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Señor Presidente: Usted es el padre de mis trillizos

—M... ¡Marissa! ¿Son mis hijos? —Los ojos de Rafael no se apartaban del rostro adorable de los niños. —No, Rafael. No lo son —dijo Marissa con una sonrisa fingida—. No son tuyos. ¿Recuerdas? —pestañeó de manera bastante dramática—. ¡Nunca nos casamos! Valerie Aaron, la hermana mayor de Marissa Aaron, dejó plantado a su novio ciego el día de su boda y se fugó. Para salvar las apariencias, la familia de Merissa le rogó que se casara con Raphael Sinclair. ¿La ironía? No se le permitió decirle a su esposo ciego que ella no era Valerie sino Merissa Aaron. El día de la exitosa cirugía ocular de Raphael, Marissa se enteró de que Valerie había vuelto para tomar su legítimo lugar como nuera de Sinclaire. Marissa intentó explicarle a su esposo que ella era la que estaba casada con él, pero él no le creyó. En vez de seguir convenciéndolo, la desconsolada Merissa decidió dejar la ciudad sin contarle su secreto. Raphael Sinclair era la definición clásica de una belleza impactante y era el único heredero del grupo de industrias Sinclair. ¿Qué haría él cuando se enterara que todo este tiempo la mujer que le ofreció su amor y su cuerpo no era Valerie sino su hermana menor Marissa Aaron? ¿Cómo reaccionaría al saber que era el padre de los bebés que Marissa llevaba en su vientre? ¿Iría tras Marissa para recuperarla? ¡Y la pregunta del millón! ¿Podrá Marissa alguna vez perdonarlo y volver a amarlo?

JessicaKaye911 · 现代言情
分數不夠
433 Chs

135- Mi número es...

—Uf. Así que planean tener un romance en mi auto y enviarme a entregar esta laptop. Y acompañar a los niños. Buena jugada, Rafael —seguía hablando consigo misma cuando salió del ascensor y tocó el timbre de la entrada del ático.

—¿Quién es? —escuchó una voz de hombre en el interior.

¿Quién estaba con los niños? Rafael nunca mencionó a nadie aquí.

¡Dios mío! Espero que los niños estén seguros.

¿Debería llamar a Marissa?

No. Ella entraría en pánico.

¿Qué tal la seguridad del hotel?

—¿Quién diablos es? —el hombre estaba molesto y alzó un poco la voz. Sofia se dio cuenta de que tenía un dejo de sueño. Todavía estaba parada allí, confundida, cuando la puerta se abrió con un clic y un hombre salió vistiendo una elegante bata de gofre con el pelo despeinado.

La miraba a través de ojos entrecerrados y Sofia pensó que le era familiar el rostro.

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