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Ichigo Kurosaki.

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[CAPÍTULO ÚNICO.]

"Mejor Amigo."

Desde la niñez se conocían. Siempre habían sido solamente ellos dos hasta que entraron a la preparatoria Karakura, y ahí conocieron a su grupo de amigos actual.

Su amistad, siempre siguió siendo la misma. O al menos eso creía Malory, pues últimamente sentía que su mejor amigo le ocultaba cosas. Lo miro salir del salón de clases, apresurado. Últimamente comenzó a ser así, desde que Rukia Kuchiki apareció en la escuela.

Un terrible sentimiento se apoderó de ella cuando los vio tan juntos.

No quería admitirlo. Pero llegó un punto en el que amaba a Ichigo más que un amigo o hermano. Él le encantaba, y era extraño pensar en eso.

Tenían tantos años de ser simplemente amigos.

Suspiro mientras miraba por la ventana, extrañada por la rara silueta de un monstruo que la miraba atentamente desde el patio de la escuela. Siendo llamada por la profesora, volteó y volvió a estar atenta a la clase. Dejando aquella criatura de su imaginación en el olvido.

Camino con tranquilidad por las oscuras calles de Karakura, acababa de salir de su trabajo. Estaba cansada y solo quería llegar a casa para tomar una ducha y descansar. Su teléfono vibro en el bolsillo de su falda, por fin su mejor amigo daba señales de vida después de haber salido de la clase sin regresar después.

—¿Hola?— dijo sin ánimos.

—Malory. Me dijeron que tú te llevaste mi mochila— la voz de Ichigo se escuchó al otro lado de la línea telefónica.

—¿Ah?— dijo confundida mientras miraba lo que traía en manos. Recordando que había dejado la mochila de Ichigo en su trabajo.

—¿Te parece si paso por ella a las Ocho? Podría llevar algo de comida y cenamos juntos como antes...— sugirió animadamente.

—Sí, sí. Me encantaría...— sonrió —Nos vemos más tarde entonces— agrego mientras detenía su caminar.

Y en cuanto Ichigo colgó la llamada, salió corriendo de regreso a su trabajo. Sin notar que desde la oscuridad un Hollow la seguía con la mirada.

Jadeo cansada mientras regresaba nuevamente, ahora con la mochila de su mejor amigo, luchando por seguir caminando.

Hasta que una fuerte presión la golpeó, haciendo que su cuerpo se estrellara con la pared de un edificio. Gruñó adolorida, no podía moverse sentía que sus fuerzas eran nulas, su cuerpo sangraba con múltiples heridas. Unas grandes manos tomaron su cuerpo y la elevaron en el aire, desconocía que fuerza era esa. Solo sintió una conocida presión en el aire, como si ya conociera a su invisible agresor.

Creyendo que su muerte era inevitable, cerró los ojos esperando su fin.

Pero pronto sintió que caía, y luego unos fuertes brazos la atrapaban. Abrió los ojos, conectando su dorada mirada con los ojos cafés de un pelinaranja al que conocía muy bien.

—¿¡Ichigo?!— exclamó sorprendida mientras miraba al nombrado.

El pelinaranja solo sonrió mientras bajaba con delicadeza a su amiga.

—Quédate aquí Malory. Yo me encargaré...— agrego con aquella sonrisa arrogante que la derretía.

Despertó en su habitación, el reloj marcaba las cinco de la mañana, se levantó rápidamente para bañarse y cambiarse. Se sentía extraña, con el presentimiento de haber olvidado algo importante. Salió corriendo de su casa con un pan en la boca y acomodando su maletín corrió por las calles de Karakura, esquivando a la gente que iba y venía.

Entro al salón sintiéndose victoriosa al llevar minutos antes de que la campana tocará indicando que el horario escolar había iniciado.

Observo el asiento vacío al lado de su mejor amigo, estaba dispuesta a tomarlo cuando Rukia llegó, suspiro mientras se sentaba en una esquina del salón.

Miro por la ventana, deseando haberse quedado en casa.

Extrañas escenas llegaron a su mente, parecían ser sueños confusos que la consumieron en sus pensamientos.

—Malory... — la voz de su querido amigo se escuchó sacándola de aquel inmenso mar de pensamientos.

—¿Qué paso Ichigo?— pregunto mirándole confundida.

—Las clases ya terminaron. ¿Estás bien?— respondió con el ceño ligeramente fruncido, y una preocupación brillando tenuemente en sus castaños ojos.

—Sí, sí. Estoy bien. Solo... Me quedé en mis pensamientos— agrego mientras se levantaba tomando sus cosas.

El tiempo paso rápido, y eso la confundía. Junto al pelinaranja salieron del salón de clases caminando por los pasillos del instituto.

—Creí que te irías con Rukia— comento ante el incómodo silencio.

—¿Por qué haría eso?

—Últimamente han estado muy unidos...

La alegre carcajada de aquel chico la hizo detenerse, confundida por su reacción.

—¿Estás celosa?— pregunto con burla, sonriendo alegremente mientras se volteaba para mirarla a la cara.

—¡N-no! No estoy celosa— respondió con un notorio sonrojo expandiéndose en sus mejillas.

Nuevamente el pelinaranja rió, provocando que la pelinegra lo golpeara. Y aún con diferencia de estatura él la miro. Aun sonriendo.

—¿Por qué no lo aceptas? Estás celosa, pero no te preocupes. Tu eres mi mejor amiga Malory— sonrió alegremente mientras revolvía el cabello negro de la chica.

Y continúo caminando, Malory se quedó parada observando al suelo como si fuera lo más importante del mundo. Mejor Amiga, ¿por qué dolían tanto aquellas dos simples palabras?

Agradecía que Ichigo la mirará y apreciará así. Pero, ¿Y si ella no quería ser solamente su amiga?

—Ey... ¿Estás bien?

Dio un brinco en su lugar cuando sintió el aliento del Kurosaki cerca de su oído, susurrándole.

Asintió, cabizbaja. Pero nerviosa por su cercanía; sintiéndose inquieta comenzó a retroceder hasta que su espalda chocó contra la pared y se vio acorralada por Ichigo.

—¿Hay algo que quieras decirme Malory?— pregunto Ichigo, mirándole a los ojos sin ninguna pizca de vergüenza.

—Ichigo... Tu...— susurro con nerviosismo mientras apartaba su dorada mirada de los ojos cafés del pelinaranja. —Me... gustas...— balbuceo inaudible.

—¿Cómo dices?— sonrió mientras la miraba.

—Me gustas...

—No te escucho Malory. Tendrás que hablar más alto— agrego tratando de no reírse a carcajada.

La molestia invadió el cuerpo de la pelinegra. Ichigo parecía no tomarla en serio a ella y sus sentimientos.

—Me gus...

Las palabras quedaron en el aire cuando sus labios se juntaron formando un beso lento y apasionado.

—No sabes cuánto esperé por escucharte decir eso...— susurro Ichigo aún con sus labios a centímetros de distancia de los de ella. Sonrió mientras la abrazaba.