—Recuerda que en este tipo de situación no podemos confiar en nadie, ¡ni siquiera en los otros humanos con los que nos encontraremos! —El Rey de Gales recordó con voz profunda mientras miraba hacia el horizonte lejano.
Desde el norte, desde el este, desde el oeste, desde el noreste, desde el noroeste, sureste, suroeste... No importa hacia dónde mirara el grupo de once, cuando los murciélagos diurnos estaban a minutos de llegar al centro del Mundo del Ocaso después de más de 40 horas de vuelo continuo, varias siluetas pequeñas comenzaron a aparecer en la distancia y con cada segundo que pasaba se agrandaban, ya que la distancia se acortaba rápidamente.
—Padre, ¿crees que los otros reyes de los reinos se convertirán en nuestros enemigos? —Ellis preguntó con voz seria.
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