CAPITULO 35: ENCUENTRO CON MI SOLEDAD

A la mañana siguiente era mi descanso, para hacer el cambio de puertas, ahora que, las había completado con el pago de la semana.

Esa mañana, vino un señor que contrato mi madre para quitar las puertas, ayude quitando los marcos de madera, pondríamos los de metal.

Ese mismo día, terminamos, dejo montadas las puertas con palos que atravesaban para que no se cerrara y la puerta quedara mal.

A los dos días, cuando mi madre y mi hermano menor, habían ido a la casa, ya que mi tio y su hija, habían avisado que irían por sus cosas.

Llegan en el carro de la amiga, mi prima, la amiga y mi tío.

Demasiado enojado y alterado, preguntando a mi madre que si de verdad no les iban a dar llave.

Mi madre dijo que no.

Mi tío se acercó amenazante.

Y puedo jurar que, si no hubiera sido que mi hermano estaba junto a mi madre y yo, se nos hubiera echado encima como lo poco hombre que es.

Se apresuraron a sacar las cosas de mi prima y se fueron.

Nunca más volvieron a casa de mi abuela.

En el tiempo en que viví sola.

Se hizo un silencio muy profundo, llámalo inmadurez o que el convivir conmigo misma a una edad inmadura, lo hizo crudo.

Es curioso, la soledad es buena, pero, cuando hay tanta, te da por dormir.

Cuando tus demonios internos son tan perezosos, no hay demasiado por pelear o debatir.

Me hice adicta a escuchar radio y llamar para pedir alguna canción.

Algunos de los locutores me llegaron a reconocer la voz.

Fue vergonzoso: ¿otra vez tú?

Mi única distracción era mi trabajo, en este tiempo, fue que, mi novio se comenzó a quedar conmigo algunas noches.

Al cabo de más de un año, se hizo muy habitual.

En ese tiempo, yo había cambiado de trabajo dos veces.

El, recientemente se había salido de la tienda donde lo conocí.

Entro a trabajar en la misma maquila donde yo laboraba, solo que, en diferente área, compartíamos el horario, en diferentes áreas.

En ese tiempo nos llevábamos bien.

Nunca fui una persona conflictiva en realidad, y el tener a alguien a quien atender, me relajaba.

En tiempo todavía de frio, me enfermé, pero me sentía diferente y antes de tomar cualquier medicamento, decidí, hacer algo por intuición.

Dado que, siempre que me enfermaba feo, era de tirarme en la cama, esta vez, no fue así de feo.

Fui a un hospital a hacerme una prueba de embarazo en sangre.

Fue mi sorpresa, al ver que salió positiva.

Me moría de nervios, es obvio que, al momento de ser activa sexualmente, esto es muy probable.

Sin embargo, la sensación es algo para lo que no estamos preparados.

No era tan joven como para morirme de miedo, no, pero, ¿un hijo?

En ese momento me quede pensando si merecía algo como eso.

No me sentía una persona capacitada como para algo así.

Quizá era algo demasiado bueno para mí.

Ese día se lo dije a mi madre, me dijo que, sin importar lo que dijera mi novio, ella estaría de mi lado.

Eso me dio un gran alivio.

Esa tarde cité a mi novio en la casa y se lo dije.

Su rostro de sorpresa tan, de querer salir corriendo y a la vez no tener el valor de hacerlo, quizá fue un foco rojo que quizá no quise ver, yo había sentido algo similar, así que, pensé que era completamente normal.

No dijo nada en realidad, solo me miraba.

También le pedí que encontrara el momento indicado para hablarlo con sus padres.

Su reacción no auguraba nada bueno, en ese momento nacieron en mí, dudas y algo de temor.

Cosas desconocidas para mí, desde este punto de vista.

Mi familia se enteró de inmediato.

Yo les dije.

Veía como pasaban los días y el dejaba de ir por algunas semanas, cuando lo veía en el trabajo a veces me evadia mostrándose ocupado, si le preguntaba si le habia contado a sus padres o que era lo que pensaba hacer al respecto.

Solo… quería saber si se quedaría conmigo o no.

Como era una persona carente de afecto, me había aferrado un poco a la idea de tener a alguien con quien contar.

Yo siempre fui, una persona acostumbrada a proteger a mi familia y ser proveedora de mi hogar.

Quería… por una vez, sentirme cuidada o protegida, creo firmemente que eso era lo que me mantenía esperando su respuesta.

No porque no pudiera lidiar con mi bebe, si no, por ese sueño dorado de todos, por un poco de apoyo externo.

Al poco tiempo, en la madrugada, tuve la primera amenaza de aborto, le llamé a mi novio, que, aún vivía en casa de sus padres, así fue como se enteraron de mi embarazo.

Ese viaje en el auto de su padre hacia el seguro social, pareció tan largo.

Un silencio lleno el ambiente.

Esta no fue la única vez que me llevo su padre al seguro social.

Su padre es taxista de siempre, así que, se puede mover con facilidad en caso de una emergencia.

Claro que, no fue bien recibido en primera instancia por sus padres, dado que, su hijo no lo había mencionado antes.

Me trataron bien sus padres y hermana.