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Capitulo 7: Una niña en medio de la guerra

La historia continúa.

En un pueblo remoto del reino de los semi humanos, habitaba una valiente niña llamada Lisa, una niña loba de ojos marrones, cabello blanco y orejas blanca, de tan solo 11 años de edad. Cada mañana, Lisa se despertaba temprano para compartir el desayuno con su amoroso padre. Una vez finalizado el desayuno, se disponía a realizar las labores de la granja: recolectaba el trigo, alimentaba a los animales y se ocupaba de mantener todo en orden. Desde muy pequeña, Lisa había demostrado ser una niña trabajadora.

Un día como cualquier otro, la tranquilidad del pueblo se vio repentinamente interrumpida por la llegada de un grupo de humanos que saquearon y quemaron todo a su paso, sembrando el caos y la destrucción. Entre los valientes lugareños que fueron brutalmente atacados, algunos fueron capturados con la intención de ser vendidos como esclavos, mientras que otros encontraron refugio en la desesperada huida.

Lisa, en su humilde morada, se vio obligada a esconderse al escuchar los horrores que ocurrían afuera. En un instante de terror, un hombre logró encontrarla y su mirada fría y amenazante hizo temblar a la pequeña semihumana. Sin embargo, en un acto valiente y desesperado, su padre enfrentó al intruso y les instó a Lisa y a su madre a escapar mientras aún tenían la oportunidad de hacerlo.

Lisa no quiere irse sola, se niega.

Al salir de la casa, la madre de Lisa la tomó de la mano y juntas se adentraron en el espeso bosque, con el corazón latiendo desbocado por la angustia y el miedo. En su huida, Lisa se atrevió a mirar hacia atrás y presenciar la tragedia que se desarrollaba a sus espaldas: el hombre despiadado acababa con la vida de su padre delante de sus ojos, dejando su corazón lleno de dolor y su mente paralizada por el terror.

La persecución no tardó en alcanzarlas, mientras los disparos de flecha resonaban en el bosque y las obligaban a correr a toda prisa. Sin embargo, un traspié las hizo caer por un empinado barranco, sintiendo el impacto de la caída en cada parte de sus cuerpos. Al llegar al fondo,

Con voz entrecortada por el dolor y la urgencia, la madre le instó a Lisa a huir, a dejarla atrás. En un gesto de valentía y amor, le aseguró que si permanecían juntas, ambas enfrentarían un destino trágico e incierto. "Corre, yo haré frente a esto. No permitiré que nos atrapen juntas. Corre, hija", fueron las palabras valientes y desgarradoras que salieron de su boca.

Lisa, con voz entrecortada por el llanto, promete a su madre:

-No te dejaré sola, Mamá. Te ayudaré a levantarte.

Su madre, entre sollozos, responde:

-No podré correr, mi niña.

Lisa se aferra con fuerza a su madre, decidida a permanecer a su lado, sin importar lo que suceda.

La mamá de Lisa, sin perder tiempo, intenta levantarse y caminar. Una flecha se clava en su pie y la hace caer. Trata de incorporarse pero le resulta imposible, y en ese momento se acercan tres humanos armados. Cuando están a punto de atacarla, un oso sale de los arbustos y se enfrenta a ellos. Mientras el oso combate con los humanos, la madre de Lisa, a pesar de la flecha en su pie, lucha por escapar. Al caer la noche, se sienta exhausta en una roca cubierta de musgo junto a un arroyo. Lisa, preocupada por ella, la observa con angustia.

La mamá rasgó su falda para hacer vendaje. Su rostro está marcado por una mezcla de dolor y determinación. La suave brisa agita su cabello plateado y despeinado, mientras sus manos temblorosas se preparan para realizar una tarea dolorosa pero necesaria.

La flecha se había incrustado profundamente en su pie. El extremo de la flecha sobresale, su madera áspera y su punta metálica cubierta de sangre fresca.

La mamá de lisa toma una respiración profunda y firme. Sus dedos agarran la flecha con fuerza, sus nudillos blanqueando bajo la presión. El dolor se refleja en su mirada, pero no hay lugar para la duda. Con un movimiento rápido pero controlado, tira de la flecha hacia fuera, apretando los dientes para evitar gritar. La flecha sale con un sonido húmedo y sordo, y la mujer ahoga un gemido de dolor.

Lisa, al presenciar la escena, experimenta una oleada de miedo y dolor que la hacen desviar la mirada, inundándose en lágrimas.

La herida de la madre comienza a sangrar más libremente ahora, pero la mujer, habiendo preparado tiras de tela previamente rasgadas de su propia ropa, inmediatamente presiona un trozo limpio contra la herida, tratando de frenar el sangrado. Sus ojos se llenan de lágrimas, pero se mantiene firme, sabiendo que necesita desinfectar y vendar la herida rápidamente para evitar una infección.

Lisa ayuda a su mamá a acomodarse para descansar, y pronto su mamá cae rendida en un profundo sueño, evitando prestar atención al dolor que la aqueja. A pesar del agotamiento, Lisa, llena de temor, no logra conciliar el sueño. Debe mantenerse alerta, preparada para actuar en caso de que alguien se acerque.

La luz del sol se cuela entre las hojas de los árboles mientras Lisa, que no ha logrado conciliar el sueño toda la noche, decide aprovechar la mañana para conseguir alimento. Con una rama flexible y fuerte unida a una liana que forma un arco, se acerca al arroyo y logra capturar varios peces.

Con una expresión concentrada en su rostro, Lisa utiliza una piedra de sílex y un pedernal que encontró en el bosque para generar chispas. Después de varios intentos, una brillante chispa finalmente prende la yesca, y un fino hilo de humo comienza a elevarse. Sopla con suavidad sobre las incipientes llamas, alimentándolas con cuidado hasta que el fuego se establece con seguridad.

Satisfecha con su logro, Lisa sonríe y se sienta sobre sus talones, observando el fuego crepitar y crecer. Con movimientos hábiles y precisos, ensarta los peces en unos palos largos improvisados y los coloca sobre la fogata, asegurándose de que estén a una altura adecuada para asarse de manera uniforme sin quemarse. El aroma del pescado que está comenzando a cocinarse llena el aire, mezclándose con el olor fresco del bosque y del humo de la madera.

Después de cocinar los peces, Lisa despierta a su madre. Aunque esta última sentía un ligero dolor, no le daba importancia. Lisa le ofrece algunos peces cocinados y ambas comienzan a comer. Una vez terminado el festín, Lisa ayuda a su madre a incorporarse y juntas emprenden la caminata adentrándose aún más en el bosque.

Gabriel se encontraba en su cama, mirando el techo con tristeza y dolor. De repente, se levanta de un salto, abre la ventana y se adentra en el bosque. Después de una larga caminata, finalmente llega al gran árbol.

En su mente, Gabriel se dice a sí mismo: "Tengo que regresar más fuerte, mucho más fuerte".

Sintiendo una profunda molestia, Gabriel comienza a lanzar poderosos conjuros hacia el gran árbol. Los destellos de las explosiones iluminan todo el bosque y una grieta comienza a aparecer en su rostro. Su ojo izquierdo brilla intensamente, mientras en su rostro se dibuja una sonrisa psicópata. Sus poderes aumentan rápidamente, cuando de repente, escucha una misteriosa voz que lo hace detenerse y reflexionar.

Desconocido:

- Se requiere mucha más fuerza para derribar ese enorme árbol.

Gabriel se sorprende al escuchar la voz desconocida. Las grietas en su rostro desaparecen y se voltea para ver quién habla. Para su sorpresa, era el mestizo que había ganado el torneo de la escuela. Al ver la expresión en el rostro de Gabriel, el mestizo se asusta.

En la mente de Gabriel, se pregunta confundido:

- No puede ser, me vio sin mi parche. ¿Tendré que hacer algo al respecto?

El mestizo entonces dice:

- Disculpa por interrumpir. Tienes un ojo muy curioso, nunca había visto uno así. ¿Puedo verlo de cerca?

Gabriel se sintió desconcertado al ver que el mestizo no parecía tener miedo de él. Permityó que se acercara para ver su ojo de cerca, mostrando una expresión de asombro en su rostro.

El mestizo, con curiosidad, comentó:

- Tu ojo es muy interesante, ¿por eso llevas ese parche?

Gabriel, con voz suave, respondió:

- Si la gente se enterara de mi ojo izquierdo, podría meterme en problemas.

El mestizo, mostrando empatía, dijo:

- Puedes confiar en mí, no le diré a nadie. Podemos ser amigos.

Gabriel se sintió feliz al encontrar a alguien en quien confiar y aceptó la amistad del mestizo con gratitud.

Mestizo pregunta:

- ¿Por qué estabas atacando al árbol?

Gabriel responde con sinceridad:

- Mi mente está algo confusa, necesito entrenar para mejorar mi fuerza.

Datch, comprensivo, se ofrece a ayudar a Gabriel en su entrenamiento y se presenta:

- Soy Datch Konketsu.

Gabriel, intrigado, comenta:

- Tus nombres y apellidos son muy interesantes. Yo soy Gabriel Ishá.

Datch, entusiasmado, propone:

- ¡Me encantaría enfrentarme a ti! Tu magia me impresionó y quiero ver de lo que eres capaz en un combate. ¿Estás listo para poner a prueba nuestras habilidades juntos?

Gabriel responde con humildad:

- Sería injusto, ya que sería el único capaz de hacer conjuros.

Datch, con confianza, le responde:

- Los conjuros no son la única forma de ser fuerte. Enfréntame y descubrirás la verdadera fuerza de los mestizos.

Gabriel sintió que Datch lo estaba subestimando mientras el mestizo estiraba los brazos preparándose. En ese momento, sintió como el maná fluía desde su ojo izquierdo, una sensación que lo emocionaba y lo llenaba de determinación para el enfrentamiento. Su ojo izquierdo parecía producir más maná de lo habitual, lo que aumentaba su confianza. Frente a él, Datch, con una complexión fuerte y una expresión de determinación en su rostro, levantó su espada de madera, mostrando su preparación para el desafío. A pesar de no poder realizar magia, la habilidad con la espada y la agilidad de Datch eran impresionantes.

Gabriel preguntó: "¿Listo, Datch?"

"Siempre lo he estado," respondió Datch con una sonrisa confiada.

Gabriel dio el primer paso, levantando una mano y murmurando un hechizo. Una ráfaga de viento se materializó y se dirigió hacia Datch, quien con una precisión sorprendente logró esquivar el ataque y corrió hacia Gabriel. Su espada de madera cortaba el aire en un arco rápido. Gabriel apenas tuvo tiempo de conjurar un muro de tierra para defenderse, y un estruendo resonó al recibir el impacto de la espada.

Datch no perdió tiempo y, con una agilidad increíble, giró sobre sí mismo buscando una apertura en la defensa de Gabriel. Sin embargo, Gabriel contraatacó rápidamente, lanzando una serie de pequeñas bolas de fuego que obligaron a Datch a retroceder y esquivar con destreza.

"¡No puedes confiar solo en la magia, Gabriel!" gritó Datch mientras se lanzaba hacia adelante nuevamente, su espada moviéndose con una velocidad impresionante.

"Y tú no puedes confiar solo en tu fuerza," replicó Gabriel, sus ojos brillando con la concentración mientras conjuraba un hechizo para deformar la tierra y atrapar a Datch.

Datch, demostrando su habilidad, saltó sobre aquel suelo extraño y aterrizó detrás de Gabriel, apuntando con su espada a su espalda. Gabriel giró justo a tiempo para conjurar una explosión de fuego cegadora que hizo que Datch retrocediera, protegiéndose los ojos.

Ambos amigos respiraban con dificultad, pero sonreían, disfrutando del desafío y aprendiendo los unos de los otros. La pelea continuó, con hechizos surcando el aire y la espada de Datch moviéndose con gracia y precisión. Los dos se empujaban al límite, sabiendo que esta competencia amistosa los haría más fuertes.

Finalmente, en un movimiento sincronizado, Gabriel y Datch se detuvieron. La espada de Datch estaba en el cuello de Gabriel. Datch, al mirar hacia atrás se da cuenta uqe tiene una púa de tierra apuntaba hacia su cabeza. Los dos se ríen.

"Sé que puedes usar conjuro o hechizo sin decir ni una sola palabra ¿porque no lo hiciste? " dice Dacht mientras mira a Gabriel.

Gabriel se pone nervioso. DATCH sonríe y le da la mano. Gabriel le estreña la mano formando una nueva amistad. Datch invita a comer a Gabriel en su casa. Él acepta y caminan.

Datch le dice a Gabriel:

-El enfrentamiento que tuvimos hoy fue intenso, me gustaría pelear contigo de nuevo. Ambos aprendimos cosas nuevas.

Gabriel responde:

-Sí, fue muy intenso. Podríamos entrenar juntos todas las tardes.

Datch luego pregunta:

-¿Por cierto, podrías ayudarme a buscar un objeto raro?

Gabriel, interesado, le pregunta:

-¿Qué tipo de objeto raro estás buscando? Cuéntame más detalles.

Datch responde:

-Hace tiempo encontré un libro antiguo que pertenecía a un semihumano. En él se narra la historia de un semihumano de hace 400 años que presenció la caída de un ángel rebelde con una poderosa espada. Me gustaría encontrar la ubicación de esa espada.

Gabriel le responde a Datch:

-Eso suena interesante, estaré encantado de ayudarte a buscar esas espadas.

Al llegar a la casa de Datch, notan que es humilde. Gabriel saluda y pide permiso para entrar, a lo que Datch le asegura que no hay problema ya que sus padres no están en casa.

Gabriel, intrigado, pregunta:

-¿Dónde están tus padres?

Datch responde:

-Mis padres me abandonaron, pero no me importa. Lo único que quiero es ser una de las "7 piezas de dios".

Gabriel le señala:

-Pero tú eres...

Datch interrumpe:

-Lo sé, lo sé. Pero quiero demostrar al Reino de Altagracia que los mestizos podemos ser fuertes sin necesidad de hechizos o conjuros.

Gabriel le asegura a Datch:

- Estoy dispuesto a ayudarte. También quiero demostrarle a todo Altagracia que a pesar de mi ojo izquierdo, no soy malvado.

Ambos se ríen, y Datch busca el libro para mostrárselo a Gabriel. Él comienza a leer detenidamente.

Gabriel señala:

- Aquí dice que se encuentra cerca, dentro de una cueva. Pero, ¿dónde exactamente está ubicada?

Datch responde:

- Tenemos que investigar más a fondo para encontrarla.

Juntos, se adentran en el bosque y buscan la cueva durante todo el día, pero lamentablemente no logran encontrarla. Deciden continuar con la búsqueda al día siguiente.

El Rey de Trini se encontraba conversando en la sala del trono.

Rey de Trini:

- General militar, ¿Cómo va el avance en el asedio a los Reinos de los elfos y los semihumanos?

General militar responde:

- Majestad, el asedio avanza según lo planeado. Hemos capturado dos ciudad en el reino de los semihumanos y uno en el reino de los elfos.

El Rey de Trini continúa:

- Esta guerra será larga, pero saldremos victoriosos. Ahora, infórmame sobre las pérdidas que hemos sufrido.

General militar respondió:

- Mi majestad, nuestras bajas no han sido tan significativas, hemos perdido:

3 mil soldados,

500 magos,

y 100 tropas de caballería. Sin embargo, se están entrenando voluntariamente 6 mil nuevos soldados. Además, el reino de Altagracia enviará 200 magos en apoyo.

El Rey de Trini afirma:

- Todo marcha bien, la estrategia del peón está dando resultados. Cuando haya terminado, otorgaremos territorio al Reino de Altagracia como muestra de agradecimiento.

El tesorero informa al rey:

- Mi majestad, los esclavos semihumanos y elfos se han vendido a buen precio, lo que ha aumentado significativamente el presupuesto para la guerra.

El Rey de Trini declara:

- Todo está progresando a nuestro favor, sigan adelante.

Una sonrisa despiadada se forma en el rostro del rey.

Fin del capítulo