webnovel

DE OTRO MUNDO

Esta es la historia de una humana y un ser de otro universo (alien), que se emprenden a un camino lleno de obstáculos y misterio. Durante ese largo transcurso por recorrer ambos se enamoran; se dejan llevar por esas emociones, esa humana es consciente que tal hombre no es normal pero inesperadamente...

Dianiis_1417 · 科幻言情
分數不夠
122 Chs

Vigilar y proteger

Los ojos marrones de la sirviente Esther se dirigieron frente a Lou. Ella se sentía tímida, apretando sus delgados labios por los nervios que la invadían.

- D-Disculpe joven. Usted tiene hambre ¿no es así?. - inquirió la sirvienta Esther, ruborizada con un rostro angelical pareciendo una bella mucama ante los demás.

En singular para Lou, sólo era una humana y nada más; pestañeo ante la joven mujer. En efecto, si tenía hambre pero se limitó a decir una palabra.

La intención de la sirvienta Esther era ofrecerle un rico aperitivo antes de merendar pero antes que se atreviera hablar, Mey fue quien habló con un tono seco.

- Esther.

Enseguida la sirvienta se despabilo y la volteo a ver a igual que Lou. Para Mey era demasiado evidente que la sirviente le estaba coqueteando y Walter también se percató de aquello. Era irracional que hasta la mucama tuviera furor ante tal hombre extraño.

No obstante, lo guapo y corpulento de Lou haría que cualquier se perdiera en esa belleza enigmática.

Mey negó con su cabeza al ver a Lou.

- Vamos, Lou. - pronunció ella.

Ordenando a su gran soldado y éste actuó como uno ante las palabras contundente de su General. Por dentro Mey tenía el control de Lou aunque más adelante los papeles cambiarían.

Walter y la sirviente Esther abrieron sus ojos como platos al ver que el gran hombre obedecía fielmente a las palabras de Mey. Mientras que la otra sirvienta se mantenía absorta en la preparación de la comida y era ajena a lo que sucedía a su alrededor.

Lou se postró a lado Mey, retirando su mano sobre su estómago, ignorando el revoloteo que sentía por dentro.

Walter no dijo nada y los tres se retiraron de la cocina.

Se dirigieron a la gran sala de estar.

Afortunadamente, solo se encontraba la anciana Naty sentada en el enorme sofá de piel color carne, con su bastón dorado en su mano. Rápidamente se percató de sus dos queridos nietos y del hombre noble que venía detrás de ellos.

- Querida, ven. Siéntate a mi lado. - pidió la anciana Naty con cariño a su nieta Mey.

Ella asintió sonriendo y se dirigió junto a su abuela.

Lou estaba a punto de seguirle los pasos a Mey cuando Walter lo detuvo del hombro.

- Le dijeron a ella, no a ti. Tú, vendrás conmigo. - susurró Walter a un lado de Lou.

No era una petición sino una orden a pesar que la voz de Walter fue muy bajo. Lou arrugó su entreceja y sin réplica alguna siguió a Walter donde le señaló que sentará justo a su lado. Lou tenía en mente que delante de ellos era un humano común y corriente por lo tanto debía acatarse en su entorno.

Mey observó al inmutable de Lou y a su hermano con la expresión seria.

<<Ellos dos tienen cierto aire...>>

Ella ladeo a ver a su abuela que le sonreía con mucho amor. Despejó el sabor amargo que le produjo ante la discusión de su padre. Ella no se atrevería a comentarle nada a su abuela por la cuestión de su salud inestable.

- Mi niña, pronto vamos a merendar. Pedí que prepararan tu platillo favorito. - pronunció la anciana Naty.

- Gracias abuela. - dijo Mey afable ante lo cariñosa que era su querida abuela.

La anciana Naty estaba emocionada de tener a su nieta de nuevo a su lado como solían hacerlo todos los días en el jardín trasero. Extrañaba esos momentos de dichas junto a su nieta así como su nieto Walter.

Enseguida borro su sonrisa y se puso seria.

- ¿Q-Qué pasa abuela?. - preguntó Mey desconcertada al cambio de humor de su abuela.

- Mey, ellos están aquí. Le dije que si tenían la mínima pena que se fueran pero tú padre... - musito la anciana Naty con sus ojos llenos de aflicción pero a la vez con mucha molestia.

Walter solo chasqueo sus dientes para no interferir en la conversación. Le exasperaba saber que esos dos estaban en casa.

- Lo sé abuela pero no te preocupes. Vine a verte a ti y quiero que sepas que eso quedo atrás. Ya no me importa. Así que por favor no te estreses por ese asunto. - comentó Mey sin mostrar indicio de dolor.

Sus ojos verdes esmeraldas reflejaban espíritu y valor ante cualquier obstáculo.

Su abuela se sintió aliviada a ver que su querida nieta tenía un carácter diferente ya que siempre la veía débil, llorando por el inmenso dolor de ser derrotada pero su lado rebelde era fuerte y ahora mismo lo sacaba a relucir de manera positiva.

<<Así es, ellos no deben importarme. Ya sufrí lo que tuve que sufrir y Lou...él me llegó como un ángel caído de cielo, eeeh bueno más bien como un extraterrestre. Pero lo positivo es que gracias a él he superado mi desdicha.>>, pensó Mey dibujando una sonrisa satisfactoria.

Por otra parte, Walter estaba asombrado por el cambio que observaba de su hermana. Recordó que ella era directa ante todo y que también mentía en ocasiones para ocultar su dolencia pero esta vez ella realmente lo decía con mucho orgullo y espíritu.

Entonces Walter se dijo a sí mismo: "Ya no es una niña, esta madurando más rápido de lo que pensé."

Sin embargo, tenía preguntas que le daban vueltas en la cabeza: qué la había hecho cambiar, tal vez la soledad o el hombre extraño que encontró hace tres días pero eso sería increíble. Walter vigilaría cada movimiento de este hombre mientras estuviera presente; investigar sí en realidad este hombre perdió su memoria.

No obstante, no dejaba de lado la furia que guardaba en su interior; un profundo coraje de querer golpear a Isaac, ese hombre que detestaba y no soportaba verlo a la cara. También sentía resentimiento por su mismo padre al solapar esa relación turbia.

Se repetía cada día no dejarse llevar por la ira y no dejar que los malos pensamientos negativos le hicieran estragos. Su vocación era convertirse en un psicólogo y trabajar como consejero en instituciones estudiantiles pero su padre se lo negó rotundamente.

Era un hombre recatado y siempre mantenía en margen de asuntos personales que no interfirieran en su trabajo como odontólogo. Pero sólo esperaba una discusión, el mínimo provocamiento hacía su hermana Mey y sólo entonces se revelaría por el bienestar de su hermana. Sin dejar de lado que su padre ya le había puesto la mano encima.

La única hermana que consideraba y existía para él era Mey; ella era quien adoraba y protegería a cualquier costa. Tenía muy presente su hermana melliza Wendy pero sólo pensar en ella le causaba un sabor amargo.

Eran mellizos, con rasgos faciales iguales pero en la actitud eran totalmente polos opuestos pero a pesar de eso tenían una conexión especial; si algo les sucedía de inmediato el otro sentía la agonía de ése.

Walter jamás vio a Mey como su media hermana y claro que consideró a la madre de ella como una su verdadera madre. Walter la cuidó desde que llegó a su vida cuando Mey tenía sólo cinco años.

En ese tiempo, Walter a sus 9 años estaba muy emocionado de tener otra hermana más. Al contrario de Wendy, que ella la desprecio así como su madre Mariel.

Walter estaba hundido en sus pensamientos que no se percató que su abuela Naty le habló.