vienen?

- Queremos pedir permiso, para poder hacer una manifestación en las calles. Así hacerlo de forma legal, y, además, pedir ayuda de la policía, ya sabe, para evitar conflictos. - El hombre, los observó un par de segundos, y cerrando los ojos, mientras levantaba las manos, respondió sin muchas dudas. 

- Seguro. ¿Para cuándo?

- Este sábado.

- ¿Este sábado? - Preguntó, con cierto tono de arrepentimiento.

- S-sí, ¿Algún problema?

- Es en menos de 2 semanas. Son solo…- Miró al almanaque que tenía detrás, y dijo. – Son menos de 7 días.

- Lo sabemos, pero…

- Disculpen, pero no tenemos tiempo. - Interrumpió. - Como mucho, le podría dar tiempo hasta el mes que viene. - Continuó.

- ¿¡El mes que viene!?- Exclamaron las 2. - ¡En ese tiempo River deberá retirarse de la ciudad! 

- Lo siento. Sin embargo, la organización de esto toma más tiempo que eso. No sé cómo podría apurar las cosas.

- ¡Por favor! ¡Se lo suplicamos!

- Lo siento.

- ¡Escúcheme! - Interrumpió Blair. - ¡Con el debido respeto, debe saber que no me creo, eso de no saber cómo adelantar el proceso! ¡Averigüé si hay eventos en la calle está semana, y adiviné, nada!

- ¿Cómo sabe eso? - Blair sacó su placa de policía de su bolso. - Tengo contactos, que me informan de estas cosas. Al igual que usted, los tiene en el medio para apurar eventos sociales. - Blair sacó a Jane del medio, y puso sus 2 manos en la mesa. - ¡Usted sabe bien como hacer esto! ¡Y si no sabe cómo, tendrá problemas con la prensa! Imagínelo: "Alcalde, les impide a miles de padres, marchar en las calles, por ser muy repentino" ¿Qué me dices Jane? ¿No suena bien? ¿O sí?

- Está fuera de lugar oficial River. - Reprochó.

- No estoy como oficial, estoy como madre de una de las víctimas.

- ¡Más aún entonces! ¡Mi trabajo aquí, es mantener la seguridad de la ciudad! ¡Si, no hay nada esta semana! ¡Pero no quita que armar una manifestación, de la nada, será un problema para todos! ¡Para los policías, para los padres, y para las personas que no vayan a participar! - Ambas mujeres voltearon. Jane, comenzó a lagrimear, y Blair se ardió. – Reitero, que siento mucho sus pérdidas, ¡Pero esto no se puede, bajo ninguna regla!

- ¿No se puede? ¿O usted no quiere?

- Es hora de que se vayan. - Le dijo. - ¡No me hagan llamar a seguridad! - La pelirroja volteó. La más joven también. "Esto va a fallar. Sabía que no podía confiar en ella. Si no soluciono las cosas yo, no lo hace nadie." Pensó. caminando hacía la puerta. "Jane ya no es útil." Iba a decir.

- ¡Que maldad! - Se escuchó. De una puerta, apareció, rengueando, un hombre, algo robusto, de pelo rubio, pero lleno de canas, al igual que su barba, que le tapaba la mitad de la cara. - ¿Cómo puede ser, que 2 mujeres desesperadas por justicia, se les niegue algo así?

- ¿Usted quién es? - Preguntó la mayor, quien ya tenía el tomo de la puerta, en la mano.

- Es uno de los candidatos a alcalde. - Explicó la otra.

- Así es. Me llamo Daniel Anderson. Un gusto señorita River.

- Si…- Miró al sujeto con sospecha. – Un gusto. - El hombre, tomó una postura elegante, caminó hacia su contrincante, y comenzó a dialogar. 

- La señorita River, tiene un excelente punto, Walt.

- No me llames Walt.

- La prensa te odia. Tu habilidad para mantenernos a salvo, no funcionó para nada. Mejor dicho, tu falta de capacidad para dar recursos a los medios, como la policía o bomberos, sirvió para nada. Escuché que no tienen agua para hacer fideos en el departamento anti incendios. - Dijo con cierta risa, que se escapó de entre los labios. - Y ahora, no deja que la gente proteste por ello. Me suena muy… de derecha ¿Acaso los Nazis impedían las manifestaciones?

- La prensa, entenderá que no puedo hacer las cosas rápidas, señor Anderson. Cree que porque unas mujeres chillonas, quieren hacer las cosas mal, se pondrán en mi contra.

- Eso suena muy machista Walt. ¡Perdón!, quise decir, señor Jameson.

- No suena así.

- Si lo hace. - Contradijo. - ¡Pero! - Exclamó. – Quizá tenga razón. Quizá los diarios pongan el hecho en voz pasiva, como siempre hacen ¿No? - Aceptó mirando hacía el suelo. – Pero, si esparciera el rumor, de que iba a patrocinar la marcha… Se vería peor ¿No es así? - Propuso. – La primera plana de los diarios "Partido político, sabotea los planes de una marcha de personas inocentes, todo, para perjudicar a la competencia."- Dijo alzando la mano, haciendo un firmamento en un movimiento lento. – Eso sí, que se vería mal.

- Nadie lo creería.

- Eeee. Yo creo que sí. Vivimos en una época de rumores, sobre todo con el internet. - Argumentó. El otro bajó la mirada. – Yo, si fuese tú, haría un esfuerzo mínimo, si quieres mantener un poco, el apoyo que tienes. O eso digo yo. De todos modos, ¿Qué más te queda? - El rival, bajó la cabeza. Quedó callado un par de segundos, dejando en un breve suspenso a los otros 3. Luego, tras deliberarlo, dijo de mala gana.

- Veré que puedo hacer. Pero no harás esto público.

- ¿Y si lo hace qué? - Preguntó una amenazante Jane. Blair le detuvo, poniéndole el brazo como traba. "Bájate de las nubes", le dijo en voz baja. – Si lo haces, cancelaré el proyecto. Si hacen la manifestación de todos modos, quedarán como criminales.

- ¡Pero eso no es…

- Me parece justo. – Respondió Anderson. - ¿Tenemos un trato entonces? - Dijo como cierre.

- Si. Tenemos un trato. - Terminó el otro. – Ahora largo.

 

Los 3 salieron de la sala. La menor, no dejó de agradecerle al político por la ayuda. Este milagro, o, sospechosa coincidencia, le abrió la puerta al plan. Ahora, solo necesitaban comenzar a organizarse lo antes posible. El estrés de la situación, agobiaron demás a la pelirroja. "Demasiadas sensaciones juntas". Por eso, antes de seguir, salió al balcón de la alcaldía a tomar aire. En vez de salir al auto, como sería común, decidió que ese lugar sería más cómodo. En unos minutos, debía comenzar los trámites de defunción, por lo que debería estar encerrada en otra oficina por otra hora más mínimo. Nunca le dolió tanto organizar un encargo legal. No se imaginaba en esa situación en primer lugar. Supongo que nadie lo hacía. No quería pensar demás, así que ya de plano, quería tomarse un segundo para perderse en sus pensamientos. Pero se vio interrumpida, nuevamente por el señor Anderson. Con una caja de cigarrillos, uno encajado en los labios, se acercó a la cornisa.

 

- ¿Quiere uno, señorita? - Dijo ofreciendo la caja.

- No fumo, gracias.

- Bien. - Tras encenderse la chispa, el cigarrillo comenzó a liberar su hedor por todo el lugar. Bastante repugnante, a decir verdad. - No le agrado ¿Eh? - Comentó con una risa.

- ¿Por qué lo insinúa?

- Su postura. - Volteó. – Brazos cruzados; Piernas chuecas; Pies que no dejan de moverse. Son señales de lo obvio, señorita.

- Lo siento. - Se disculpó. – A decir verdad, no me suelen agradar lo políticos. - Dijo con sinceridad, rara en ella. - ¿Cómo lo supo?

- Años de práctica. - Respondió, tras darle una pitada al pucho. - La entiendo, a decir verdad. Los policías siempre tienen sus reservas hacía la gente como yo.

- Supongo.

- Creen, que todos somos inescrupulosos, que tenemos la sangre fría, o que incluso, somos capaces de lo imposible por votos. - Afirmó, con el objeto encandécete, más o menos por la mitad, mientras expulsaba humo por la boca. – Pero, primero que nada, la política está en todo. La falta de escrúpulos, es un síntoma de una mente que no ve las consecuencias de la falta de política.

- Puede que tenga razón. - Dijo tratando de irse, pero algo dentro de ella, le hizo preguntar algo. - ¿Fue soldado? - Rio Anderson, prendiéndose otro.

- ¿Cómo lo sabe?

- Su voz: No parece de aquí, sino que parece la mezcla de varios otros acentos, coherente con una unidad de soldados, donde viene gente de varios estados. Sus manos: Son firmes, no tiemblan, a pesar del frio que hace. Y, sobre todo: La mayoría de soldados, se convierten en bomberos, aparentemente, les mantiene el sentimiento de salvar gente ¿Por qué habría de conocerlos, si es solo un político? ¿Quizá conociendo a otros ex militares en ese grupo?

- Es buena.

- Para eso me pagan.

- Pues sí. Soy ex miembro de la marina. Francotirador en Irán.

- Hace cuanto que no está en el frente.

- Más de 5 años. - Respondió con cierto orgullo. – Volví cuando me lesionaron la pierna derecha en combate

- ¿Y por qué decidió incursionar en la política? No me parece algo tan intenso como la tierra de nadie. - Anderson miró a la ciudad, apoyó los brazos en la cornisa, y le explicó, con su voz neutra.

- Cuando volví y vi a mi país en este estado, me repugné.

- ¿La cultura cambió mucho?

- Nah. Sentía como los dirigentes, ya no ayudaban a sus ciudadanos. Las calles estaban llenas de mugre, habían huelgas cada 5 días, porque nadie les prestaba atención cuando la necesitaba. Y yo, estuve con un M16 durante 5 años defendiendo mi bandera, que parecía que los mismos políticos habían menos preciado.

- Horrible.

- Por eso, una vez me dieron de baja decidí incursionar como alcalde. Así, hago, primero de esta ciudad lo que me parezca justo, y luego al país.

- ¿Se postulará para presidente algún día?

- Falta, pero sí. Solo hay que ver si me va bien en este rubro.

- Me alegra por usted.

- Si…- Blair, se estaba por ir. No parecía ser una mal sujeto, por lo que, quizá lo mejor, sería dejarlo ayudar en la manifestación. "Que fume tranquilo" pensó.

- Escuche… Se lo del detective Woods. - Blair se frenó, cuando estaba cerca de la puerta para entrar. – De todos los niños, justo entre las víctimas, está el mismo apellido, que el del detective del caso "3 suits". Y justo, el segundo apellido del pobre niño, es River. Por último, usted sigue usando un anillo de casada. - Volteó. – El detective, no era un mal sujeto, todo lo contrario. Leí su expediente: Tenía el 80% de casos resueltos, una marca muy buena, para esta ciudad. Solo tenía un pequeño "Defecto". Para nada merecía lo que le ocurrió. Yo, se lo que es perder a la gente que uno ama, yo he perdido a muchos también. - Ambos, mantuvieron silencio un segundo. – Escuche.

- ¡No tiene ni idea, de lo que habla! - Gritó enfurecida. – No conocía a Adam, así que no puede opinar nada al respecto

- Pero no dije nada malo.

- "Un pequeño defecto"- Le repitió.

- Lo siento. - Se disculpó.

- No hable de Adam. ¿Está claro?

- Si… Nos vemos el sábado.

- Si. Más vale.

Hace 6 años

 

Blair estaba viendo su vestido de novia, parada frente al espejo del ropero, que estaba en la casa de la anciana abuela de Adam. Era tan precioso aquel atuendo: Tenía un color blanco puro, una falda pequeña que no le pasaba de la rodilla. Era cómodo, pero elegante. El escote era el necesario, sin pasarse. Era lo bastante pegado al cuerpo, que no se sentía acalorada para nada. Estaba tan bien cuidado, que sorprendía que perteneció a su misma suegra. La mujer mayor, miraba contenta al fondo, el atuendo de la joven, quien maravillada volteó.

 

- Señora, es… es…

- Te queda perfecto, querida. - Le respondió la abuela materna de Adam. – Y ya te dije, que no me llames señora. Clementina está bien.

- De acuerdo. - Aceptó.

- Lo cuidé por muchos años.

- Hizo un excelente trabajo.

- Gracias. Me alegro que te guste. - Agradeció, posando sus manos en los hombros de la prometida de su nieto. – Ahora quítatelo, que te prepararé un té, así esperamos a Adam, mientras charlamos.

- Me parece un buen plan.

 

Se pudo su outift habitual. Más cómodo, pero menos elegante. Salió a la sala de estar, donde Clementina, había servido una merienda: Galletas caseras, con té. Sentándose junto a ella, comenzaron a charlar de distintos temas: Algún detalle de la boda, alguna anécdota de la mujer, sobre su fallecido esposo, sobre la casa, etc. Ambas, se llevaban bien, y en ese momento, todo transcurría del modo adecuado. Era tan carismática, graciosa, y amable. Por eso, quizá, que comenzó a sentirse culpable.

 

- ¿Qué ocurre Blair? - Preguntó, cuando ella bajó la cabeza.

- Clementina… ¿Estás segura que quieres que lleve el vestido de su hija en mi boda?

- ¿Por qué lo dices cielo?

- Pasa que… Es hermoso, enserio. Pero, no sé, si soy la indicada para llevarlo. Es importante para su familia, y yo solo soy…

- Cielo. Voy a contarte algo. - La interrumpió, y le tomó su mano. – Valery, se compró ese vestido, casi al minuto 1, de haberse comprometido con Samuel. Era caro para su época, pero, de verdad que lo quería. Así, que, entre ella, Samuel, mi esposo, y yo, colaboramos para que lo tuviera De hecho, lo tuvo que pagar un tiempo, pasada la fiesta, pero no parecía importarle. - Contó, con una voz de cuento de anciana, que le daba tono al cuento. - Pero, no entendía del todo porque estaba tan empeñada en conseguir ese. Le pregunté, "Hija, ¿Por qué te gastas tanto, en un vestido, que como mucho usarás un par de veces?" y me respondió: "Quiero verme, tan hermosa, como se hace sentir Samuel, y solo este, me convenció."

- Aww. - Exclamó Blair.

- Ese amor tan genuino que sentía por él…- Hizo una pausa, tomó un poco de té. – Mi hija, simbolizó, no solo el amor a Samuel en este, sino, el de su familia. Lo veía como una prenda especial, porque con ella empezó el camino para formar a su familia. La que protegía a capa y espada. - La miró a los ojos, y tomó su otra mano. - Adam me contó todo sobre ti. Y se, que tú eres el mismo tipo de mujer. Harías lo que fuese por tu familia, o por los que amas. Nadie es más digno para usarlo que tú. - Concluyó.

- Clementina, yo… Yo, no sé qué decir.

- Solo di, que lo usaras.

- Si. Lo haré. - Afirmó con seguridad. – Muchas gracias.

Actualidad

 

El hospital, estaba más congestionado que de costumbre. Aparentemente, un accidente en la carretera. No le podía importar menos en asunto. Le costaba mantenerse calma con el estrés de los alrededores, sumado al de su cabeza, tras estar 2 horas en el registro civil, para la defunción de Adam y James. Le costó acercarse a Abigail, debido a la gran cantidad de movimiento de la zona. Chocó con varios doctores, en su camino al cuarto. Igual, no podía júzgalos tampoco. Debía contarle sobre el plan de la manifestación, sobre el avance de la investigación, pero, además, si Jane no le había dicho, sobre Jayden. Una vez llegó al cuarto, donde estaba esta (No había nadie en la otra camilla) allí estaba, la misma depresiva mujer, solo que esta vez, estaba horriblemente peor. Se veía físicamente: Sus manos y piel, estaban pálidas. Sus ojos, estaban carentes de luz, o esperanza. Se escuchaba la difícil labor de mantenerse respirando. Sus pulsaciones, eran lentas, (Se veían en el monitor de su lado) como si su cuerpo, no tuviera ganas de vivir. Era un estado lamentable. La preocupación que sintió Blair, no era normal en ella, al menos, durante estos días. Corrió hasta la chica.

 

- ¿Abigail? ¿Qué te ocurre? - Preguntó tomándola de los hombros, delicada, pero desesperadamente. Con una voz, algo afónica, comenzó a hablar lentamente.

- ¿Qué pasó? - Dijo sencillamente.

- ¿Con qué? - Volvió a decir

- Me enteré de lo ocurrido. - La moribunda, señaló el televisor, para seguir charlando. – Están bloqueados los canales de noticias. Es para que no me estrese, o me preocupe. Pero me enteré, de que, en una redada de la policía, encontraron algo, por medio de un médico, que no supo bajar la voz. - Explicó, luego volteó a verla. Estaba ojerosa, con el pelo fino, sin color. Daba lastima. – Era él… Era Jayden... Lo encontraron allí ¿No es así? – Preguntó nuevamente con lágrimas en los ojos... – Jane no me quiere decir…- Explicó. - Está muerto ¿No es así? - Preguntó nuevamente, "¿Por qué Jane, no quiere que ella se entere?" La mirada de la enferma, le hicieron sentirse mal. "Le voy a seguir el juego. Pero siento que no me va a gustar hacerlo" – Blair ¡Responde! ¿¡Encontraron a Jayden!? – Exigió saber.

- No lo sé…- Apretó el puño derecho, mientras una acidez le llenaba la garganta y el pecho.

- Blair, no me mientas.

- No lo sé, Enserio. No estuve allí. - Apretó más fuerte.

- Jayden… Jayden… ¡No!

 

Abigaíl rompió en llanto. Tapó con sus manos sus ojos, mientras comenzaba a temblar de forma imparable. La pelirroja, no pudo evitar intentar consolarla de alguna manera. Le abrazó delicadamente, no quería encerrarla, pero tampoco dejarla. No se esperó que se le recostase encima, le entrelazara los brazos detrás del cuello, pidiendo más apoyo. Sus acciones decían un "No me dejes". Por primera vez, en mucho tiempo sintió el calor de alguien que necesitaba ayuda. Se sentó encima de la camilla, mientras comenzaba a acariciarle la espalda. Blair permaneció callada, solo manteniendo la postura de cariño. El dolor de la morocha, era tan intenso, tan pegajoso, tan contagioso. Se podía sentir y ver, como su corazón estaba destruido. Sus gritos eran desgarradores, un poco aterradores. Se veía que su acidez, no era más que una máscara, y ahora, se veía la verdadera mujer. Dolorida, deprimida, pero humana. No solo se compadecía, se sentía identificada. Tras un poco de tiempo, este se alejó.

 

- Sabía que esto ocurría… ¿Por qué me duele tanto? - Se preguntó, secándose una lagrima.

- No digas eso. - Le regañó.

- Jayden… Mi amor…

- Lo siento.

- Ya no… Ya no, me harás mimos cuando llegue de trabajo- Dijo. – Ya no, te abrazaré por las noches. No podré escuchar tus historias del trabajo. No veré tu sonrisa. - Comenzó a puntuar. – No podré darte la justicia que merecías; No podré atrapar a Jasquier, para que estés en paz. - Soltó súbitamente. – Ya no… Ya no podré formar una familia contigo ¡Ya no estarás conmigo! - Gritó a lo último, con todas sus fuerzas, antes de volver a toser de forma compulsiva.

 Le estaba dando otro ataque, uno enorme. Sus pulsaciones estallaron, su temperatura aumentó hasta las nubes, su tos era fuerte, tanto, que llegó a escupir un par de gotas de sangre. Los médicos llegaron, lo más rápido posible, para darle asistencia, sin embargo, se les estaba yendo de las manos. No podían controlarlo, era demasiado tarde. Terminaron por llevarla a el área de respiradores, donde también la anestesiaron, para que no pase por dolores mientras tanto. Fuera de esta sala, un médico, se le acercó a Blair. Debía explicarle un par de cosas, en especial, que sus heridas, se centraban en sus pulmones, por lo que, una exaltación tan alta, le causaba ese tipo de reacciones. Si bien, podía tratarse como algo rutinario, su estado anímico, sumado a su contexto, le provocaba que no mejorase de forma rápida. Era triste. Jane llegó poco después. También lloraba. Estaba asustada, preocupada por su amiga. 

 

- ¡No! - Exclamó al verla en ese estado, mientras le daba un ataque de ansiedad, lo que provocó que golpease un par de veces el vidrio.

- ¡Jane! - Le dijo la pelirroja, tomándola de la cintura, alejándola de este. ¡No hagas una escena!

- ¡Pero ella…

- ¡Está mejor! ¡No hagas que nos echen! - Gradualmente, la menor comenzó a calmarse.

- Abi… Aguanta, por favor. Te necesito…- Rogó posando su frente, en el vidrio. – Jayden te necesita…

- ¿¡Por qué no le dijiste!?

- ¿Decirle que?

- ¡Lo de Jayden! - Le preguntó con rabia. - ¡Esto ocurrió porque cree que está muerto! ¡Cómo no le dijiste lo que pasaba, ella creyó lo peor! - La pelimorado volteó. Se enojó por la actitud de la mayor.

- ¿A quién le hablas de esa forma? ¡Nadie está más preocupada que yo! ¡Te recuerdo, que la conozco desde hace más tiempo que tú! - Blair recapacitó.

- Lo siento, me sobresalté. Pero, esto ocurrió por tu culpa, debe saber la verdad.

- Es más difícil que eso. - Le negó.

- A ver, ¿Por qué no? 

- Puede que Jayden, esté en la misma.

- ¿Cómo?

- Lo analizaron en el hospital. Dicen que lo han drogado con sustancias extrañas. Además, tiene síntomas de desnutrición y deshidratación, junto a unas costillas rotas. - Explicó con tristeza. - Para colmo, la policía está encima de él.

- ¿Por qué?

- Todas las pistas, son señales de tortura, leve, pero parece que lo estuvieron interrogando, por eso los policías. Lo atacan con preguntas raras: Cosas del M.v.j.j; de Charly, o Abigail; Incluso, cosas de su vida sexual. Eh llegado a escuchar amenazas, con cosas como que harán que no traten a ella.

- Dios mío.

- En especial, una castaña, de pelo rapado.

- ¿Sea? ¿La detective Zoe Sea? 

- ¿La conoces?

- Si. Lamentablemente. Fuimos compañeras, hasta que se mandó una que no quise perdonar.

- El punto es, que Jayden no está bien tampoco. Encima, no quiere que le diga a Abigail que está vivo.

- ¿Por qué? - Jane levantó los brazos, en señal de no saber.

- Aun así, aunque se lo diga, seguiría estando mal. La preocuparía más, sobre todo, por su salud. - Ambas callaron. Jane corrió la mirada, mientras se secaba una lagrima. - ¿Podemos cambiar de tema? - Preguntó tratando de desviar la preocupación de esta.

- ¿Cómo van las preparaciones de la manifestación? - Dijo aceptando la petición de la chica.

- Me llegó el permiso hace un rato. Ya hay algunos influencers haciendo ruido en las redes.

- Excelente.

- Además, estoy grabando un mini comercial, para que se enteren la mayor cantidad de personas posible.

- Bien. Me alegra que pueda hacerlo tan bien.

- Gracias. ¿Tu cómo vas con tus tramites? - Blair, se sentó en una de las bancas, de esas que están pegadas por un caño, que tenían para las salas de espera.

- La verdad, que bien. Nunca pensé que tendría que hacerlos. - Jane se sentó a su lado. - Como mucho, pensé que Adam tendría que hacer los míos.

- Cuéntame más.

- Ya sabes, que no me gusta la lentitud de la democracia.

- Si, lo sé.

- Por eso, estar sentada, junto a otros viudos y viudas como yo, se siente raro. Pero, de alguna manera, no siente mal. Es amargo, obvio, mas no por ello, solitario. Me hace sentir, que mi sufrimiento, no es tan único. - Explicó con cierta acidez. La pelimorado asintió.

- ¿Puedo preguntarte algo?

- Depende, ¿Qué es?

- Algo de tu trabajo.

- ¿Qué quieres saber?

- Ya has matado, tu misma lo dijiste. – Comentó, recordándole una parte oscura de sí. - ¿Cómo se dio la situación? ¿Qué sentiste? Me gustaría saber. - La pregunta la incomodó. La verdad, que recordar ese momento, le traía cierto sentimiento de acidez, amargura, de asco, etc. Una serie de sentimientos encontrados al respecto, básicamente. Por otro lado, la cara de la menor, era fría, como si ninguna emoción estuviese en su cuerpo. Contrastante, con el maquillaje, tan particular que usaba. Solo tenía, cierta electricidad en sus ojos, no luz, una especie de chispa, de valor, como el de un niño, que va a hacer algo malo, pero el castigo, no es tan grande como la recompensa que iba a recibir. Daba algo de miedo.

- ¿En serio quieres saber? - Volvió a preguntar, ahora, preparada para la obvia respuesta.

- Si. - En efecto, ella quería tener el panorama completo. Tras reacomodarse en la silla, comenzó a contarle, la vez que tuvo que quitar una vida.

- Fue un poco después de que Adam lo haya hecho. Más o menos, cuando nació James. Yo, ya estaba más curtida: Pasé de ver suicidios, a ver asesinatos a sangre fría. Las cosas que vi, al principio no me dejaban dormir, luego, me dejaron de quitar el sueño. "Son gajes del oficio." Me decía para descansar en paz. Solo me despertaba el llanto de mi niño, pero ni pesadillas tenía. - Ambientó la pelirroja, con una voz áspera, que, de alguna forma, le permitía recordad de forma, lo que llegó a ver. – Para aquel entonces, tenía unos 26 años. Yo, y compañero Daniel, estábamos en un caso de asesinato. El sujeto mató a su novio, empujándolo hacía una mesa, lo que le partió el cuello. Fue homicidio imprudencial, básicamente. - Narró con una mirada helada. - Pobre, estaba asustado. Lo entiendo, pero cometió la mayor estupidez que puedes hacer en esa situación: Decidió escapar. Una pésima idea, ahora, nos veíamos obligados a capturarlo y arrestarlo por las malas. Lo perseguimos hasta un callejón, allí cometió otro error, sacó un cuchillo "¡No quiero ir a la cárcel!", gritaba desesperado. Ambos tratamos de calmarlo, de hacerlo recapacitar, que eso podía condenarlo a más tiempo en prisión, pero si bajaba el arma a tiempo, no pasaría nada, y solo estaría un año en prisión, o con buen comportamiento unos meses. No quería calmarse, y tras un rato de dialogo inútil, me saltó encima. - Continuó, mientras alzaba la mano derecha. - Hice lo que decía el protocolo: Disparé hasta reducirlo. Fueron unas 4 balas, directas al pecho. – Con la mano alzada, imitó una pistola. – Murió al instante. La sangre bañó las paredes, y el suelo en minutos. Fue algo, bastante horrible. Pero lo peor… ¿Sabes que fue? - Preguntó a la espectadora.

- ¿Qué fue?

- No sentí nada al respecto. Un vacío negro, estaba en mi pecho, como si nada hubiese pasado. Por eso mismo, es que luego me sentí mal. Me sentía como un monstruo: "¿Qué clase de madre, no siente nada por una persona muerta?" pensaba, mientras acariciaba a mi hijo. Sigo con ese sentimiento, hasta el día de hoy…- Terminó con su historia. Luego volteó para ver a su oyente. – Preguntas por… Ya sabes…

- Quiero matarlos. - Respondió en un gruñido. – Lo que les hicieron a mis amigos, no lo voy a perdonar. No llegaron a matar a Jayden y Abigail, de milagro, pero ellos no tendrán la misma suerte. Ellos morirán… Me aseguraré de que mueran.

- Yo me encargo. - Blair, sonrió. – Conseguí un arma hace poco. En la manifestación, los eliminaré de una vez.

- Yo te acompaño.

- Lo haremos juntas.

Hace 8 años

 

El catering, listo. Los invitados, listo. El vestido, el maquillaje, listo. La música, lista. El lugar, listo. El día, el clima, todo lo atmosférico, listo. La fiesta estaba preparada. Sentada en la silla del patio, sonriendo, satisfecha de que todo estuviera preparado, para aquel momento especial. Mientras el sol caía, de modo que claramente se le acercaba el momento para ir a trabajar. Pasado un rato, Adam, se le acercó, se sentó a su lado, le tomó de la mano, le sonrió, y le preguntó.

 

- ¿Estas preparada? - Con una voz llena de ilusión.

- Si. Más que nunca. ¿Cómo están los padrinos?

- Listos. Jack, Moris, y Samuels ya están armando la despedida de solteros.

- Apa.

- Tranquila. No habrá cabarets. - Ambos rieron. - ¿Cómo está Zoe?

- Bien. Me alegra tenerla a mi lado, es tan… Buena.

- Me alegra. - Hicieron un silencio. – Blair.

- Dime.

- ¿Qué crees que pasará luego?

- ¿De la boda?

- Aja.

- Seremos felices.

Actualidad.

 

- Estamos entonces. - Dijo Rey.

- Repasemos una vez más. - Propuso Jane.

- Rey: Tu estarás controlando las azoteas. Te ayudarán las cámaras de Jane. Si vez algo, nos avisas.

- Entendido.

- Jane: Tu estarás en las calles y callejones, mientras mantienes atenta a los medios. Asegúrate de que no me graben, o me detengan.

- Estate segura de eso.

- Por ultimo yo: Controlaré el accionar de la policía, para que no se interpongan. - Terminó la fase 1. – Una vez los veamos, los perseguiremos por cielo y tierra. Como está la manifestación, no será difícil cortarles el paso, gracias a los uniformados, y la multitud.

- Igual, podríamos perderlos entre la multitud.

- Si llega a pasar, uno gritará que los vio. La policía accionará. Si ocurre, tendremos tiempo límite, para atraparlos, pero al menos no escaparán. - Explicó los siguientes pasos a seguir. Luego alzó la vista. – No será fácil. Están entrenados. Pero nosotros jugaremos sucio, de ser necesario. Pero los necesito a ustedes para esto.

- Seguro.

- Cuenta con nosotros.

- Por ultimo… Cuando los tengamos a nuestra merced, los mataremos. No podremos tardar mucho, pero al menos, una bala en el cuello de cada uno, será suficiente para quitarlos de encima. Eso si, no tengo la mejor puntería, a causa de mi miopía. Por eso, hay que atraparlos.

- Así que es oficial. Los mataremos. - Comentó Rey.

- Es tarde para echarse para atrás.

- Lo sé. No estoy en desacuerdo, no me malentiendan.

- Excelente. - Los 3 enrollaron el mapa. Se miraron fijamente, antes de que Blair diga.

- Vamos a terminar con esto…

- Por Adam.

- Por mis amigos.

- Por James… Por todos los que sufrieron, los mataremos.