La ñusta Vera despertó asustada de su largo sueño, su cuerpo sudaba frio y en su cara pálida prácticamente estaba esculpido su preocupación. De pronto una mano cálida se posó en su hombro, cuando volteó a ver, era una anciana. Su cara estaba llenas de arrugas y sus manos frágiles desprovistas de músculos, en su rostro estaba una sonrisa que marcaba aún mas sus arrugas. Su cabello era blanco y sucio, vestía de túnicas rojas y plumas.
Vera al verla se preocupó por sus intenciones y quiso levantarse, pero la anciana, aun muda y sonriente, presionó u frente con su pulgar y agarrando su cabeza la volvió a acostar, arrullándola con algunos sonidos que salían de su boca, que misteriosamente la calmaron.
Cuando la ñusta volvió a despertarse, la misteriosa anciana ya no estaba. Curiosa ella se puso a investigar la habitación.
La habitación estaba hecha de madera y paja, y otra cosa que no pudo identificar, pero a pesar de eso era espaciosa. Estaba claro que esta habitación solo permitía a una persona, extrañamente estaba sobre una cama hecha de sabanas y piel, que era sostenida por más madera o ¿eran tablas? Ella no lo sabía.
Además de la cama, amarrado entre dos palos colgaba una especia de red de pesca que ella suponía que era para almacenar suministros o cosas importante y que estén a la mano, sin duda ingenioso. Al seguir observando también encontró varios jarrones y esculturas de serpientes y guardines que estaban repartidas por la habitación. Sin embargo, lo que más le sorprendió fue la decoración de plumas y colores, aunque Vera sabía que también se hacia en su pueblo, a ella le sorprendió los patrones y la destreza de quien lo hizo.
Fascinada por un momento se olvidó de que estaba en tierra en desconocida, pero luego de unos minutos retomó la compostura.
Fue entonces que se levantó para salir, pero justo cuando salía la anciana volvió a entrar. Vera se petrificó, no movió ningún musculo mientras veía a la anciana con un cuenco acercarse a ella.
La anciana vio a Vera petrificada y se rio un poco.
— No debes asustarte niña, esta anciana no te hará daño —
La ñusta escuchó lo que dijo la anciana y se relajó un poco, pero se dio cuenta que la manera de hablar de la anciana era rara.
— T-tu ¿nos salvaste? Gracias, le estoy muy agradecida —
La anciana solo marco una sonrisa y dijo.
— No fui yo, quien te trajo. Mi nieto, andaba buscando hierbas por el rio cuando te vio caer en las lejanías —
La ñusta entonces recordó que se había desmayado tratando de encontrar ayuda para Ymac.
— ¡Había alguien conmigo, muy enferma! ¡La picó una serpiente! ¿Está bien? —
La anciana conservando su sonrisa habló.
— Ha, sí. Ella sin duda estaba enferma, la picadura estaba hinchada y en muy mal estado. Por suerte lograste llevarla a tiempo, se le unto algunas hierbas y mejorará con el tiempo —
Al escuchar que su amiga mejoraría, la ñusta dejo ir un suspiro que estaba sosteniendo inconscientemente. Ella no quería que su mejor amiga muriera.
— Oh, pobre niña, debió ser muy difícil para ti. No muchas personas sacrifican su salud por sus amigos, esa amiga tuya debe estar muy agradecida o tener mucha suerte de tenerte —
La anciana vio el alivio de Vera y decidió alagarla, verdaderamente le gustaba la actitud de la niña.
— Bien, por ahora, bebe. Este remedio curada tu cansancio, después puedes familiarizarte con la tribu —
La anciana le alcanzó el brebaje y salió de la habitación.
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