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Orden

Sabiendo que no podía embocarle un balazo en la frente a este sujeto y también comprendiendo que saltar por la ventana para cagar a trompadas a este demente no parecía ser una buena idea dado lo tonificado del cuerpo de esta persona, Abel decidió la opción que le parecio mas sensata y salio corriendo del dormitorio que dentro de poco seria consumido por las llamas.

Tras salir al pasillo, el viudo salió corriendo hasta la ventana que había en la esquina de la mansión, por suerte la misma estaba abierta y parecía invitar a Abel para que saltara por ella. Y obviamente el hombre estaba más que dispuesto a aceptar tal invitación.

Sin embargo cuando Abel llegó a la ventana y procedió a tratar de salir por la misma, el hombre se detuvo abruptamente y volvió a meter todo su cuerpo en la mansión con rapidez, puesto que descubrio que el acechador había vuelto a aparecer y no es que habia llegado corriendo como un demente, sino que simplemente estaba ahi, como esperandolo, casi como si no hubiera tenido que correr una distancia mas que considerable para llegar a este punto, pero eso claramente era imposible.

Con aturdimiento, Abel retrocede unos pasos y salió corriendo nuevamente, hacia el dormitorio, abrió la puerta de la habitación y se dirigió a la ventana, pero antes de hacerlo se detuvo completamente en el acto y se quedó estupefacto mirando lo que tenía delante de sus ojos.

—Me confundi de habitación?—preguntó Abel mirando con terror como del otro lado de la ventana se encontraba el asechador esperándolo con su para nada amable sonrisa. Sin embargo, esta vez no era este enfermo mental el que estaba poniendo la piel de gallina del viudo, sino que lo que estaba asustando más de la cuenta a Abel era que el vidrio de la ventana no estaba roto y más raro aún es que la habitación ya no estaba en llamas.

Forzando a sí mismo, Abel dejo de ver la incómoda sonrisa del hombre que lo esperaba al otro la de la ventana y miró con preocupación como había un hombre desmayado en el medio de la habitación carcomido por las llamas, recordando le al viudo que efectivamente no se había equivocado: este era el dormitorio y tanto los tablones de madera quemada como el hombre desmayado en el cuarto atestiguan dicho argumento.

Sin embargo en el corto lapso de un minuto, alguien mágicamente había apagado el incendio y aún más mágicamente había vuelto a colocar el vidrio en la ventana.

—Que esta pasando?, me drogaron?, ¿es por la falta de oxígeno debido al incendio y la pelea?…—Murmuro Abel no sabiendo cómo reaccionar ante lo que sus ojos le estaban mostrando. Comprendiendo la imposibilidad que estaba experimentando, el viudo con lentitud se acercó al cuerpo tirado en el medio de la habitación y con horror descubrió que la cabeza del mismo estaba completamente hundida por las patas que le había propinado.

—Lo mate, mate a este tipo…—Murmuró Abel sintiendo náuseas al ver como parte del cerebro de esta persona se escapa de su cráneo y se desparramaba en los tablones en suelo. Sin la urgencia del momento y sumido en el shock devido a la falta de coherencia de lo que estaba viviendo, Abel finalmente encontro un momento para terminar de comprender que efectivamente se habia mandando la cagada mas grande de toda su vida hace unos segundos: se habia convertido en un asesino!

*Buagh*..Cediendo a las náuseas, Abel se arrodillo arriba del cadáver y vómito arriba del mismo, dejando caer su revólver en el proceso. La desesperación de Abel era tal que por poco se largaba a llorar y de hecho ese era su más profundo deseo, sin embargo la sombra sonriendo divisible por rabillo de su ojo le indicaron al viudo que aún no podía lamentarse por sus actos; aún había otra persona que había visto su acesianto y aún más importante es que esta persona también podía estar buscando matarlo a él.

—Por qué no dices nada?, por que solo te quedas sonriendome!, Acabo de matar a tu amigo!—Gritó Abel desesperadamente mientras volvía a agarrar el revólver que se le había caído y limpiaba con su ropa las manchas de vómito en el mismo.

—...—Sin embargo el hombre sonriente, no quería dejar de sonreír, o mejor dicho no podía dejar de sonreír y eso estaba poniendo los nervios de Abel de punta, lo ultimo que queria ver el viudo luego de haberla cagado tanto en un día era ver esta inalterable sonrisa, sin embargo el viudo ya no tenía el coraje para jalar el gatillo y tampoco tenía ganas de hacerlo.

—¿Me odios o me amas?, me quieres ayudar o me quieres matar?, No te entiendo, carajo, responde una sola de mis preguntas, solo eso te pido!, ¡Por dios!—Rugio Abel caminando hacia la ventana para ponerse lo más cercano posible a este acechador, sin embargo el acechar no se alteraba por su cercanía y tampoco emite emoción alguna, el enfermo metal parecía completamente indiferente a las palabras de Abel y sin embargo tambien tenia esa mania por seguirlo y mirarlo todo el dia con esa asquerosa sonrisa en su rostro.

A este punto Abel comprendía que este hombre lo seguiría ignorando hasta la eternidad, ya que cuando estaba tomando tranquilamente podría haberlo atacado y no lo hizo, pero también Abel comprendia que esta persona no podía estar en su cabales y dado a todos los sucesos estrenos que estaban ocurriendo Abel tenía la ligera idea de que si saliera por la ventana este hombre finalmente dejaría de sonreír solo para en su lugar intentar comerse su cabeza entera de un bocado.

Había algo raro en este sujeto sonriente, más raro era aún la forma en la que lo había estado siguiendo y aún más raro eran los evidentes signos de que esta mansión no era normal. Cuando el hombre pensaba en todo lo que le habían dicho antes de llegar a este pueblo y todo lo que le ocurrió en este pueblo más raro se ponía todo el asunto, hasta que finalmente Abel llegó a la conclusión que el mismo se negaba a creer incluso mientras la decía en voz alta:

—Realmente estoy en otro mundo…