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No quiero problemas II

Cuando llegan, conduce a Ishtar por la escalera de incendios hasta la azotea. Cuando salen a la azotea abierta, Sandro camina hacia la orilla, Ishtar se detiene apenas un paso después de la puerta, palideciendo por completo, perpleja y fría. Sandro le hace señal de que camine, que se mueva, pero ella está bloqueada, presa del pánico por la altura. Sandro la observa y entiende el miedo que ella siente.

Sandro, dice molesto – ¿Qué pasa? Obvio no te pretendo lanzar, no pienses tonterías

Ishtar, responde con voz titubeante – Me da miedo la altura

Sandro – ¿Qué dices? Pero sí has volado en avión, ibas a lanzarte de un paracaídas.

Ishtar – Dentro en un avión si, lo del paracaídas… no pude. Estar al aire libre a esta altura sin medidas de seguridad… No, –niega con la cabeza, cerrando los ojos fuerte– no puedo estar aquí –intenta retroceder–

Sandro - ¡Espera! –Se acerca a ella, y la siente temblar de miedo; la abraza fuerte contra él y le da un suave beso en la cabeza– tranquila, estoy yo aquí, estoy contigo

Levanta el rostro de ella con el dorso de su mano para que ella fije su mirada en los ojos de él; haciendo esto nota las lágrimas incontenidas que brotan como ríos de los ojos de Ishtar. La cara de Sandro se contrae de dolor al verla así, por dentro se maldice por llevarla ahí, por no escucharla, ni dirigirle la palabra. La vuelve a abrazar contra él y la besa suave y dulce en los labios, ella perpleja tarda en responder el beso, aferrándose a él con sus brazos enredados en su torso, le acaricia la espalda y deja de temblar por el miedo poco a poco. Sandro se separa un poco para ver como esta Ishtar.

Sandro –Yo soy tu medida de seguridad, no te pasara nada.

Ishtar –No.

Sandro – confía en mí.

Ishtar – No sabes el trabajo que me cuesta confiar en las personas.

Sandro – Esto no es trabajo, y no soy cualquiera. –Jalándola poco a poco hacia la orilla– y yo no soy nadie.

Ishtar – Sandro, esto es… –Observando la orilla, con los ojos desorbitados, se niega a moverse ni un centímetro más– ¡esto es demasiado!; no puedo más, he llegado al límite.

Sandro –Bien. Aquí estamos bien, entonces.

Ishtar, se aferra como gato a Sandro, no lo suelta y se sostiene como si su vida dependiera de ello, mientras sus ojos cristalizados, han soltado una lagrima– ¿Sigues enojado?

Sandro – a treinta y cinco pisos de altura, ¿me preguntas eso?

Ishtar, observando la vista de la ciudad, las casas y edificios a lo lejos, unos con luces encendidas otros no; respira profundo intentando calmarse– Sí.

Sandro – No Ish, no estoy molesto, que hayas pensado lo peor de mí, me duele y me hiere; pero… lo has dicho y era una cena para solucionar nuestras diferencias, para ser honestos y tú lo fuiste –estas palabras golpearon a Ishtar, de tal forma que el pánico que sentía ya no era por la altura, sino porque se enterará del beso con Jarrett; Sandro suspira y posa su mirada en los ojos de ella que lo observaba– tú dices que solo es tu amigo, yo confió en ti y te creo –con estas palabras desarmo a Ishtar por completo y volvió a llorar incontrolablemente, por el dolor y la culpa que la sobrepasaban, no acostumbra a mentir, pero sí habla tal vez lo pierda–

Ishtar – Sandro… –Duda en contarle, aprieta los ojos y se arrepiente– te amo

Sandro –Y yo a ti, Ish.

Ishtar – confió en ti, pero no puedo ir más lejos de este lugar.

Sandro – Respira profundo, para calmarte; aquí estamos bien. –Le sonríe dulcemente, intentando consolarla– tenemos una hermosa vista y la ciudad entera a nuestros pies

Ishtar de repente le suelta la historia – Jarrett… él solo fue mi amor platónico, me molestaba mucho en la escuela y aun así me gustaba; pero cuando me pidió ser su novia no confiaba en él y le dije que no.

Sandro – ¿Y aun así lo consideras tu amigo? –suelta de golpe, molesto–

Ishtar – Nunca considere que me molestaba por hacerme algún mal; solo porque era un tonto. Y como sea… supere esa época, la baja autoestima que me crearon. Pero tal vez esa desconfianza en la gente me quedo tan marcada que es lo que más trabajo me cuesta… confiar. –Suspira–

Sandro –Yo le partiría la cara.

Ishtar –No vale la pena; aunque nadie te culparía –acurrucándose en él–

Sandro – Se lo tiene bien merecido –ríe, satisfecho abrazándola–

Ishtar en un susurro escondida en el pecho de él le dice – Intento besarme

Después de las vueltas, logro sacarlo; y Sandro colérico la toma de los hombros para verla fijamente a los ojos, mientras ella con miedo, pena y suplica lo mira.

Sandro, la mira fijamente intentando saber todo lo que ella piensa, cuestionando sí es todo lo que deba saber, respira profundo intentando controlar sus impulsos y pregunta con un gran esfuerzo – Algo más que deba enterarme –dice serio y molesto– es el momento indicado para hablarlo Ishtar.

Ishtar, lo observa unos instantes antes de responder, con lágrimas brotando por sus ojos– No fue intento lo hizo –traga saliva y se golpea internamente– lo rechace y discutimos

Sandro – ¿Eso cuando fue? Antes o después de quedarte en su casa. –Le dice con furia, aun sosteniéndola de los brazos, a una distancia prudente–

Ishtar – estábamos en su casa, fue antes de irme a dormir, no podía irme ya de ahí, solo me encerré

Sandro – ¿Porque no te fuiste de ahí? Tenías que haber salido de ese maldito lugar

Ishtar – Era tarde –explica desesperada– no había más a donde ir

Sandro – ¡Y aun así te quedaste ahí, y todavía en el hospital lo trataste con gentileza y esa maldita cercanía! –Casi en gritos, ella solo cierra los ojos ante sus exclamaciones– ¿¡No crees, que eso se mal interpreta!? Maldiciones Ishtar, eso no… –Se calla conteniendo todas las palabrotas y posibles aberraciones; hace un gran esfuerzo por controlarse y comportarse como el caballero que es–