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Capítulo I

Decido levantarme del suelo.

No es agradable pero al menos las cobijas que hemos puesto lo hacen cómodo para dormir. 

Trato de ver – con la poca luz de la luna que se filtra de la ventana– en dónde están los 3 chicos con los que comparto esta habitación provisional.

Procedo a caminar en puntillas en los espacios que hay entre ellos para no pisarlos y llegar hasta la puerta. Cuando la abro, lo único que puedo "ver" es el pasillo que está completamente a oscuras.

Nunca había escuchado tanto silencio. Normalmente siempre hay escándalo sobretodo en estos días en los que no podemos trabajar la granja y el huerto y ayer, cuando el techo de nuestro cuarto se cayó encima de Will – que estaba acostado en MI cama – no fue la excepción. Gritos, carcajadas y regaños se escuchaban por toda la casa. 

Nos pasamos todo el día cerrando huecos donde se estaba filtrando la lluvia la cual no ha parado por días, así qué todos los chicos estaban cansados para cuando se sirvió la cena.

Will se llevó un pequeño desvío en su nariz. Su brazo y parte de la pierna izquierda parecían  algo más serio pero fue  hasta que John lo inspeccionó – después de 3 horas de estarlo llamando por la radio – que dijo que no era grave pero si tenía que reposar ya que fueron golpes muy fuertes. De hecho no podía caminar bien, es por eso que él se quedó en el otro cuarto acostado viendo a todos ir de un lado a otro.

Ahora que lo pienso, si hubiera pasado unos minutos después , seria yo el que estuviera en su situación. 

Lo que me hubiera evitado hacer lo que estoy pensando. 

No tardo en llegar hasta las escaleras y bajarlas. Tampoco me toma mucho pasar hasta la sala – la cual está hecha un desastre– y acercarme hasta la puerta principal.

Lo primero que percibo al abrir la puerta es frío. Mucho frío.

Hubiera sido raro este frío y la lluvia hace algunos años pero, en estos últimos que hemos pasado, Septiembre se volvió así. 

Al principio, decíamos que era una bendición porque eso ayudaba al huerto, pero ahora nos preocupamos de que ahogue todo nuestro esfuerzo el cual es de nuestros pocos recursos que tenemos para sobrevivir. 

Hemos hecho demasiado. 

Tuvimos tantos errores que nos llevaron a tener solo una comida por día o a veces nada. 

Tan solo recordar todo lo que pasamos juntos se me hace un nudo en la garganta.

No sé qué estoy haciendo.

No sé qué es lo que quiero.

Y no sé qué es lo que voy a hacer.

Una pequeña risa brota de mi boca solo de pensar en lo indeciso que me he vuelto.

Lo único que puedo decir es que soy un cobarde si no doy un paso más de la puerta. 

No dejó de ver la lluvia mientras mi propia mente me juega sucio. Trato de distraerme con el sonido y poco a poco lo voy logrando aunque, a este punto, siento que mi cabeza va a explotar. 

Doy un paso más y el pórtico de la casa de madera me da la bienvenida. 

Está toda desgastada. No tiene nada que le de color. Ni una maceta se sienta sobre la madera desgastada y, aunque estuviera, el mismo roble le jugaría en contra. 

Está apunto de caerse de tanto moho que tiene.

Es increíble que, de estar tan preocupados de tener un alimento en nuestra mesa, nos "olvidaramos" completamente del lugar  que nos permite consumirlos. 

Es por ello que Alex se la pasó todo el día regañándonos ya que él siempre ha sido el que limpia esta casa y, que de igual modo, nos había estado recalcando el deterioro de la misma. 

Nosotros simplemente lo ignorabamos aunque muchas veces era por el trabajo que teníamos afuera. 

Pero sí que es un desastre. 

No creo que esta casa sobreviva el siguiente año de lluvia. Es necesario que al primer rayo de sol que nos de este mes empecemos con la restauración.

Hay tanto de qué preocuparse y de hacer y yo aquí decidiendo si ir directo a la pequeña cabaña donde están las herramientas que guardamos para simplemente acabar con mi vida.

Soy un caso. 

Doy unos pasos más y estoy a la orilla del pórtico. 

Mis brazos  se extienden para tocar la lluvia. Para este punto el frío ya no es tan penetrante. 

Ha aumentado la lluvia y con ella el viento. 

Parece como una gran tormenta pero no logra mojarme, solamente mis brazos que se sienten un poco entumecidos por tenerlos ya un tiempo en esa posición.

De repente todo lo que siento es calidez lo cual es un poco raro. El contacto con la lluvia parece ser un nivelador de mi temperatura. 

Siento mi cabeza un poco más relajada lo que me lleva a tratar de disfrutar este momento cerrando mis ojos.

No pienso en nada.

Simplemente dejó a mi cuerpo sentir, respirar, exhalar y nada más. 

El nudo de mi garganta desaparece poco a poco y las ganas de llorar aparecen pero las lágrimas no salen. 

Este pequeño placer de la vida ha calado en mi sistema como una bendición. 

— No quería molestarte pero tampoco quería dejarte aquí afuera encerrado — 

Abro mis ojos aunque me gustaría simplemente ignorar su voz. No puedo negar que mi cuerpo dio un brinco al escucharlo porque pensé que nadie estaba despierto.

Mi cuerpo se voltea para ver a Harry en el marco de la puerta con un café en la mano. 

— Es por el frío, ya sabes que es difícil mantener este lugar caliente. — dice mientras que, con su mano libre, se cierra un poco la cobija pequeña que tiene puesta encima. 

— ¿Qué haces despierto? — digo sin pensarlo dos veces.

— No he podido dormir. Llevo ya un rato aquí abajo.— le da un sorbo a la taza cuando termina de decir esto. — ¿Quieres entrar ya de una buena vez? Me estoy congelando.—

Antes de dar un paso dentro de la casa, decido darle una última vista a la lluvia. 

Ya ha parado su intensidad y poco a poco se ven salir los pequeños rayos de la luz del día 

Me giro otra vez hacia Harry y sin más entro a la casa