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13.

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| CAPÍTULO TRECE. |

Miedo. Temía que su mente tuviera razón de lo que había averiguado. ¿Enserió pensaba eso de su novio?

Solo deseaba que todo esto fuera un mal entendido, tenía que averiguarlo. ¿Y quién mejor que el capitán del quinto escuadrón para decirle la verdad?

Tocó la puerta de la habitación, era de noche, todos los Shinigamis deberían estar durmiendo. Pero no era así, no desde que los Ryokas habían ingresado al Seireitei.

-¿Capitán Aizen?- preguntó mientras tocaba suavemente la puerta.

Enseguida un castaño de lentes abrió la puerta sorprendido de encontrar a la teniente y novia de su estudiante Ichimaru ahí.

-Teniente Kobayashi, ¿Pasó algo?- preguntó sorprendido.

-Sí, necesito hablar con usted capitán- respondió seriamente confundiendo a su superior.

-Ya veo- habló en un susurró mientras tocaba su barbilla pensativo.

Era sorprendente que ella estuviera descubriendo todo su plan sin siquiera sospechar de él.

-¿Así que eso crees que está pasando?- preguntó mirándola, la pelinegra asintió -Eres lista Tara- sonrió arrogante -Pero te falto un pequeño detalle...

La chica se encontraba confundida, no alcanzó a reaccionar cuando cayó inconsciente. Aizen sonrió al verla en el suelo, sin duda, aquella chica era muy lista. Pero aún le faltaban mucho más para poder alcanzar su inteligencia.

Aun así, representaba una amenaza para su plan, así que sin más remedio se apresuró a llevársela al Seijōtō Kyorin la zona residencial de la cámara de los 46.

Al entrar aquel lugar se encontró con un peliblanco.

-Gin...- habló con sorpresa al ver como su estudiante se encontraba ahí.

-Capitán Aizen...

-¿Qué haces aquí?- cuestionó con el ceño fruncido -Se suponía que Tōsen vigilaría.

-Tōsen estaba ocupado- respondió el peliblanco -¿Por qué lleva a mi teniente cargada?- preguntó con seriedad.

Aizen suspiró, no había de otra.

-Nos descubrió- respondió serio, más bien molesto -Deberías agradecer que no la mate en ese instante- agregó.

Sin más dejo a la chica en el suelo, dirigiéndose a su subordinado.

-Si trata de escapar la matas- ordenó molesto.

-Cómo ordene capitán- habló Gin sonriendo con burla.

Sin más el castaño líder se fue de ahí, dejándolo solo con su teniente quien yacía inconsciente en el frío suelo del Seijōtō Kyorin.

El peliblanco suspiró mientras la miraba.

-Lo siento Tara, debí mantenerte alejada de mi- susurró.

-N-no te preocupes, Gin. Me alegró que no seas tú él que tramo todo esto- sonrió la pelinegra mientras se levantaba.

Ichimaru se sobresaltó al verla despierta.

-¿Por qué no me lo dijiste desde un principio?- preguntó mirándole a los ojos.

Un contacto que duró muy poco tiempo, pues rápidamente Gin apartó la mirada. Simplemente no podía, se sentía fatal.

-No podía decirte- respondió fingiendo indiferencia.

-¿Por qué sigues a Aizen?- le preguntó.

Se puso de pie para tratar de acercarse al peliblanco; sin embargo, este se alejó de ella.

-Tara, deberías irte, escóndete. No deseo matarte, tampoco quiero verte morir- habló soltando un suspiró pesado, le estaba costando demasiado aquella simple despedida -No te preocupes por mí, solo aléjate no soy el hombre que mereces- agregó para desaparecer en la oscuridad de aquel lugar tan prohibido para todos los Shinigamis del Seireitei.

La pelinegra suspiró, permaneció unos segundos en su lugar esperando a que él regresará. Que le dijera que nada de eso era verdad, que todo era una mala broma. Pero simplemente no fue así, él no volvió.

Con lágrimas en los ojos se dispuso a irse, pero antes de salir completamente se volteó nuevamente.

-¿¡Por qué me haces esto Gin?!- gritó dejando salir las lágrimas -¡Yo te amo, no importa quien fuiste o seas!- exclamó frustrada por todo lo que estaba pasando -¿¡Eso es todo?! ¿¡Me dejarás y ya?! ¿¡Acaso nunca me amaste?!

Aquellos gritos retumbaron por todo el lugar, Gin se encontraba escondido en la oscuridad alejado de ella, esperando a que se fuera, sintiendo sus mejillas húmedas a causa de las traicioneras lágrimas que se escapaban de sus ojos aun cuando él quería ser fuerte y no llorar ante la impotencia de dejar a su amada teniente.

-¿¡Gin?!- preguntó alterada pero simplemente no hubo respuesta.

Sin más que hacer o decir y con un gran dolor en su pecho salió de ese lugar. Quizá le haría caso, se alejaría, se escondería y cuando todo eso acabase, tal vez, solo tal vez, encontraría a alguien mucho mejor que él.

-"Mejor"-, ¿quién sería mejor que aquel peliblanco capitán?

La respuesta era tan clara para ella, nadie. Nadie sería lo suficiente para acaparar todo el espacio que su querido capitán tenía en su corazón.

Merodeando por las calles del Seireitei pensando a donde debería ir. Pronto llegó a ella una gran idea.