webnovel

Huida

Lo primero que se le vino a la cabeza a Abel tras cruzarse con este sujeto nuevamente fue insultado de arriba a abajo, y ciertamente el fatigado hombre no se quedo con la ganas:

—Pero que carajos te pasa!, por que me sigues a todas partes?!, te parece normal andar asustando a la gente de tal…—Rugio Abel con furia, no obstante al mismo instante en que el hombre abrió la boca para terminar de soltar el primer insulto que se le cruzó por la cabeza, el hombre la cerró de repente y por poco se corta la lengua con sus dientes, puesto que mientras insultaba noto por el rabillo de sus ojos que había una sombra al final de este pasillo.

Con horror Abel se dio bruscamente la vuelta y descubrió que sus más profundos temores tomaron forma, puesto que al final de este pasillo se encontraba el hombre gordo mirando la pared como si su vida dependiera de ello, pero como era de esperarse el demente escucho el rugido de Abel y lentamente comenzó a darse vuelta hasta que su vision se encontro con la de horrorizado viudo.

—Mierda…—Murmuro Abel mirando aturdidamente la deforme y horripilante máscara portada por este enfermo.

El hombre gordo esta vez no jugó con Abel y rapidamente corrio para atraparlo, provocando que el viudo saliera del aturdimiento y corriera con todas sus fuerzas por el pasillo por done habia venido, alejandose tanto de su actual persecutor como del demente sonriendole en el patio de la mansion, el cual sin alterar su postura seguia sonriendole asquerosamente sin decir una palabra y sin parecer tener intenciones de sumarse a la persecución de su companero.

Sin detenerse a mirar atrás de él, Abel con velocidad corrió hacia el dormitorio, abrió la puerta, se metió en el dormitorio e inmediatamente cerró la puerta. Acto seguido, Abel corrió hacia el armario en la habitación y lo cerró sin meterse en él; el hombre no busco esconderse inútilmente del hombre gordo y en su lugar luego de asegurarse dejar cerrado el armario se dirigió hacia una de las esquina del dormitorio de la misma pared en donde estaba la entrada.

No debió pasar ni un minuto entero para que la puerta del cuarto se abriera con violencia, sin detener su impulso frenético el hombre gordo corrió desesperadamente hacia el armario cerrado en la habitación y lo abrió con rapidez, solo para descubrir que no había nadie escondido en el mismo.

Fue entonces que sin decir ninguna palabra, el viudo arrojó con violencia la lámpara de aceite que sostenía contra la espalda del hombre gordo. La lámpara volo en aire y choco contra espalda del desprevenido demente, inmediatamente el cristal de la lampara se partio y el aceite caliente se desparramo por la ropa del hombre gordo.

Una sonrisa triunfal se formó en el rostro de Abel tras descubrir que había atinado, pero la sonrisa le duró menos que un pestañeo dado que una gigantesca explocion cegó la visión del viudo.

*Boom* Una bola de fuego azulado que llegó hasta el techo del dormitorio, envolvió al hombre gordo y provocó que tanto el armario como los tablones de madera a su alrededor comenzaron a prenderse fuego.

—Mierda, la lámpara no tenía aceite: ¡Tenía combustible!—Grito Abel mirando con horror como las llamas azuladas envolvía al hombre gordo, provocando que el demente se retorcia de dolor en suelo del dormitorio.

El terror del viudo fue tal que no podia reaccionar a lo que acaba de hacer y lo que ocurria ante sus ojos; la idea de Abel era usar la lampara para llamar la atención del hombre gordo y mientras tanto sacar su revolver, confiando que tras ver su revólver el demente se tranquilizaria y poria negociar una salida de esta situacion de mierda.

Pero lo ocurría ante los ojos de Abel era una locura completamente diferente a lo planeado: La habitación se estaba comenzando a prender en llamadas y fuego no parecía tener intenciones de detenerse , mientras que el hombre gordo rodaba por suelo con locura, su piel se estaba derritiendo a simple vista y sus gritos de dolor eran tan escandalosos que deberían poder escucharse hasta en la entrada de Golem Valley.

Ante semejante escena desastrosa Abel no podía reaccionar, estaba completamente paralisado y asustado con las consecuencias que le traían sus actos.

Fue entonces cuando el hombre sufriendo en el suelo dejó de revolcarse y en su lugar apuntó su cabeza hacia el hombre que lo miraba aturdidamente desde una de las esquinas de la habitación, la mirada del hombre gordo parecía estar llena de un extremo odio y rencor, pero el mismo se encontraba escondido por la máscara, o mejor dicho por el tumor de carne y piel que había en su rostro. La piel del demente seguía ardiendo y había quedado completamente desnudo, puesto que toda su ropa había quedado desintegrada por las llamas. No obstante el dolor del hombre gordo parecía haber quedado en un segundo plano, dejando riendas sueltas al odio que le tenia a Abel por haberlo dejado en esta situación.

Al ver que el hombre gordo parecía estar mirándolo, Abel finalmente reaccionó y comprendió que ya no había vuelta atrás para solucionar sus errores, aún había otro lunático en esta casa y ahora mismo su vida dependía completamente de que tuviera el suficiente coraje como para actuar rápidamente.

Por lo que antes de que el hombre gordo lograra juntar las fuerzas para levantarse y corriera a su agarre, Abel corrió hacia el hombre gordo y sin dar advertencia previa propinó tremenda patada en el rostro deforme del enfermo en suelo.

*Paff*...Abel no se detuvo a ver lo que sus actos provocaron y en su lugar procedió a levantar su pierna y con violencia bajarla arriba del hombre buscando aplastar su cabeza.

*Paff*,*Paff*,*Paff*,*Crack*...Abel continuo aplastando la cabeza del hombre prendiéndose llamas en el suelo, hasta que escuchó el crujido del cráneo del enfermo rompiéndose en mil pedazos, a estas alturas las botas de motociclista de Abel estaban completamente manchadas con sangre y los tablones en suelo quedaron completamente destrozos.

Viendo que finalmente el hombre gordo había dejado de moverse, Abel miró a la habitación prendiendo fuego a su alrededor y corrió hacia la ventana del dormitorio, sabiendo de antemano que la misma estaba trabada con su óxido, Abel le emboco una patada y rompió los cristales de la misma.

Abel trató de colarse por la abertura para escapar por el patio, pero un gran problema surgió de inmediato que termino provocando que sus planes se detubieran, puesto que nomas trato de salir, el viudo noto que en el patio lo estaba esperando el mismo hombre apuesto que lo venia asechano como un demente, aun sonriendo como un idiota apesar de lo que ababa de suceder en este dormitorio hace unos segundos.

—Vete a la mireda ahora mismo o te juro que voy a matar!—Grito Abel apuntando con su revólver a la horripilante sonrisa en el rostro de este acechador.

—...—Silencio, esa fue la respuesta del acechador, su sonrisa no se perturbó y siguió esperando pacientemente a recibir el disparo del viudo.

—¡Qué mierda te ocurre, por dios!, vete, tanto quieres que te maten!—Grito Abel pero por desgracia sus palabras no resultaron en nada, el viudo sabía que para sacarse a este persona de encima si o si debía matarla, el problema era que en este momento no podía hacerlo pese a tener un arma en sus manos, no era una cuestión de coraje, era una cuestión de que sus manos estaban tan temblorosa por la adrenalina del momento que Abel estaba segurisimo que si disparaba el arma terminará fallando incluso estando a una distancia tan cercana y si fallaba su disparo entonces el viudo no quería ni imaginarse que es lo que le ocurriría a continuación.