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Invocaciones de invierno

Edith era la atractiva cuarta hija del Conde Montgomery y tenía su futuro asegurado. Estudiaba en la Universidad de Pulmina y se codeaba con la crema de la sociedad Pulmense. De cuna alta y vida de lujos, ella no se relacionaba con gente socialmente inferior y disfrutaba de todo lo que el dinero podía comprar. Jack era su opuesto. Pero a veces los opuestos no sólo se atraen, sino que se parecen demasiado.

Maya_Plagga · Urban
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8 Chs

Capítulo 6

El sonido era estridente. Las luces del tugurio rojas, escarlata brillantes y enceguecedoras. Algunas personas saltaban y gritaban al compás de la música, aunque eran la minoría ya que en ese momento estaba tocando una de las bandas teloneras de las estrellas de la noche.

Esa noche tocaba su banda favorita.

Tocaba Black Sabbath.

Roger, Charlie, Oliver y él los habían ido a ver especialmente a ellos, y Jack esperaba ansiosamente la aparición de Ozzy, Tony, Geezer y Bill. Definitivamente no se le ocurría una mejor idea para pasar un viernes a la noche que tomando una buena cerveza y escuchando cantar a Ozzy.

Jack estiró las piernas sobre el suelo de ladrillos del pub. Estaba sentado en el suelo junto a sus amigos y otros muchos tipos que esperaban como ellos. Mientras tanto la vez del presentador anunció a la siguiente banda.

—Señores y señoras, con ustedes "Hypnosis". Un fuerte aplauso.

Muchos tipos del lugar empezaron a abuchear a la banda novata.

—Qué asco.

—¡Queremos a Sabbath!

—¡Váyanse!

Los gritos comenzaron en partes iguales entre los tipos y tipas, pero Jack no se unió a ellos. Le parecía cruel abuchear y echar a una banda emergente que recién empezaba.

Estaban empezando desde abajo, y eso era lo que Jack más valoraba. Sabía lo que era empezar desde bien abajo y la lucha que conlleva. Era difícil, y él lo sabía. Si él estuviera en una banda emergente no le gustaría que…

Basta. Suficiente de sueños. Debía bajar a la realidad.

En ese mismo instante en que pensaba, Oliver se acercó a Jack, George y Roger, que estaban sentados en el suelo. Se acerco con dos cervezas en cada mano, otra cerveza bajo el brazo y un compañero de juerga que caminaba a su lado, casi a trompicones, con otras dos cervezas en las manos.

Jack fulminó con sus ojos medianoche al nuevo compañero de juerga. Se veía extraño de una manera demasiado extraña.

Algo en él no pertenecía al tugurio. Quizá era por su cabello marrón pulcramente cortado y brillante, algo desordenado por la fiesta pero que lucia como el de un jugador de polo. Quizá era por su camisa blanca que conservaba su estampa y su calidad a pesar del sudor. O por sus pantalones grises a medida y sus zapatos negros de cuero brillantes. Muy brillantes y distinguidos.

No. Jack se dio cuenta qué era lo que le hacia ruido del nuevo compañero.

Era la cadena de oro fina, muy fina, que brillaba en su cuello. Muy distinguida.

Él extraño no era como él, pero de alguna manera se comportaba como uno más del tugurio. No miraba a nadie por arriba, no fruncia la nariz ante los desagradables olores del gentío, actuaba como los demás. Se veía de alguna manera humilde.

Extraño.

Oliver y el nuevo personaje se acercaron a ellos y Oliver les movió las piernas levemente con un pie.

—¡Llegaron, llegaron!

—¡¿¿Sabbath??! —preguntó Roger, esperanzado.

—No, las cervezas.

Repartió las botellas entre sus amigos, que se levantaron del suelo.

—Para ti, para ti. Listo.

Jack se bebió la suya. El fresco manjar bajó por su garganta, ligeramente picante. El frescor, en contraste con el ambiente, le recorrió todo el cuerpo.

—Me diste la de tu axila —se quejó Charlie, escupiendo— todo el pico tiene olor a chivo. ¡Que asco!

—Te jodes —le respondió Oliver— Escuchen. Quiero presentarles a alguien. A un nuevo amigo.

Oh, sí. Se iba a enterar quién era el extraño de ropa galante.

—Quiero presentarles a mi nuevo amigo Michael. El tipo que conocí en la salida pasada.

—Es un gusto, chicos —los saludo Michael, y le estrechó la mano a cada uno. Jack se dio cuenta de que no le importó estrechar sus manos sucias de tocar el suelo y, aun más se sorprendió de sentir lo suaves y delicadas que eran sus manos, lo suave que era su piel.

De no trabajar con las manos. A diferencia de Jack y sus amigos, cuyas manos eran callosas y de piel curtida, propia del trabajo obrero.

No era obrero.

—Y… escuchen esto… —Oliver se rio y se acercó a ellos— ¿Puedo decirlo?

—Oh, puedes decirlo —le aprobó Michael. Jack enarcó una ceja.

—Estamos ante la presencia de un personaje ilustre. No… de un señor.

—Qué quieres decir con eso? —preguntó Charlie.

—Quiero decir… —Oliver hizo una pausa y miró por encima de sus hombros—. … que estamos ante la presencia del, escucha esto, "futuro Conde Montgomery —se carcajeó—. ¿Como les va esa?

Todos los chicos, excepto Michael y Oliver, ensancharon los ojos tanto que cada uno tenia dos platos en la cara. Hasta el mismo Jack, que se dio cuenta de que no estaba desacertado con su apreciación del muchacho.

Jack se quedó meditabundo.

—No-puede-ser —dijo Roger— ¿Eres en serio un conde?

—No todavía —le respondió Michael por encima del ruido— Mi padre, por obra y gracia del destino, sigue vivo.

—Pero lo serás algún día? —le pregunto Charlie.

—Oh, sí. Lo seré —le respondió el muchacho, haciendo un gesto cómico tirando del cuello de su camisa dos veces.

"Espera un segundo… por qué el "Conde Montgomery" me suena tanto?" pensó Jack.

Había algo en el titulo que le llamaba la atención, y pronto se dio cuenta por qué. Ya lo había escuchado antes. No sabia en donde, pero el titulo ya lo había escuchado.

—¡Fabuloso! ¡Entonces tienes todos los billetes que quieras!

—Así es, por eso… —Michael se tomó de un tragó toda la botellita de cerveza y, acto seguido, la estrelló contra el suelo, sobresaltando a los que estaban alrededor, incluyendo a Jack— ¡Hoy invito todo yo!

Todos los que estaban en el lugar lo vitorearon y lo alzaron en vilo, haciéndolo saltar recostado sobre el pogo, mientras el muchacho gritaba.

Oliver se reía.

—¡Esta malditamente loco!

«¿Qué diablos acaba de pasar?», se preguntaba Jack. Pero lo que más se preguntaba era de dónde le llamaba tanto la atención el título "Conde Montgomery"

¿Dónde lo había escuchado?

Estuvo un rato pensando hasta que se dio cuenta de dónde. Abrió los ojos muy grandes y se le cayó en la cabeza como una piedra dura mientras en su mente sonaban las palabras de su jefe.

"Más te vale no traernos problemas con los que están arriba. Aléjate de los que están arriba. No queremos más problemas ni entrevistas por la hija del Conde Montgomery ni ningún otro Conde"

No puede ser.

Entonces, en su mente brillaron dos aguamarinas. Dos ojos brillantes y enojados, verdes y diabólicos de la chica que casi hizo que lo despidieran.

Ojos iguales a los de Michael.

Eran los hijos del Conde Montgomery.