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Dos. El pañuelo en la cabeza.

—Creo que hay una cueva abajo. —dijo Aang mientras nos ocultábamos en una nube.

Descendimos hasta estar cerca de la cueva.

—Shh~… silencio. —dijo Sokka mientras Aang se deshacía de la nube. —Buen trabajo con el camuflaje pero para la próxima ¿Podríamos disfrazarnos de una nube que mantenga la boca cerrada? —miro a todas partes con sospecha.

—Si~… no querrás que uno de esos pájaros nos escuche y nos delate. —dijo Toph con sarcasmo.

Sokka la miro con el ceño fruncido.

—Oye, estamos en el territorio enemigo, partiendo por los pájaros. —dijo señalándolos mientras uno se le paraba en la cabeza. 

Nos reímos de lo ridículo que sonaba y nos adentramos a la cueva.

—Bueno, no hay opción así viviremos de ahora en adelante hasta que empiece la invasión. —dijo Sokka. —Escondiéndonos de en cueva, en cueva, en cueva. —se fue desanimando mientras lo decía.

—No tenemos que convertirnos en ermitaños, solo tenemos que cambiar de ropa. —dije.

—Si, cubrirse es mejor que esconderse. —concordó Aang. —Si conseguimos ropa de la Nación del Fuego estaremos a salvo igual que en esta cueva. —

—Además, afuera hay comida de verdad o ¿Alguien prefiere sentarse en el suelo y comer insectos? —dijo Toph mientras le pegaba a la pared de la cueva y de ella salían insectos que solo Momo estuvo interesado en comer.

—Creo que ellos son mayoría, Momo. —dijo Sokka. —Vamos a conseguir ropa. —

Salimos de la cueva y sigilosamente fuimos hacia las primeras casas que se veían del pueblo donde una de las familias tenían su ropa tendidas.

—Esto no me convence. —susurro Aang. —Esa ropa pertenece a alguien. —

—El vestido de seda es mío. —dijo Katara y salió corriendo.

—El pantalón y la blusa corta míos. —dije y la seguí.

Termine poniéndome una blusa corta de cuello alto que ocultaba mi collar de luna y estrellas, con un pantalón, con un tipo de cinto falda, mis botas altas café y unas muñequeras altas que tapaban mi tatuaje.

Me recogí el pelo en un chongo despeinado y me dejé dos mechones enfrente para que uno tapara mi ojo gris.

—¿Cómo me veo? —pregunte.

Aang se sonrojo.

—Hermosa. —sonrió.

En eso llega Katara con el collar de su madre todavía puesto.

—Katara, el collar de tu madre. —dije.

Miro al piso triste.

—Es obvio que es de la tribu agua, ¿Verdad? —se lo quito y lo guardo.

Una vez listos fuimos al pueblo y compramos diferentes accesorios. Katara compro un collar, Toph una diadema, Sokka una peineta y yo pulseras doradas.

—Yo solía visitar a mi amigo Kuzon hace cien años, solo síganme esto será pan comido o como dirían en la Nación del Fuego, será pan quemado. —dijo Aang mientras comenzaba a caminar de una forma un tanto extraña. —Hola, amigo del fuego. —saludo a un hombre con voz igual de extraña.

Nosotros solo seguimos a Aang mientras lo mirábamos extraño.

Llegamos a un restaurante.

—¿También tengo que comer carne? —pregunto Aang afligido.

—Vamos, Aang, aquí todos comen carne. Hasta la carne. —Sokka señaló a una vaca hipopótamo.

—Aj, vayan ustedes. —dijo Aang con asco. —Prefiero sacar lechugas de la basura. —

—No te preocupes, te conseguiré algo. —dije dándole un beso y adentrándome al restaurante junto con los demás.

Por suerte al preguntar si vendían algo sin carne me dieron una ensalada, me vieron raro pero me la dieron así que salí a decirle a Aang pero no lo vi por ninguna parte.

Corrí hacia los demás.

—Chicos, Aang no está afuera. —les susurre.

—¿Qué? ¿Cómo que no está? —pregunto Sokka.

—Pues salí y no estaba, ¿Qué más quieres que te diga? —

—No se preocupen estoy segura de que debe de estar en la cueva. —dijo Katara.

—¿Enserio? Aang, el más curioso de los cinco ¿En la cueva? —pregunte incrédula.

—Vamos a ver. —dijo Toph. —Así se quitan la duda. —

Y eso hicimos. Regresamos con algunas provisiones a la cueva y vaya sorpresa, nótese el sarcasmo, Aang no estaba ahí.

—Bueno, solo nos queda esperas. —dijo Toph relajada mientras se sentaba.

No regreso hasta el anochecer.

—¿Dónde estabas? —pregunte caminando hacia él. —Estaba muy preocupada. —

—Fui a jugar con unos chicos después de la escuela. —dijo.

—¡¿Después de que?! —pregunto Sokka.

—Entre a una escuela de la Nación del Fuego y también iré mañana. —

Sokka lo miro entre asombrado y alterado.

—¡¿Qué hiciste que?! —volvió a preguntar.

Tome la mano de Aang y nos fuimos a sentar cerca de la fogata.

—Aang, estoy tratando de ser maduro para no descartar tu idea pero me parece… pésima idea. —dijo Sokka.

—Si, tienes uniforme pero no es necesario ir a la escuela. —dijo Toph.

—Cada minuto que paso en esa escuela aprendo algo sobre la Nación del Fuego. —explico Aang. —Hasta me dieron un retrato del Señor del Fuego Ozai…hasta yo hice uno. —saco el retrato y el dibujo que había hecho.

—Es muy interesante pero sigue siendo peligroso, cariño. —dije con duda.

—Entonces nunca sabremos nada del rio secreto. —Aang sonrió de lado. —Que llega justo al lado del palacio del Señor del Fuego, se supone que lo veríamos en la clase de mañana. —

—Mmm…—Sokka se puso en modo serio. —Me gustan los ríos secretos… bien, puedes quedarte unos días más. —

—¡Estoy en llamas! —Aang festejo y salió corriendo.

—¿Qué dijo? —me pregunto Sokka.

—No tengo ni idea. —

Al día siguiente Aang se levantó temprano para preparase para ir a la escuela, le desee un buen día y se fue mientras los demás nos quedábamos esperando en lo que volviera con información.

Y volvió pero con una sanción y con la estricta orden de que llevara a sus padres a la oficina del director de la escuela porque según había comenzado una pelea.

Sokka y Katara terminaron yendo con él. Katara se recogió el pelo en dos chongos y simulo que estaba embarazada y Sokka se puso barba y bigote. 

Cuando regresaron explicaron que si Aang tenía otra falta lo enviarían al reformatorio en las minas de carbón.

—¡Es suficiente, no volverás a la escuela jovencito! —grito Sokka todavía en su papel.

—Claro que lo hare. —dijo Aang. —Me estoy divirtiendo mucho, me gusta ser un chico normal. —camino hacia Appa. —Tú no puedes entenderlo, Sokka, tu ere normal todo el tiempo. —

Me tape la boca para no reírme.

—Ja, ja. —se burló Toph.

Sokka nos miró mal.

—Escuchen, esos niños son el futuro de la Nación del Fuego, si queremos mejorar las cosas aquí debemos de darles más libertad. —dijo Aang.

—¿Pero que puedes hacer por una nación llena de pequeños engendros malignos? —

—¿Qué tal si damos… ¡Una fiesta sorpresa!? —dijo mientras bailaba.

Lo mire incrédula.

—Ve a tu cuarto. —dijo Sokka enojado.

Después de tanta discusión Sokka accedió a que Aang hiciera una fiesta en la cueva e invitara a todos sus compañeros de escuela.

Limpiamos más la cueva, Toph hizo mesas y tarimas. Katara y yo nos encargamos de las bebidas e hicimos una fuente de hielo y entre todos decoramos con velas para que el lugar estuviera iluminado. 

Ya era de noche y solo estábamos esperando a que los invitados llegaran.

—¡Ya vienen! ¡Que nadie use sus poderes! —dijo Toph.

Entre Aang y yo rápidamente escondimos a Appa en uno de los túneles de la cueva. Aunque a él no le gustara.

Cuando todos estuvieron en la cueva, Aang indico a los chicos que tenían instrumentos donde podían instalarse. A los pocos minutos ya parecía una fiesta de verdad.

Pero nadie quiso bailar, estaban divididos entre hombres y mujeres sin hacer nada y con cara de angustia al no saber que hacer. Todos los invitados estaban asustados de que sus padres supieran que habían bailado o se habían divertido.

Aang se decidió a mostrarles bailes típicos de la Nación del Fuego que sabia.

—Uy, pies locos sí que sabe bailar. —dijo Toph mientras bebíamos jugo.

Voltee a verlo y sí, sí que se movía bien.

Sonreí al ver que se divertía y tomé un sorbo de mi jugo.

—{Mientras no se divierta tanto con las chicas, todo estará bien.} —pensé.

Y justo en ese momento saco a una chica a bailar.

—Mira, sí que se ven bien juntos. —dijo Sokka.

—¿Enserio, Sokka? —pregunte incrédula. —¿Lo dices sabiendo que tiene novia y que es un poquitito celosa? —

—¿Poquitito? —pregunto con burla Katara.

—Si, poquitito. —dije mostrando mi dedo índice y pulgar, y casi juntándolos.

Entonces vi como todos los chicos comenzaban a unirse a su baile y todos parecían felices al igual que Aang.

Los celos se fueron un poco al ver lo feliz que estaba.

—¡Ahora, estilo libre! —grito Aang.

Todos comenzaron a dar sus mejores pasos, unos más extraños que otros.

Estaba viendo bailaban cuando veo la mano de Aang delante de mí.

—Vamos a bailar. —dijo.

—Vamos. —sonreí y tomé su mano.

Corrimos al centro de la pista y comenzamos a bailar.

Todos nos miraron.

—Aang, nos están mirando. —dije un poco cohibida.

—No te preocupes, piensa que solo estamos tú y yo. —me miro pícaro.

Me sonrojé, asentí y seguí bailando.

Comenzamos a ir de un lado a otro, a dar volteretas, a agarrarnos de las manos hasta que finalizo la música y Aang termino tomándome de la cintura e inclinándome como pose final.

Todos a nuestro alrededor comenzaron a aplaudir.

Suspiré cansada por el bailar y le di un beso. Nunca había bailado así en mi vida.

De repente un hombre mayor, tres guardias y un chico con sonrisa arrogante aparecieron en la entrada de la cueva haciendo que todos los chicos dejaran de bailar y la música parara de sopetón.

—Es ese el del pañuelo en la cabeza. —dijo el hombre mayor señalando a Aang.

Entonces corrimos hacia los túneles de la cueva para escapar al ver que los nuevos amigos de Aang los estaban confundiendo al ponerse pañuelos en la cabeza.

Rápidamente subimos a Appa y salimos volando de ahí.

—Ya no nos ven, Sokka. —dije. —Te puedes quitar ese horrible bigote. —

—En realidad ya no puedo, se pegó permanentemente a mi piel. —dijo mientras se avariciaba la barba.

—Bien hecho, bailarín, hiciste bien enseñarles a eso chicos a bailar, les enseñaste a ser libres. —dijo Toph.

—¿Enserio? Yo solo quería que se divirtieran. —

—Pues fue la mejor fiesta a la que he ido. —dije con una sonrisa mientras lo tomaba de los cachetes, lo volteaba hacia mí y le daba un gran beso en los labios.

Sonrió sonrojado.

—Bien hecho hijo mío, bien hecho. —dijo Sokka con voz grave mientras aplaudía.

Negué divertida y recargué mi cabeza en el hombro de Aang.

Si que había sido un buen día.