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Dominio de Douluo: La Maestría del Corazón Oscuro (Español)

Sumérgete en las páginas de 'Dominion of Douluo: The Dark Heart's Mastery', una novela que te arrastrará a las profundidades de un mundo gobernado por la fuerza y la astucia. En una aldea envuelta en misterios, un niño es abandonado bajo la sombra de una antigua niebla, marcando el inicio de una era de sangre y conquista. Xue Sha, el niño elegido por el destino, crece bajo la tutela del jefe de la aldea, pero dentro de él arde el fuego de un espíritu oscuro y poderoso. Su corazón, un abismo de ambiciones insondables, late al ritmo de un tambor de guerra que augura la caída de imperios y el ascenso de un nuevo orden. 'Dominion of Douluo: The Dark Heart's Mastery' es una historia de poder desenfrenado, donde cada victoria se tiñe con la sangre de los caídos y cada sonrisa esconde una traición. El protagonista, un villano de una inteligencia y fuerza sobrenaturales, teje su camino a través de masacres y manipulaciones, desafiando a los dioses y a los hombres por igual en su búsqueda de dominio absoluto. Con cada capítulo, serás testigo de la transformación de un niño en un tirano, de un protector en un conquistador. Las páginas de esta novela están impregnadas de la esencia misma de la ambición, y cada giro te sumerge más en un mundo donde la oscuridad es el mayor aliado y el miedo, la herramienta más afilada. Prepárate para una historia que no solo rompe los límites del bien y del mal, sino que los redefine. 'Dominion of Douluo: The Dark Heart's Mastery' no es solo una novela; es una experiencia que te desafiará a mirar más allá de la superficie y a cuestionar todo lo que creías saber sobre el poder y la dominación.

Iosif_72 · Anime & Comics
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Capítulo 13: El Anillo y la Placa Vuelven con su Dueño

Uno de los hombres, cuya agudeza parecía emular la de una espada, rompió el silencio que se había asentado en la estancia. "Ahora ya tenemos todos los planes", dijo con firmeza, "lo que falta es cómo engañamos al joven maestro para que siga a Zhu Long."

El jefe de la aldea, un hombre curtido por los años y las responsabilidades, acarició pensativamente su barbilla antes de responder. "Mmm... Le podemos decir que va a ir con Zhu Long a por el anillo de alma", sugirió con una voz que resonaba con astucia. "Después de todo, estoy seguro de que quiere conseguir su primer anillo de alma."

Al escuchar eso, los demás asintieron, convencidos de que esa sería una razón suficientemente buena para persuadir al joven maestro sin levantar sospechas.

El jefe de la aldea continuó, delineando el plan con mayor detalle. "Bueno, pues mañana por la mañana, cuando se despierte, se lo diré y te lo vas a llevar junto con los demás", dijo, dirigiendo su mirada hacia Zhu Long, quien asintió con una mezcla de determinación y aprensión.

Con la estrategia establecida, el jefe de la aldea se levantó de su asiento y caminó hacia la puerta de la casa, seguido por los demás. Intercambiaron despedidas breves pero cargadas de significado, del tipo "hasta mañana" y "que la suerte nos acompañe", antes de dispersarse en la oscuridad de la noche.

Una vez solo, el jefe de la aldea regresó a su oficina. Con reverencia, tomó el mapa que había utilizado para ilustrar su plan y, antes de guardarlo, pasó los dedos por toda la superficie, trazando líneas imaginarias. Luego, cuidadosamente, lo devolvió a su lugar.

Con movimientos metódicos, apagó las velas de la oficina, sumiendo la habitación en penumbras. Repitió el proceso en el resto de la casa, dejando que la oscuridad envolviera cada rincón. Finalmente, entró en su habitación, un santuario de sombras y silencio.

Se tendió en la cama sin encender ninguna luz, acostumbrado a la oscuridad tanto como a la carga de sus deberes. El peso del día comenzó a disiparse lentamente mientras se entregaba al merecido descanso. Con la mente aún en los retos que enfrentarían al amanecer, el jefe de la aldea cerró los ojos y se dejó llevar por el abrazo del sueño, esperando que la estrategia cuidadosamente tejida fuera suficiente para proteger lo que más valoraban.

A la mañana siguiente, cuando los primeros rayos del sol comenzaban a asomarse y los gallos anunciaban el amanecer con su canto, el jefe de la aldea despertó. Se levantó de la cama y se estiró, sintiendo cómo los músculos de su cuerpo se desperezaban tras una noche de descanso. Con movimientos rutinarios pero eficientes, se dirigió al baño, donde tomó una ducha rápida y se lavó los dientes, dejando atrás la pesadez del sueño.

Una vez listo, se encaminó hacia la cocina. Allí, comenzó a preparar el desayuno con destreza. Encendió el fuego y sobre la sartén caliente echó los huevos, que chisporrotearon al contacto con la superficie. Mientras los huevos se cocinaban, cortó 500 gramos de bacón en tiras y las añadió a otra sartén, donde empezaron a freírse, liberando un aroma que poco a poco fue llenando la estancia.

Con cuidado, fue volteando los huevos y el bacón hasta que estuvieron en su punto. Luego, sirvió la comida en dos platos grandes, repartiendo las porciones equitativamente. Tomó dos vasos y los colocó sobre la mesa junto con los cubiertos necesarios. La leche la vertió en una jarra, dejándola en el centro de la mesa para que cada uno pudiera servirse a su gusto.

Justo cuando estaba terminando de disponer todo, Xue Sha apareció bajando las escaleras, con el pelo aún húmedo de la ducha. Se sentó en la mesa y observó cómo el jefe de la aldea terminaba de preparar el desayuno. Una vez que todo estuvo listo, el jefe de la aldea tomó asiento frente a él.

El jefe de la aldea, con la primera luz del día bañando su rostro curtido, tomó asiento frente a Xue Sha y, con una mirada que denotaba la seriedad del asunto que estaba por tratar, dijo: "Vamos a disfrutar de la comida y después de comer te tengo que hablar de algo."

Xue Sha, con un gesto de asentimiento, respondió simplemente: "Bien." Sin más preámbulos, ambos comenzaron a comer en un silencio cómplice, saboreando el desayuno que el jefe de la aldea había preparado con esmero.

Terminada la comida, el jefe de la aldea se levantó y recogió los platos, llevándolos a la cocina. La rutina de limpieza fue rápida y eficiente, un reflejo de la disciplina que regía su vida. Regresó a la mesa y se sentó de nuevo frente a Xue Sha, quien lo miraba con una mezcla de curiosidad y expectativa.

"¿Quieres tener tu primer anillo de alma?" preguntó el jefe de la aldea, mirando directamente a los ojos de Xue Sha.

La respuesta de Xue Sha fue inmediata y llena de entusiasmo: "Pues claro que sí."

El jefe de la aldea asintió, como si hubiera esperado esa respuesta, y continuó: "Pues si quieres, puedes ir hoy con tu tío Zhu Long a buscar el anillo de alma."

Xue Sha se tomó un momento para digerir la propuesta. La idea de aventurarse en busca de su primer anillo de alma era tanto emocionante como intimidante. Finalmente, con una determinación que reflejaba su juventud y su ambición, respondió: "Bien."

El jefe de la aldea se levantó de su silla con un gesto de satisfacción. "Espera, voy a buscar algo", dijo, y se dirigió hacia su habitación. Xue Sha se quedó sentado, contemplando las posibilidades que se abrían ante él con esta nueva aventura. Mientras tanto, el jefe de la aldea buscaba en su habitación un objeto de importancia, algo que, sin duda, tendría un papel crucial en los acontecimientos venideros.

Al volver, el jefe de la aldea traía consigo una caja de madera que parecía antigua y desgastada por el tiempo. Se sentó frente a Xue Sha y, con un gesto solemne, colocó la caja sobre la mesa, girándola para que quedara frente al joven. "Sabes, cuando te encontré, traías contigo estas cosas", dijo con voz grave, cargada de significado.

Xue Sha miró la caja con curiosidad y cierta inquietud. Con manos temblorosas, levantó la tapa y descubrió en su interior un anillo plateado de aspecto antiguo y una placa metálica en la que estaban grabados los caracteres chinos de su nombre.

El jefe de la aldea lo observaba atentamente y le indicó: "Cuando te vayas, lleva contigo estas cosas. El anillo te lo puedes poner y la placa... bueno, primero ponte el anillo."

Siguiendo las instrucciones, Xue Sha deslizó el anillo en su dedo corazón, pero notó que le quedaba algo grande. "Parece que me viene un poco grande," comentó, mirando al jefe de la aldea con una mezcla de confusión y asombro.

"Intenta inyectar poder de alma," sugirió el jefe de la aldea, como si revelara un secreto ancestral.

Xue Sha cerró los ojos y se concentró, canalizando su poder de alma hacia el anillo. Para su sorpresa, el anillo comenzó a contraerse hasta ajustarse perfectamente a su dedo. Pero eso no fue todo; en su mente, se abrió un espacio, una especie de vacío de un metro cuadrado, en el que flotaban varias miles de monedas de oro y varias piezas de ropa.

Con una mezcla de asombro y cautela, Xue Sha tomó la placa con su nombre y, casi instintivamente, la introdujo en el espacio del anillo. La placa desapareció de su mano y apareció dentro del anillo. Experimentó sacándola y volviéndola a poner varias veces, hasta que se sintió cómodo con el proceso. Finalmente, dejó la placa dentro del anillo.

Levantó la mirada hacia el jefe de la aldea, y una corriente de pensamientos cruzó su mente. "Qué raro que justo cuando me voy, me da algo como esto," pensó para sí mismo. "Es como si fuese la última vez que nos viéramos." Un mal presentimiento comenzó a anidar en su pecho, pero lo apartó, concentrándose en la aventura que le esperaba y en las palabras de aliento que seguramente vendrían del jefe de la aldea antes de partir.