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1/2. Shūhei Hisagi.

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[CAPÍTULO 1/2.]

"Orgullo."

La Sociedad de Almas era tranquilidad pura, después de la condena de Sōsuke Aizen todos en el Seireitei se hundieron en sus responsabilidades y en la preocupación de ser aún más fuertes.

—¡Trágate tu maldito orgullo Hisagi!— exclamó una pelinegra de ojos dorados, con furia brillando en su mirada.

El teniente la miro con indiferencia. Ambos sumergidos en una guerra fría de miradas,

—Muy bien chicos. Basta...— detuvo una peliverde con seriedad. Mashiro nunca era así de seria.

Kensei solo suspiro mientras retomaba su pesado trabajo de leer y llenar la gran pila de documentos que tenía en su escritorio, mientras su teniente y la tercera oficial se peleaba.

—Es que ese maldito cara pintada es tan...— se mordió la lengua evitando seguir insultando al pelinegro.

—Cuidado con lo que dices Malory. Yo tengo un puesto mayor que el tuyo— se acercó peligrosamente a la pelinegra —Recuerda que podría destrozarte cuando quiera— susurro a su oído.

Una sonrisa divertida y llena de arrogancia se enganchó en sus labios mientras miraba de reojo el rostro de aquella mujer. El ceño fruncido y sus labios curvados en una mueca de disgusto, convenció de que todo lo que provenía de aquella mujer era sumamente maravilloso.

Pero su Orgullo no lo dejaba admitirlo en voz alta. Le fascinaba ella, pero su cabeza no estaba para tenerla en su mente. Tenía tantas responsabilidades, y su presión constante de ser el más fuerte le impedía ver más allá de una rivalidad entre la tercera oficial y el teniente del escuadrón.

Suspiro frustrado mientras en el Dōjō vacío entrenaba solamente él. Era de noche y todos en el escuadrón debían de estar durmiendo, su guardia había terminado. Pero después de todo ese tiempo en un trabajo frustrante, no lograba conciliar el sueño.

Con cada movimiento, su cabeza se invadía de imágenes de aquella hermosa mujer. Tantos años negando amarla, tantos años llevando una rivalidad con ella.

La furia recorrió su cuerpo queriendo romper todo a su alrededor, para su fortuna o infortunio. No había nadie más que él.

Hasta que el sonido de la puerta corrediza se escuchó retumbando como eco en la habitación, logrando llamar la atención del teniente.

Malory entro a la habitación, y un chasquido de su lengua se escuchó cuando lo vio parado en medio del Dōjō.

—¿Qué haces aquí?— preguntaron ambos al mismo tiempo.

Hisagi desvío la mirada con molestia, pero la alegre risa de la tercera oficial lo desconcertó. La primera vez que la escuchaba reír, debía de admitirlo, fue encantador e hipnotizante.

—¿Entrenamos teniente Hisagi?— Sugirió la mujer mientras desenvainaba su Zanpakutō. Con una sonrisa peligrosa que encantó al pelinegro.

Una sonrisa de apoderó de sus labios mientras se preparaba para luchar con ella. Siempre le había encantado la forma en la que se comportaba, era fuerte y ruda, pero delicada y femenina. Una mezcla extrañamente hermosa.

El sonido del metal contra metal se escuchaba por todo el lugar, ambos con la respiración agitada y el sudor cayendo por ambos lados de sus rostros, sin embargo, ninguno cedía a la victoria. Su orgullo lo negaba.

—Acéptalo no puedes ganarme. Soy más fuerte que tú, por algo soy el teniente del escuadrón— sonrió arrogantemente Shūhei, deteniendo la Zanpakutō de Malory con su mano. Mientras sus rostros se mantenían en una cercana distancia.

Malory frunció su labio en una mueca de disgusto mientras se alejaba por precaución. No lo aceptaría, si era necesario entrenaría hasta ser más fuerte que aquel arrogante teniente.

—Antes muerta que aceptar eso— respondió molesta.

Jadeo sorprendida cuando se vio acorralada contra la pared. Miro al hombre enfrente de ella, es más alto y más fuerte. Su respiración se congelo quedando atorada en sus pulmones cuando sintió como Hisagi escondía su cara entre la abertura de su cuello y su hombro.

—Hisagi...— susurro sintiéndose en peligro.

—Tranquila. No haré nada que no quieras— murmuró mientras aspiraba el dulce olor de la pelinegra.

Malory suspiro tranquilizando sus nervios. Se sentía extrañamente bien estar así de cerca de Hisagi, sin peleas, ni rivalidad, solo un silencio cómodo y un cálido encuentro.

Se miraron a los ojos, atrapándose en un infinito mar mezclado de dorado y profundo negro. Y cuando menos lo espero, sus labios se encontraron en un beso brusco y necesitado. El shock invadió el cuerpo de la pelinegra, hasta que reaccionó apartando al teniente lejos de ella.

—Idiota— le dijo molesta mientras se limpiaba los labios y salía a toda prisa del Dōjō.

Hisagi suspiro, arrepentido por su acción, recogiendo su Zanpakutō salió de la habitación sin molestarse en seguir a Malory para pedirle disculpas por lo que había hecho. En su cabeza solamente podía pensar en lo que había hecho y su gran arrepentimiento.

Miraba al techo de su habitación, era de madrugada y aún no podía dormir. Estaba extrañamente arrepentido por haberla besado sin su consentimiento, su expresión de odio hacia él fue lo menos que esperaba en ese momento. Jadeo pesadamente, sus pensamientos comenzaron a girar en torno a ella.

Sus ojos dorados tan brillantes como el oro más codiciado, su largo y sedoso cabello negro, su dulce sonrisa y aquella encantadoramente hipnotizante risa, sus pronunciadas curvas que tentarían a cualquier Shinigami.

Suspiro de solo pensarlo. Deseándola más de lo que deberías, amándola más allá de lo que su orgullo le permitía.

Gruñó cuando sintió una fuerte incomodidad en su entrepierna, y un bulto muy notable abajo de las sábanas. Suspiro, sabiendo que después de lo que haría, se arrepentiría nuevamente.

Dirigiendo su mano hasta su entrepierna, libero su miembro de tan tormentosa prisión entre las finas telas de su ropa. Movió la mano de arriba abajo acariciándose mientras sus pensamientos seguían siendo solamente dirigidos a ella.

Se dejó llevar por la calentura del momento, moviendo su mano dándose su propio placer mientras seguía imaginando que ella estaba encima de él.

Jadeo con un suave gemido escapando de sus labios, el ceño ligeramente fruncido y los ojos cerrados. Disfrutando de su excitación, deseando tenerla solamente para él en ese momento.

Un grave gemido salió de sus labios cuando se corrió en su mando, suspiro, su respiración estaba agitada. Su pecho subía y bajaba.

Malory suspiro mirando al techo de su habitación. ¿Por qué me había gustado mucho ese beso?

Quizá haberse enojado con él había sido mucho. Solo fue un inofensivo beso... Suspiró y se levantó de su cama dispuesta a ir a hablar con Hisagi. Solo si seguía despierto.

Camino con cautela por los pasillos hasta llegar a la habitación del pelinegro. Estaba a punto de tocar cuando escuchó unos ruidos proveniente del otro lado de la puerta.

La grave voz de Hisagi de escuchó entre jadeos y suaves gemidos que la hicieron sonrojarse.

Pensó que sería mejor no interrumpirlo en tan íntimo momento. Y avergonzada decidió regresar por dónde vino.