— Pensé que no seguiría lloviendo. – Harry dice mientras sirve mi segunda taza de café.
Mi vista no se despega de la ventana. Aunque sigue siendo poco su intensidad, la lluvia no permitió que el sol nos iluminara un poco más con sus pequeños rayos de luz.
El paisaje que nos regala el día es uno triste cubierto de un gris único que simplemente hace que los ánimos y las ganas caigan rápidamente.
— No es nada bueno. Lo único que vamos a encontrar mañana en la chimenea va a ser pura brasa — Digo mientras agarro la taza que puso frente a mi. — Ya casi no queda madera—
— Pero todo esto gracias al señor que dejó la puerta abierta en la madrugada— le da otro sorbo a su taza. No me pasa desapercibido que va por la cuarta de esta mañana. — ¿Cómo que la edad ya te anda afectando, no crees?—
Ruedo los ojos. Prefiero ignorar su comentario sobre mi edad para responderle.
— Llevamos días sin poder salir al bosque para cortar madera. Además, aunque fueramos, no serviría de mucho ya que todo está mojado. Un pequeño momento con la puerta abierta no ha cambiado nuestra situación. — me defiendo.
— Tranquilo solo bromeo. — dice mientras se acerca al lavabo de la cocina. Deja la taza cuyo contenido bebió como si de eso dependiera su vida y continua— Vamos a tener que quitarle a la casa pedazos de madera para poder sobrevivir las siguientes noches. —
— Hazlo si quieres ver a Alex todo furioso. Ya tuve suficiente de él ayer. —
A Harry se le escapa una risa ante mi comentario.
— ¿Por qué estaría furioso? —
Ambos volteamos al escuchar su voz y vemos a Alex y Adrian caminar hacia nosotros.
— Milagro que madrugaron ustedes dos. — dice Adrián pero lo ignoro para responderle a Alex.
— Porque dice Harry que va a despedazar la casa para ponérselo a la chimenea y… — digo mientras siento los ojos del chico de la cobija fijos en mí.
— SOBRE MI CADAVER. NIÑO — me interrumpe y dirige su dedo índice hacia Harry. — Que ayer tuve suficiente con las goteras de esta casa. —
Harry simplemente se voltea para ignorar los reclamos del señor limpieza.
— Goteras que se te ocurrió cerrar con la madera seca — Adrian se une a nuestra conversación mientras se acerca a la jarra del café.
— Ahora resulta. — una pequeña risa ahogada brota de su boca — Prefieren que nos inundemos a pasar frío. Se nota que los días de hambruna que tuvimos les afectó el cerebro. —
— Solo cállate y tomate el bendito café Alex. — dice Adrian mientras pone la taza frente a Alex y este último se lo toma a regañadientes.
Nadie dice nada por un buen rato.
El ruido que generan las gotas que caen sobre el techo es lo único que se escucha y me genera un poco de paz.
El olor a tierra mojada se filtra por los espacios de la puerta trasera y con ella un poco de frío.
El sentimiento que me genera esta sensación me hace recordar lo que pasó hace una hora.
Al entrar a la casa y esperar a Harry mientras preparaba más café, algo se activó en mi.
Lo que sentí - y a la vez no- en el pórtico fue extraño. Aunque Harry me dijo que en sí ya llevaba un buen rato allí afuera, yo sentí que fueron solo unos minutos.
Lo que sí me pareció más extraño es no haber notado la presencia de él cuando bajé porque, con solo estar en el primer escalón de la escalera sobre el primer piso, tienes una imagen casi completa de la cocina donde se supone que estaba.
Mi vista se posa en este chico castaño que está sirviéndole más a Adrian para acabar con el contenido de la jarra y hacer todavía más para dejarle a los otros chicos que siguen durmiendo, aunque aún le queda un tanto del liquido negro después de llenar hasta el tope la taza.
Me apresuro a tomarme todo el café que tengo en la mía para luego hacerle señas a Harry que vacíe lo que quedó aquí.
— Hay que pedirle a Tayler y John que nos regalen un poco — dice Harry sin más mientras sirve.
Ahora que lo veo bien, Harry se ve muy ojeroso. No me había dado cuenta hasta que, en este momento, a Alex se le ocurrió prender el candelabro de la cocina. Se nota que no ha dormido muy bien estos días.
— Hasta crees que nos darán algo. — dice Alex— Se van a molestar con nosotros. Estuvieron diciéndonos hace varias semanas que fueramos al bosque a cortar leña y nadie les hizo caso. Ustedes nunca hacen caso. —
— ¿Tan temprano y ya haciendo corajes Alex? — la figura del hombre más alto de esta casa aparece detrás — Ya estás viejo te va a dar una embolia si sigues así. —
Alex estaba apunto de responderle pero mejor se calló.
Luke parece no importarle que lo haya ignorado y se sienta enfrente de la barra de la cocina para decir — No parece que vaya a llover mucho así que, al primer instante en que pare, debemos ir al bosque a cortar un poco. —
— ¿De qué sirve ir si todo está mojado? — digo volteando a ver de nuevo hacia la ventana.
— Simplemente pongamos algunas frente a la brasa de la chimenea. No será mucho pero el calor absorberá un poco de la humedad que tengan. — responde
— Pues podría funcionar. No perdemos nada en intentarlo — dice Adrian mirándome — Mientras ustedes van Alex y yo nos quedamos a rescatar el huerto de nuevo y…—
...
Los chicos continuaron platicando sobre lo que debemos hacer el día de hoy durante el desayuno. Para entonces, Jack y Will - a quien tuvimos que cargar por las escaleras para que desayunara- se han unido a nosotros.
Alex, como todos los días, nos preparó huevo en una de sus tantas formas que sabe hacerlo.
No es que sea un chef pero, además de la limpieza del hogar, también se encarga de la comida.
Zoe, la única mujer de nuestro "vecindario", también lo ayuda pero únicamente con la comida de la tarde.
Ella y Tim prefieren desayunar y cenar solos en su cabaña al igual que Tayler y John en la suya. Simplemente prefieren ahorrarse un poco de escuchar el escándalo que hacemos los "más jóvenes".
Y digo jóvenes entre comillas porque la mayoría ya estamos por cruzar los 40.
Luke, Alex - la cenicienta- y yo tenemos la misma edad.
Con solo 38, nos vuelve los más grandes al menos de esta cabaña.
En ocasiones somos los que ponemos el "orden" pero a veces somos nosotros mismos los que empezamos los conflictos al no estar de acuerdo con las opiniones de los demás.
Es por ello que casi siempre, Tayler y Tim – los más viejos y digo viejos porque ya están por tocar la tercera edad– nos ponen un hasta aquí y, aunque no duerman en nuestro mismo techo, son los que siempre buscan detalles que debemos solucionar de la casa, que como ya dije ignoramos muchas veces.
Agradezco que ellos dos se hayan encargado de la responsabilidad de huerto y granja porque realmente somos un desastre lo cual es curioso porque, a diferencia de todos los que están aquí, a estos dos chicos los conozco desde hace 20 años y ni así he logrado entenderlos. Es agobiante.
Después de nosotros siguen Jack y Will. Ambos tienen 36 años aunque no lo parece. Son los frikis raros bajo este techo. A veces simplemente se la pasan diciendo cosas como si fueran pubertos.
La única que aparenta esa edad es Zoe o eso digo yo.
Cuando ella y Tim llegaron aquí, los primeros en ponerle los ojos encima fueron esos dos pero, en el momento en que se dieron qué Tim en verdad era su pareja y no su padre, se dieron por vencidos. Perdieron la oportunidad de congeniar con la posible única mujer de este continente o eso creemos.
Adrián es solamente un año menos que todos ellos. En ocasiones parece ser él que lleva las riendas, ya que cuando
los mayores no nos ponemos de acuerdo, él siempre propone otra idea la cual muchas veces seguimos.
Por último está Harry.
Harry es el niño como dice Alex. Él es el más joven. Está apenas en sus 24 años pero aún así es el más tranquilo de todos.
En alguna ocasión le pregunté si se sentía cohibido por estar con gente más grande que él porque yo a su edad era bien extrovertido, pero él lo negó lo cual no creí.
Casi siempre se la pasa con John el cual es el autonombrado médico.
Más que ser por su propia decisión, John lo ha obligado a aprender lo más básico de la medicina para que en algún futuro él sea el que cuide de nosotros cuando estemos viejos lo cual se me hace una idea muy amarga.
Dejarle toda esa responsabilidad a él sabiendo que posiblemente sea el último en estar aquí es horrible. Pero parece que no le afecta y sigue aprendiendo de todo lo que John le enseña. De hecho justo ahora le muestra al castaño los cuidados que deben de hacerse con Will quien no ha dejado de quejarse de su pierna desde que lo bajamos.
— ¿No podían simplemente llevarle la comida hasta la cama?. ¡Dios! parece que simplemente a ustedes les gusta complicarse la vida.— dice John mientras le pone una crema y masajea alrededor de la rodilla de Will que no para de chillar del dolor. — Deja de moverte que te va a doler más.
— Alejenlo de mí. ¡ALEJENLO! — grita Will de desesperación. Nuestro médico profesional autograduado de Harvard solo lo ignora y procede a envolver la rodilla con un vendaje.
— Listo. Te vas a tener que quedarte aquí en el sillón esta semana. No debes doblar la rodilla para nada ¿lo oíste?— Will simplemente se cubre los ojos con su brazo mientras deja ir el dolor — ¿Ustedes a qué hora se van? — pregunta mientra se acerca a la cocina para lavarse las manos.
— Justo ahora — responde Adrian.
Al final Adrián irá con nosotros. Tayler mandó a llamar a Luke y a Alex para que lo ayudaran a amarrar sogas en el techo de la granja lo cual enojó a nuestro nuevo integrante de la excursión ya que, según él, lo llamó enano.
Jack y yo hemos estado equipando todo lo que necesitamos en las mochilas.
No es que esté tan lejos, pero no es una actividad que vaya a durar poco tiempo.
Va a ser agotador.
— ¿Harry vienes no? — Adrian le pregunta al chico que se ha encargado de guardar todo lo que usó John.
Más que enseñar, John siempre deja que Harry recoja todo después de terminar su sesión de curación.
El chico asiente y, después de tirar todo a la basura, agarra uno de los abrigos que cuelgan de la puerta.
— Harry no se te olvide traer menta si encuentras. ¿Te acuerdas como es la planta no? —
— ¿Para qué la necesitas?— le pregunto.
— Tim me dijo que Zoe está enferma. —
Todos volteamos a ver a nuestro médico que también se está poniendo su abrigo.
Es hasta ahora que pienso que ya es un poco tarde como para que Zoe y Tim todavía no aparecieran por aquí.
— ¿Es grave? — ahora pregunta Jack.
— No lo sé. Anoche me habló Tim por la radio que ella tenía mucha fiebre y tosía mucho. No fui porque la lluvia estaba muy fuerte. Solo le dije a Tim que no saliera y que yo iría a verlos en la mañana. — dice y se percata de que todos tenemos la vista sobre él.
— Miren… — por un momento duda que decir pero continúa — No creo que sea nada grave. Puede ser un simple resfriado además el clima no nos está ayudando en nada.—
— Solo no piensen en esto ¿está bien?
Yo me encargo de todo. Ustedes solo vayan a buscar esa madera si no quieren también resfriarse— dice ya con un pie fuera de la cabaña. — Harry no te olvides de la menta ¿quieres? Le haré un té de jengibre con cebolla morada, la menta es para que sea pasable.—
— No hay problema— contesta Harry.
— Ok entonces vayan con cuidado y no regresen tan tarde. ¡Y no sé olviden de llevar la radio! — dice mientras se aleja de la puerta.
Adrian se me queda mirando. Es obvio que no le ha creído ni una palabra a John.
Yo, sin embargo, prefiero ser positivo y creer que ella no tiene nada.
Sin más salimos de la cabaña.