La estantería de la biblioteca entera se deslizó lentamente hacia un lado, pero hasta cierto punto, tanto Erin como Leo ya habían podido ver lo que había en el otro lado. No había señales de vida, pero su habilidad les había permitido ver el contorno de todo y les impactó profundamente a ambos.
Plata, quien era la más esperanzada del grupo de que finalmente podrían encontrar lo que habían estado buscando, estaba lista para entrar lo más pronto posible, hasta que de repente un horrible olor le golpeó la nariz. Era tan pútrido, tan vil, que casi vomitó al instante.
—Este olor. —dijo Plata, con los ojos abiertos de par en par al darse cuenta, era el olor de la muerte. No era como si el Caballero Vampiro nunca hubiera experimentado o visto la muerte antes, pero esto era algo completamente diferente.
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