Mito miraba a su nieto Nawaki, pequeño e inocente, de cabello castaño y desordenado. Sus ojos estaban llenos de emoción porque iba a caminar por las calles de Konoha con su "nii-chan". Además, iban a llevar al zorro holgazán, Kurama. La pequeña bola de pelo naranja con largas orejas estaba a un lado del niño. Las orejas apuntando al cielo en una actitud atenta.
Por último, un metro por detrás de Nawaki y Kurama estaba Kain. Alto, joven, atractivo, de cabello blanco y ojos azules. Se veía distinguido con el haori blanco como un señor feudal.
Mito se enfocó en Nawaki y le preguntó —¿Llevas todo? ¿Llevas tu pañuelo?—
—Sí, abuelita— respondió Nawaki, sus ojos estaban llenos de emoción, las manos cerradas y el cuerpo tenso, como si solo quisiera darse la vuelta y salir corriendo con su nii-chan.
—Bien— respondió Mito al ver al niño tan emocionado, ella sonrió y continuo —bien, cuida de Kurama y quédate cerca de Kain—
—Sí, abuelita. Ya me lo dijiste cientos de veces—
—Tengo que asegurarme de que me escuchas—
—¿Nos podemos ir?— preguntó Nawaki
Mito se tapó la boca y soltó una risita —bueno, ve con tu nii-chan ¿Cómo si tuviera algo de bueno?— preguntó en broma.
Nawaki asintió, se dio la vuelta y miró al zorro —vamos, Kurama— dijo y troto hasta alcanzar a Kain. El pequeño zorro Kurama los alcanzo y miró hacia arriba.
Kain levantó la mano en señal de despedida y Mito levantó la mano en señal de respuesta. Kain se dio la vuelta y camino por delante. Nawaki y Kurama lo siguieron. Nawaki estiro su mano, se tomó de la mano de Kain y los dos avanzaron a la puerta torii roja que marcaba los límites de la casa.
Detrás del grupo de Kain lo siguieron dos guardaespaldas y otros dos se quedaron en la entrada. Sakumo no estaba por ninguna parte, ya que él fue a la capital a través de la habitación de transferencia para recoger a Akane.
Kain avanzó por la vereda con la calle del lado izquierdo y la muralla de la propiedad a la derecha. El cielo estaba nublado, con aspecto de que iba a llover en cualquier momento. Corría una suave brisa templada.
Nawaki miraba a su enorme nii-chan mientras sonreía y caminaba. Él se tropezó y casi se cae, pero como estaba sujeto de la mano de Kain, no se cayó a la vereda. Kain se mantuvo firme, acercó su mano izquierda, tomo a Nawaki por el pecho y lo puso sobre sus pies.
—Nawaki, mira por dónde avanzas— dijo Kain
—Sí, nii-chan— dijo Nawaki con una enorme sonrisa. Kain sonrió al verlo tan feliz y le peino el cabello con la mano. Nawaki le volvió a tomar la mano y siguieron avanzando por la avenida principal.
Ellos prácticamente tenían que caminar hacia el municipio, delante de la montaña con el rostro de todos los kages. La Academia Ninja estaba a derecha del municipio. Era la creación de Tobirama, así que tenía que estar cerca, al alcance de su mano.
Al mismo tiempo, Kain le daba breves miradas a Nawaki y el niño lo miraba a la cara y siempre sonreía. Además, el pequeño zorro de pelaje naranja estaba a un lado del niño, también miraba a Kain, pero parecía asustado.
Kain se detuvo, se puso en cuclillas y extendió su mano izquierda —¿Quieres que te lleve?— preguntó
El pequeño zorro de pelaje naranja y enormes orejas miraba a Kain. Tenía dos manchas negras que empezaban en sus ojos y subían hasta cubrir la parte interna de sus largas orejas.
Los guardaespaldas un par de metros por detrás de Kain, miraban al animal. Para ellos era la mascota de la familia, una rara mascota, pero bastante inteligente. Ellos vieron al zorro trotar con suavidad y subirse a la mano de Kain. Este último se puso de pie, acomodo al zorro contra su pecho y el animal se quedó tranquilo, apegado a él.
Kain continúo caminando como si nada, pero los niños que veían a Nawaki y lo conocían, se acercaban. Los guardaespaldas fueron identificando a los niños. Ellos conocían a todos, pero cuando se rodearon de más niños, los guardaespaldas se acercaron para alejarlos de Kain. Sin embargo, este último les dio una mirada amigable y negó con la cabeza.
Nawaki no soltó la mano de Kain, pero iba respondiendo todo tipo de preguntas. Todos los niños gravitaban a su alrededor. Kain sabía que Nawaki era popular en la Academia, pero nunca espero que tanto. Los niños estaban fascinados con el pequeño zorro. Algunos se trataron de acercar a Kain y tocar al zorro en su brazo izquierdo, pero el animal les gruño y fue suficiente disuasor.
—Lo siento— dijo Nawaki —pero tengo que continuar mi camino. Sensei llamo a mi nii-chan, hablamos mañana—
—Está bien— dijo uno de los niños, por su ropa y aspecto, venía del clan Sarutobi. Entonces él agito su mano en señal de despedida y el resto de los niños lo siguieron.
Kain y Nawaki siguieron su camino hasta llegar a la zona en donde se apostaban los carritos de comida a los lados de la avenida.
—Kain-sama— dijo Takeshi desde un amplio puesto de ramen a la orilla de la avenida principal. Su carrito que antes era para cuatro personas ahora podía atender a ocho con facilidad. Tenía techo y cubiertas a los lados y por el frente para que se sentaran los clientes. En el centro estaba la cocina con ollas y sartenes rodeados por un vidrio para que los clientes pudieran ver como se preparaba la comida.
—Hola, Takeshi— dijo Kain, tenía las manos ocupadas con Nawaki y Kurama.
Takeshi estaba acompañado de un niño de la edad de Nawaki, tenía los parpados tan juntos que parecía que los tenía cerrados. De aspecto simple, llevaba puesto el mismo tipo de delantal que su padre. Takeshi le dijo algo al niño, este último asintió y Takeshi tomo una bandeja con cinco platos de ramen.
Takeshi camino hasta Kain mientras la gente que pasaba cerca lo quedaba mirando. Takeshi se detuvo delante de Kain y lo quedó mirando con una sonrisa.
Kain sonrió y le preguntó —¿La cábala?—
—Por supuesto, Kain-sama— dijo Takeshi con una sonrisa —esta semana necesito mucha suerte. Así que, si no le importa, por favor, acéptelo—
Kain soltó una risita, miró a Nawaki y le dijo —sostén a Kurama por mi—
Nawaki asintió, tomo a Kurama y vio a Kain sacar un papel de sello. Kain acercó el papel de sello a la bandeja, guardo los platos con ramen en su interior y guardo el papel de sello en la manga de su haori.
—¿Por qué te da comida nii-chan?— preguntó Nawaki con curiosidad
—Oooh, eso— dijo Kain con una sonrisa amigable —solo es una superstición—
—No es superstición. Desde que Kain-sama me compro ramen la primera vez, siempre me ha traído suerte— dijo Takeshi con convicción
Nawaki abrió los ojos asombrado y miró al hombre del ramen con su gorro y delantal blanco —¿En serio?— preguntó
—En serio, siempre que Kain-sama compra ramen en mi puesto me va muy bien— dijo Takeshi —así que se ha vuelto mi amuleto de la buena suerte—
—Oooh— dijo Nawaki con una enorme sonrisa y miró a Kain. Tuvo que levantar su rostro y extender su cuello para poder mirarlo a la cara. Kain sonrió y le guiño un ojo.
—Takeshi, tengo que ir a la Academia con Nawaki, si no hay nada más, seguiremos nuestro camino— dijo Kain
—Sí, Kain-sama y muchas gracias— dijo Takeshi
—No, gracias a ti, hombre, siempre eres muy amable—
—Estoy preparando un nuevo especial. Este será el ramen definitivo, así que cuando tenga tiempo, venga y me da su opinión—
—Así será, hablamos Takeshi, que te vaya bien—
—Gracias—
Kain extendió su enorme mano izquierda a Nawaki. Kurama saltó de los brazos de Nawaki a la mano de Kain, se acomodó y Kain lo acercó a su cuerpo. Después le tendió la mano derecha a Nawaki y este último se la tomo. Kain miró a Takeshi y asintió. Para Kain solo era superstición, una coincidencia, pero para Takeshi parecía ser un hecho lo de la buena suerte.
Kain y Nawaki siguieron avanzando con dirección a la Academia Ninja. Cuando se alejaron cincuenta metros del puesto de ramen de Takeshi, Kain miró a uno de los guardias. Era Hyoga Hyuga, un tipo bastante serio de la rama secundaria. Como prueba de eso, llevaba un listón blanco en la frente que cubría el sello familiar.
—Hyoga ¿Cuántas personas viven en tu casa?— preguntó Kain de forma casual
Hyoga miró a Kain con sus ojos color malva y le respondió —cinco personas, señor. Mi madre, mi padre, dos hermanos menores y yo—
—Bien— respondió Kain, después miró a al otro muchacho. Del clan Uchiha, de cabello negro, bastante joven. Debe haber tenido quince años —¿Y tú Touma?—
—Tres personas, señor— dijo el joven Uchiha
—Bien, en ese caso. A la tarde, cuando terminen su ronda, les daré dinero y compran dieciséis platos de ramen. Pueden llevarse diez, y seis respectivamente para compartirlos con su familia. Si no lo quieren, lo pueden regalar, ustedes deciden. No es caridad, es un pequeño detalle. Ayudamos a una persona trabajadora y todos nos beneficiamos de eso. Es bueno ayudar a las personas trabajadores ¿Verdad?—
Hyoga y Touma tenían dudas de aceptar esta oferta, pero cuando Kain los hizo pensar en ayudar a una persona trabajadora, los condiciono y en su mente shinobi, trabajo duro era igual a honor, reconocimiento. Así que por supuesto, ellos asintieron y dijeron —sí, señor, es bueno ayudar a las personas trabajadoras—
Kain sonrió con tranquilidad y continúo caminando. De frente se veía el enorme edificio blanco con forma de tazón; el municipio. Y a la derecha, la Academia Ninja de varios pisos.
—Nii-chan ¿Por qué compras más ramen?— preguntó Nawaki
—Oooh, porque es bueno ayudar a la gente trabajadora. Nosotros tenemos suficiente, así que no hace ningún daño compartir nuestra fortuna con otros. Sobre todo, con la gente trabajadora. Conozco a Takeshi desde hace muchos años y lo he visto trabajar en ese carrito con sol o lluvia—
—Mmm ¿En qué trabajas nii-chan?— preguntó Nawaki
—En muchas cosas, ahora estamos construyendo grandes edificios en la capital. Si Nawaki se saca buenas notas, lo llevare para que le dé un vistazo. Son edificios más grandes que la montaña con los rostros de los kages—
—Genial— dijo Nawaki, miró a las montañas detrás del municipio con los enormes rostros y con una mente distraída, no siguió con la conversación. Solo cuando estaban llegando a la entra de la Academia, miró a Kain y le preguntó —Nii-chan ¿Es verdad lo de la suerte?—
Kain miró a Nawaki, hizo una sonrisa astuta y le dijo —¿Quién sabe?—
—Vamos, nii-chan— dijo Nawaki moviendo la mano de Kain de forma enérgica —dime la verdad—
Kain soltó una risita y miró a los guardaespaldas como si estuviera en problemas.
Touma iba a responder, pero Hyoga Hyuga le gano.
—Nawaki-sama, no es que exista la suerte— dijo Hyoga
Nawaki miró hacia atrás mientras sostenía la mano de Kain y avanzaba.
Hyoga miró al niño y le dijo —lo que pasa es que Kain-sama cuenta con cierto prestigio y si él come en algún lugar que no sea el salón de té, llama demasiado la atención. Entonces la gente se acerca a probar lo que comió Kain-sama—
—En cierto sentido— dijo Kain —es como si la gente quisiera imitar lo que hago—
—Buuuu— dijo Nawaki con desanimo —que aburrido—
Kain mostró una amplia sonrisa y negó con la cabeza.