Erica sabía perfectamente que lo que Abadón le estaba pidiendo era sumamente serio.
Si daba una respuesta incorrecta, sin duda él correría a arrasar las tierras de Ciprés en un instante.
—¿Qué te ha dado por…? Este interés repentino en los espíritus es...
Las palabras de Erica empezaron a perderse mientras recordaba lo que podría ser la habilidad más injusta de Abadón.
Basándose en todo lo que había aprendido hasta ahora, solo podía suponer que su repentino interés estaba relacionado con eso.
—¿Es para que puedas evolucionar de nuevo?
—Mhm.
La reina fénix suspiró mientras se dejaba caer de espaldas en su cama, completamente desprevenida.
—Me gustaría decir que él te lo diría fácilmente, pero... Ciprés no es necesariamente tu mayor fan después de todo lo que armaste en la cena.
—¡Lo único que debería haber arrancado era su espina dorsal! ¿Cómo se atreve a mirar a mi esposa como si ella fuera menos que él?! —El solo recuerdo era suficiente para enfurecer a Abadón.
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