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Capítulo 37: Último antídoto

Jane logró rematar con un disparo certero que perforó el ojo del Berserker y le destruyó el cerebro. Luego, se detuvo un momento frente al cadáver, sin creer lo que había logrado.

Miguel se acercó a ella, recogió los objetos que había tirado el zombie y, sin siquiera mirarlos, sostuvo a Jane por el hombro para indicarle que continuara. Luego se dirigió hacia Ivy, que había quedado inconsciente luego de unos minutos. Leonard estaba intentando levantarla sin mucho éxito, maldiciendo nuevamente a su inútil brazo.

Observó horrorizado cómo los brazos de Ivy se habían ennegrecido hasta casi el codo. El antebrazo estaba cubierto de gruesas venas oscuras que parecían crecer con lentitud.

—¡Ayuda!

Fue todo lo que pudo decir Leonard, incapaz de levantar a Ivy con un solo brazo. Miguel no tardó en llegar, levantarla y dirigirse corriendo hacia Miriam. La que se encontró impotente al observar a Ivy. Intentó curarla pero el hechizo se mostró inútil en la tarea de expulsar la energía que se tragaba el cuerpo de Ivy.

Por suerte, la energía se detuvo al alcanzar el hombro, por lo que su vida no parecía correr riesgos. Leonard dejó a Ivy, que seguía inconsciente, y se unió a Miguel para proteger la retaguardia del grupo. Allí le esperaba Mike, uno de los hombres de Zack, y Jane. Mientras tanto, Adam, Tarin y Anin se colocaron al frente y avanzaron de vuelta al bloque 4.

Ivy había logrado matar al Midnight zombie, pero las consecuencias habían sido graves. Varios supervivientes resultaron heridos e incluso hubo 3 muertos. Peor aún, no había suficientes antídotos para curar a todos los supervivientes, por lo que los heridos eran observados con nerviosismo e incertidumbre por los demás.

Uno de ellos, observando la herida en su brazo, se acercó temblando a Miriam.

—Por favor, necesito un antídoto.

Miriam le observó unos segundo, no sabiendo qué decir. Sabía que Adam tenía uno y que el grupo de Miguel también tenía un par, pero había cerca de 4 heridos. ¿Cómo podía elegir a quienes salvar? Además, una parte de ella no quería admitirlo, pero no deseaba usar los antídotos en aquellos que no peleaban. La idea le horrorizó por un momento y Miriam se quedó congelada.

—Por favor, sé que deben tener algunos. ¡No pueden dejarnos morir!

El hombre agarró el brazo de Miriam y su voz se volvió más y más desesperada. Ella actuó por reflejo y apartó al hombre. Para su sorpresa, fue demasiado sencillo; como si hubiera empujado a un niño. El hombre cayó al piso y los demás supervivientes observaron a Miriam. Otro de los heridos le dirigió una mirada de enojo.

—Lo siento, no era mi intención —Miriam intentó mantener su voz firme, pero no lo logró—. Me temo que tendrás que esperar, pues la batalla no ha terminado.

Miriam se alejó del hombre, que se levantó y la miró con los ojos entrecerrados. Luego se reunió con los demás heridos. Unos cuantos avanzaban con miedo, siguiendo a Adam, quien se encargaba de matar a los Stalkers en el suelo y que intentaban levantarse con dificultad. A estas alturas, los Stalkers le resultaban tan fáciles que no había necesidad de preocuparse por usar el lanzallamas. Podía matarlos simplemente con un buen golpe de la parte trasera de su arma.

El verdadero problema eran los Gorgers, que disparaban ácido. Por suerte, no había muchos y solo este último edificio parecía albergar a algunos de ellos. También se encontró matando a algunos zombies que no había visto antes, pero cuyas versiones evolucionadas había matado: uno envuelto en fuego y otro en hielo. De resto había algunos zombies que nunca habían visto, pero que no duraron mucho tampoco.

Tarin por su parte procuraba no participar en el combate, pues debía de recuperar energía para gastarla en situaciones de emergencia.

Miguel miraba con cautela los edificios que le rodeaban, pues esperaba que en cualquier momento una nueva horda de zombies apareciera. Para su alivio, esto no sucedió. El grupo parecía avanzar lo suficientemente rápido como para evitar atraer a los grandes grupos de zombies que se encontraban dentro de los edificios.

Adam avanzaba al frente del grupo, mirando de un lado a otro y observando con atención todas las ventanas que los rodeaban. Por momentos, pudo distinguir a algunos zombies que se asomaban por las ventanas y los observaban.

Adam sintió un escalofrío y le indicó al grupo que apurara el paso. Pasaron la plaza sin incidentes y llegaron al bloque 3. Desde la izquierda, en la planta baja de uno de los edificios, les observaba el mismo zombie que ya les había visto pasar con anterioridad. La lucha contra sus instintos resultó mucho más fácil esta vez.

En ese momento, Adam volteó la vista hacia uno de los apartamentos a su izquierda, pero no vió nada inusual. Sin embargo, Justo al desviar la vista, el zombie saltó por la ventana y la hizo añicos.

[Zombie Dog Berserker].

Era un perro gigantesco que Adam reconoció de inmediato, pues el gigantesco San Bernardo era famoso en la urbanización. Sin embargo, el antiguamente hermoso perro había desaparecido y ahora solo quedaba una monstruosidad con el pelaje medio caído y ojos rojos.

El dueño y el perro debían de haber muerto y el virus zombie debió de haber infectado al perro. Adam alzó el lanzallamas y le indicó a los demás que no avanzaran.

—¡Creo que necesito un poco de ayuda en el frente!

Miguel se había alertado con el sonido de la ventana al romperse y, cuando volteó y vio al perro, sintió que el estómago se le revolvía.

—Leonard, ve y ayuda a Adam, yo me quedaré a proteger la retaguardia con Jane y Mike.

Leonard asintió y se adelantó al grupo de supervivientes.

Adam y Anin ya habían comenzado la pelea. Noah también había dejado a Marlen con uno de los supervivientes antes de lanzarse al combate. Sin embargo, sus disparos probaron ser bastantes inútiles contra la gruesa piel del perro, al igual que los carámbanos de Tarin.

Adam tenía experiencia luchando contra un Berserker, pero el problema era que el perro era bastante más ágil y podía acercarse a él con bastante rapidez.

Retrocedió unos pasos y se preparó para la embestida. Por desgracia, se dio cuenta de que no podía esquivarlo, pues detrás tenía a los supervivientes. Así que dobló sus rodillas y apuntó su lanzallamas hacia el perro, que iba directo hacia él.

Disparó el lanzallamas en el último momento, justo cuando el Berserker estaba tan cerca que podía oler su fétido aliento. El perro intentaba morderle el brazo, por lo que Adam apuntó el lanzallamas a la boca abierta y disparó una carga completa.

Las llamas fallaron por muy poco, impactaron el costado de la boca del perro e incineraron su lengua y parte de su garganta, junto con lo que quedaba del pelaje del animal.

El perro rugió de dolor, pero para desgracia de Adam, siguió avanzando. El choque entre ambos fue doloroso y Adam sintió las poderosas mandíbulas cerrarse sobre su brazo izquierdo. Cayó al suelo junto al Berserker y perdió la capacidad de razonar claramente cuando un horrible dolor le invadió.

Noah disparó al zombie y Tarin lanzó un carámbano, que falló y estuvo a punto de darle a Adam. Ambos se detuvieron, impotentes. Anin hizo lo que pudo. Se acercó y golpeó al zombie por la espalda con sus dagas, las cuales resultaron inútiles. La situación mejoró cuando Leonard se unió a la pelea. Su balón chocó contra la cabeza del perro y explotó, aturdiendo al Berserker y a Adam. El segundo estaba tan cerca que quedó sordo por un momento.

El zombie, por su parte, quedó mucho más aturdido, lo suficiente para que soltara a Adam por un instante y retrocediera unos pasos. Momento que aprovechó Noah para acercarse, disparar un doble tiro y retroceder, arrastrando tras de sí a un Adam aún aturdido.

El Berserker recibió los disparos en todo el hocico, lo que ocasionó un daño significativo que lo obligó a retroceder otro paso, sin embargo, se recuperó momentos después, a tiempo de recibir otro balonazo. La explosión fue efectiva, pero el efecto fue menor. El Berserker se llenó de ira, multiplicando su fuerza.

El perro saltó hacia Anin sin previo aviso, mucho más rápido de lo que Leonard esperaba. Anin logró apartarse del camino del zombie, que chocó contra un muro con fuerza. Mientras tanto, un grupo de zombies abandonó el edificio del que salió el Berserker y comenzó otra batalla en la calle.

Miguel, preocupado, ordenó a todos que continuaran avanzando hacia el bloque 4, pues ya estaban tan cerca que luego de doblar la siguiente esquina podrían ver el superbloque hacia el que estaban huyendo.

Adam recuperó un poco el sentido, pero se dio cuenta de que estaba bastante herido. Su brazo izquierdo estaba destrozado y sabía que necesitaba un antídoto. Noah le arrastró hasta Miriam, la cual se agachó junto a él.

—Hay un antídoto en mi bolso —dijo él con voz débil.

Sin perder tiempo, Miriam asintió y buscó en el bolso hasta encontrar el antídoto. Era el último que les quedaba, por lo que ella esperaba que no hubiera más heridos entre su grupo.

Sin embargo, cuando sacó el antídoto, el mismo superviviente que se le había acercado antes, corrió hacia ella con la vista fija en el frasco.