webnovel

No quiero problemas

En el restaurante, piden la cena, y ella se pone tensa; algo evidente, pero sin culparla Sandro sabe el motivo, quedaron de hablar sobre su discusión en la cena. Sandro toma la mano de Ishtar, dándole un suave apretón y acariciando los nudillos con su pulgar.

Sandro – Ish, lo que paso ayer –dice con tono monótono y apenado–

Ishtar – Sandro, lo siento, no debí.

Sandro –No, soy yo quien no tenía que haber gritado, no debí haberme exaltado así. Tienes razón, no puedes simplemente ignorar a mis hijos o lo que hacen; ni te puedo culpar por atenderlos.

Ishtar – Así es, pero yo tampoco debo tomarme tantas atribuciones con ellos, entre más confianza haya entre ellos y yo, puede que algún día que no me parezca lo que hagan me sienta con la autoridad para corregirlos, y yo no quiero problemas por algo así, ni contigo o con su madre.

Sandro –No los habrá.

Ishtar – de cualquier forma prometo no exceder los límites con ellos; pero no quiero que vuelvas a gritarme y menos delante de ellos.

Sandro –Perdóname enserio; estaba muy molesto por otras cosas y apurado y tú fuiste el pararrayos de eso. No debí y no volverá a ocurrir.

Ishtar – está bien. Ya no te preocupes y hay que dejarlo atrás.

Sandro – Y por cuanto a lo que dijiste de Casandra, –con gesto de dolor y preocupado, besa la mano de Ishtar– no vuelvas a pensar eso, en ningún momento he dudado de mi decisión de estar contigo; ni tampoco fue una salida o un refugio para mi dolor. Es verdad que iniciamos esto en un momento no propicio, y que me has ayudado mucho a superar mi dolor; pero debes estar segura que estoy contigo porque te amo, por lo que siento por ti. Lo que había con ella, se fue rompiendo desde tiempo atrás, era una bomba de tiempo que exploto al encontrarla en esa situación. –Hace una pausa, mientras el mesero sirve los platos y el vino; cuando se va continua– No es fácil decirlo, y no tengo las palabras; pero estoy seguro de que estar contigo no es una decisión que tome por motivos erróneos. Estoy contigo porque disfruto del tiempo que pasamos juntos, siento algo por ti y no es una simple amistad ni solo lujuria, no me arriesgaría a estar en medio de un juicio y tener una relación, sí no me importaras; Ishtar, te amo, no lo olvides.

Ishtar, sorprendida por la confesión, dolida y apenada por que le había soltado en medio de la discusión, el que se sentía como solo una segunda opción y que era utilizada para cubrir la soledad, el dolor y el apoyo con sus hijos; con los ojos cristalizados amenazando con llorar, acaricia el rostro de Sandro; pasa saliva, esbozando una sonrisa y con un hilo de voz dice– yo también… te amo; no debí lanzarte esas tonterías. Entiendo que estamos en una situación difícil para nuestra relación; pero creme que me hace muy feliz el que me digas esto. No podía evitar sentir miedo al dejar mis sentimientos expuestos y vulnerables, así como lo he hecho contigo, no es fácil. Perdona por ponerte en esa situación.

Sandro – Ishtar, somos una pareja, estamos para apoyarnos y confiar el uno en el otro; ni yo soy tu salvador de veinticuatro horas ni tú la mía. Y sí no hay apoyo y confianza, no puede haber una relación.

Ishtar – Perdona por eso… tienes razón

Sandro – Necesito que entiendas eso. No quisiera que algo como lo de ayer se vuelva a repetir; aunque hayamos discutido, prefiero que me avises tus planes, problemas, contratiempos o cualquier cosa; no porque siempre vaya a poder ayudar o resolverte todo, sino por saber y estar al corriente de lo que te ocurre; para no preocuparme.

Ishtar – está bien, es solo que estaba molesta y a la vez no quería molestarte, te creía ocupado… no llamaste –dice triste–

Sandro –Estaba ocupado, pero también sabía que regresarías tarde, por eso no te llame, esperaba que llegaras para hablar. Cuando recibí tu mensaje –dice con tono molesto y dolido, traga saliva– no supe cómo actuar, ni que decirte, pasaron muchas ideas por mi cabeza, entre ellas que ya no quisieras seguir conmigo… –Esa frase le provoco un rictus de dolor en la cara a Sandro y un gesto de sorpresa a Ishtar que no le cayó nada bien. –

Ishtar – ¡No vuelvas a pensar algo así! –le prohíbe, apretando fuerte su mano y entrelazando sus dedos con los de él. –

Sandro – Estaré loco, será muy pronto, tal vez creas que me aferro; pero… no quiero perderte, no estoy dispuesto a ello. –Le dice con mirada de ilusión. –

Sandro, besa la mano de Ish, antes de comenzar la cena.

Ishtar – No lo harás

Transcurre la cena con un mejor ánimo; platican de otras cosas. Hasta que caen al tema del hospital, y sale a relucir Jarrett, en la conversación.

Sandro –pobre, se veía tan mal, pero, no me agrado como te veía y mucho menos cuando te abrazo.

Ishtar –Amm… sobre eso. –Hace una pausa y baja la mirada. –

Sandro – ¿Qué?

Ishtar – Jarrett fue mi amor de secundaría –hace pausa y toma aire– Anoche me quede en su casa –suelta esto así sin pausa y de golpe, alzando la mirada para ver la expresión de Sandro, quien hace una mueca como sí le hubiese caído un balde de agua helada, mezclado entre furia y dolor, desvía su mirada, y tensa los puños– Sandro, Sandro –vuelve la mirada a ella, que le clava la mirada en los ojos– solo es un amigo y me presto una habitación –ella extiende sus manos para tocar las de él, quien las retira de inmediato. Lo que le causa dolor–

Sandro –Porque no me lo dijiste.

Ishtar – ¿Por teléfono? No me ibas a dar oportunidad ni siquiera de explicar, menos después de la discusión de la mañana –niega ella con la cabeza apretando los ojos– no me imagino como te habrías puesto sabiéndolo y estando distanciados.

Sandro –No lo sabes.

Ishtar –Te conozco, y no estaríamos aquí. Después de todo lo que ocurrió en el día, ibas a pensar lo peor y me habrías mandado a volar sin darme oportunidad de explicar o contarte; y lo confirmo con lo que me contaste hace unos momentos, un simple mensaje te hizo pensar lo peor. Fue solo casualidad, nos encontramos; platicamos, se enteró de mi petición de asilo y me ofreció su ayuda, en resarcimiento de viejos tiempos.

Sandro –Muy conveniente.

Ishtar –Luego me entere de que trabaja en la empresa que acaba de contratar a mi firma.

Sandro pide la cuenta, no le dirige ni una palabra más a Ishtar. Salen del restaurant, suben al auto, mantiene su frialdad y seriedad mientras que Ishtar no contiene el gesto de dolor y preocupación.

No hablan más, Ishtar no sabe a dónde van, ni que pasara y tampoco se atreve a preguntar, se limita a observar por la ventana del auto. Su móvil suena por enésima vez, con mensajes de las redes sociales; después de unos minutos saca el teléfono de la bolsa y lo revisa.

Entre los múltiples y diversos mensajes, encuentra uno de Jarrett <<es muy viejo para ti, deberías reconsiderar tus opciones>> y después otro <<aún queda pendiente la comida>> elimina la conversación, sin contestar. Contesta otros mensajes y guarda el teléfono. Sandro está concentrado en el camino, por momentos mira de reojo a Ishtar.

Entran a un estacionamiento subterráneo, se detiene, apaga el motor y baja, camina al otro lado del auto y abre la puerta para que baje Ishtar. Caminan hacia un elevador, en el que Sandro presiona el botón del último piso, manteniendo el silencio.

Ishtar – ¿Qué me lanzaras por la azotea? –pregunta irónica, y él le lanza una mirada fría sin responder–