Quinn no podía dejar de sonreír, finalmente lo había logrado. Realmente tenía un arma del alma. En un momento tuvo un profundo temor de que su arma del alma no pudiera formarse debido a los cambios en su cuerpo y la extraña habilidad, pero en cambio, parecía que el último proceso acababa de terminar hace unos momentos mientras estaba en la máquina.
No es de extrañar que nunca pudiera imaginar o dar los últimos pasos por sí mismo, fue porque el arma del alma todavía estaba incompleta. Solo necesitaba un poco más de tiempo antes de que lo estuviera.
Sin embargo, las imágenes en su cabeza eran solo destellos simples, por lo que aún no tenía una idea clara de cómo se vería.
—¿Por qué no nos calmamos todos un poco?—dijo Sam mientras apartaba a Nate. —Digo, seamos razonables, Quinn acaba de descubrir cuál es su arma del alma. Si ustedes dos pelearan ahora antes de que Quinn incluso la aprenda, entonces sería inútil y no realmente justo, ¿verdad?—
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