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9º. UNA CITA POR LA TARDE.

9º. UNA CITA POR LA TARDE.

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Era un día de otoño, las clases habían terminado y la joven corría buscando a su amigo por el patio entre los árboles. Era el mismo lugar donde él siempre descansaba para desayunar, donde algunas ella también iba a pasar un rato con el chico, allí los dos jóvenes se relajaban y se sentían tranquilos. El chico era alguien en quien podía confiar, era algo más que su amigo, siempre lo había sido.

Sabía que estaba allí escondido, esperándola, como hacía siempre que ella tenía una extraescolar. Como hacía ella siempre que era él el que tenía extraescolar, siempre él que esperaba se escondía e intentaba asustar al otro.

- ¡Sé dónde estás! - dijo ella gritando- no me asustarás. No tienes imaginación, siempre te escondes en el mismo sitio.

- ¡Eso es mentira! - contestó él. Fue entonces cuando el chico descubrió que había caído en la trampa de ella se había delatado, había revelado su posición- ¡Mierda!

Ella sonrió, su amigo había picado su anzuelo, ¡en el fondo era tan ingenuo!

- ¡Ya te tengo! - dijo ella y se dirigió hacía el árbol donde oyó a su amigo. -Has caído como haces siempre.

El chico no contestó, y ella con una sonrisa en los labios llegó donde pensaba que estaba él y se encontró… nada. Se giró y miró a su alrededor y a las ramas del árbol, nada. Y comprendió, la engañada e ingenua había sido ella, el joven no era tan simple como pensaba, la había hecho caer en su propia trampa.

Oyó la risa del joven, se movía no estaba quieto. La llamaba desde un punto y cuando ella llegaba, él ya no estaba allí. Los dos se reían, se lo estaban pasando bien, jugando a pillar como si fueran dos niños, pero ellos eran así, se divertían con cosas que los demás hubieran considerado infantiles.

Estuvieron unos minutos jugando, ella no localizaba a su amigo, y él la esquivaba y se alejaba o se acercaba sin que ella lo viese, aunque la chica sabía que estaba cerca, y que al menor descuido… la asustaría, ella chillaría y lo perseguiría para darle un golpe, todo eso formaba parte del juego. Salvo cuando le tocaba a él buscarla, que tardaba pocos minutos en encontrarla.

Había pasado más de quince minutos y la joven no había dado con el paradero del joven. Se acercó a una fuente y miró a su alrededor no vio al joven, pero sentía que estaba cerca, viéndola, observándola, vigilando sus movimientos. Bebió agua sin bajar la guardia, no sería la primera vez que la pillaba allí. Cuando se incorporó volvió a mirar a su alrededor y no lo vio, pero seguí en una parte de ese bosquecillo, mirándola.

La joven sonrió, no se aburría con el chico, estar con él siempre era divertido. Cuando corrían por que habían salido tarde de casa, cuando veían la tele, cuando peleaban, si cuando se peleaban también se divertían, y como ahora cuando jugaban, no podía negarlo, el chico le aportaba mucha diversión.

Se acercó a un árbol y se apoyó en él. Respiraba fuerte, estaba cansada, necesitaba descansar unos minutos y podía seguir buscándolo todo el día.

Miró el reloj se estaba haciendo tarde, no podían ir al café se haría tarde. Lo pensó eso daba igual no había nadie en casa, nadie les reñiría por llegar tarde, no tenían que dar cuentas a nadie.

Estaba tan abstraída que no oyó el ruido en el árbol, no vio que algo se dejó caer delante suyo, tardó unos segundos en reaccionar y gritó asustada.

- ¡AAAAAARG!

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El joven esperaba en el bosquecillo. Su amiga se atrasaba. Miró el reloj llegaba medio minuto tarde, no era normal en ella. La joven siempre llegaba con adelanto, nunca con retraso.

Como cada vez que ella tenía extraescolares, él la esperaba. Cuando era él el que las tenía, era ella quien lo esperaba en ese sitio. Cuando los dos las tenían… solían llegar a la vez.

La vio llegar y tuvo un malvado plan, ¡la asustaría! y se escondió. Se subió a un árbol y desde allí miró como ella entraba a la zona ajardinada. La oyó como lo llamaba, pero él no contestó, se quería divertir un rato.

La joven enseguida se dio cuenta que el chico quería divertirse y ella se sumó al juego, empezó a buscarlo, pero él sabía cómo esconderse y ella no lo encontró. El joven vio como la chica iba por todo el patio buscándolo y de golpe…

- ¡Sé dónde estás! - dijo ella gritando- no me asustarás. No tienes imaginación, siempre te escondes en el mismo sitio.

- ¡Eso es mentira! - contestó él. Fue entonces cuando el chico descubrió que había caído en la trampa de ella, se había delatado, había revelado su posición- ¡Mierda!

Pero eso formaba parte de su plan, atraer a la chica y que pensara que cayó en su trampa, ¡en el fondo la joven era tan ingenua! Y se alejó del árbol desde donde había revelado su posición.

- ¡Ya te tengo! - oyó decir a ella y se dirigió hacía el árbol donde oyó a su amigo. -Has caído como haces siempre.

El joven se rió, jamás lo atraparía. Iría cambiando constantemente de escondrijo y ella se cansaría de buscarlo. Y así fue.

Los minutos pasaban y ellos seguían jugando. Ella persiguiéndole y él escondiéndose. Los dos se estaban divirtiéndose y riéndose, no importaba que pareciera un juego infantil, no les importaba los que demás pensaran, ellos se estaban divirtiendo y sólo les importaba eso.

El joven vio cómo su amiga iba a una fuente cercana, la chica tenía sed… él también estaba sediento, y tenía gana, hacía horas que había comido, o eso intentó, pero su fiambrera con casi toda la comida se fue al suelo por culpa de… sólo con pensarlo se enrabió, había tardado horas en preparar esa exquisitez y en unos segundos, era basura. Su amiga y él se habían enfadado, pero poco después habían hecho las paces.

Le gruñían las tripas, debía acabar con ese juego ya, e ir a comer algo como habían quedado. Su amiga le había exigido que para ser perdonado debía invitarla… y le dijo que sí. Pero jugando al escondite se habían olvidado por completo de eso.

Vio cómo su amiga antes de beber miró a todos los sitios, lo buscaba, tenía miedo que él la asustara mientras bebía, ella no bajó la guardia, esperaba que él la atacase, pero el joven no la molestaría en ese momento, dejaría que ella se saciase, la contempló y la encontró atractiva y sexi, aunque él nunca lo confesaría. La chica dejó de beber agua, se alejó de la fuente y fue a detenerse en el árbol que él estaba escondido y la miró desde las ramas. El chico sonrió, su amiga era muy guapa, aunque tampoco se lo diría nunca, siempre se burlaba de ella diciéndole todo lo contario.

La chica estaba recuperando fuerza apoyada en el árbol, y él tuvo una idea de cómo asustarla. Se movió en silencio entre las ramas, ella estaba distraída mirando su reloj… y se dejó caer delante de la chica y ella al verlo caer gritó asustada.

- ¡AAAAAARG!

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La chica, se echó para atrás y cayó sentada al suelo, el golpe en el culo le dolió, miró furiosa al chico que se reía con ganas, se levantó de suelo y se limpió el culo de arena. Aunque no era la primera vez que la asustaba y ya debía estar acostumbrada, el corazón les iba a cien. Una vez depuesta del susto, lo miró con furia, él sonreía satisfecho de su fechoría. A ella le dieron ganas de golpearlo con fuerza, La joven se insultó por tonta, siempre lograba asustarla, siempre la pillaba desprevenida. La chica gruñó.

- ¡Grrr! ¡De esta te acuerdas! - dijo la joven roja de rabia. - te voy a dar la paliza de tu vida, esta vez no escaparás de mí.

Él la miró y sonrió, le gustaba enfadarla. Cuando ella se enfadaba él la encontraba muy guapa y sexy, pero siempre le decía lo contario, para enfadarla aún más.

- ¿De verdad? ¿Qué piensas hacerme? - dijo el chico con falso miedo, burlándose de la chica. – Cuando te enfadas… ¡estás muuy fea!

Ella se enfadó al ver el comportamiento de ese joven irascible e irritante. Levantó el puño amenazándolo. Hoy no lo salvaba nadie. Hoy acabaría en el hospital, disfrazado de momia, y comiendo sopa con una pajita porque no tendría ni un diente sano.

- ¡Te voy a dar una paliza para que te acuerdes de este día! ¡Te voy a enviar al hospital, te vas a pasar allí mucho tiempo!

El joven se rió.

- ¿Qué me acuerde de hoy? ¿Qué es hoy? ¿Tu cumpleaños? No, es días antes que el mío- se lo pensó y dijo con burla- ¿Hoy debemos celebrar que has engordado dos kilos? Ya decía que te veía distinta. Al final no vas a caber en tus vestidos. Te vas a tener que comprar ropa XXXXXL.

Ella acabó por enfadarse, le salió humo por las orejas y se abalanzó sobre el chico, que salió corriendo y riéndose. Estuvieron persiguiéndose durante minutos. Él se paraba y la esperaba y se burlaba de ella, la joven se lanzaba sobre el chico, y este la esquivaba, y volvía a alejarse de ella, y la joven volvía a perseguirlo.

Él se paró detrás de un árbol y lo usó de escudo, sacó la cabeza y le enseñó la lengua a la chica.

- ¡Que infantil! ¡No podías crecer!¡Eres un inmaduro! - dijo ella en aparente disgusto, ya hacía tiempo que se le había pasado el enfado- déjate pillar y que te golpee.

Él la miró y sonrió.

- ¡No me dejaré golpear ni en tus mejores sueños! ¡Que conozco tus caricias! - dijo el joven riendo. - ¿Un inmaduro? - preguntó con sorna y añadió con ironía- ¡No soy yo quien cae en broma infantil

La joven simuló enfadarse e intentó cogerlo por el lado izquierdo del árbol y él se fue para el otro lado. Cuando la chica lo intentó por el lado derecho, él se fue para el izquierdo, estuvieron así durante varios intentos y el chico huyó.

Ella lo persiguió, oyó la risa de él, y sorprendida, oyó la suya. Se lo estaban pasando bien.

Él mientras huía se giró y le sacó la lengua, no vio una raíz que sobresalía del suelo y tropezó, cayó de buces al suelo, se giró y vio llegar a su amiga, no tenía escapatoria, ahora su amiga le daría una lección. Pero ella no se pudo frenar, tropezó con la misma raíz y cayó encima del chico.

Los dos se quedaron mirando. Y se rieron, pero los dos se pusieron serios. El chico le puso un mechón detrás de la oreja, ella lo miró sorprendida, pocas veces, casi nunca, el chico era tan atrevido. Pero el joven no paró ahí. Le acarició la cara y pasó sus brazos por la espalda de la chica y la cogió con fuerza

Ella le pasó los brazos por el cuello, acercaron sus labios y cuando estaban a punto de besándose, una ráfaga de aire frío los hizo separarse y levantarse del suelo temblando.

- ¡Que frío! -dijo el chico, estaba enfadado. No había podido besar a su amiga, no era la primera vez que les pasaba, siempre que intentaban besarse… pasaba algo que no permitía que lo hicieran. - este año llegará muy pronto el frio, hace olor a humedad y cada vez se tapa más el cielo-dijo el chico, y señaló el cielo. Había unas nubes muy oscuras. -lloverá muy pronto. Vamos a tomar algo caliente, tú eliges donde vamos, pero darte prisa que no me apetece mojarme.

Ella lo miró y sonrió. También estaba furiosa, como su amigo le fastidiaba que siempre hubiera un impedimento para besarse. Cuando no era el viento, era la lluvia, o un grupo de niños que se burlaba de ellos, en especial cinco repelentes y traviesos niños de cinco años, cuatro niños y una niña, al cual más extraño y el más travieso de ellos era conocido cómo Shin Chan.

-Podíamos ir la cafetería de enfrente de la estación- dijo la chica- es grande y en esta época se está calentito. Podemos pedir unos tazones de chocolate caliente y algún dulce para comer- los dos chicos habían descubierto ese sitio una tarde que también amenazaba lluvia, se había convertido en su lugar favorito para tomar algo. No había semana que no fueran más de dos veces. Los dos adoraban ese sitio, sobre todo su carta de pasteles. Ese sitio se había vuelto su lugar preferidos de citas, aunque los dos negaban que sus idas a ese sitio fueran citas.

Fueron todo el camino hablando y bromeando, se reían muy fuerte y llamaban la atención. La gente los miraba y sonreía. Los veían como dos enamorados que se divertían juntos. Esas personas envidiaban la juventud de los dos chicos, su inocencia, su falta de maldad, y que no los había invadido aún el pesimismo y la desazón que traen los años.

La chica tembló, aunque abrigada sintió frio. El aire era frio y húmedo, presagiaba lluvia. Él la miró, se acercó a ella y ofreció el brazo. Akane lo miró y se agarró al brazo de su amigo, y se sintió más caliente, el chico podía ser grosero e impertinente, pero también dulce y agradable. Se pegó al joven y siguieron su camino a la cafetería, los dos alegres y contentos. Sin darle importancia a nada ni nadie, sólo existían ellos dos y nadie más.

Y así caminando juntos llegaron a su destino, se miraron, sonrieron y entraron, dispuestos a pasar una buena tarde.

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La puerta automática de la cafetería se abrió dejando pasar a los dos jóvenes. Nada más entrar oyeron un ruido detrás de ellos y se giraron. Había empezado a llover, unos según dos más y se hubieran calados hasta los huesos, no llovía, diluviaba, los dos chicos se miraron con alivio, no podían negar que tenían suerte.

Se acercaron a la barra y les atendió.

- ¡Hola chicos! - dijo la joven que les atendió, ya los conocía, Rama y Akane eran clientes habituales- ¿Qué va ser hoy? ¿Lo de siempre? - preguntó la joven.

Lo de siempre era para Ranma un Capuchino y para Akane un café con leche y un croissant para cada uno.

-No, hoy cambiamos. Queremos dos chocolates calientes, -dijo el joven. Miró a la joven camarera y sonrió- afuera hace mucho frio, y estamos helados- miró lo pasteles y señaló uno- yo quiero ese con nata.

Akane miraba todos los pasteles con deleite, no se decidía por uno. Como su acompañante era muy golosa, aunque los dos no caían en la tentación de comer siempre que iban allí, a parte no quería que lo que su amigo le dijo de haber engordado se volviera realidad. Al final señaló uno.

-Yo quiero ese de chocolate. -

La camarera empezó a preparar lo que le pidieron los dos jóvenes. Ranma pagó.

-Podéis ir sentaros, yo os llevaré después el pedido. Vuestra mesa está desocupada- los miró y sonrió y les guiñó el ojo. Los chicos le agradecieron el detalle y subieron a la segunda planta de la cafetería y se sentaron en una mesa al lado de la ventana que daba a la calle. Desde esa mesa veían la gente pasar. Pero por ser unos vidrios especiales la gente de la calle no los veía a ellos.

Al poco llegó la camarera con las consumiciones, los dos jóvenes agarraron el vaso con fuerza, para entrar en calor y bebieron su contenido.

Ese lluvioso día, veían correr los transeúntes, desprotegidos, correr para llegar pronto a su destino, el frio y el agua eran malos compañeros de viajes. Vieron a otros con paraguas, pero también con prisa. Los únicos que parecían no tener frio, era una pareja de novios, que bajo el mismo paraguas andaban sin impórtales ni el frío ni el agua.

-Mira esos dos- dijo el chico riéndose- son tontos, mira que andar como si no lloviera. Es una tontería estar enamorado.

Ella lo miró con rabia. Ese chico era un insensible, no era para nada romántico… bueno a veces sí. Pero casi siempre era un lerdo insensible.

-Tú como no sabes lo que es estar enamorado de alguien. - dijo la chica con sorna. - Como eres un insensible.

Él la miró con mucha rabia, ella si no lo entendía. Él si sabía lo que era ese sentimiento. Pero era algo que no podía expresar, bajó la cabeza para no pegarle un chillido a su amiga. La rabia que sintió al ver a esos novios, no era provocada por burlarse de ellos. Si no por la incapacidad de poder expresar sus sentimientos a la joven.

Ranma no se quería enfadar con su amiga, al menos ese día. Últimamente los días de lluvia lo ponían melancólico, y necesitaba a alguien a su lado. No quería volver a casa solo.

-No quería expresar eso sobre esa pareja. Lo que me sorprende es que vayan juntos bajo la lluvia con el frio que hace.

Ella lo miró sorprendida, pero aún enfadada con el chico, le preguntó.

- ¿Y un insensible como tú que haría?

Ranma la miró, estaba seguro que su amiga quería guerra, pues al menos hoy no la complacería, no se discutiría con ella.

-Pues no lo sé, la llevaría a un sitio donde no nos afectase ni el frio ni la lluvia. - el joven se sonrojó- un sitio donde pudiésemos estar a salvo de… las inclemencias del tiempo.

La chica se sorprendió y se sonrojó, lo dicho por Ranma era lo que estaban haciendo en ese momento.

- ¿Un sitio tranquilo? - preguntó la joven.

-Si.

- ¿Lejos de la lluvia, el viento y el frío? - siguió preguntando la joven.

-Si- el joven notaba que había algo en las preguntas de la joven que no lograba captar, no sabía que era lo que buscaba la joven.

- ¿A una cafetería por ejemplo? - preguntó la joven con una sonrisa en sus labios y cerrando un poco los ojos. Había apoyado los codos a la mesa y la cabeza la apoyo en sus manos.

-Si, ahí mis…mo- acababa de caer en la trampa de la joven. Acababa de reconocer que estaban teniendo una cita. Se puso rojo, empezó a buscar excusas para negar que tenían una cita, y no encontró ninguna. Se encogió de hombros y negó con la cabeza, eso era una cita como todas sus salidas con la chica. Cada vez que iba a esa cafetería lo eran, cuando iban al cine o a jugar a los bolos, o al karaoke, todo eso eran citas. No lo negaría, ya no- Si a una cafetería.

-A la bolera-siguió ella riendo.

-O al cine. Aunque creo que a la bolera no nos dejaran entrar- vio el enfado de la joven- después de la que montaste allí.

Los dos se rieron. La joven puso demasiado impulso al lanzar las bolas.

-Ni al billar tampoco, lesionaste a varios clientes- contraatacó la joven.

-Te molestaban, y tú tampoco te quedaste manca dando golpes, estampaste a un incauto contra la mesa de billar.

Los dos se rieron, no lo podían negar, se lo pasaban bien estando juntos.

Pasaron varios minutos en silencio y de golpe ella recordó algo.

-Cuando he salido del gimnasio-ella era miembro del club de gimnasia- me he encontrado con el profesor de literatura- ese profesor era un hueso, los había obligado a entrar al club de teatro- me ha dado el guion para la obra de este trimestre. Ranma bufó, odiaba ese club. Sólo estaba en él para alejar a los moscones de Akane- Como ya sabes, serás mi pareja- nadie quería ser la pareja de la joven.

Todos temían a Ranma… y a ella, la chica no se dejaba tocar por nadie más, varios pretensiosos habían sufrido a uno de los dos chicos por acercarse mucho a la joven. Y habían alejado a otros que habían querido beneficiarse de ser la pareja artística de la joven. Muy pronto supieron que debían estar alejados de Akane.

Ranma cogió la liberta con el guion y lo miró, la chica vio que se extrañaba.

- ¿Qué pasa? – preguntó la joven.

-En mi guion sólo viene mi parte de dialogo. Me indica cuando aparece otro personaje, pero no lo que dice, pero si lo que debo contestar.

-Él dice que para que no hagamos un spolier de la obra.

- ¿Spolier?¡ ¡Pero si es una obra conocida! ¡Hemos leído el libro y hecho un trabajo sobre ella!, y ahora quiere tener la trama en secreto. Ese profesor está cada vez más senil.

Los dos chicos se rieron. Ese viejo profesor, aparte de ser un gruñón, siempre estaba de un humor de perros, era un creído, a todo momento hablando de sus viajes al extranjero, a más era un olvidadizo, se olvidaba de todo, según rumores le pasaba por ser un borrachín. Menos las fechas de los exámenes y el día límite para entregar un trabajo, lo olvidaba todo.

Pidieron otra consumición, no tenían ganas de salir a la calle y tener que soportar la lluvia y el frio, y ahora parecía que empezaba a soplar algo de viento. Vieron como varios paraguas eran arrancaros de las manos de sus dueños y salían volando. Los dos se rieron, pero también les sirvió de advertencia, salir ahora a la calle era una temeridad.

- ¡Oye Ranma! Estoy pensando que no tenemos ninguna prisa por volver a casa, no hay nadie que nos espere, podíamos salir de aquí por la otra puerta, la que da a el centro comercial. Ver tiendas e ir al cine, que hace tiempo que no vamos- pidió la chica, puso una carita con la que Ranma no pudo negarle nada, esa mujercita lo tenía a sus pies, pero no se lo diría, no quería que pensara que lo tenía dominado.

-Pies mi de acuerdo- dijo el chico. Sabía que la chica no quería mojarse, él tampoco lo quería, pero le fastidiaba ir de tienda en tienda, le ponía los pelos de punta visitar tiendas de ropa.

La chica vio el fastidio de Ranma, lo conocía lo bastante para saber qué tipo de tienda no le gustaban.

-Te prometo no ir sólo a tiendas de ropa y maquillaje. -le dijo la chica- vamos, compláceme al menos una vez.

El chico se quedó un momento sin hablar y de golpe reaccionó.

- ¡Un momento! ¡Yo si te complazco! - se defendió el chico, pero se calló la chica lo miraba acusativa- bien, de vez en cuando… siempre que puedo, yo…- la chica lo miró sonriendo, él sopló con designación, ella había vuelto a vencer, siempre en sus discusiones vencía ella, incluso cuando él pensaba que la había vencido- ya te he dicho que iríamos, no sé por qué te pones así.

Ella sonrió, ¡pobre Ranma era tan manejable! La joven se lo pensó a veces parecía que era él el que la manipulaba para que pensara que vencía, o a lo mejor no quería pelearse con ella, ¡pobre de ella era tan manipulable!

Los dos chicos salieron de la cafetería por la puerta que daba al centro comercial.

Visitaron varias tiendas, iban alegre y relajados. Reían y bromeaban, aunque también tenían pequeñas peleas, que no duraban nada.

Habían entrado en una tienda de ropa y Akane se probó varios conjuntos, Ranma la encontró muy guapa, pero no se lo dijo.

Ella se empezaba a enfadar, no sabía porque él no le hacía un cumplido, sabía que el chico era incapaz de hacerlos, cosa contraría que sus ojos y sus gestos.

Ranma se estaba cansando de disimular que no veía guapa a su amiga, eso no podía durar, en cualquier momento cometería un desliz y diría a su amiga un cumplido y…

- ¡Ranma! -oyó que lo llamaban. Él joven se giró y ante él apareció la más bella hada que jamás había visto. Ese vestido convertía a su amiga en la reina de las hadas. El chico se quedó sin hablar embelesado en la bella mujer que tenía delante, se puso rojo y no sólo porque se sonrojó, sino porque se olvidó de respirar.

Ella lo miró, no hacía falta preguntarle lo que opinaba, tal como la miraba el chico se lo decía, pero ella, malvada, lo preguntó.

- ¿Qué tal me queda? ¿Estoy guapa?

-No, si, no, si- se contradecía constantemente, se había quedado con la mente en blanco, al cabo de un rato pareció que se aclaraba un poco- no estás guapa- ella se enfadó, pero él no vio ese enfado- ¡Estás bellísima! - nunca recordó que dijo eso, pero ella sí. Al final se le aclaró la mente totalmente- No quiero que compres ese vestido.

Ella lo miró furiosa.

- ¿Por qué?¡A mí me gusta!, "Y a ti también, me lo dicen tus ojos, aunque tú seas incapaz de decírmelo"- pensó la chica.

-Es peligroso.

- ¿Peligroso? ¿Por qué es peligroso? Sólo es un vestido

Él chico la miró serio.

-Si, pero es peligroso, es muy peligroso. Para mí, para mi salud mental, - dijo el chico sin reírse, no se dio cuenta lo que acababa de confesar.

Ella se rió, Ranma le decía la verdad, con ese vestido ella estaba tentadora y él no podría resistirse, sabía lo que el chico sentía por ella, aunque lo negase. A lo mejor el joven necesitaba un pequeño empujón para que se confesara, aunque Ranma lo acababa de hacer. Y para tortura del chico decidió comprar el vestido.

-Como castigo, por no decirme ningún halago vamos a comprarte ropa nueva, hace tiempo que usas esos andrajos, necesitas renovar tu armario- dijo ella.

-Pero a mí me gustan- dijo el chico, pero sabía que su amiga tenía razón, es más hacía tiempo que pensaba en comprarse ropa nueva, pero no había tenido tiempo para hacerlo. Pero eso no tenía que saberlo ella.

Fueron a otra tienda y Ranma se tuvo que probar ropa, no mostraba que le gustase, al final fue la joven quien eligió la ropa.

Salieron y fueron al cine. En la puerta cada uno señaló una película. Akane una romántica, Ranma una de espías. Esa vez ganó Ranma, aunque ella también quería ver esa peli, sólo señaló la otra película para llevarle la contraria a su amigo.

Al salir del cine, era muy tarde, fueron a un restaurante de comida rápida, y volvieron para su casa, ya no llovía, pero podría volver a hacerlo en momento, para asegurarse habían comprado un paraguas.

-No ha estado mal la peli, muy divertida. Aunque el personaje es un poco machista, todas las chicas caen a sus pies.

Ranma la miró y sonrió, sabía por qué lo decía la chica. No se dio por aludido.

-Si, es divertida y el personaje tiene cada artilugio, de lo más imposible, ¡un bolígrafo que es una pistola láser! – los dos se rieron- ¿Sabes que dicen que significa el doble cero de su nombre en clave? – la chica negó con la cabeza- Pues significa…- y se puso insinuador- licencia para matar.

Ella captó a su manera lo que quería decir el chico, aunque este sólo estaba bromeando.

- ¿Sabes lo que significa la clave ZYX delante de mi nombre? - el chico negó con la cabeza- licencia para golpearte- y empezó a perseguir al chico- huye que como te atrape ¡ya verás!

Durante unos minutos jugaron a pillar, al final ella lo atrapó. Y le golpeó con suavidad la cabeza, pero él se quejó como si hubiera sido un golpe fuerte, estaba bromeando, y los dos se rieron, jugaban como los dos enamorados que eran, aunque lo negasen.

Iban andando cuando pasaron por al lado de un cartel de una agencia de viajes, en ese cartel aparecía París y la chica fantaseo.

¡Oh, Paris! ¿Quién pudiera ir? La ciudad del amor, el Sena. - la chica era una romántica.

-No veo que tiene de especial Paris-contestó el chico- una ciudad como otra, llena de coches, de luces, una ciudad deshumanizada, llena de gente que va de prisa. Sin pararse un momento a pensar en lo que quieren de verdad, en lo sueños a los han renunciado, al ser comidos por ese monstruo de acero y hormigón. ¡Paris, Tokio, New York y todas las demás, monstruos devoradores de gente.

Akane miró al joven y se enfadó.

- ¡El señor Ranma! Tan inmaduro e insensible. Sin ver la belleza que hay debajo de todo eso.

Ranma la miró y sin pestañear le contó.

-París, la ciudad de las luces, Versalles y el Louvre donde está el cuadro de la Gioconda, también conocido como la Mona Lisa, los Campos Elíseos, la torre Eiffel o el Arco de Triunfo-dijo el chico- como ves no soy un ignorante. Sé que es una bella ciudad, con grandes monumentos, no soy tan idiota como piensas.

Ella lo miró, en parte tenía razón. Una ciudad significaba prisas y contaminación, sin tiempo para pararse a mirar lo que tenía delante.

-Sé que tienes razón, que una ciudad sólo tiene acero y hormigón. Pero debería ver algo más, como tú dices pararte y ver la parte bella de esa ciudad- y entonces expuso su idea- me gustaría ir a Paris y ver su belleza. Dicen que es la ciudad de los enamorados. Me gustaría ir a ver si es verdad. Y me gustaría enseñarte a ver esa parte bella de Paris. - ella había dejado claro que quería ir con él a Paris.

Ranma se sonrojó, captó el mensaje de la chica alto y claro.

-Y a mí me gustaría que tú me enseñarás esa belleza que hay en Paris… y en otras ciudades de otros sitios. -Ranma dejó claro que no quería ir sólo a Paris con ella. - quiero ir a Roma, la ciudad eterna, y los espaguetis. A Barcelona y Madrid, con sus monumentos, y paella y sangría-Ranma siempre pensando con el estómago. - quiero compartir contigo monumentos y una buena comida. Aunque creo que la ciudad de los enamorados es Venecia. Ya sabes, por Romeo y Julieta.

Ella se sonrojó.

-Pues visitaremos todos esos sitios y más. Y comeremos hasta engordar

Ranma miró a Akane y sonrió con maldad.

- ¿Más? ¡Pero si engordas un poco más no caberas en tus vestidos- y se rió! Ella enfadada levantó el puño.

- ¡Hoy nadie te salva, Ranma! ¡Vas a recibir la paliza de tu vida!

Y empezaron a perseguirse, él corría y no se dejaba pillar, reía sin parar. Ella lo seguía sin descanso. Cuando lo alcanzara le enseñaría lo que era bueno.

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Se acercaban a casa, los dos se reían y hablaban entre bromas. Al final ella le había pegado el ansiado golpe en la cabeza, él se vengó haciéndole cosquillas. Así acabó su pelea, y en segundos olvidaron esa cuita.

- ¡Vamos Akane! - dijo el chico mirando el cielo- tengo la sensación que va a volver a llover y no tengo ganas de mojarme. Hace frio y viento, y no creo que el paraguas resista este viento.

Ella asintió, pensaba igual que su amigo.

-Si, vamos. Que no tenemos agua caliente, mañana viene el técnico a reparar la caldera. - suspiro- ¡con lo bien que me sentaría un baño caliente! - miró al chico- Nos podíamos bañar juntos- Ranma se sonrojó, no era la primera vez que se bañaban juntos, pero siempre que lo hacían, él no podía evitar sonrojarse.

-Si, lo podíamos hacer, si tuviéramos agua caliente- dijo él con fastidio- pero que vamos hacer- se encogió de hombros- en la nevera tenemos la cena, calentemos-la y después de descansar un poco a la cama.

Los chicos abrieron la puerta de la calle y entraron al jardín, se dirigieron a la puerta de la casa, no se oía nada, no había nadie, eran los únicos habitantes de la casa, fueron abrir la puerta y.

La puerta se abrió y en el umbral apareció una joven de pelo largo y unos años mayor que Akane.

- ¿Dónde os habíais metido? - preguntó la joven- nuestros padres están preocupados y enfadados por vuestra tardanza.

Los dos chicos se miraron, ¿Qué hacía esa chica ahí? Si debía estar, con el resto de la familia unos días más de vacaciones, sus planes de dormir juntos se habían ido a la porra.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó Akane- ¿No estabais de vacaciones en la montaña?

-Si, pero la estancia se ha anulado. A causa de las lluvias el hotel ha tenido daños, nos llamaran para cuando podemos ir.

Ranma y Akane se miraron.

-Hemos llegado tarde porque las lluvias nos han detenido en el centro comercial de la estación. Cuando ha parado de llover hemos venido, - dijo Ranma. En ese momento oyó como volvía a llover- y hemos llegado a tiempo.

La hermana de Akane los miró y sonrió.

-Por mi está bien, pero mi padre y el tuyo, Ranma, no estarán contentos con esa explicación.

Los dos jóvenes se miraron y tragaron saliva, les esperaba una bronca.

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Unos minutos después, los dos más jóvenes de la familia estaban en el comedor y recibían una reprimenda.

-Sois unos hijos ingratos. Mientras vosotros disfrutáis de pasteles y del cine, nosotros nos quedamos sin vacaciones. - dijo Gemma- No habéis pensado en nosotros, podíais haber traído algo para nosotros.

Ranma miró a su padre.

- ¡Eres un egoísta! No has preguntado por que llegamos tarde, sólo te preocupa tu estomago. - el joven miró a su padre- no tenía nada que atraer, no estabais en casa. No sabíamos que habíais vuelto.

- ¡Estáis castigados! ¡Por llegar tan tarde! ¡Sois un chico y una chica! ¡No sé lo que habréis hecho! - dijo serio Soun, insinuaba lo que habían podido hacer los dos jóvenes- los del cine sólo puede ser una excusa- Ranma y Akane se enfurecieron por lo que insinuó Soun, pero los dos sabían la verdad detrás de esa bronca. Estaba claro, los dos patriarcas se estaban vengado por haber podido catar los pasteles que comieron los jóvenes, estos pasaron al ataque.

-No os preocupa nuestro futuro, sólo vuestros deseos, sabemos de vuestros planes- dijo Akane- no os saldrá bien

Los dos hombres los miraron sorprendidos. Y miraron a la hermana mediana, seguro que ella se había ido de la lengua. Pero ella lo negó con la cabeza.

-No he sido yo. No sé cómo lo han adivinado.

Akane los miró.

-No, esta vez no ha sido mi hermana, la mercenaria. Esta vez no sido Nabiki.

-No, tú no dijiste nada, pero estabas metida hasta la cabeza en el juego de los dos viejos- dijo Ranma- os dejasteis los planes olvidados encima de la mesa.

-Nosotros los cogimos y los leímos- dijo Akane- no entiendo este despiste, no es normal en ti Nabiki.

La hermana mediana empalideció. Las prisas por ir a la estación tuvieron la culpa de ese olvido. Desde que salió de la casa supo que se olvidaba algo, que había tenido un pequeño fallo, ahora sabía que fue un fallo enorme.

-Yo. nosotros… ya es hora que dejéis de ser prome…-lo siguiente que dijo Nabiki no lo escucharon bien, se oyó un ruido en el dojo- todos corrieron a ver qué había pasado y entraron. Vieron un agujero en una pared y dentro del dojo…

Ranma y Akane miraron con asombro lo que había provocado ese agujero y se pusieron en guardia y...

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Akane se despertó muy asustada y se sentó en la cama, ese sueño era extraño. La joven soñó con que pasaba una tarde de lluvia con Ranma, que al volver a casa estaba su familia, ¡Vivian juntos en un dojo! ¡Eran los herederos! No sabía lo que provocó el agujero en el dojo, pero puso en guardia a Akane y al Ranma del sueño.

La joven giró hacía Ranma, que compartía lecho con ella y lo vio sentado en la cama, supo al instante que había soñado lo mismo que ella.

La inquietud los invadió, supieron que ese sueño era un recuerdo, algo que pasó en realidad. Y si eso era verdad ¿Dónde estaba su familia? ¿Y el dojo? ¿Qué les había pasado a ellos dos? Supieron al instante que lo que había en el interior del dojo era responsable que ahora ellos estuvieran ahí solos, sin nadie y sin recuerdos.

Los dos se miraron con terror y exclamaron.

- ¡Tú y yo estamos prometidos!