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ᐷ Capítulo XI

Dejando a un lado al problema que representaba Victor para Naomi y para mí. Aún me preocupaba algo de ella, era una cosa insignificante, pero era algo que no me dejaba tranquilo. Muchas veces, mientras la observaba dormir, notaba moretones.

En sus piernas, en su vientre, algunos en su espalda. Estaban sanando, eso era bueno; sin embargo, siempre sentí curiosidad por preguntar por ello.

Sé que ella no me diría nada, pero yo no perdía nada con intentarlo.

Ver esos viejos golpes me dolía, verla golpeada era especialmente doloroso para mí. Recuerdo que eso me hacía pensar en que si yo la estaba pasando un poco mal no era nada comparado con lo que ella tendría que pasar si nos descubrían gracias a Víctor.

Me sentía obligado a deshacerme de él.

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Naomi Benet

Junio 20

15:23

—Volveré a las diez —Dominick ataba su cabello mientras buscaba las llaves de su auto.

¿Cómo lo sé? Últimamente odia caminar y saca el auto a todas partes.

—Okay. —Sujeto bien el cuchillo para seguir peleando las zanahorias para la ensalada que haré.

—Maldita sea... —Busca entre los cojines de la sala con afán, parece apurado.

Qué lindo. Me gusta verlo desesperado.

—Junto a estante, al lado del cactus.

—¡Ah! Gracias —Las toma y lo veo pasar frente a mí, al otro lado de la barra y desaparecer por la puerta que va al garaje. Minutos después escucho como deja la casa en el auto y la puerta del garaje se cierra nuevamente.

La casa se queda vacía, sólo puedo oir el sonido de la hoja del cuchillo chocar contra la madera de la tabla para cortar, el sonido de las zanahorias cuando les quito la cáscara, el goteo del grifo detrás de mí.

Procedí a cortar la lechuga y los tomates para agregarlos al bol donde rayé la zanahoria. Me giro con la tabla de picar entres mis manos y sobre ella el cuchillo para lavarlos y guardarlos. La tabla fue la primera, la limpio bien por ambos lados y la coloco a mi derecha para que se seque.

El cuchillo le siguió, veo mi reflejo en su filo por un momento, me recuerda a algo peculiar.

—Está mal escrito, empieza de cero. —Ordena papá sentado en su pequeño estudio.

—Son veintidós páginas... —Comento mirando mi ensayo sobre la fotosíntesis.

—O lo haces rápido —Toma mi brazo con su gruesa mano y me acerca a él. —o lo haces bien.

—Sólo me equivoqué en una palabra, ¿no puedo reescribir sólo ésa página?

—Naomi, llevas mi apellido, ¿cuál es? ¿puedes decírselo a papá?

—Benet.

—¡Exacto! Benet —Comenta soltando mi brazo y señalando un marco en la pared. —.¿Qué dice ese cuadro de ahí?

Se le brinda éste símbolo de agradecimiento y reconocimiento a Alexis Benet por sus seis años de servicio a la policía de Savant, a través del mismo es promovido a comisario general...

—Bien, me dieron ese título la semana pasada Naomi, ¿sabes cómo lo conseguí?

—Con trabajo duro.

—Exacto, hice todo perfectamente —Se levanta de su silla con mi ensayo en la mano, luego lo tira a la basura, seguidamente toma algo de la estantería. —. Si yo pude hacerlo a la primera, tu también Naomi. Seguiré tirando cada trabajo que traigas si tienen errores ortográficos o gramaticales, borrones en el papel o si la hoja está arrugada, ¿lo entiendes? —Llega frente a mí agachándose para estar la mismo nivel. —Dame tu mano.

—Sí, entiendo. —Le ofresco mi mano la cual toma con sumo cuidado para trazar una línea horizontal a mi muñeca con un cúter. —¡Ah!

Las lágrimas no tardaron en caer.

—Tienes seis años, ya deberías dejar la mediocridad, Naomi. Tendrás una de esas por cada error que tengas.

—Leo mejor que todo mi curso junto y tengo un intelecto sobre la media, ¿por qué ni lo reconoces? —Veo mi reflejo mediocre en la hoja del cúter. No sangro, es un corte muy superficial.

—La hija de Diana, Ivonne, no se equivoca al diferenciar hacía y hacia. —Salgo de su estudio directo a mi habitación a iniciar de nuevo, hecha furia.

—Sí no es perfecto no sirve, Naomi. —Lo escucho decir desde el otro lado del pasillo.

Dejo el cuchillo a un lado y me siento en el sofá de la sala viendo por la ventana de vidrio polarizado, fuera, a unas calles, se encuentra una patrulla de policía.

¿Qué pasa papá? Tu intelecto no es el suficiente para encontrarme. Es frustrante, ¿no? Estoy a unos metros de tí, pero no sabes cómo proceder.

Ni como comprobar que estoy aquí.

¿Qué se siente, animal? Estoy justo aquí, detrás del vidrio donde ves uno de tus reflejos, yo soy el otro, pero a mí no puedes verme.

Entro al baño para ducharme luego de un tiempo afirmando mi notoria superioridad sobre él, cierro mis ojos mientras siento el agua empapar mi cuerpo magullado. El sonido del agua cayendo contra mi cuerpo es semejante a la lluvia, un sonido tan aleatorio y relajante.

—... se siente un poco mal ésta mañana, faltará a clases hoy. Mañana llevaré un reposo médico para validar sus ausencias. Bien. Nos vemos mañana. Sí, adiós

Me duele respirar...

—Ah, tengo sed, mami —Murmuro intentando levantarme del piso, pero me duele demasiado un costado. —. ¡Ah!

—Ya viene la ambulancia —Dice acariciando mi cabello. —. Sabes que mami lo hace porque te quiere, ¿verdad?

—Duele.

El amor duele, cariño. Mami te quiere mucho, por eso duele tanto. ¿Qué le dirás a los paramédicos y al doctor?

—Que mami me dejó caer del tobogán. —digo sintiendo un dolor intenso y punzante en las costillas. Ella está presionando la herida, hay un horrendo moretón negro ahí.

—No, cariño, tú te has caído sola —Empuja con más fuerza sobre mi costado. —¿Lo olvidas?

—¡Ah! —Las lágrimas no tardaron en caer por mi rostro hasta el pasto del jardín. Puedo ver el tobogán, es bastante alto de dónde me caí.

Lo último que recuerdo fue haber saltado, mamá dijo que me atraparía, pero sólo me dejó caer contra el suelo. Recuerdo haber golpea de costado una de las tablas de la caja de arena antes de dejarme ir hacía la oscuridad.

—¿Y bien? ¿Que dirás?

—¡Me caí! ¡Me caí! —Grito entre lamentos desesperados porque dejé de hacer presión ahí, duele demasiado.

Recuerdo que poco después comenzó a llover cuando llegó la ambulancia y volví a desmayarme por el dolor.

Observo el jabón en la jabonera un rato.

Aquella vez fue la primera vez que mamá hizo algo tan radical, solía pellizcarme, tirarme del pelo o lanzar comentarios de odio hacia mí a veces. Pero esa vez fue demasiado lejos, rompió dos de mis costillas.

De las cosas que más recuerdo, fue la manera en la que me veía. Estaba fascinada con mi dolor, estaba bastante satisfecha con eso. Notaba la felicidad en su cara cada que me hacia daño, y eso me daba asco.

Ella no quería ser madre, al menos, no quería ser la mía. Me lo dijo muchas veces.

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23:11

—Toma. —Dominick me ofrece una taza de chocolate frío la cual tomo con cuidado de no dejarlo caer.

—Gracias —Me pongo cómoda en el sofá.—¿Podrías contarme algo de ti?

—¿Algo en especial que quieras saber?

—Nada en concreto, cuéntame lo que quieras.

—Cuando era niño me comía los mocos, ¡aún lo hago!

—Qué asco.

—Bueno, sólo a veces. —Bromea.

—Igual das asco. —Una carcajada salió de su boca, es la primera vez que lo veo reír así desde que estoy aquí.

—No lo sé, tengo treinta y tres años, una casa y un auto...

—Felicidades, eres el adulto promedio.

—Deja de menospreciarme. —Pide lanzandome un cojín.

—Dije que me cuentes sobre tí, no sobre tus cosas. —Comento tomando el chocolate.

—Me gustan los películas románticas de los 90's.

—Okay, vamos mejorando.

—Me apasiona la música clásica y adoro la historia.

—Eres un nerd.

—¿Lo soy? A ver, cuéntame sobre ti.

—¿Algo en particular?

—Cuentame sobre esos golpes. —Me señala, en particular mis piernas.

—Muestras de amor.

—Eso no es amor.

—Lo sé —Respondo. —. ¿Quieres verlo?

—¿Qué cosa?

—El cariño de mis padres.

—No quiero obligarte a nada. —Comenta nuevamente cuando me levanto y me quedo frente a él. Siempre usa esa palabra.

Él no me está obligado a mí, yo lo estoy obligando a él.

—Yo estoy accediendo. —Digo quitándome la camiseta del pijama, un top debajo cubre mis senos, pero no mucho más que eso.

Puedo ver como se pone rígido mientras observa las partes magulladas de mi cuerpo con atención. Mira una parte en particular.

—¿Y esa cicatriz? —Señala mi costado derecho, en la curva de mi cintura se encuentra una cicatriz diagonal hacia mi ombligo.

—Mi madre rompió una botella cerca de mí cuando tenía ocho.

—¿Fue intencional?

—No del todo, no me la lanzaba a mí, sólo fue un daño colateral.

—Entiendo... —Su mirada de lastima me da asco.

—Deja de verme así. —Exijo tajante.

—Lo siento, sólo pensaba en que eso no es una forma de querer.

—Pero es la que me enseñaron. —Observa mi cara con detenimiento antes de levantarse y tirar mi cabello hacían atrás con delicadeza. —¿Y está? No la había visto. —Observa la parte derecha de mi frente, cerca de donde empieza el crecimiento de mi cabello.

—Ni yo lo recuerdo... papá dijo que me la hice cuando era una bebé.

—O te la hicieron. Es muy diferente una cosa de otra, Naomi.

—Dije que no lo recuerdo. —Repito observando sus ojos marrones con detenimiento, luego procedo a explorar su cara topándome con algo curioso. —¿Y ésto? —Indico una nueva herida.

—Fue una cicatriz que me quedó de una pelea cuando era más joven.

—¿Tú peleas? —Me burlo de él cubriendome nuevamente.

—Sí, necesitaba dinero, no conseguía trabajo. Tuve que recurrir a las peleas de callejón para conseguir algo y poder vivir.

—¿Que edad tenías?

—Tenía tu edad cuando ésto pasó. —Responde pasando la mano por la cicatriz en su mandíbula, es pequeña, pero profunda.

—Debió ser difícil.

—Lo fué, así como tú, huí de casa, no fue fácil —Comenta apagando las luces de la casa, ya va siendo hora de dormir. —. Aunque yo no fui tan organizado cómo lo eres tú. Me fui sin un centavo y sólo con la ropa que tenía puesta.

—Ya veo porque fue tan difícil. —Digo metiéndome a la cama y el detrás de mí al apagar la luz.

—Espero que te vaya mejor a tí de lo que me fue a mí.

—Eres director de marketing, te fue bien.

—Sub-director de marketing.

—Okay, lo que digas —Me giro para acariciar su cabello, es una de las cosas que me gusta hacer. Él rodea mi cintura con delicadeza y se pone cómodo.

Cada día, Dominick se acerca más y más. Comienza a ser dependiete de mí, al menos afectivamente.

Te quiero, Dom.

•||•||•

Al fin había definido que sentía por ella para ése momento, Naomi me estaba usando, de eso estaba seguro y, de hecho, no me importaba que lo hiciera. Yo era feliz mientras ella estuviera conmigo; sin embargo, muchos factores ponían en riegos eso, la policía, Víctor, mis vecinos y cada persona de la comunidad.

Me era más que nada preocupante la policía, sabía que si cometía un error, Naomi pagaría las consecuencias.

Y me aterrizaba ser el causante del sufrimiento de Naomi.

Había algo más que me inquietaba, ella nunca me dió una fecha de partida, así que con cada día que pasó desde entonces me era ridículamente estresante. Creía que cada día que pasaba, era otro posible día donde me diría que se iba a ir.

Sabía que eso pasaría en un determinado momento, lo sabía. Y eso me preocupaba.

No quería quedarme solo.