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Señor Presidente: Usted es el padre de mis trillizos

—M... ¡Marissa! ¿Son mis hijos? —Los ojos de Rafael no se apartaban del rostro adorable de los niños. —No, Rafael. No lo son —dijo Marissa con una sonrisa fingida—. No son tuyos. ¿Recuerdas? —pestañeó de manera bastante dramática—. ¡Nunca nos casamos! Valerie Aaron, la hermana mayor de Marissa Aaron, dejó plantado a su novio ciego el día de su boda y se fugó. Para salvar las apariencias, la familia de Merissa le rogó que se casara con Raphael Sinclair. ¿La ironía? No se le permitió decirle a su esposo ciego que ella no era Valerie sino Merissa Aaron. El día de la exitosa cirugía ocular de Raphael, Marissa se enteró de que Valerie había vuelto para tomar su legítimo lugar como nuera de Sinclaire. Marissa intentó explicarle a su esposo que ella era la que estaba casada con él, pero él no le creyó. En vez de seguir convenciéndolo, la desconsolada Merissa decidió dejar la ciudad sin contarle su secreto. Raphael Sinclair era la definición clásica de una belleza impactante y era el único heredero del grupo de industrias Sinclair. ¿Qué haría él cuando se enterara que todo este tiempo la mujer que le ofreció su amor y su cuerpo no era Valerie sino su hermana menor Marissa Aaron? ¿Cómo reaccionaría al saber que era el padre de los bebés que Marissa llevaba en su vientre? ¿Iría tras Marissa para recuperarla? ¡Y la pregunta del millón! ¿Podrá Marissa alguna vez perdonarlo y volver a amarlo?

JessicaKaye911 · 现代言情
分數不夠
433 Chs

¿69- Ya?

—¿Estás loca? ¿Por qué harías algo así? —Kate solo llevaba puesto un sostén y bragas y sabía que cuando sonó el timbre tenía que ser Amir.

—Amir. Podemos hablar más tarde. Llego tarde al trabajo —ella volvió a su armario y colocó algunas de sus ropas en la cama.

—¿Tarde al trabajo? ¿Por qué diablos hurgaste en mis cosas? Eran mis cosas personales y tú... casi robas mi archivo de propiedad.

Kate estaba aburrida de esta situación. Sus ojos estaban hinchados, y ni siquiera estaba decentemente vestida. Los shorts rotos y el sando que llevaba olían mal.

—Cariño. Lo discutiremos después —ella le besó la mejilla y cerró la puerta del baño detrás de sí.

Él abrió su refrigerador y sacó un frasco de mermelada de fresa. Sentado en la barra comenzó a untar la dulce y pegajosa delicia en el pan. Estaba furioso.

¿Cómo se atrevió Kate a pensar que podría tomar decisiones sobre su propiedad en su nombre? Ella era su prometida. No su dueña o esposa.

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