webnovel

Tres. Regreso a Omashu.

—No puedo creerlo. —dijo Aang sorprendido. —Sabía que la guerra se expandía pero Omashu me parecía… intocable. —miro al piso triste.

Tomé su mano y le di un beso en el cachete para reconfortarlo.

—Y hasta ahora lo era. —dijo Sokka. —Ahora Ba Sing Se es la ciudad más fuerte del Reino Tierra que sigue libre. —

—Esto es terrible pero tenemos que seguir. —dijo Katara.

—No. —dijo tajante Aang. —Iré a allá a buscar a Bumi. —

—¿Querrás decir iremos? —pregunte decidida a ayudarlo.

A donde él iba iría yo.

—Aang, Lin, esperen. —dijo Sokka. —Ni siquiera sabemos si Bumi sigue…—

—¿Qué? —pregunto molesto Aang. —¿Si Bumi sigue qué?

—Eh…por aquí. —dijo mirando hacia otro lado.

—Se que quieres que Bumi te enseñe pero hay otros maestros tierra. —dijo Katara.

—No se trata de encontrar a un maestro, se trata de encontrar a un amigo. —dijo Aang decidido.

Entonces con ayuda de Appa, Aang nos guio hacia una entrada secreta que el conocía.

—¿Un pasadizo secreto? —pregunto Sokka mientras Aang intentaba abrir una tubería. —¿Por qué no lo usamos la vez pasada? —

Aang termino de abrirla y un agua fangosa y apestosa salió.

—¿Eso responde tu pregunta? —dijo Aang entrando.

Luego entre yo, luego Katara y al último Sokka.

Lo bueno es que esta vez me había puesto mi traje de pantalón y chaleco de la Tribu del Agua, además Katara, Sokka y yo traíamos capas con gorro para ocultar nuestras ropas.

Aang que iba delante de mí iba moviendo el agua sucia y fangosa con su aire control, mientras que Katara y yo utilizábamos el agua control para que nada de esa porquería tocara nuestra ropa.

Al llegar al final de la alcantarilla, Aang subió la tapa y al ver que no había nadie cerca salió, me tendió la mano y me ayudo a salir.

—Eso no estuvo tan mal. —dijo Katara cuando salió.

Esperamos a que saliera Sokka pero lo único que vimos fue a un enorme monstruo de lodo apestoso salir y venir hacia nosotros.

Rápidamente tome un poco de agua que había cerca y se lo lance, así encontrando a Sokka, y después Aang lo seco con una ráfaga de aire.

—Eh… Sokka. —lo llame cuando no se dio cuenta que tenía un par de pentapus purpuras en las mejillas. —Tienes algo en las mejillas. —

—¿Qué? ¡Ah…! —grito desesperado mientras los jalaba. —¡No…se…quieren…ir! —

Entonces Aang lo empujo hacia la pared.

—No hagas tanto escándalo, solo son pentapus purpura. —sonrió mientras tomaba uno y le acariciaba la cabeza.

El animalito se despegó dejando unas marcar en la cara de Sokka.

—Oigan. —escuchamos a lo lejos una voz autoritaria.

Era un soldado de la Nación del Fuego.

Rápidamente los hermanos nos ocultaron a Aang y a mi detrás de ellos en lo que Aang se tapaba su flecha y yo me ponía mi capucha y miraba al piso para que no vieran mis ojos.

—¿Acaso no saben que ya paso el toque de queda? —pregunto serio el soldado.

—Lo siento. —se disculpó Katara. —Vamos camino a nuestra casa. —

Nos dimos la vuelta y comenzamos a caminar.

—Alto ahí. —volvió a hablar el soldado. —¿Qué son esas manchas? —

Nos volteamos y vimos que se refería a Sokka.

—Eh… él tiene pentarisela, señor. —dijo Katara.

El soldado intento tocarlo.

—Es sumamente contagiosa. —

Sokka comenzó a actuar enfermo.

—Ay… que mal me siento. —

—Y es mortal. —dije yo aun mirando al piso.

—Oigan, creo que conozco esa enfermedad. ¿No murió de eso tu primo Chang? —le pregunto el soldado al otro que estaba a su lado. —Mejor nos vamos a lavar las manos y a quemar la ropa. —salieron corriendo.

Con los soldados fuera de nuestro camino, seguimos con nuestra misión de encontrar a Bumi. Escondiéndonos en cada esquina si es que veíamos a soldados acercarse.

—Encontremos a Bumi y vámonos de aquí. —dije. —¿Dónde crees que lo tengan, Aang? —

—Creo que en un lugar de metal. —contesto. —Bumi es un maestro tierra. —

Íbamos caminando con cautela cuando de repente unas enormes roca comenzaron a caer en dirección hacia un grupo de personas.

Aang rápido las intercepto y las cambio de rumbo.

—¡Son rebeldes, atrápenlos! —dijo una mujer apuntando hacia nosotros.

En ese momento una chica con cara de aburrida nos lanzó flechas que de quien sabe dónde había sacado.

Esquivamos su ataque y comenzamos a correr lejos de ellos.

Un par de soldados se acercaron a nosotros pero Katara los lanzo lejos con agua control pero la chica aburrida apareció y comenzó a lanzarnos flechas que rápidamente congelé para después correr con la chica detrás de nosotros.

Aang intento detener a la chica tirando una estructura de madera en medio de los dos pero ella le lanzo una estrella ninja que por suerte Aang logro detener.

De repente el piso a nuestros pies se movió y nos tragó llevándonos a un túnel donde había muchos ciudadanos de Omashu.

Era la resistencia.

Nos llevaron por los túneles hacia un campamento subterráneo que ellos había formado.

—¿Y el Rey Bumi? ¿El lidera la resistencia? —pregunto Aang.

—Por supuesto que no. —dijo con el ceño fruncido Yang el líder de la resistencia. —El día de la invasión tuvimos que prepararnos para pelear, dispuestos a defender nuestra ciudad, dispuestos a dar nuestra vida para nuestra libertad pero antes de que pudiéramos hacer algo el Rey Bumi se rindió. —

—¿Qué? —pregunte desconcertada.

—El día de la invasión le pregunte al Rey Bumi que pensaba hacer. —continuo Yang. —Me miro a los ojos y me dijo: "¿Que pienso hacer? Nada." Y comenzó a reír como un loco. —nos miró serio. —Pero nada importa ahora, luchar contra lo Nación del Fuego es el único camino para nuestra libertad y vale la pena morir por nuestra libertad. —

—Pero existe otra forma para ser libre. —dijo Aang. —Pueden irse de Omashu. Canalizan sus energías en luchar contra la Nación del Fuego pero tiene pocos hombres, no pueden ganar, ahora retrocedan para estar vivos y enfrentarlos otro día. —

—Tu no entiendes, ellos invadieron nuestro hogar y debemos de enfrentarlos ¡Cueste lo que cueste! —dijo el líder.

—No lo sé, Yang. —dijo otro soldado. —Irnos para enfrentarlos otro día me parece una buena idea. —

—Si, yo estoy con el chico. —dijo otro hombre.

Todos los que estaban ahí comenzaron a dar su visto bueno a la propuesta de Aang.

—Está bien pero son miles de ciudadanos los que tenemos que sacar de aquí, ¿Cómo haremos eso? —pregunto Yang.

—Enfermos. —dijo Sokka de repente.

Lo miramos como si estuviera loco.

—Todos se contagiarán de una grave y extraña peste. —dijo sonriendo de lado.

Todo tomo sentido cuando Sokka nos explicó su plan. Lo único que teníamos que hacer era que los ciudadanos se colocaran en la cara pentapus purpuras para que estos les dejaran manchas en la piel, después solo tendrían que actuar como enfermos y listo.

—Las manchas lo hacen ver enfermos pero tienen que actuar como enfermos también, hay que engañarlos. —aviso Sokka a la multitud.

Justo en ese momento un anciano con una pierna de palo y bastón paso delante de ellos quejándose y tocándose la espalda.

—Ven ese es un buen ejemplo. —apunto.

—Son años de práctica. —dijo el anciano sonriendo.

—Todos a sus puestos. —dije.

Comenzamos a caminar pero Aang camino hacia otro lado.

—¿Aang? —lo llame. —¿No vienes con nosotros? —

—No, no me iré de aquí sin encontrar a Bumi. —dijo mientras Momo saltaba a su hombro. —Lo siento chicos luego los alcanzo. —me dio a Momo y salió volando.

Suspire.

—Hubiera ido con él. —murmure mientras dejaba que Momo saliera volando de mis brazos.

Poco a poco y fingiendo que estábamos extremadamente enfermos, nos fuimos acercando a los soldados de la Nación del Fuego que estaban resguardando la puerta.

Llego un momento en el que los soldados ya no supieron que hacer y corrieron.

—¡Plaga, plaga! —comenzó a gritar un soldado mientras que otro tocaba una campana de advertencia para los demás soldados.

Pudimos salir de Omashu con éxito e hicimos una base algo lejos de la ciudad, cerca de las montañas.

Al anochecer Aang llego triste y con Flopsy, la mascota de Bumi.

—Buscamos por todas partes, no vi a Bumi. —dijo cuando nos acercamos a él.

Lo abracé y le di un beso en el cachete.

—Lo siento. —susurre en su oído.

Sentí como se apretó más a mí.

—Tenemos un problema. —dijo Yang acercándose a nosotros. —Acabamos de contar a los ciudadanos. —

Deje de abrazar a Aang pero tome su mano y entrelace nuestros dedos.

—Oh no, ¿Falto alguien? —pregunto Katara preocupada.

—No, nos sobra uno. —apunto hacia un bebé vestido con ropa de la Nación del Fuego que no dejaba de abrazar a Momo.

—Ow… que lindo. —dijimos Katara y yo mientras nos acercábamos al bebé y Katara lo cargaba.

Appa, Momo, Sokka, Katara, Aang y yo nos aproximamos a una de las fogatas que la resistencia había encendido y descansamos un poco cerca de ella.

El bebé perseguía por todo el lugar a Momo, hasta que en una de esas el bebé cayó al piso sentado y tomo el arma de Sokka.

—Hey, no. —dijo el arrebatándole el arma y haciendo que el bebé comenzara a llorar.

Katara y yo lo miramos mal.

Sokka suspiro.

—Bueno. —dijo de mala manera y le dio el arma haciendo que el bebé dejara de llorar.

—Es tan bonito. —dije tomando su mano y jugando con ella.

—Es toda una ternurita. —dijo Katara y le dio un beso en el cachete.

—Claro, es hermoso ahora pero cuando crezca será parte de la armada de la Nación del Fuego, entonces no les parecerá tan bonito y tierno, será un asesino. —dijo el líder Yang.

—Acaso esto te parece la cara de un asesino. —dijo Katara cargando al bebé y yo le hice cariños.

—{Tal vez si logramos acabar con la guerra este bebé pueda tener otro destino.} —pensé.

Yang nos miró serio.

En ese momento un halcón mensajero voló cerca de nosotros.

—Yo iré. —dijo Aang.

Tomo el mensaje y volvió hacia nosotros para comenzar a leerlo.

—Es del gobernador de la Nación del Fuego, cree que secuestramos a su hijo y quiere que hagamos un trueque, su hijo… por el Rey Bumi. —dijo lo último sorprendido.

—¿Qué haremos? —pregunte.

—Haremos el trueque mañana en la mañana. —dijo.

Al día siguiente Sokka, Katara, Aang y yo nos preparamos para irnos.

—¿Sabes que puede ser una trampa? —pregunto Sokka.

—No lo creo, sé que el gobernador quiere a su hijo tanto como nosotros a Bumi. —dijo mirando al bebé en sus brazos. —Es un nuevo día y tengo un buen presentimiento.

—Espero que tengas razón. —dijo Sokka mientras se subía a Appa.

Ese día estaba vestida algo parecido al día anterior. Tenía que ocultar mi pelo y Aang tenía que ocultar su flechas. Todavía no sabía cómo ocultar mis ojos así que solo dejaba que un lado de la capucha ocultara uno de ellos un poco.

Estábamos esperando en el lugar que habíamos acordado con el gobernador.

Esperábamos que llegara el pero en vez de eso llegaron tres chicas. Una de ellas la que estaba hasta en frente la reconocía, era la chica aburrida. Otra de las chicas estaba vestida de rosa, y tenía una sonrisa en el rostro. La última tenía ropas de la Nación del Fuego y una expresión de enojo.

En cuanto ellas estuvieron a unos metros de nosotros, vimos como una grúa bajaba a Bumi, el cual estaba como en un ataúd de hierro y solo se podía ver su cara. Bajaron a Bumi hasta que estuvo detrás de las tres chicas.

—¿Trajiste a mi hermano? —pregunto la chica aburrida.

—Aquí esta. —dijo Aang. —Ya podemos hacer el trueque. —

—Lo siento pero algo se me acaba de ocurrir, ¿Me permites, Mei? —pregunto la chica enojada.

—Por supuesto, princesa Azula. —dijo la chica aburrida con respeto.

—Intercambiamos a un bebé por un rehén. —comenzó a decir Azula. —Un poderoso rey maestro tierra, en realidad no parece un trato justo, ¿O sí? —miro a Mei.

—Es verdad. —dijo ella. —Ya no hay trato. —levanto una mano y Bumi volvió a subir.

—Nos volveremos a ver. —dijo el rey y comenzó a reír como loco.

—¡Bumi! —grito Aang y comenzó a correr para alcanzarlo.

Azula lanzo una llamarada de fuego azul y Aang tuvo que saltar con ayuda de su aire control para esquivarlo. Abrió su planeador pero al momento de hacerlo el pedazo de tela que cubría su flecha salió volando y revelo lo que no queríamos.

—El Avatar. —dijo Azula asombrada para después cambiar su expresión a una sonrisa arrogante. —Es mi día de suerte. —corrió hacia él.

—Vamos, chicos, tenemos que ayudarlo. —dije quitándome la capa.

Ya no tenía sentido ocultarme si Aang ya se había descubierto.

Estábamos a punto de ir cuando unas flechas nos interrumpieron.

Mei y su amiga venían hacia nosotros.

—Tenemos que sacar al bebé de aquí. —dije.

—En eso estoy. —dijo Sokka mientras abrazaba más al bebé y corría mientras soplaba en silbato de Appa pero se tropezó o más bien la chica sonriente lo hizo tropezar.

Entonces Mei, nos comenzó a lanzar cuchillos.

—¿Puedes con ella? —le pregunte a Katara. —Creo que Sokka necesita un poco de ayuda. —

—Claro, ve ayudarlo. —me dijo una sonrisa.

Cuando la chica sonrisas iba a acercarse a Sokka la tome del pie con un látigo de agua y la lance lejos de él.

Sokka corrió lejos de nosotros.

Al ver que Sokka y el bebé estaban a salvo voltee a ver cómo iba Katara. Ella ya había congelado el brazo de Mei pero de repente la chica sonrisas se acercó y bloqueo el chi de Katara haciendo que ya no pudiera usar el agua control.

Corrí hacia Katara para ayudarla.

—¿Cómo vas a pelear sin tus poderes? —pregunto Mei con arrogancia.

—Me tiene a mi para defenderla. —dije y le lance un chorro de agua que la lanzo lejos.

Intente hacer lo mismo con la chica sonrisas pero ella lo esquivo con una voltereta y cayó cerca de mi intentando bloquear mi chi.

—Chica, no sabes con quien te metiste. —dije con una sonrisa arrogante y presione los puntos clave de su brazo derecho, el cual dejo de funcionar.

Me miro impresionada y su sonrisa se fue.

—Yo invente esa técnica hace miles de años. —

—La Ānníng. —dijo cuando me vio los ojos.

Entonces en ese momento llegaron Appa y Sokka el cual lanzo su bumerang hacia Mei que tenía un cuchillo en la mano. No me había dado cuenta de que se había recuperado.

—Creo que soy bueno en esto. —dijo Sokka cuando el bumerang volvió a su mano.

Appa bajo y con su cola hizo que las chicas salieran volando. Rápidamente subimos a él y salimos volando en busca de Aang.

—¡Ahí está Aang! —avise a Sokka.

Aang estaba en una resbaladilla junto con Bumi los cuales eran perseguido por Azula.

—¡Lo ayudaremos! —

Al acércanos Aang nos lanzó a Bumi pero apenas con las puntas de los dedos logramos tocarlo.

Así que Aang termino junto con Bumi en otra resbaladilla.

Después de buscarlo por unos minutos lo encontramos al final de una de las resbaladillas, solo.

Nos explicó que tenía que encontrar a un maestro tierra que dominara el ying neutro, el cual no sabía que existía pero que se le va a hacer, así que después de dejar al bebé con sus padres emprendimos vuelo en busca del maestro tierra que esperara y escuchara.

El maestro que Aang necesitaría para mejorar como Avatar.