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Cuatro. El maestro de Sokka y el nuevo enemigo.

—Esto es tan hermoso. —dije mirando al cielo mientras recargaba mi cabeza en el hombro de Aang.

Estábamos en la mitad de la noche, totalmente fascinados viendo una lluvia de estrellas.

—Wow, es una espectáculo increíble. —dijo Katara. 

—¿No les hace pensar en lo insignificantes que somos? —pregunto Sokka.

—Si, no es la primera vez que no veo algo tan asombroso. —dijo Toph con sarcasmo. 

Entonces una luz azul comienza a acercarse más a nosotros.

—Seguro nunca habías visto nada como esto. —dijo Sokka mientras todos mirábamos esa cosa.

—Eh, se está acerca muy rápido. —dije nerviosa.

El meteorito paso por encima de nuestras cabezas y se fue a estrellar muchos kilómetros atrás de nosotros.

Desde donde estábamos pudimos ver como una gran llamarada se levantaba a lo lejos.

Rápidamente nos subimos a Appa para ver los daños que había causado el meteorito. Por suerte no había caído sobre un pueblo pero si estaba lo suficientemente cerca como para que el fuego que había formado lo alcanzara.

Todos bajaron menos Katara y yo, nosotras traeríamos agua de un rio cercano y la llevaríamos hacia el fuego, cuando llegamos con el agua, Aang y Toph ya se habían encargado de formar una zanja alrededor del fuego para que este no se propagara más. Al final pudimos apagar el fuego con éxito.

Al día siguiente fuimos al pueblo para buscar algo de comer.

—Estas personas ni se imaginan que anoche pudieron morir quemadas. —nos susurró Aang a Katara, Toph y a mi cuando llego a la mesa con su comida.

—Si, y lo peor de estar disfrazados es que nadie nos agradece como si fuéramos héroes. —dijo Toph soltando un suspiro. —Extraño eso. —

—Ja, ja, pobres héroes. —dijo Sokka enojado mientras nos daba la espalda.

Desde anoche lo había notado decaído y un poco enojado.

—¿Qué te pasa, Sokka? No has tocado tu babosa marina ahumada. —dijo Katara.

—Es que… ustedes pueden hacer cosas sorprendentes como apagar incendios en el bosque o volar, entre otras cosas sorprendentes, yo no pudo volar, ¿No se dan cuenta? Yo no puedo hacer…nada. —dijo el triste.

—Eso no es cierto, nadie puede leer un mapa como tú. —dije tratando de alegrarlo.

—Yo ni siquiera puedo leer. —dijo Toph.

—Pero tú eres el que nos hace reír con tus comentarios sarcásticos. —dijo Aang. —Como…ve el cabello de Katara y Lin ¿Quién les hizo esto? —

—¿Qué tiene de malo mi cabello? —dijimos Katara y yo al unisonó.

—No, no tiene nada…—trato de componer las cosas Aang.

—Ya sé que el color no es el que te gusta pero no tienes que hacer esos comentarios insensibles. —dije insegura de mi cabello oscuro.

—Me gusta tu cabello. —dijo Aang.

Iba a decirle algo pero Sokka nos interrumpido.

—Se que tratan de hacerme sentir bien pero la verdad es que ustedes son sorprendentes y especiales, y yo solo soy el chico común de este grupo. —

Katara se puso de pie y se fue a sentar a un lado de él.

—Lamento que te sientas así pero tienes que saber que nosotros no te vemos así. Se que te pondrá mejor. —

—¿Enserio? —pregunto triste.

Katara nos arrastró hacia una tienda de armas.

—¡Ir de compras! —grito Sokka emocionado mientras corría a ver todas las armas. —Quiero algo para poder renovar mis armas. —

Sonreí al ver que estaba mejor y fui a dar un vistazo también.

—¿Qué te parece? —pregunto Aang a mis espaldas.

Al darme la vuelta pude ver como estaba en una armadura con muchos accesorios algo extravagantes.

Lo mire sorprendida.

—Genial, ¿Verdad?, ahora solo necesito una espada de viento. —

—¿Espada de viento? —pregunto Katara al acercarse a nosotros.

—Es el mango de una espada y pude hacer la hoja de esta con aire. —dije.

Entonces Aang comenzó a mover el mango de la espada pero eso hizo que perdiera el equilibrio y se cayera de espaldas. Intente atrápalo pero era muy pesada esa armadura.

—Creo que no es para mí. —dijo soltando una risita floja.

—Creo que no. —dije ayudándolo a pararse y quitarse esa monstruosidad de armadura.

Después de eso nos dedicamos a ver como Sokka probaba diferentes armas hasta que vio una espada y se acercó asombrado.

Los demás lo seguimos.

—Esto si va con mi personalidad. —dijo Sokka.

—Tienes buen ojo. —llamo nuestra atención el dueño de la tienda. —Fue hecho por el mismo Piandao el gran maestro espadachín de la historia de la Nación del Fuego, vive en el castillo al final de este pasillo. —

—¡Eso es! —dije emocionada. —Ya sé lo que necesitas, Sokka. —dije.

—¿Una espada? —pregunto él.

—No, un maestro. Todos mejoramos gracias a un maestro, ¿Qué tal si tratas de estudiar con Piandao? —

—Eso es una excelente idea, no sería quien soy ahora si no fuera por el maestro Pakku. Todos deben de tener un maestro. —

—Yo aprendí de los tejones topo. —dijo Toph. —Ellos no hablan pero son los mejores maestros. —

—Me encantaría ser una gran maestro espadachín. —dijo Sokka. —Bien, hablare con él. —

Al salir de la tienda nos separamos de Sokka, él tenía que ir con el maestro Piandao mientras que nosotros nos fuimos al campamento.

No sabía que iba ser tan aburrido. 

Quería pasar el tiempo a solas con mi novio dando un paseo por ahí pero como Katara y Toph estaban tan aburridas se querían pegar a nosotros, nuestros intentos de irnos fueron en vano así que nos quedamos a aburrirnos con ellas.

—{Se que son mis amigas pero también quiero pasar un tiempo a solas con mi novio.} —pensé mientras soltaba un suspiro.

Nos acostamos en el piso y yo aproveche para acostarme con Aang para que me abrazara.

Sonrió y me acostó en su pecho. 

—¿Qué haremos hoy? —pregunto mi novio

—Estoy cansada. —dijo Toph. —Limpie entre mis dedos de los pies… dos veces. —

—¿Dos veces? —pregunte.

—La primera para limpiarlos y la segunda para sentir el delicioso cosquilleo. —

—Sokka se encarga de organizarnos no sé qué deberíamos hacer. —dijo Katara.

—Además hace tanto calor. —dijo Toph.

—¿Qué tanto? —pregunto Aang.

—Hace tanto calo, ¡Hace tanto calor! Que Momo empieza a dejar caer su pelaje, eh, eh. —dijo en ¿Broma? Katara.

—El sentido del humor no es algo de familia. —dije.

—Es fácil criticar a los demás. —dijo Katara indignada.

Así pasamos las siguientes horas, sin nada que hacer, sin nada que decir, sin ningún tipo de entretenimiento.

Fue tanto mi aburrimiento que me quede dormida en el pecho de mi novio mientras escuchaba el palpitar de su corazón.

No sé cuánto paso pero un grito de Toph me despertó.

—¡Viene Sokka! —

Me senté adormilada y sonreí al ver como todos corrían recibirlo. 

Me puse de pie, ya un poco más despierta y fui con los demás.

Resultaba que necesitaba ayuda para llevar el meteorito hacia la casa de Piandao ya que con el haría una espada.

Y eso hicimos, entre todos lo movimos hasta llevarlo hacia la puerta del maestro de Sokka.

Sokka toco la puerta con tanta efusividad hasta que esta fue abierta por un hombre que pude deducir era Piandao.

—¿Quiénes son ellos? —pregunto el hombre.

—Eh… ellos son mis amigos, también son de la Nación del Fuego. —contesto.

Nos miró muy detenidamente. 

Procure que mi ojo gris fuera tapado con mi cabello.

—¿Podemos hacer una espada de un meteorito? —pregunto Sokka.

—Haremos una espada como ninguna otra en el mundo. —contesto Piandao.

El maestro nos dejó pasar en lo que Sokka y el hacían todo el proceso para hacer la espada.

Fuimos de chismosos para ver cómo iba todo y me sorprendí de ver a Sokka tan concentrado y decidido mientras echaba aire a un horno.

Se hizo de noche y Piandao nos ofreció un cuarto para poder descansar ya que Sokka se quedaría toda la noche vigilando. Al día siguiente nos despertó un sonido de metal golpeando metal.

Una vez listo todo, el ayudante del maestro nos dijo que ya nos podíamos reunir con Sokka, así que los cuatro fuimos a un enorme salón en donde Sokka estaba hincado en el piso mientras su maestro le hablaba.

—Sokka, cuando llegaste aquí estabas tan inseguro hasta te subestimabas pero yo vi algo en ti, vi un corazón mucho más fuerte que el de una tortuga león y al entrenar no fue tu destreza lo que me sorprendió, eso te lo puedo asegurar. —dijo el maestro mientras tomaba la espada de Sokka de las manos de su ayudante. —Mostraste algo superior a eso. —desenfundo la espada. —Creatividad, versatilidad, inteligencia, las cualidades que definen a un buen espadachín. —volvió a guardar la espada y se hinco para dársela a Sokka. —Son cualidades que te definen. —Sokka la tomo. —Me dijiste que no sabias si valías pero estoy seguro de que eres el mejor de los hombres que he entrenado en mi vida. —se puso de pie.

—Lo siento, maestro, no es así. No lo merezco. —dijo triste Sokka. —No soy quien dije que era, no soy de la Nación del Fuego pertenezco a la Tribu Agua del Sur. —

Lo mire entre incrédula, sorprendida y asustada. Estaba segura de que mi cara era todo un poema al igual que de mis amigos.

—Le mentí para que me enseñara el arte de la espada, lo lamento. —Sokka le ofreció su espada.

—Yo también lo lamento. —dijo el maestro.

Y de la nada comenzó a atacar a Sokka.

Los cuatros nos pusimos de pie y listos para ayudar a Sokka pero él nos detuvo.

—No, tengo que hacerlo yo. —

Sokka y el maestro Piandao fueron al patio y se sumergieron en una batalla de espadas algo intensa mientras nosotros los mirábamos preocupados desde el balcón. Combatieron por todo el jardín, esquivando y dando estocadas entre sí pero de todos modo se notaba todavía que Sokka estaba medio dudoso de atacar al maestro Piandao.

Sokka corrió hacia un jardín de bambús y el maestro lo siguió. No los volvimos a ver hasta que Sokka salió corriendo y gritando por el otro lado del jardín con el maestro atrás de él. Sokka le arrojo tierra a los ojos y este quedo momentáneamente ciego pero eso no impidió que al final el fuera el que ganara la pelea y lo arrojara al suelo.

Al ver a Sokka desprotegido, los cuatro saltamos del balcón y corrimos para ayudarlo pero Piandao hizo algo que nos sorprendió y dejáramos de correr.

—Excelente trabajo, Sokka. —guardo su espada es su funda. —Pero creo que ya estoy demasiado viejo para luchar contra el Avatar y la Ānníng. —

Me sorprendí de que supiera quienes éramos, no por nada me había mantenido mi ojo gris oculto.

—¿Cómo lo supo? —pregunto Aang.

—Ya tengo mis años de experiencia, uno aprende cosas. —su ayudante llego con un té y una toalla para limpiarse los ojos. —Siempre supe que Sokka era de la Tribu del Agua. —Sokka miro puso una mirada triste. —Te sugiero que busques otro nombre para encubrirte… como Lee hay miles de Lee. —

—¿Por qué quiso entrenar a alguien de la Tribu Agua? —pregunte.

—El arte de la espada no le pertenece a ninguna de las naciones, el conocimiento es universal. —fue hacia la espada de Sokka, la tomo y se la dio. —Sokka debes continuar tu entrenamiento solo, si sigues así con la espada estoy seguro de que algún día serás un gran espadachín incluso mejor que yo. —

Sonreímos al ver a Sokka feliz.

Nos despedimos del maestro, su ayudante y salimos de ahí. No estábamos tan alejados de la puerta cuando el ayudante nos detuvo y le dio una bolsita a Sokka, él la abrió y de ahí saco una ficha de Pai Sho, era el Loto Blanco.

—Oh, casi lo olvido. —dijo Sokka sacando un pedazo de piedra de su bolsillo. —Esto es para ti, Toph, estoy seguro de que nunca has estado en el espacio exterior. —

—¡Genial! —dijo ella al tomarla y comenzar a hacer figuras con ella.

—Oigan, no creo que haya tierra en el espacio porque si lo hubiera ya no sería tierra. —dijo Katara.

—Tienes que arruinarlo todo. —se quejó Sokka.

—No puedo creer que te extrañara. —dijo Katara irritada.

—A pues…— iba a comenzar Sokka pero lo detuve.

—Ya, ya, dejen de pelear todos extrañamos a todos no se hagan, mejor vámonos de aquí, no se les olvide que tenemos que seguir con nuestro viaje. —

—Bien. —dijeron los dos.

En poco tiempo regresamos al campamento, recogimos todo y nos fuimos de ahí.

Viajamos varios kilómetros en la noche, Appa había descansado todo el tiempo así que tenía suficientes fuerzas. 

Cuando Sokka vio un buen lugar para quedarnos ahí fue cuando decidimos parar. El lugar era como una mini playa oculta. Había paredes a nuestro alrededor y en una de ellas había una tipo resbaladilla que guiaba a otra. Así que decidimos aterrizar ahí y acampar.

Acomodamos todo tan rápido que nos dio tiempo de relajarnos en el agua.

Me puse mi traje de baño y fui a flotar con Aang y Momo.

—¡Aang, Lin, sé que nadar es divertido pero ¿Tienen que exponerse de esa forma? Cúbranse! —nos gritó Toph.

—Estamos usando traje de baño, no te preocupes. —dije y me acerqué a ella.

—Lo sé pero me preocupan los tatuajes de Aang y tu pelo ya no se mira negro se mira gris, ¡¿Qué tal si alguien los ve?! —

—No te preocupes nadie nos vera, estamos totalmente cubiertos. —dije apuntando a las paredes a nuestro alrededor. —Además mañana me pintare el pelo de nuevo. —

De repente escuche el grito seguido de la risa de Aang. Se había lanzado por una resbaladilla natural que lo guiaba a quien sabe dónde, volvió después de unos segundo.

—¡Lin, tienes que probar esto! —grito jalándome haca la resbaladilla.

Me senté en el inicio del túnel, después él se sentó detrás de mí y me abrazo.

—¿Lista? —

—Lista. —

—Bien, uno…dos… ¡tres! —grito y nos empujó hacia abajo.

Grité y me reí.

Era tan emocionante, el agua y el aire golpeaban mi rostro, bajamos por ella no sé cuantos metros para después caer por una cascada a una playa abierta. Al principio me asuste al creer que podían vernos pero al ver que no había nadie me relaje.

—¡Eso estuvo increíble! —lo abrace.

—¿Verdad que sí? —sonrió igual de emocionado que yo.

Me tomo en brazos y nos subió por la montaña hasta llegar a donde estaban los demás. 

Desafortunadamente Sokka no nos dejó lanzarnos otra vez porque según el seria arriesgado que alguien nos viera, además de que se estaba haciendo de noche, así que nos salimos, secamos, cenamos y nos preparamos para dormir.

No sé cuántas horas después de que nos durmiéramos pasaron pero Toph nos despertó.

—Chicos, no me lo van a creer pero creo que se acerca un hombre de metal.

De repente se escuchó un estruendo y una luz me dio en los ojos.

—¿Qué es esa maldita luz? —pregunte.

Nadie me contesto, todos estaban ocupados viendo a algo o más bien a alguien.

Al voltear a donde miraban los demás pude ver a un hombre grande y fornido, con un brazo, pierna de metal y un ojo pintado en la frente.

Se nos quedó viendo, hizo la cabeza hacia atrás y de su frente salió no sé qué cosa que exploto.

Lo bueno fue que Aang fue lo suficientemente rápido como para hacer un escudo con aire, que nos lanzó hacia atrás pero nos cubrió. Toph le lanzo una avalancha pero él pudo deshacerse de ella con esa cosa que hacía con su mente. Katara le lanzo una ola de agua pero paso lo mismo. Yo por mi parte levante neblina sobre nosotros para que el tipo no supiera donde estábamos.

—¿Como venceremos a alguien que usa su mente para destruir? —pregunto Sokka.

—No podemos, ¡Suban a Appa! —nos dijo Aang y salió corriendo.

El tipo lo siguió dándonos tiempo a nosotros de guardar nuestras cosas he irnos de ahí para ir por Aang. 

Al llegar a donde él estaba lo atrapamos en el aire y salimos de ahí.

Me abrazo así que lo pegue a mí.

—Ya todo está bien. —me dijo.

—Eso fue extraño. —dijo Toph.

—No lo creo, algo me dice que sabe quiénes somos. —dijo Katara.

—Genial, otro loco que nos persigue. —se lamentó Sokka.

—No te preocupes, Sokka, no creo que no lo topemos en un buen rato. —dije.

—{Eso espero.} —pensé.