¿Cómo era mi relación con Víctor? Pues, buena, fuimos amigos durante unos trece años, fue un gran apoyo para mí en los momentos buenos y malos... Me arrepiento un poco de haberlo asesinado a decir verdad.
Ni siquiera pude dormir semanas después de eso, aún ahora sigo sin poder dormir del todo bien sabiendo que hice algo tan horrible.
Esa admiración que tenía hacía Naomi era una distracción de lo que ocurrió, de lo que había hecho. Vivía en paz conmigo mismo a costa de la devoción que sentía por Naomi.
Cuando ella se fue, mi mundo comenzó a caerse a pedazos. Por un tiempo sentí que moriría, me sentía tan mal que la tentadora idea del suicidio me susurró al oído con tanta calidez.
Fue reconfortante de igual manera, el sentimiento que experimenté me recordó a Naomi. Me daba la misma sensación que me daban sus palabras.
Victor se interponía entre nosotros, yo no quería que Naomi volviera con los Benet... sabía que realmente desaparecería si eso pasaba.
Lo mencioné hace un rato, el egoísmo de los Benet no tiene límite.
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Dominick Grossman
Junio 28
20:23
—¿Quieres un trago? —Pregunto desde mi silla mientras veo como Víctor recoge sus cosas al igual que yo.
—¿Tú invitas?
—Por supuesto. —Digo, no sé si por buen amigo o por culpa.
—¿Te ves preocupado? —Señala mientras salimos de la oficina y comenzamos a salir del edificio.
—Tiene que ver con lo que quiero decirte, esperemos a llegar al bar.
—¿Estás en problemas? ¿Todo bien?
—Sí, estoy bien, no te preocupes. No es nada malo si es lo que piensas. —Digo abriendo la puerta del estacionamiento y ubicando mi auto con la mirada para dirigirme hacia el.
—¿Puedes decirme de que trata?
—Dije que no te preocupes. —Repito entrando al auto con él y poniéndolo en marcha.
—Estás serio, eso no es normal.
—Y tú estás demasiado nervioso. —Se quedó completamente callado todo el camino hasta el bar donde bajamos del auto y entramos tomando asiento en la barra.
El silencio se extiende demasiado, Victor no dice nada.
—¿Todo bien? Hablas hasta por los codos y ahora estás demasiado callado. —Cuestiono.
—La policía fue a verme —Confiesa mientras esperamos que nos atiendan. —, me hicieron demasiadas preguntas acerca de ti, muchas de las cuales siento que no tengo respuesta.
—¿Cuáles? —Pregunto mientras lo observo detenidamente, hemos sido amigos tantos años que conozco cada una de las caras que hace.
Justo ahora está dudando de mí.
—Una de ella fue si alguna vez fuiste arrestado.
—Lo fuí, sí. —Respondo viendo cierto grado de sorpresa en su rostro.
—¿Cuando? ¿Por qué? —Me interroga con un poco de desesperación en su voz.
—Hace diecisiete años, cuando vivía de las peleas. Un sujeto rompió una botella en mi mandíbula, por eso está cicatriz —Señalo mi barbilla con desdén—, había mucha sangre así que llamaron a la policía y estuve un par de días en la cárcel.
—¿Por qué no me dijiste algo así?
—No es como que sea un tema de conversación común, ¿sabes?
—Bienvenidos, ¿que se les ofrece? —Irrumpe el imponente hombre de barba, es el portero de Dolly, nunca lo había visto fuera de ese lugar.
—Dos cervezas —Responde Víctor. —. Dom, me preguntaron que tan cercano eras de Naomi.
—No tanto, cruzamos palabras un par de veces.
—No me mientas.
—Vic, Naomi y yo ni siquiera éramos amigos.
—Aquí tienen. —Dos cervezas claras son colocadas frente a nosotros.
—Gracias, amigo. —Digo tomando la mía.
—Vi como la veías.
—¿Cómo algo ilegal? Vic, no hay nada ahí, sólo éramos conocidos.
El silencio se quedó con nosotros hasta hacer el ambiente incómodo, no dejé de beber por nada, no tenía sentido hacerlo.
—¿Eres mi amigo? —Pregunta Víctor acabando con su cerveza y pidiendo otra.
—Sí.
—¿Por qué me mientes?
—¿Te escuchas? No soy yo quien está interrogando.
—Es una pregunta.
—Una pregunta que ya respondí dos veces. —Me levanté y dejé el pago de mi consumo para irme del lugar. —Actúas como imbécil.
Abandono el bar y me subo al auto, pero no lo enciendo. Me siento mal por haberlo dejando allá adentro, sobre todo porque yo lo traje hasta acá. Me miro al espejo retrovisor, tengo los ojos cansados y estoy despeinado.
Con éste aspecto hasta yo desconfiaría de mí.
—Mierda... —Me bajo de nuevo y vuelvo adentro donde el olor a alcohol y cigarros es un poco abrumador, camino hasta la barra y veo a Víctor... hablando con Alexis Benet, el padre de Naomi y jefe del departamento de policía.
Victor me ve y evade mi mirada mientras que Alexis me observa fijamente.
—Queria... decirte si quieres que te lleve, yo te traje de todos modos —Me dirijo a Víctor. —. ¿Qué hace por acá señor Benet?
—No, gracias. —Responde Victor evadiendo mi cara centrado en su cerveza, hundiendo su miserable y traidor trasero en la vergüenza.
—Me dieron ganas de salir está noche. —Responde Alexis sin decir más, para nadie es un secreto lo que hacen.
Victor, mi mejor amigo, mi compañero de trabajo, está conspirando contra mí con la policía.
—Entiendo, me iré. Adiós.
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22:33
—Naomi. —Llamo, pero no responde.
Entro a la habitación donde parece estar oyendo música muy concentrada con mis auriculares y mi laptop. Enciendo la luz a lo que ella me mira fijamente con esa penetrante mirada que me intimida un poco más de lo que me gustaría admitir.
—Volviste temprano —Responde mirando la laptop nuevamente por unos cortos segundos. —, son a penas las diez treinta.
—Si, las cosas no fueron bien. Vi a tu padre.
—¿En serio? —Actuaba indiferente mientras me observaba, lo hizo unos segundos antes de sonreír ampliamente. —¿Quieres deshacerte de él y la policía en general?
—Claro.
—Bien, ven acá. —Me pide palpando la cama con suavidad a lo que me siento junto a ella.
—¿Que tengo...? —Ella se sube sobre mi besando mis labios con lujuria, pero sin apuros. Mis manos no responden y estoy comenzando a ponerme nervioso, demasiado nervioso.
—Relájate. —Tajante y cortante dió esa orden a la que instintivamente seguí, relajé mi cuerpo posando mis manos en sus caderas que ahora se encuentran sobre mi moviéndose lentamente sobre mi erección.
—Naomi... —Intento detener lo que seguramente será mi ruina sin ningún logro. Una parte de mi lo quiere, quiere poseer a Naomi, pero mi maldito sentido común me grita que no.
Es un error, pero no me importaría cometerlo si se trata de ella.
—Naomi...
—Cálmate, no haremos nada. —Comenta confundiendome a medio beso, abandona mis labios y baja hasta mi cuello donde siento un doloroso placer apropiarse de mi piel.
—¿Son chupetones?
—Tranquilo, debemos hacer que el jefe de policía te golpee, debes provocarlo inteligentemente. —Dice frotándose con más fuerza sobre mis entrepierna logrando humedecer mi ropa interior.
—Pero...
—¿Te lo quieres quitar de encima? —Susurra en mi oreja mientras toma el lóbulo de mi oreja en su perfecta y caliente boca.
Desearía poder hacer que tomara algo más que eso.
—Sí, pero no creo que-
—Hoy mismo te los puedes quitar de encima, sólo debes hacer una pequeña cosa por mí. —Dice tomando mis mejillas en sus gélidas manos las cuales me acarician con amor. Amor que sé que no puede sentir, pero que me brinda de forma vacía.
La observo con detenimiento, sus mejillas sonrojadas, su mirada burlesca y, sobre todo, esa sonrisa maliciosa que enseña todos sus dientes mientras curva bruscamente las comisuras de sus labios, como queriendo sonreír más de lo que puede, como si sintiera toda la felicidad del mundo cruzando a través de ella en ese momento.
Esa era su sonrisa. Y yo amaba verla sonreír así.
—¿Qué debo hacer?
—Jode su paciencia tanto como puedas, hazlo enrojecer de cólera. —Responde meneandose sobre mi erección sin ningún pudor.
—Lo haré por tí.
—Así se habla, Dom. —Dice besando mis labios nuevamente hasta que ese placentero dolor volvió a ocurrir sobre la piel de mi labio inferior.
—Puedo... ¿puedo hacerlo yo también? —Susurro mirándola a los ojos lo más que pude antes de sentirme aplastado por su forma de ver.
—Claro. —Accede metiendo sus manos debajo de mi camisa, mi piel se eriza con el frío que sale de sus manos mientras yo mismo bajo a su cuello para marcarlo como lo hizo conmigo.
Dije que Naomi era un enigma, como un rompecabezas totalmente en blanco que debía armar para estar en paz conmigo mismo. No puedo armarte, no te entiendo.
No tienes significados ni respuestas, sólo existes siendo un problema sin solución, una pregunta sin respuesta, una reacción sin causa. Tú sólo existes... y haces un caos solamente haciéndolo.
—Naomi, me confundes.
—No soy alguien que se pueda entender a la primera —Susurra dejando otra marca en mi piel, cerca de la garganta donde se puede apreciar perfectamente al igual que cada una de las anteriores. —, o la segunda, o la tercera. Simplemente no funciono así.
—Nada puede existir sin un motivo, sin un significado.
—Si puede, aquí estoy —Responde algo que no puedo discutir, es cierto, ella carece de significado quizá por eso no la comprendo. Detiene sus caderas y baja de mí dejando una leve mancha de humedad en mi entrepierna.
Parece que no soy el único caliente.
—Deja de sonreír como estúpido, vamos al auto.
—Espera, ¿vamos? —Eso me desconcertó, ella comenzó a desvestirse hasta quedarse en ropa interior, cosa que pasó más rápido de lo que creí. —¿que haces?
—Me cambio, ¿no es obvio?
—Pero la policía... se supone que te secuestré, ¿lo olvidas? ¿Qué haré si alguien nos detiene a mitad de la calle?
—Inventa algo. —Responde a mi pánico de una manera calmada mientras el vestido rojo de aquella fiesta temática en Dolly cubre su piel lentamente.
—Cierto, diría algo como: Hola, ¿ella? Sí, es Naomi Benet, la adolescente que lleva una semana desaparecida, ¡de la cual soy el principal sospechoso de ser su secuestrador-
Me arde la piel, Naomi me ha dando una cachetada bastante fuerte. La piel quema, duele y la habitación permanece en total silencio.
—No entres en pánico, Dom —Comenta con una voz escalofriantemente calmada mientras acaricia la mejilla que me acaba de golpear. —Si no estuviera segura de que nada malo te pasará, no saldría de aquí.
—Sí, perdón, estoy asustado.
—No tienes que estarlo, no si todo sale de acuerdo al plan —Dice tomando su ropa y escondiéndola detrás del armario. —. Es un plan simple, debes llegar, actuar ebrio y presumir que te cogiste a una puta parecida a mí.
—¿Sólo eso?
—Sí, debes mirarlo a los ojos cuando lo hagas, y sonríe como si te burlaras de él.
—Bien, entiendo. —Apago las luces antes de irme hasta el garaje junto a Naomi.
—No menciones detalles específicos.
—¿Cómo el lunar en tu trasero?
—Son pecas y si, como esos. —Responde subiendo al lado del copiloto, el vidrio está polarizado así que no deberían de vernos.
—Estoy nervioso.
—No debes. Te daré una mamada cuando volvamos como recompensa.
—No tienes que hacerlo sólo para calmarme, yo decidí meterme en ésto, fui yo el de la idea en primer lugar —Abro la puerta del garaje con el control y salgo cerrando detrás de mí. —Bien, esperemos que todo salga bien.
—Lo hará.
•||•||•
Ella estaba llena de seguridad esa noche, no dudó ni un segundo desde que dejamos la casa. Se veía tranquila, tanto que me inquietaba.
Era demasiado estimulante tanto para ella como para mí estar a mitad de una calle llena de adolescentes y adultos ebrios que no tenían la más mínima idea de que ambos íbamos ahí. Cómo decía la policía, secuestrador y víctima en el mismo auto.
Esa noche pasaron muchas cosas después de abandonar la casa, tantas que sentí eternas las cuatro horas que estuvimos afuera. Sentía que el mundo entero se puso en nuestra contra esa noche, Naomi lo sabía, pero era demasiado inteligente para caer en una mundana desesperación.
Ella tenía toda las soluciones, irónico, ¿no? Ella misma no tenía solución, pero tenía soluciones para todo, sin importar lo que fuera.