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Invocaciones de invierno

Edith era la atractiva cuarta hija del Conde Montgomery y tenía su futuro asegurado. Estudiaba en la Universidad de Pulmina y se codeaba con la crema de la sociedad Pulmense. De cuna alta y vida de lujos, ella no se relacionaba con gente socialmente inferior y disfrutaba de todo lo que el dinero podía comprar. Jack era su opuesto. Pero a veces los opuestos no sólo se atraen, sino que se parecen demasiado.

Maya_Plagga · Urban
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8 Chs

Capítulo 5

Si había una banda a la que Jack amara, esa era Black Sabbath. Adoraba el sonido estridente, oscuro y espeluznante de su música, y lo inspiraban las melodías sacrílegas como Sweat Leaf o War pigs. También Evil woman, Children of the Grave y NIB.

Eran sencilla y malditamente geniales. Y más malditamente genial era que Black Sabbath estaría tocando en Pulmina.

Jack se había esforzado por parecerse a ellos, sin siquiera saberlo. Llevaba el pelo largo, suelto y libre, rebelde, tal como lo llevaba Ozzy. Solo que Jack tenía el cabello marrón oscuro y con suaves ondas.

Vestía pantalones Oxford celestes y siempre llevaba una chaquetilla verde militar sobre alguna camisa. Pero no llevaba siempre la misma. Eso no. Tenía varias iguales, él era una persona muy pulcra y aseada. Casi obsesivo.

También llevaba botas negras, era su vestimenta predilecta. Amaba el verde. Muchas mujeres en su vida habían opinado que le sentaría mucho mejor el azul, a juego con sus profundos ojos.

Pero él prefería el verde. Siempre.

La música sonaba muy alta desde el tocadiscos.

—¡¡Hey!! ¡¡Baja la música, vago!! —el grito llegó acompañado de unos golpes en la pared, desde el departamento contiguo.

—Jodete —le gritó Jack al tipo.

Estaba de mal humor. Desde que había tenido ese maldito incidente con la maldita hija del "conde algo" todo había ido para el traste. Su jefe lo había apartado luego de la jornada laboral, y todo para reprenderlo. Resultaba que la prensa había llamado a la empresa de sanidad para interrogarlos sobre el desafortunado incidente y habían vuelto locos a todos sus jefes preguntándoles sobre un empleado llamado Jack que había estado involucrado en un incidente en plena calle con la hija de un conde.

Todo había sido una mierda. Lo habían reprendido por llamar la atención y él solo había tenido que permanecer con cara de idiota, viendo como lo retaban como un niño.

Pero necesitaba el dinero. No volvería a casa de sus padres para escuchar a todos sus hermanos llorando a la vez. Los amaba, pero eran estresantes. Se volvería loco en menos de un año.

Eso era lo que ganaba por ser un trabajador y no un niño rico, no hijo de un conde. Tenía que aguantarse lo que viniera para mantener su sueldo, tenía que sobrevivir.

Al demonio todo.

Subió el volumen del tocadiscos y se tiró en la cama vestido solo con sus pantalones mientras se fumaba un cigarro. Se rascó el culo y tarareó Paranoid.

De repente alguien tocó a la puerta.

—Hey, J —Era su amigo Roger— ¿Cómo va? ¿Hoy vamos a "La cueva"?

La cueva era el tugurio en donde se juntaban para tomar y escuchar alguna banda que tocara en el momento. Un buen Rock que le moviera los huesos luego de estar revoleando bolsas de basura. Solían ir los cuatro cada cierta noche a "La cueva de Mefisto" pero esa noche no tenía particulares ganas.

Todo había ido mal y, peor aún, no quería verla a ella. Se sentiría mal de extrañarla, y no quería que verla otra vez lo hiciera reflotar algo que ya estaba muerto.

Estaba pensando en ella, en Michelle, cuando unos ojos verdes entorpecieron su mente.

Esa maldita chica se le cruzó en la mente como un pensamiento intrusivo, entorpeciéndole la mente. Se le topó como una imagen, de imprevisto, con sus ojos verdes enojados y su cabello marrón electrificado seguro por la descarga de enojo que la había invadido al creer que él casi la había hecho chocar.

No sabía por qué, pero esa chica que le había causado problemas seguía colándose en sus pensamientos. Había sido así desde que había pasado ese incidente. Se había quedado más irritado de la cuenta, él se daba cuenta de que debería haber avanzado con su vida, pero era como que seguía anclado a ese suceso.

A esos ojos verdes molestos.

¡Jesus! Esa chica otra vez en su mente. Tenía que olvidarse de ese hecho como sea. No tenía ningún sentido. Ni siquiera la conocía y no volvería a verla. Era nadie.

Some people say my love cannot be true

Please believe me, my love, and I'll show you

I will give you those things you thought unreal

The sun, the moon, the stars all bear my seal

NIB comenzó a sonar de fondo.

Roger abrió la puerta.

—Vamos a tomar algo. No hay diferencia entre escuchar música aquí y allá —Él lo miro desde el marco de la puerta del humilde departamento, al lado de una silla con una pila de ropa de Jack—. Oh si, espera. Es mejor tomar algo en un pub ligando con algunas chicas guapas que aquí.

Tenía razón.

—Vamos —le dijo Jack.

Todo mejor que pensar en la chica de ojos verdes.