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Ice_Bear041 · Cómic
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2 Chs

Un pestañeo al pasado

—¡Detén esto Naruto! ¡Las cosas no tienen por qué ser así!

Una suave voz femenina resonó por todo el lugar, el cual alguna vez fue un hermoso campo que ahora estaba reducido a tierra quemada y bañada en sangre, con armas esparcidas y clavadas por doquier.

La dueña de la voz, el ángel más hermoso de los cielos, Gabriel.

Flotaba juntó a su padre y hermano mayor viendo hacia el cráter bajo ellos. Volteó su mirada para ver a su padre, Elohim o Dios, el cual estaba en su forma divina, un ser humanoide de 2.5 metros. Hecho de luz dorada con sus ojos, cabello y barba hechos de luz blanca. Su hermano, Michael, también estaba, en su verdadera forma, un ser con cuerpo humanoide cubierto por ropas de luz blancas y su cabeza, una criatura amorfa de un ojo rodeado por múltiples aros concéntricos.

Ambos con su mirada fija en el cráter sin darle la más mínima importancia a ella.

Frustrada e impotente, apretó sus puños y volvió a tomar su forma normal, su "envoltura", su cuerpo "humano". Una hermosa joven de piel blanca perfecta, ahora perturbada por la suciedad y los raspones que quedaban de sus heridas. De cabello largo y rizado rubio y ojos azul claro, más unas hermosas alas blancas. Nuevamente vestida con su túnica blanca que ahora estaba chamuscada.

—¡Padre, hermano, ya es suficiente…!

—¡Silencio Gabriel! —le gritó Elohim, viendo con furia fría el cráter—. Ellos se atrevieron a ir contra mi voluntad, deben ser eliminados.

—Padre tiene razón, hermana. —La voz de Michael llegó a los oídos de Gabriel—. No dejes que tus sentimientos nublen tu juicio.

Gabriel solo pudo apretar con más fuerza sus manos, hasta el punto de hacer sangrar sus palmas, mientras las lágrimas bajaban de su ojo izquierdo. Ella no quería que esto terminará así, no debía terminar así. Se suponía que la guerra terminaría con la muerte de su hermano descarriado y sus seguidores, no que su padre también intentaría matar a los guerreros más fuertes que les ayudaron.

—¡Allí, Michael!

La voz de su padre la sacó de sus pensamientos y volteó su mirada en la dirección que él apuntaba, allí vio un círculo mágico azul del cual después de un destelló aparecieron sus 6 oponentes. Sus preciados y adorados paladines.

«Naruto…», pensó Gabriel, preocupada por el estado del mencionado. No se veía bien, para nada bien, tenía múltiples heridas en su cuerpo que emitían vapor y su gabardina estaba destrozada en toda la parte izquierda.

Los otros 5 se veían mejor, o bueno 4, las otras 3 féminas se encontraban con heridas leves y la bestia que las acompañaba con poco más que rasguños, pero la última de ellas no era más que un alma, un alma atrapada en una lámpara por ahora. Casi todos estaban inconscientes, solo la fémina peli morada seguía despierta.

—¡Veo que tienes la osadía de sobrevivir pequeño humano! —La voz de Elohim volvió a sonar en todo el lugar.

[Ei, eres quien en mejores condiciones está, necesito que actives los sellos y te lleves a las otras de aquí], Naruto habló con su esposa y compañera peli morada a través de telepatía.

[Pero ¿y tú?], Ei le respondió exhausta no solamente por la guerra sino por la lucha reciente.

[Yo me quedaré, les daré tiempo para que el sello actúe y oculte sus esencias], dijo Naruto.

[Entonces yo…], intento decir Ei, pero Naruto la interrumpió.

[¡No! No puedes, no te hagas la dura ahora Ei. Tus reservas y las de ellas están por los suelos y tu cuerpo no soportará todo tu poder en ese estado], dijo Naruto, estaba feliz de que su esposa se negara a abandonarlo allí, pero no podía ni quería ponerla en riesgo.

[Pero y… bien, pero ten cuidado. Prométeme que volverás], Ei intentó replicar, pero una mirada bastó para que supiera que el asunto no estaba a discusión.

[Lo prometo] «aunque no sé si realmente pueda cumplir esa promesa», pensó Naruto. Sabía que Elohim ya no sé, estaba conteniendo como cuando usaba su avatar para jugar con Lucifer y dudaba de que tuviera piedad de él.

—Oh, entonces, ¿planeas escapar, niño? —dijo Elohim, con solo Gabriel y Michael escuchándolo, de los cuales el último se preparó para atacar—. ¡No lo permitiré!

En cuestión de un parpadeo junto a Elohim apareció una gigantesca lanza ligera completamente hecha de luz dorada. Y cuando vio como Ei estaba sacando unos papeles, con un suave movimiento de su mano la lanza salió disparada y en un segundo parpadeo ya había impactado el lugar de su objetivo.

«¡No!», Gabriel se lamentó en su mente al creer que sus amigos y enamoramiento habían muerto.

Michael, con un aleteo de sus alas, creó una ráfaga de viento que dispersó el polvo levantado por el impacto. Dejando ver qué un domo de energía naranja pálida protegía a quienes intentaban escapar.

—¡Oh, otro truco! ¡Son como cucarachas, parece que nunca mueren! —dijo Elohim viendo directamente a Naruto, con una sonrisa de burla cruel dirigida a él.

—¡No sabía que ahora usabas las tácticas de Lucifer viejo! ¡Bueno, supongo que la manzana no cayó tan lejos del árbol! —dijo Naruto, enojando más a Elohim por la burla.

«Solo un poco más», pensó el rubio viendo de reojo como Ei reunía el maná que le quedaba y los sellos empezaban a brillar—. ¡Sabes Gabriel, creí que eras diferente, pero hace un momento me pediste que detuviera esto, como si todo esto fuera mi culpa! Que hipócrita…

Naruto no lo vio, pero sus palabras calaron hondo en la rubia serafín. Le dolió ver cómo ni siquiera le dirigía la mirada para hablarle. Y antes de que pudiera decir algo se congeló.

—¡Tienes una mirada feroz niña, pero eso no te servirá para intimidarme!

Gabriel escuchó la voz de su padre, él cuál creía que la mirada sombría de Ei, que irradiaba poder de sus ojos, era dirigida a él. Pero ella sabía bien que en realidad la estaba mirando, reprochándole su hipocresía.

¡Clac!

Y antes de que pudiera decir algo, una palmada resonó en el lugar y más rápido de lo que su padre o hermano podían reaccionar, 5 de los 6 paladines desaparecieron, dejando solo a Naruto.

Michael de inmediato se lanzó contra Naruto con una espada de luz en su mano, pero Naruto con un ligero movimiento de su mano hizo que múltiples canicas se posicionarán a su lado. De estas nació la misma energía de antes, creando una pared de luz naranja que detuvo en seco al serafín.

—212 —dijo Naruto antes de tocar con su mano la pared de energía y una ráfaga de viento a presión saliera disparada destrozando a Michael.

—¿A qué te refieres con eso, niño? —preguntó Elohim confundido.

—Te haces débil Elohim ¿Pensaste que no me daría cuenta? —dijo Naruto mientras un aura naranja/dorada lo empezaba a rodear—. Has estado reviviendo a Michael durante nuestro combate ¿No? Bueno, ese es el número de veces que lo he matado. Entonces, ¿A quién revivirás ahora? ¿Metatron quizás?

Elohim no dijo ni hizo nada, se quedó inmutable con una expresión ilegible en su rostro de luz. Y Gabriel estaba sorprendida, entonces ¿También la había matado a ella? ¿Cuántas veces? Eso explicaría las lagunas que tiene respecto al combate.

—Supongo que no podías irte sin dejarme alguna ayuda querida. 213.

Elohim abrió los ojos sorprendido, no solo por la nueva y reciente muerte de Michel, sino por cómo murió. Reapareció detrás de Naruto intentando darle una estocada com otra espada de luz, pero antes de que pudiera empezar a moverse fue partido a la mitad por un rayo morado, eso no le habría impactado, lo que le impactó es que no pudo ver el rayo hasta que golpeó a Michael.

—¿Qué harás ahora Elohim? —preguntó Naruto, entrando finalmente a su estado divino—. Debo admitir que me sorprendió que sellaras mi marca, pero eso no afecta en nada ahora. —Abrió los ojos mostrando un iris naranja dorado con una pupila blanca en forma de cruz.

—¡Muere de una vez maldita escoria humana! —Elohim no resistió las burlas y se lanzó al ataque lleno de ira.

—¡Padre!

El grito de Gabriel fue opacado por el sonido del choque entre Elohim y Naruto. Dentro del polvo se podía ver como Naruto mantenía a raya el ataque de Elohim usando un bastón dorado con naranja para detener una espada de luz.

—¿Recuerdas la primera condición de nuestro acuerdo? —preguntó Naruto, confundiendo a Elohim—. Si tocas a mi familia ¡Te mato!

¡Zas!

Naruto dio un giro a la derecha y de un golpe envió de regreso a Elohim al lado de Gabriel. La velocidad del cuerpo de Elohim disperso el polvo, dejando ver a Naruto en todo su esplendor, su cuerpo cubierto por un traje negro con guantes de igual color como sus botas. Una gabardina dorada/naranja con símbolos en negro y una aureola de energía sobre su cabeza.

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La batalla había terminado, y ahora Naruto estaba arrodillado mirando a la nada. En sus manos se encontraba una esfera de energía dorada con dos aros de luz blanca dando vueltas a su alrededor.

—Gane —susurro con una risa amarga viendo su mano. La batalla terminó y asesinó a Elohim, pero no sin un costó.

Elohim no fue considerado uno de los seres más poderosos por nada, era una entidad primordial de segunda generación, uno de los primordiales más fuertes aún sin ser hijo de Caos. Y aunque su solo poder bruto y habilidades de batalla eran increíbles, su fuerte era la manipulación de energía, lo que le permitió ser un dios creador, pero no solo creaba vida, no, también creaba bendiciones y, por supuesto, maldiciones.

Y ahora Naruto era víctima de la maldición más fuerte de Elohim. Una que ni siquiera tenía nombre, únicamente sabía que su alma ya no estaba completa y que se estaba petrificando.

—No sé que seas —dijo Naruto al orbe en su mano, antes de dejar caer su mano derecha en la cual la petrificación ya había consumido hasta la muñeca—, solamente espero que no llegues a ser la misma mierda que Elohim. —Con esas palabras empezó a meditar aún de rodillas, entrando, tal vez, por última vez en contacto con la energía natural del mundo, siendo consumido más rápidamente y terminando como una estatua de piedra.

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—Satsuki, ¿Estás bien? —preguntó Mei viendo cómo su amiga parecía estar en trance luego de tocar la estatua.

Mei es una chica de 14 años con cabello largo de color púrpura oscuro y ojos índigo. Está viste con un traje deportivo de color lila con rayas rojas.

—Sí, estoy bien —Dijo Satsuki saliendo de su Trance—. Eso fue extraño —susurro para sí misma.

Satsuki es la más joven del grupo con 13 años, tiene el cabello negro largo y ojos ónix. Viste un traje deportivo azul con líneas negras.

—¿Qué te pasó cuervito? Por un momento pensé que te perdimos —dijo Yelan, la mayor del grupo con 16 años.

Yelan es una chica un poco alta, con cabello azul oscuro y flequillo asimétrico más claro en las puntas y ojos verde esmeralda claros. Al igual que Mei vestía un traje deportivo, pero de color azul oscuro con líneas blancas.

—Es verdad, Peimon incluso lloró de preocupación —dijo Eula señalando a la mencionada.

Eula es una joven de 14 años de piel pálida y ojos de color amarillo violáceo. Tiene el pelo corto de color azul claro que se extiende hasta los hombros y el flequillo llega hasta las cejas. Viste un traje deportivo celeste con líneas blancas.

—¡No es cierto! —grito Peimon atrás de Eula limpiándose las lágrimas.

Peimon es una pequeña hada de piel pálida, aunque más grande que la mayoría de su especie. Tiene el cabello de color blanco, recortado justo por encima de sus hombros. Unos ojos grandes bastante expresivos de una tonalidad azul violácea. Esta viste un pequeño traje deportivo blanco con líneas doradas.

—Estoy bien, así que tranquila Peimon. —Se rio Satsuki al ver el actuar de la pequeña e hiperactiva hada—. Pero fue muy extraño.

—¿Qué pasó? —preguntó Yelan, viendo nuevamente las pinturas en la pared.

—Vi como él —Apuntó a la estatua—, estaba luchando contra eso —dijo, esta vez apuntando a la pintura en el techo de lo que parecía un hombre de oro.

—¡Guau! ¿En serio viste a padre? ¿Cómo era? ¿Se parecía a mí? ¿Había alguien más con él? —Paimon, emocionada, voló alrededor de la pelinegra bombardeándola de preguntas.

—Tranquila Paimon, seguro que Satsuki nos responderá si la dejas hablar —hablo Mei tomando a Paimon en sus brazos para que se calmara.

—¿Eh? Hermana —habló Eula un poco nerviosa.

—¿Qué pasa? —respondió Yelan viendo a su hermana.

—¿Es normal que las estatuas hagan eso? —preguntó la peli azul señalando a la estatua al lado de Satsuki que parecía estar temblando.

—No, claro que no. ¡Todas atrás!

Yelan tomó a Eula de su brazo y saltó alejándose más de la estatua. Mei igualmente saltó con Peimon aún en sus brazos, pero Satsuki no tuvo la misma suerte. Antes de que la pelinegra pudiera reaccionar, la estatua se agrietó y más rápido de lo que ella podía ver, la agarró del cuello.

—¡Satsuki!

Mei soltó a Peimon y saltó en defensa de su amiga, moviéndose lo más rápido que pudo, le dio una patada alta en la cabeza a la estatua agrietada y la envió contra la pared generando una gran nube de polvo.

—¿Ustedes dos, están bien? —preguntó Yelan estando ahora junto a ellas con Eula.

—Atentas —dijo Eula viendo hacia el agujero en la pared.

Todas escucharon el carraspeó de una garganta y algunas toses, seguido de pasos hacia su dirección y vieron como una mano bastante delgada, prácticamente en los huesos, se aferraba al borde de la pared.

—¡Kya! ¿Qué es eso? —grito Peimon detrás de las chicas, cubriendo sus ojos con sus manitos, pero con los dedos abiertos para ver lo que pasaba.

—No sabemos, pero quédate detrás de nosotras —hablaron las 4 al unísono.

Las cuatro estaban preparadas para atacar, puede que no tuvieran armas, pero aún sabían defenderse con las manos desnudas. Pero se detuvieron cuando poco a poco la corriente de aire que pasaba por la cueva despejó la nube de humo, dejando ver cómo la mano era de la "estatua" que se estaba desmoronando.

Confundidas, se alejaron unos pasos, curiosas por lo que podía pasar, pero siempre alertas a los movimientos de la estatua. La estatua siguió saliendo del agujero y pareció analizarlas a todas, hasta que centró su mirada en Mei y en ese momento, los fragmentos de piedra que cubrían su rostro se cayeron. Dejando a la vista una cara pálida y delgada, con unos ojos azules extrañamente brillantes y un cabello rubio.

—¿Ei? ¿Eres tú?

Fue el susurro ronco que escucharon las féminas mientras veían cómo la estatua/hombre, no despegaba su vista de Mei quien estaba confundida e impactada por escuchar ese nombre. Aunque todas notaron los sentimientos en la mirada del hombre que antes era una mera estatua, anheló y arrepentimiento.