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Capítulo 34 – El Cheque En Blanco

編輯: Nyoi-Bo Studio

El pabellón era muy espacioso, con suelo de parqué intrincadamente estampado, ventanas amplias, el techo tenía un diseño que se parecía a la niebla.

En el lado de la cama de hospital de Ye Xingfei había un juego de sofás de cuero costosos, y un hombre estaba sentado sobre él. Su abrigo de piel, casualmente colgaba sobre su antebrazo, mientras él, vestido con una camisa negra ceñida al cuerpo, estaba sentado tranquilamente en la ventana fumando un cigarrillo.

Xia Ling se detuvo repentinamente. Durante los próximos segundos, su mente se quedó en blanco.

Él giró la cabeza alrededor y la examinó sin mover los párpados, alto y poderoso, como un emperador.

Ella dio unos pasos hacia atrás, abruptamente se dio la vuelta y llegó a la puerta. Era como si la puerta gruesa y robusta hubiera echado raíces en el suelo, no se movió ni un poco sin importar lo duro que ella la empujaba. Se golpeó contra ella un par de veces, y luego la voz de Pei Ziheng se escuchó por detrás.

—No te esfuerces. El momento en que entraste, la puerta fue cerrada desde afuera.

Xia Ling se dio la vuelta, aterrorizada, al enfrentarse a sus ojos oscuros y solemnes que parecían demasiado profundos para descifrarlos incluso en la luz. Involuntariamente trató de encogerse; su espalda estaba pegada a la puerta de madera lisa, queriendo desesperadamente integrarse en ella.

 —Me tienes mucho miedo —él la miró y muy lentamente preguntó: —¿Por qué?

Se puso rígida, incapaz de decir una palabra.

Él se tomó su tiempo para apagar su cigarrillo en el cenicero y dijo: —Chu Chen es un poco áspero a veces. Si eso te asusta, lo siento. Bien, no me he presentado, soy... 

 —Pei Ziheng —Xia Ling intentó reprimir el temblor en su voz—. Dígale a sus hombres que abran la puerta. Déjame salir. 

—Así que sabes quién soy —sonrió suavemente mientras hablaba—. Pocos se han atrevido a usar ese tono conmigo. Admiro su coraje.

De hecho, ella no tenía coraje en lo absoluto, sus piernas temblaban y todo lo que quería era salir por esa puerta.

Ocultando sus manos detrás de su espalda, discretamente trató de tirar de la manija de la puerta. Pero no importaba cuán fuerte lo intentaba, la puerta se mantuvo firme como una montaña. Xia Ling estalló en sudor frío y estaba perdiendo el control de sus sentidos, al mismo tiempo que estaba preocupada por el hecho de que los parientes no habían llegado todavía. Qué bueno sería si ellos llegaran ahora y abrieran la puerta...

Pei Ziheng pareció leer su mente. Dijo: —Ríndete, no tiene sentido que esperes a sus parientes, la razón por la cual te trajeron hoy aquí, es porque Chu Chen los contactó.

Estaba temblando, su corazón se hundió.

Así que, todos habían confabulado para engañarla, este viaje no tenía nada que ver con visitar a Feifei.

En esta vida, ella había sido extremadamente cuidadosa, distanciándose conscientemente de todo el mundo a su alrededor. Sin embargo, era imposible protegerse contra todos; fue completamente traicionada por la gente a su alrededor de todos modos.

—¿Qué... beneficios les ofreció? —preguntó, herida.

 —Sólo un poco de dinero fue suficiente para conseguir que quedaran abrumados con gratitud —Pei Ziheng sonrió, como de costumbre—. En lugar de preocuparse por los demás, vamos a hablar sobre nosotros. Ven a sentarte aquí, no estoy acostumbrado a mirar hacia arriba cuando hablo. 

Señaló el sillón opuesto a él.

Sin moverse, Xia Ling sólo dijo: —No hay nada que hablar entre nosotros.

Serenamente respondió: —Hay un límite a mi paciencia, Ye Xingling. ¿Quieres venir aquí por tu cuenta, o necesitas que te ayude con eso? 

Xia Ling percibió el peligro que acechaba en su voz. Conocer a este hombre por más de diez años, le había enseñado que cuanto más suave su voz y más gentil su carácter, más horribles sus maneras de tratar a alguien.

En este instante, el trauma que había sido enterrado profundamente en su alma se apoderó de ella como una maldición. Ella instintivamente movió sus pies, y antes de poder volver sobre sí misma, ya estaba parada justo delante de él y dirigiéndose al asiento que le asignó.

Sonrió con satisfacción, y dijo: —Esa es una buena chica.

Ella se sorprendió, horrorizada por lo que acaba de suceder. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo fue que incluso después de experimentar la vida y la muerte, todavía respondió mansamente todos sus órdenes?

Ella lo miró nerviosa. A través de la mesa de café de cristal, sus características eran más claras de lo que eran en aquella noche de invierno. Era increíblemente guapo, prácticamente divino... Tal como él siempre existiría en su memoria, como su padre, su maestro, su amante.

Sintió una puñalada en el corazón y decidió mirar hacia fuera.

Pei Ziheng seguía evaluándola, ella lo sabía incluso con la cabeza volteada hacia otro lado. Podía sentir su mirada como si fuera un rayo abrasador, sacándole la ropa pulgada a pulgada, evaluando su cuerpo y quemando su alma.

Con él, ella nunca pareció necesitar un hilo de seda.

Toda Xia Ling estaba tensa mientras yacía aplastada en el sofá con incomodidad y vergüenza.

Se rio condescendientemente: —Hasta este momento, has sido satisfactoria para mí—mientras hablaba, sacó algo de su bolsillo y lo tiró sobre la mesa—. Tal vez Chu Chen no fue lo suficientemente claro contigo, pero, si vienes conmigo, puedes conseguir mucho más de lo que podrías incluso imaginar.

Miró a la mesa. Era un cheque en blanco.

—Siempre y cuando estés de acuerdo, puedes llenar el cheque con cualquier suma que quieras —agregó.

Sintió que estaba en trance en un momento de déjà vu. Ese año, en un intento por pagar los honorarios médicos de su hermana, la pequeña Xia Ling, de doce años, siguió a Pei Ziheng a casa. ¿Y ahora, este hombre estaba ofreciéndole dinero una vez más para tentarla a irse con él?

Lástima, en este momento ya no era la pequeña Xia Ling de entonces. Ella no cometería el mismo error.

Con su voz era seca y ronca habló: —No necesito tal cosa.

Pei Ziheng pacientemente le preguntó: —¿Qué necesitas entonces? Dime.

Se mordió el labio pensando para sí misma: Pei Ziheng, no puedes darme lo que quiero.

Por lo tanto, permaneció en silencio.

Encendió otro cigarrillo y dijo: —Parece que Chu Chen no se equivocó cuando dijo que eres una niña insensible —lanzó una bola de humo, su miraba parecía distante mientras decía: —No hay nada malo en hacer un berrinche de vez en cuando, Pero necesitas saber esto. No hay ningún daño en lanzar un berrinche de vez en cuando, pero si se sale fuera de control, habrá castigo... 

Su voz se hizo profunda mientras hablaba, parecía estar hablándole a ella y a sí mismo.

Los ojos de Xia Ling estaban experimentando algunas molestias, probablemente debido al humo. Cerró los ojos un poco. Las escenas del pasado aparecieron ante sus ojos, los días de encarcelamiento, los aterradores recuerdos...

Ella no pudo evitar temblar un poco, antes sacar fuerzas de sus entrañas y decir: —D-Director Pei —suplicó suavemente—. Soy una insignificante don nadie, no merezco tanta atención de su parte. Déjame, ¿por favor? Hay tantas otras esperando ser elegidas por usted... 

—No estás en posición de intervenir en relación a quién escojo, Ye Xingling —la cortó con su mirada clara y alerta—. Lo que tienes que hacer es simplemente aceptar este cheque, o...

Él la miró con frialdad mientras decía: —O tal vez te gustaría ver lo que sucede cuando le retiren el tubo IV a tu hermana.

Todos solían hablar de lo frío y despiadado que era el mundo, excepto ella; ella era completamente ajena a los problemas que existían, porque él había sido increíblemente amable con ella, siempre le mostró el lado amable y gentil de sí mismo. Y ahora, mientras se encontraba delante de él, como una don nadie y no como Xia Ling, aquella que fue la manzana en los ojos de todos, sintió realmente la fría fuerza de la solidaridad.

Para él, aplastar a las hermanas Ye hasta la muerte era como aplastar a una hormiga.

Pero Xia Ling no podía dudar, el único resultado era la perdición. Fuese Ye Xingfei o ella, estaban condenadas. Sí su única opción era volver a su vida pasada y ser tratada como un peón, preferiría morir una vez más.