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Abadón miró a los numerosos espíritus que estaban atrapados por las enredaderas y aún así desesperadamente intentaban arrastrarse hacia él.
Anteriormente se habría sentido molesto por algo así, pero ahora simplemente los encontró bastante lindos.
Como cachorros que intentaban desesperadamente lamer su mano.
—¡Te tengo ahora—KYAAAA! —Carlota había sido el último espíritu de la naturaleza en intentar toquetearlo, y esto resultó en que la hierba la atara de pies y manos antes de lanzarla a sus pies.
No estaba segura si este resultado le gustaba más o menos.
Abadón se arrodilló a su lado en la hierba y comenzó a acariciarle ligeramente la cabeza.
—Ciertamente eres divertida. Hacía tiempo que no me entretenía tanto.
La sensación de sus manos suaves pero firmes en su cabeza era casi demasiado para Carlota y para entonces prácticamente había comenzado a salivar.
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