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Señor Presidente: Usted es el padre de mis trillizos

—M... ¡Marissa! ¿Son mis hijos? —Los ojos de Rafael no se apartaban del rostro adorable de los niños. —No, Rafael. No lo son —dijo Marissa con una sonrisa fingida—. No son tuyos. ¿Recuerdas? —pestañeó de manera bastante dramática—. ¡Nunca nos casamos! Valerie Aaron, la hermana mayor de Marissa Aaron, dejó plantado a su novio ciego el día de su boda y se fugó. Para salvar las apariencias, la familia de Merissa le rogó que se casara con Raphael Sinclair. ¿La ironía? No se le permitió decirle a su esposo ciego que ella no era Valerie sino Merissa Aaron. El día de la exitosa cirugía ocular de Raphael, Marissa se enteró de que Valerie había vuelto para tomar su legítimo lugar como nuera de Sinclaire. Marissa intentó explicarle a su esposo que ella era la que estaba casada con él, pero él no le creyó. En vez de seguir convenciéndolo, la desconsolada Merissa decidió dejar la ciudad sin contarle su secreto. Raphael Sinclair era la definición clásica de una belleza impactante y era el único heredero del grupo de industrias Sinclair. ¿Qué haría él cuando se enterara que todo este tiempo la mujer que le ofreció su amor y su cuerpo no era Valerie sino su hermana menor Marissa Aaron? ¿Cómo reaccionaría al saber que era el padre de los bebés que Marissa llevaba en su vientre? ¿Iría tras Marissa para recuperarla? ¡Y la pregunta del millón! ¿Podrá Marissa alguna vez perdonarlo y volver a amarlo?

JessicaKaye911 · 现代言情
分數不夠
433 Chs

Mis Hombros

Marissa tragó fuerte y se volvió hacia Sophie que estaba arreglando apresuradamente su desordenado cabello, y eso le recordó a Marissa su propio cabello.

Comenzó a pasar sus dedos por los enredos e intentó sonreír. —Oh, Rafael. Yo... nosotros... no te esperábamos... —dijo con un encogimiento de hombros y se dio cuenta de que él estaba mirando hacia su hombro.

Seguir la mirada y encontró que la camiseta grande que llevaba puesta se estaba deslizando, exponiendo su suave hombro.

Con una sonrisa titubeante, rápidamente lo cubrió, pero esa manga se cayó de nuevo.

—P... por favor, siéntate —dejó el taburete abruptamente—. Oh, también puedes sentarte en la sala de estar... —Miró a Sophie en pánico, que ahora asentía con la cabeza como una estudiante obediente.

—¿Puedo ir a despertar a los niños? —preguntó él, levantando una ceja y ella asintió rápidamente.

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